TE QUIERO, QUIERO SER YO Y EN 1940 MORIR...

viernes, 13 de marzo de 2020

Opiniones sobre el Coronavirus de distintos medios de comunicación: "Un metro de distancia. Es la nueva unidad de medida cívica para la supervivencia"


( datos actualizados)
 https://ncov2019.live/


 Pues sí, claro que estamos en guerra. Pero no contra un virus con el que nos hemos visto de repente abocadas a convivir física e intelectualmente.
El enemigo ya estaba aquí mucho antes y ahora se ve algo más claro, tras el corrimiento causado por el aguacero. Son los rentistas que no van a renunciar a dejarnos en la miseria si ello conlleva que sus beneficios económicos se reduzcan. Es una clase necropolítica, gobierno y oposición y satélites, incapaz de gestionar la vida tras años de solo amasar números. Son el brazo armado de estos, los matones con placa de las FCSE, que reprimen hoy con más impunidad que nunca. Son los medios de comunicación totalitarios y necrófagos que solo valen lo que vale el espectáculo. Son los empresarios, banqueros, administradores y demás agentes del capitaloceno que, a fuerza de reducir espacios seguros en su propio beneficio, han facilitado esta pandemia y las que vendrán. Es la parte de nosotras que se ha encogido de hombros aun achatada y molida bajo todo lo anterior. Lo que nos separa y nos deprime y nos vende y nos mata.
Es una guerra, sí. Biopolítica. La misma que estábamos librando hace tres meses, la misma de hace tres años y la de hace una década. Desde que se declarase la alerta sanitaria, nuestros derechos y libertades se han restringido de manera drástica y el biocontrol por venir va recortarlo todo aún más. Esta batalla ha dejaro clarísimo que estamos más solas de lo creíamos y eramos mucho más ignorantes de lo que temíamos; que sin resistencia, horizontalidad, apoyo mutuo, autogestión, empatía e inteligencia no valemos más que el precio al que quieran saldarnos los que trafican con nosotras y con los nuestros.
Ya que parece que la retórica bélica nos gusta tanto, entendamos que el Covid-19 no es cuerpo o estructura en la trinchera de enfrente sino, de algún modo, arma dejada en la escasa tierra de nadie que nos queda. Veremos quién se hace con ella y si la sabe usar.



07/04/2020.
 Copio esto en mi muro porque  los momentos, merece la pena compartirlo.
( tiene diez días o así a fecha de hoy 7-04-2020)
"No puedo más, todo tiene un límite, no estoy dispuesto a seguir callado y tragando bilis.
Ya está bien de sembrar odio, ya está bien de tanta mentira y manipulación. Lo que algunas y algunos están haciendo estos días es profundamente mezquino e inhumano. Es indecente intentar sacar provecho del dolor y la muerte.
NADIE, repito, NADIE, se imaginaba la magnitud que iba a alcanzar esto. Ni los gobiernos occidentales, ni las organizaciones políticas, ni la mismísima Organización Mundial de la Salud, prestaron atención a lo que ocurría en China. El capitalismo veía con placer el desmoronamiento del gigante asiático, ganar la guerra comercial era lo más importante y las muertes nos pillaban lejos. ¿Alguien se planteó en aquel momento tomar medidas? NADIE. Tampoco nadie las tomó cuando el virus picó a la puerta de Europa. La falta de previsión y medidas también se globalizaron y el virus nos pilló con los deberes sin hacer. Nos equivocamos, claro que sí, hay que asumirlo. A toro pasado es fácil decir que sobraban todos los actos y eventos, políticos, sindicales, sociales, deportivos, etcétera, que hubo en el último mes, pero, de una manera u otra, todas y todos participamos en ellos. Es más, si alguien hubiera decidido cancelarlos hubiéramos puesto el grito en el cielo y lo habríamos acusado, como poco, de alarmista.
A este gobierno le está tocando lidiar con una situación caótica, con una situación que nadie querría gestionar porque no hay precedentes en la historia reciente que sirvan de guía de actuación, pero ahí están dando el do de pecho. Han puesto todos los recursos del estado a disposición del pueblo, están intentando salir de este infierno de la mejor manera posible, sin dejar a nadie en la estacada. Han salido de la burbuja en la que generalmente se cobijan las élites políticas y están luchando a nuestro lado. Podrá salir mejor o peor, pero no están regateando esfuerzos. Ayer, en la comparecencia de Pedro Sánchez, al igual que me ha ocurrido durante estos días con otras y otros miembros del gobierno, vi responsabilidad, vi sufrimiento, vi humanidad. Y, aún así, los llamáis asesinos.
¿Cómo podéis ser tan miserables? ¿Cómo podéis seguir escupiendo veneno? ¿Sabéis por qué se muere la gente? Porque faltan recursos, porque mientras votabais para llenar los balcones de banderas rojigualdas, dejabais los hospitales sin batas blancas. Ahora recogemos el fruto de las privatizaciones que sembrasteis. Lo público no os interesó defenderlo y ahora, hipócritas de mierda, aplaudís desde las ventanas.
¿Dónde están ahora vuestros ídolos? ¿Dónde están vuestros filántropos? Especulando y haciendo negocio con materiales de primera necesidad, ocultos tras el humo de vuestras hogueras de rencor y mentiras.
Ahora somos las y los "privilegiados", las clases trabajadoras, las que estamos dando el callo, en los hospitales, en los supermercados, en los comercios, en los campos, en las carreteras. Este que aquí escribe salió del paro cuando se decretó el estado de alarma y lleva nueve días desinfectando vehículos ferroviarios. Jugándonos la salud, sin descanso, pero convencidas y convencidos de que hay que hacerlo, anteponiendo el bienestar colectivo al individual. No hacemos política, no distinguimos colores, ahora todos somos una. Vosotras y vosotros sois la excepción, bestias carroñeras que buscáis la vida en la muerte ajena. Lo que hacéis, además de repugnante, es delictivo y espero que paguéis por ello.
Yo no soy del PSOE, no me gusta ni el partido ni Pedro Sánchez, de hecho, si de mi hubiera dependido, mi organización, IU, nunca hubiera formado parte de un gobierno suyo, pero ahora, en este contexto, voy a luchar a su lado hasta la extenuación. Cuando lleguen tiempos mejores, cuando dejemos atrás esta pesadilla, volveremos a ser adversarios y ahí me tendrán, como una gota malaya, recordándoles que sin la sanidad pública y sin las clases trabajadoras nunca hubiéramos salido del atolladero. Y si no nos dan recursos, dignidad y reconocimiento, volverán a ser mis adversarios.
Hasta entonces, lo más lejos a su lado.




 https://ncov2019.live/



#COVID19 #CORONAVIRUS #PANDEMIA #VIRUS


Encuesta. ¿De dónde viene la escasez de máscaras en los hospitales?

 (En filosofía moral, la posición "consecuencialista", como su nombre lo indica, juzga las elecciones morales de acuerdo con sus consecuencias: si, por ejemplo, uno debe sacrificar una vida para salvar cinco, el balance neto de consecuencias se encuentra allí su cuenta. La posición opuesta, llamada "deóntica", juzga no según las consecuencias sino según los principios: aquí, por ejemplo, lo sagrado en principio de una vida singular. La filosofía consecuencialista es, por lo tanto, una filosofía de sacrificio, mientras que la filosofía deóntica rechaza categóricamente la lógica de sacrificio. )


 "Un metro de distancia. Es la nueva unidad de medida cívica para la supervivencia"

El mensaje de calma inicial ha sido perjudicial para hacer una planificación adecuada...”
A meditar por los países que aún NO han tomado medidas drásticas de aislamiento social.
VIENE UNA RECESIÓN ...


"Tengo que salir al menos al día un poco a la calle, a caminar, no puedo estar encarcelado, lo siento...
y como no tengo perro, busco las manzanas de la calle por donde sé que no van a pasar los locales..."




George Orwell: “Lo importante no es mantenerse vivo sino mantenerse humano.”

"Podemos parar el virus, y podemos además aprender algunas cosas que nos sirvan para afrontar las otras crisis que están en marcha y las que vendrán."
jmc.


CUARENTENA ( escribía esto el 13/02/2020)

Son días extraños. Ya sabéis por qué, así que no voy a dedicar esta entrada a darle más vueltas a nuestro apocalipsis pequeñito de hoy. Sí, creo, cabe puntualizar que estoy muy a favor del confinamiento y de hacer lo humanamente posible para contribuir a contener la pandemia que nos ha caído encima. #QuédateEnCasa y tal. 
Como también creo que en momentos así todos tenemos la responsabilidad de hacer pasar el trago a los demás. La alerta sanitaria, las cuarentenas decretadas en varios puntos del país y las recomendaciones de los departamentos de sanidad conllevan que se hayan suspendido presentaciones, recitales, conferencias, obras de teatro y que se hayan cerrado museos, centros cívicos y cines. Y sería muy triste si ahora, por las circunstancias, rindiésemos la resistencia cultural en la que peleamos a diario a los ídolos de estiércol de Amazon, las plataformas de streaming o, peor, la televisión. Lo mínimo que podemos hacer, pues, es liberar algo de lo nuestro y que lo tome quien quiera, como quiera, si acaso eso ayuda.

Os recomiendo comer bien, leer mejor y de paso visitar buenas páginas web. Ver también buen cine y hablar entre vosotros...
Las noticias que aparecen en este post-apocalíptico van con fechas de la más reciente a las del comienzo del Coronarvirus.


entre el día 23-03-20 y el 02/04/2020 no he introducido nada...

 LAS FECHAS MÁS RECIENTES APARECEN AL PRINCÍPIO : BUCEA...




ALGUNA CABECERAS PARA EMPEZAR : 230320 Francia

  




al 27/03/2020

Información sobre el coronavirus
- Aquí puede seguir la última hora sobre la evolución de la pandemia
- En caso de tener síntomas, estos son los teléfonos que se han habilitado en cada comunidad











  25/0/2020
25-03-2020.





Comenzamos: 

23/03/20

El HuffPost

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23/03/2020
 Los alemanes llevan haciendo test de coronavirus desde finales de enero. No le han dicho nada a nadie, pero sin capaces de hacerlos al ritmo de 12.000 al día. Tienen de todo y todo planificado. Llevan 50 muertos y sin embargo hoy en Italia han alcanzado los 800 en un solo día, y no han llegado al pico máximo.

Comentarios

23/03/2020
Comentarios varios en redes :


Ayuda de la República Popular China llega a España. 1 millón de mascarillas y otro material, también especialistas. No viene de Estados Unidos, no.


  ... saber lo que no sé, y suponer, lo cierto es  que está sucediendo...luego veremos como queda el orden mundial.. ... ser  o no ser, 

20/03/20


         
Ahora una película


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Política


 AHORA UN POCO DE MÚSICA 























1. LITTLE LITTLE 00.00 2. NEUROTIC REACTION 3:09 3. SING A SONG 5:49 4. MIND MY OWN BUSINESS 9:44 5. LITTLE QUEEN 13:14 6. MAN IN THE MOON 16:23 7. LOVE 13:35 8. WHITE HOUSE 21:27 9. SUNDAY MORNING 24:33 10. CHOO CHOO TRAIN 27:49 11. ELENOR 29:07 12. COSY ROSY 32:10


Coronavirus. El examen masivo podría salvar vidas: ¡para pruebas accesibles para todos!



"Prueba, prueba, prueba": el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, lo dice. Si bien las recomendaciones de la OMS no han estado más allá de cualquier reproche desde el comienzo de la epidemia, tienen el mérito de haber evolucionado, basadas en particular en la efectividad de la campaña de detección masiva accesible para todos los que se llevan a cabo en Corea. Sur La gestión, que por el momento, ha permitido circunscribir la epidemia evitando el escenario italiano, miles de muertes. Sin embargo, en Francia, el número de pruebas sigue siendo muy bajo y los datos son completamente opacos.














Crédito de la foto: foto ilustrativa: AdobeStock)

¿Cuánto practica Francia las pruebas diarias? Imposible saberlo en ausencia de datos transparentes proporcionados por las autoridades sanitarias. A principios de marzo, el gobierno dijo que evaluó a 1,000 personas por día. El último informe epidemiológico publicado el 10 de marzo reportó 2,350 pruebas realizadas hoy. El ministro de Salud, Olivier Véran, anunció que se realizaron 4000 pruebas durante el día miércoles 18 de marzo. A pesar de esta opacidad, está claro que el número de pruebas sigue siendo completamente insignificante frente a la grave crisis de salud que actualmente está en curso.

Es suficiente estar convencido de echar un vistazo a las cifras y métodos implementados en otros países. En Corea del Sur, la elección se realizó desde el comienzo de una estrategia que combina la transparencia en el desarrollo de la epidemia con información periódica de la población, detección masiva, accesible para todos a través de camiones de libre acceso, con 260,000 pruebas realizadas en unas pocas semanas. Si a través de este ejemplo, no se trata de reclamar una receta de "milagro" dado que Corea del Sur también ha utilizado métodos que sorprenderían en términos de incursión en la vida privada, Está claro que esta detección temprana masiva ha jugado un papel fundamental para detener la epidemia, por el momento (la vacuna sigue siendo el único remedio "real").

Otros ejemplos muestran que establecer campañas de pruebas masivas en una etapa temprana tiene el efecto de reducir la mortalidad, al permitir un manejo temprano. Con respecto a Alemania, que tiene un número muy bajo de muertes, una de las razones invocadas por el presidente del Instituto Robert Koch se refiere a la implementación del cribado masivo  : “Desde el comienzo [de la epidemia ], les pedimos sistemáticamente a nuestros médicos que evaluaran a las personas ", dijo el Dr. Lothar H. Wieler en la conferencia de prensa diaria de la organización el 11 de marzo, citada por Euronews.De hecho, el país tiene una capacidad de detección masiva evaluada "por las autoridades alemanas a 12,000 pruebas por día" gracias a una "red territorial significativa de laboratorios", subraya Laurent Desbonnets. Incluso se han establecido "unidades" en el país, como en Corea del Sur o los Estados Unidos, para evaluar rápidamente a muchas personas, señala el New York Post . Pruebas que se implementaron muy temprano y ante los primeros signos de la epidemia, a partir de enero. Otros casos como el Reino Unido, cuya gestión catastrófica ha sido señalada, el aumento exponencial en el número de casos y el aumento en el número de muertes ha obligado al gobierno a anunciar este 18 de marzo el aumento drástico en la detección subir hasta 25.

Con respecto a Francia, las autoridades francesas continúan practicando muy pocas pruebas, en la opacidad más total. Una política que el gobierno incluso intenta justificar en el sitio de información dedicado a Covid-19: “Debe entenderse que las pruebas son útiles para comprender dónde circula el virus. Se están volviendo menos esenciales en áreas de circulación activa donde la atención médica se vuelve central ”Una estrategia que el Primer Ministro tuvo que defender este jueves ante la Asamblea Nacional ante el aumento en el número de casos: "sería inútil hoy evaluar masivamente a todos, de manera preventiva o de acuerdo con los síntomas", Dijo, descartando con el dorso de su mano cualquier implementación de un examen generalizado para el coronavirus en Francia. Luego justifica que esta generalización de pruebas pesaría en "habilidades analíticas y no tendríamos respuestas lo suficientemente rápidas donde sea absolutamente necesario". En resumen, ¿sería por lo tanto una cuestión de costo económico? De todos modos, esto muestra que el número de 9.134 casos anunciados por Jérome Salomon se subestima en gran medida. Por lo tanto, la etapa de propagación del virus sigue siendo desconocida.

Ante la propagación del virus, lo que los expertos repiten es que la implementación de una política de pruebas masivas es la condición para establecer una estrategia de salud coherente. Si la OMS no está necesariamente exenta de responsabilidad en esta crisis de salud, entonces sus recomendaciones fueron erráticas, subestimándola de manera significativa al principio , su director cambió de posición afirmando ahora, siguiendo el experiencia acumulada en pocos meses:“Hemos visto una rápida escalada de las medidas de distanciamiento social, como el cierre de escuelas y la cancelación de eventos deportivos y otras reuniones. Pero no hemos visto suficiente escalada urgente en las pruebas, el aislamiento y el rastreo de contactos, que son la columna vertebral de la respuesta al virus " . Es por eso que la OMS ha enviado 1,5 millones de pruebas a 120 países en los últimos días.

Contrariamente a lo que dice el gobierno, esta estrategia de prueba masiva es esencial, no solo al principio, sino en todo momento en el manejo de la epidemia. De hecho, cómo detener un virus "inteligente" como lo afirman ciertos expertos y que tienen especificidades que favorecen la propagación, como su enorme tasa de personas asintomáticas (que son portadoras sanas pero pueden transmitir el virus) y una tasa de contagio muy importante, todo en ausencia de una vacuna y un tratamiento efectivo? El gobierno francés está tratando de resolver la crisis de salud mediante un solo confinamiento autoritario masivo, rechazando dogmáticamente la implementación de pruebas masivas argumentando que estaríamos en una etapa epidémica que se ha vuelto "descontrolada".

Pero incluso en esta etapa epidémica real, que, además, está vinculada a la negativa a realizar pruebas sistemáticas, la prueba es una necesidad. Fabio Sabatini, investigador en Italia, ofrece algunas respuestas interesantes que muestran que las únicas medidas de "distanciamiento social" de ninguna manera les permitirán controlar solo este virus.Para el investigador, "ahora al menos en Italia (hasta la fecha), la situación parece haber escapado a la posibilidad de un control temprano y la contención necesaria. Comenzaremos a ver las frutas en aproximadamente dos semanas. Sin embargo, si no seguimos a las personas infectadas y su red de contactos para aislarlas y tratarlas, tan pronto como se libera el bloqueo, incluso para una persona, la epidemia puede comenzar nuevamente al galope. Si no interviene ningún factor exógeno nuevo para desacelerar la epidemia (calor o una mutación viral, por ejemplo), nuestros esfuerzos pueden no ser decisivos. Tener el "sistema coreano" en paralelo con nuestro bloqueo ayudaría a obtener resultados finales. "

En resumen, incluso si no lo asume abiertamente, como lo han hecho el Reino Unido o Alemania, "Francia está apostando por la" inmunidad grupal "para detener el coronavirus", es lo que Le Figaro también señalaEl gobierno francés combina esta estrategia con medidas de contención para suavizar la curva, una contención que trata de evitar en la medida de lo posible invadir el trabajo de las empresas privadas, incluidas las no esenciales. Esta estrategia se niega a luchar realmente contra el virus y causará una serie de muertes que podría haber sido posible evitar, como lo ilustra el caso coreano. Sin embargo, como explica el Sr. Fabio, las pruebas a escala masiva, incluso en una etapa epidémica avanzada, pueden ayudar a prevenir muertes o incluso comenzar a contener la epidemia. Y aún más, ¿no es un derecho democrático que todo trabajador puede saber si está contaminado o no?


Para combatir la epidemia, la prueba a escala masiva es una condición necesaria. Desde este punto de vista, la primera medida elemental debería ser poner a disposición pruebas masivas y gratuitas para todos, comenzando con todos aquellos obligados a trabajar . Esto permitiría, en particular, detectar a todas las personas infectadas para evitar la propagación del virus y poner fin a la contaminación en el lugar de trabajo. Basta mirar las cifras anunciadas por el periódico Le Monde  : “El  miércoles 18 de marzo, se identificaron 98 casos entre los agentes del grupo ferroviario público contra 22 el día anterior y casi 600 agentes están actualmente en confinamiento porque presentan un riesgo contaminacion », ¡Sabiendo que solo las personas con síntomas graves se hacen la prueba! También es cada vez más imperativo cerrar todos los negocios no esenciales donde millones de trabajadores continúan contaminándose, lejos de la "contención total" anunciada por el gobierno. Finalmente, una política masiva de pruebas permitiría a todos saber si está infectado o no, para aliviar la ansiedad de millones de personas consideradas "en riesgo" que no saben si son portadoras, y adaptar su comportamiento en función de datos individualizada.


Matrix del miedo Archivado en: Alfred KaltschmittColumnas diarias

 

 Desde los tiempos bíblicos, el hombre reacciona en los momentos de crisis, guerras, pestes y cataclismos naturales, de maneras irracionales. El ser humano reacciona de acuerdo a los estímulos que recibe de sus semejantes. Y si hay que quemar gatos negros para evitar la peste, o echarse cenizas de rana para calmar los espíritus malignos, porque todos lo están haciendo, pues así lo harán, tal como lo vienen practicando desde los tiempos medievales, con diversos tintes de adaptación transgeneracional. El común denominador es el reflejo irracional causado por el temor y el pánico.
De esa cuenta nos volcamos a los supermercados para comprar para “los malos tiempos, en caso de que esto se alargue”… Más papel higiénico, más alimentos, más alcohol, sí, mucho alcohol y desinfectantes, y Maseca, y muchas latas. Y ayer mi concuño no podía entrar a un Walmart de nueva Orleans porque estaba saturado y habían llegado al límite de 300 compradores a la vez. ¿Por qué esa vorágine de compradores? Es el resultado de las cadenas de mensajitos “chupacabras”, de esos que dicen que dicen, que hay que hacer algo más que lavarse las manos y estornudar tapándose con el antebrazo, no dar la mano, evitar tocarse la cara y evitar las aglomeraciones. Es el síndrome denominado “fomo” (fear of missing out) o temor a perderme algo o estar excluido de algo.

Hay que aterrizar en la realidad. Estamos frente a una crisis compleja, multidimensional, difícil de manejar con la precariedad sistémica institucional que tenemos como país tercermundista. Los hospitales viven al borde del colapso, sin estar en crisis. El cumplimiento de las normas sanitarias para la prevención es compleja, dada la escasez de agua en un porcentaje considerable de asentamientos y colonias, escuelas, etc. El transporte público es el lugar más vulnerable para la transmisión del virus. Cada pasajero es un potencial portador asintomático. Evitar las aglomeraciones en las paradas es casi imposible, especialmente por las nuevas disposiciones de reducir a 50 personas por transporte.
Podemos adelantar con bastante certeza los escenarios que nos esperan comparando lo que Italia, España, Corea del Sur y China están enfrentando. El panorama es sombrío, especialmente cuando se examinan las posibles medidas de contención a implementar y sus respectivos costes económicos y sociales: 1. La vacuna contra el coronavirus ya existe: es quedarse en casa. La reclusión total. Esta medida, cuando se observa ante cuadros estadísticos, es clarísima. Es lo que hicieron en China y bajaron la propagación del virus en forma dramática. La paralización total, aunque de enormes costes económicos, a la larga es la única manera de detener el virus a un costo más bajo, especialmente por el ahorro en el costo por paciente infectado, internado, recluido y en cuarentena.
Guatemala no podría implementar tal medida. Aunque ya la inercia propia de la crisis ha afectado a la mayoría de la industria de servicios, especialmente la turística. La industria hotelera con las fronteras cerradas entra en crisis.
Se pueden adelantar los escenarios que se vienen en cuanto se propague el virus y el sistema hospitalario colapse, por eso es una buena idea utilizar el Parque de la Industria como un centro para recepción del desfogue hospitalario.
Hay mucha confusión en cuanto a las pruebas del coronavirus, y es que no funciona en pacientes asintomáticos; es decir, con personas que no tienen fiebre, tos, etc. Pero eso es otro tema. La cantidad de pruebas, su accesibilidad y su coste. #juntos saldremos adelante. La vacuna contra el virus eres tú, somos todos.
Con la ayuda de Dios.



18/03/20
Jefe médico chino insta a Europa a tomar medidas drásticas y a hacer «test, test y más test»
El jefe del equipo médico de expertos designado por China para combatir el coronavirus, Zhong Nanshan, ha instado a Europa a adoptar medidas más proactivas contra el coronavirus, identificar los contagios más rápido, y ser más eficaz a la hora de poner en marcha restricciones y cuarentenas.

«Creo que Europa está afrontando ahora la primera ronda de la epidemia y debería tomar medidas más proactivas. No esperen a que sea demasiado tarde y duela«, ha comentado este miércoles Zhong Nanshan durante una rueda de prensa en la ciudad meridional de Cantón, en la que también ha resaltado la importancia de realizar más pruebas de detección del virus o proteger a los profesionales sanitarios.
«Hay países europeos que están llevando a cabo confinamientos en las ciudades. Pero la gente sale a por un café, se reúnen... Así no es como funcionan este tipo de cuarentenas», ha dicho el prestigioso neumólogo chino, de 83 años, que jugó un papel destacado en la lucha contra la epidemia del SARS en el país asiático en 2003.
Zhong ha señalado que son necesarios otros esfuerzos como aislar a todos los contactos cercanos de las personas contagiadas por el Covid-19, aunque no presenten síntomas.
La experiencia de Wuhan
Según el doctor, en la capital de la provincia de Hubei, Wuhan, la ciudad donde se originó el brote, la concienciación sobre el virus y las medidas para protegerse eran muy bajas al principio, lo que provocó su rápida expansión y el contagio de muchos profesionales sanitarios.
Lo más importante es «primero protegerse a uno mismo y después a los otros», para lo cual se deben evitar aglomeraciones, llevar mascarilla y, sobre todo, «hacer test, test y más test» para detectar nuevos casos, que es la forma en que China consiguió ralentizar la epidemia.
«Muchos médicos que estaban en primera línea se contagiaron. Si ellos se infectan, se mina la confianza para ganar la batalla. Nosotros enviamos a Wuhan a cerca de 40.000 médicos de otras ciudades que estaban equipados y tenían la capacidad necesaria. Ellos no se infectaron. La protección es clave», ha recalcado.
El neumólogo también ha advertido de que no se debe dejar que el virus se propague y apelar a la inmunidad de las personas: «No hay datos que avalen que una persona curada lo esté para toda la vida. Debemos cooperar más, trabajar juntos en todo el mundo para encontrar soluciones».
«Diferentes países tienen un entendimiento diferente sobre cómo combatir el virus, pero deberíamos compartir experiencias. Luchamos con el mismo objetivo. Esto es una epidemia y ningún país está a salvo», ha añadido.
China, que el pasado día 12 declaró que ya había cruzado el pico de transmisiones para iniciar un rápido descenso, debe «seguir alerta», especialmente por los casos importados de otros países, según ha indicado Zhong.

Sensatez. Barra neutra, sin espectro, con humanidad..
18/03/20
El virus de la consciencia
María Chiara Bianchini (Miembro de Ongi Etorri Errefuxiatuak)

En estos días de recogimiento obligado, mucha gente aprovecha el tiempo para reflexionar sobre lo que estamos viviendo. En la marea de discursos e imágenes que circulan sobre el coronavirus hay por lo menos dos tendencias.
Hay discursos que tienen un tono «catastrofista», y se centran principalmente en los números del contagio, las consecuencias económicas o los gráficos de la epidemia. Otros adoptan un tono «constructivista», es decir, plantean criterios o preguntas para tratar de entender. En este segundo tono quiero escribir aquí, proponiendo la idea que estamos ante una crisis que puede convertirse en un momento de despertar de la consciencia.

Lo que está ocurriendo alrededor del coronavirus evidencia varias cuestiones que en nuestra vida diaria normal –la que teníamos hasta hace pocos días– tendíamos a obviar, hacíamos como que no existieran o no nos incumbieran, pues lo necesitábamos para seguir funcionando y respondiendo a nuestras obligaciones sociales.

Ahora tenemos que quedarnos en casa, observando a nuestra sociedad ante esta situación. Estamos en un estado de shock, ya no de incredulidad: las barreras mentales que en una situación normal nos hacen interpretar la realidad según esquemas rígidos y recurrentes, se agrietan ante una situación desconocida, que no habíamos previsto, ni siquiera imaginado. En este sentido, si lo sabemos aprovechar, éste puede ser un virus de consciencia.

En las circunstancias actuales, por ejemplo, vemos de manera concreta que nuestra existencia individual –que normalmente es el único prisma desde el que interpretamos el mundo– se desarrolla dentro de un océano, que es la sociedad en que vivimos, que nos condiciona y que a su vez condicionamos.

De repente hemos tomado consciencia que nuestros comportamientos y modo de vida afectan a éste «todo» y que tenemos una responsabilidad frente a ello, aunque sea solo la de lavarnos las manos o quedarnos en casa. Normalmente tendemos a olvidar nuestro rol ante lo colectivo o lo común, no porque no tengamos informaciones sobre lo que nos rodea, sino porque vivimos en una cultura individualista que nos ha enseñado a actuar como si nuestras decisiones solo tuvieran que ver con nosotras mismas o con nuestro entorno inmediato, aunque en el fondo sepamos que no es así.

En este momento, como si de un cambio gestáltico se tratara, percibimos que lo que hacemos o dejamos de hacer tiene consecuencias y es relevante ante algo que nos trasciende. Y eso no tanto porque tenemos que obedecer a las medidas preventivas que imponen las autoridades, sino por algo más sutil y más noble, que podemos llamar «sentido cívico» o «responsabilidad social».

Este cambio de perspectivas, generado en la situación de emergencia, tiene en realidad mucho potencial. El coronavirus nos concierne a todas, y lo estamos asumiendo. Pero igualmente nos concierne, por ejemplo, el cambio climático o la garantía de los derechos humanos. Nos conciernen porque nos afectan directamente, como personas y como sociedad, al igual que esta epidemia, y porque tenemos una responsabilidad y un rol en ello. La mayor parte del tiempo nos olvidamos de esta responsabilidad, pero lo sensato sería asumirla tan radicalmente como lo estamos haciendo con esta epidemia. Ojalá que la chispa de consciencia social que se ha encendido en estos días pueda mantenerse y prosperar, pues si nos puede salvar del coronavirus, a lo mejor también nos podrá servir para cambiar el rumbo que llevan tantas otras catástrofes.

Vinculado con este cambio de perspectiva, la situación actual nos permite también hacer una autocrítica de lo restringido que es el punto de vista desde el que normalmente vemos el mundo. Acostumbramos vivir en una suerte de esquizofrenia: podemos planificar nuestras vacaciones a algún país exótico o nuestras compras, a la vez que sabemos que los hielos de la Antártida se están derritiendo, que nuestros mares se están llenando de plástico y que hay gente hundiéndose en ellos mientras tratan de llegar a «nuestra» Europa.

Sabemos además que existe una conexión entre nuestra forma de vida y estos problemas globales. Lo sabemos con la cabeza, pero en el fondo no lo asumimos, para poder seguir en nuestra «normalidad». Tendemos a normalizar estas situaciones como algo que no afecta nuestra vida, nos es ajeno, solo le afecta a «otros».

En varios sentidos, la emergencia del virus nos hace tomar conciencia de que esos «otros» podríamos ser nosotras, y de hecho, lo somos.

Nuestra seguridad primermundista se tambalea al sentirnos ante una epidemia descontrolada, para la que nuestra ciencia y medicina no tienen remedios. Siempre hemos sabido de la existencia de epidemias que provocan números tremendos de víctimas y situaciones de emergencia crónica a gran escala. Pero eso era en otros lugares, en países pobres, subdesarrollados, que sólo hemos conocido a lo mejor como metas turísticas.

Ante el coronavirus de repente nos vemos en su lugar, en el lugar de las que padecen las consecuencias de la globalización, en vez que disfrutar sus beneficios. Tomamos conciencia que nuestros sistemas sanitarios, tras los años de privatizaciones y recortes que han precedido esta crisis, podrían no dar abasto. Vislumbramos hospitales donde los pacientes de neumonía se ahogan en los pasillos mientras no hay dispositivos de cuidado intensivo ni implementos de seguridad para el personal. Descubrimos que nuestros países no producen respiradores, sino que los compran a multinacionales que en cualquier momento pueden dejar de vendérnoslos. Los médicos deberán seleccionar a los pacientes por edad –es decir, dejar morir a los mayores- y circulan rumores espantosos de cadáveres contagiados que nadie entierra. Escenas que nos parecen medievales o africanas, y que vienen a ponernos en el lugar de esas «otras» que de normal sentimos tan distantes. Ahora nos sentimos en su misma fragilidad.

El coronavirus nos permite tomar conciencia también de las «otredades» que nos rodean más de cerca, con las que convivimos todos los días sin extrañarnos. De repente, como una ironía de la historia, países asiáticos y latinoamericanos nos impiden entrar en sus territorios, cuando estamos acostumbrados a ser nosotros los que construimos vallas y militarizamos fronteras, mientras circulamos libremente por todos los rincones del mundo.

De repente, si somos ciudadanas europeas residentes en otros países de la Unión, descubrimos lo que significa no poder entrar en nuestro propio país. Descubrimos el sentimiento de angustia ante la posibilidad de que nos pase algo malo, a nosotras o a nuestros familiares, y que no podamos reunirnos.

Compartimos en un instante lo que viven continuamente miles de personas refugiadas y migrantes en nuestras ciudades: personas que en muchos casos no pueden volver a sus países durante años, porque allí su vida está en riesgo o porque no tienen pasaporte. Una situación que la mayoría de nosotras, nunca antes había experimentado.

La epidemia nos da la posibilidad de ponernos en el lugar del «otro» en muchos ámbitos, también porque es una plaga que nos afecta a todas: ricas y pobres, europeos y chinos, autóctonas e inmigrantes. Nos afecta a todas, pero de manera ciertamente distintas, y sobre esto también conviene reflexionar.

Frente al imperativo general de quedarse en casa, por ejemplo, podemos preguntarnos qué estará pasando con las personas que viven en la calle, cuando se está estableciendo un control policial estricto para mantener el espacio público vacío. ¿Dónde estarán las personas «sin techo»? ¿Cómo estarán viviendo todo esto?

O a un nivel incluso más cercano, podemos imaginar lo diferente que es «quedarse en casa», con los colegios cerrados y sin poder salir al parque, si se vive en el campo, con espacio y naturaleza, o si se vive en un piso de cuarenta metros cuadrados, por el que además se paga un tremendo alquiler, que es lo que hacemos normalmente en nuestras ciudades.

Mientras nos lavamos las manos, con jabón y agua caliente, podemos pensar en lo que están viviendo quienes no tienen agua ni saneamiento, como los trabajadores migrantes de los campos de fresas de Huelva, que tampoco está tan lejos de aquí y donde también rige el «estado de alarma».

Asimismo, podemos preguntarnos qué significa la amenaza del coronavirus para comunidades que no tienen comida suficiente, ni agua, ni asistencia sanitaria, como pasa en los campos de refugiados. No son especulaciones ociosas, sabemos perfectamente que hay miles de personas atrapadas en la frontera greco-turca, aunque los medios, compulsivos de coronavirus en estos días, hayan dejado de hablar de ello. El coronavirus nos acomuna a la población de esos campos, porque llega aquí y también allí, y porque tanto aquí como allí estamos encerradas, nosotras en nuestras casas, y ellas en una frontera. En nuestra frontera. Podemos hacer el ejercicio de ponernos en su lugar, en el lugar de personas que, para mantener nuestro modo de vida, condenamos y expulsamos cada día, pensando absurdamente que eso no nos afecta.

Ahora que estamos en casa tranquilas, podemos aprovechar para reflexionar sobre todas estas cosas, y sentir lo que normalmente no nos permitimos sentir: el miedo, la empatía, la indignación… Aprovechemos este momento para abrir los ojos de nuestra conciencia, analizar a nuestra época y a nosotras mismas, y plantearnos los cambios que necesitamos! Y ojalá mientras dure el coronavirus nos vayamos preparando para cambiar el mundo, pues si no lo hacemos nosotras, alguien más lo hará, y podría no gustarnos nada

18/03/2020:
 Alainet.org Al Día - 18/03/20 ( DESDE LA IZQUIER DALATINA)
  • Coronavirus y Guerra de Big Data
    Aunque las apariencias de la guerra comercial engañan, Xi Jimping y Trump están ambos enfrentados a los globalistas financieros, aunque por objetivos diferentes, por ello cooperan en ciertos hechos. Wim Dierckxsens, Walter Formento

  • En casa y sin tocar a los otros: coronavirus o reingeniería social a escala planetaria
    Nuestro modelo societal capitalista se estructuró alrededor de la producción de mercancías y el consumo, con una epistemología derivada de la primera y segunda revolución industrial.  Luis Bonilla-Molina

  • Rep. Dominicana   Triunfo municipal del PRM, ¿inicia nueva época?
    La aplastante victoria del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en las elecciones extraordinarias municipales permite apreciar que los dominicanos nos encaminamos hacia una nueva etapa política, con indudable repercusión en los resultados de las elecciones  Manuel Díaz Aponte

  • Las diabluras de Vladimir
    Los petroleros de Estados Unidos están lívidos, se enteraron de que Rusia no hará recortes en su producción. Hay una estrategia típica rusa detrás del anuncio de que Rusia se negó al acuerdo de reducir producción, propuesto por los sauditas  Umberto Mazzei

  • Las pandemias de la globalización neoliberal
    Según los especialistas, el “Coronavirus” y sus diversas cepas tiene muy baja letalidad (de un 2 a 3 % entre los afectados), y se reitera con harta frecuencia que hay muchas otras dolencias que a diario causan mayor mortandad que el COVID-19.   Sergio Barrios Escalante


 17/03/20200

"Nadie parece advertir que nada de esto podría estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un país libre y democrático y no la dictadura que es. Por lo menos un médico prestigioso, y acaso fueran varios, detectó este virus con mucha anticipación y, en vez de tomar las medidas correspondientes, el Gobierno intentó ocultar la noticia, y silenció esa voz o esas voces sensatas y trató de impedir que la noticia se difundiera, como hacen todas las dictaduras" , Mario Vargas ... ( HOY DÍA 18, EN CHINA , HAN RETIRADO TODOS LOS LIBROS DE LLOSA) LIBERAL

17/03/2020
Papelón asqueroso de la Unión Europea. No ha llegado nada de ayuda sanitaria, material de hospital, nada. No se ha montado ninguna unidad especial de nada. Ha tenido que ser China la que mande equipos a Italia y parece que a España. Alemania se ha guardado todos sus equipos. Miserables es poco... ( de alguien rojo)

17/03/20
Alemania se ha guardado su material sanitario. La UE se hace el sueco UK y USA escogen el sacrificio de su propia población para salvar sus finanzas Y es la China Popular la que acude en ayuda de Italia y España. Tomad nota. Por mucho postureo que vemos en China, vemos algo que no vemos ni EEUU ni en la UE... OPINADORES DE EL PAÍS ...

China se adelanta

por El País.1703.20
Ya están cayendo las curvas de morbilidad (tasa de contagio) y de mortalidad (tasa de defunciones) por el coronavirus en China. La sanidad pública del gigante asiático, especialmente sus magníficos y sacrificados profesionales, ha conseguido doblar el brazo a la pandemia y ha permitido así que empiece lentamente el regreso a la normalidad. A ello han contribuido también sus disciplinados ciudadanos y, no hay que ocultarlo, las facilidades, en nada envidiables ni imitables, que proporcionan los sistemas autoritarios. Las profecías apocalípticas sobre la fragilidad del sistema político e incluso sobre la debilidad del liderazgo de Xi Jinping han quedado desmentidas. El Gobierno chino ha cometido numerosos fallos, entre otros la lentitud de reacción y la inicial pasividad de las autoridades locales, defectos propios de sistemas de partido único y sin transparencia informativa. Pero, al final, la estrategia elegida, confinando a 40 millones de personas de la provincia de Hubei, se ha demostrado acertada e incluso ejemplar, hasta el punto de que ha sido el camino elegido primero por Italia y ahora por nuestro país. España ha firmado ya un acuerdo con las autoridades chinas para recibir ayuda médica urgente para combatir el coronavirus.

LA GENTE HABLANDO EN REDES:



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2 de 11  GENTE EN REDES  

OTRAS FUENTES
Coronavirus, un riesgo mayor para el mundo que para China
El 31 de diciembre de 2019 apareció el coronavirus (COVID-19) en Wuhan, China. Si bien esto explica la velocidad de la caída de las bolsas, no es suficiente para explicar por qué se asemeja a lo vivido en la crisis de 2008 – 2009. Oscar UgartecheAlfredo Ocampo

Coronavirus, un riesgo mayor para el mundo que para China
El 31 de diciembre de 2019 apareció el coronavirus (COVID-19) en Wuhan, China. Si bien esto explica la velocidad de la caída de las bolsas, no es suficiente para explicar por qué se asemeja a lo vivido en la crisis de 2008 – 2009. Oscar UgartecheAlfredo Ocampo

Coronavirus… o el fin del mundo
Las alarmas se dispararon mundialmente. Llegó el Apocalipsis. ¿Qué sucede? Llegó el Apocalipsis. ¿Qué sucede? Apareció un nuevo virus en la China (COVID-19) que, según la marea mediática global dominante, es más peligroso que la energía atómica desbocada, que la peste bubónica   Marcelo Coluss



BLOG:Distópicos, pero no revueltos

Nos han precintado los abrazos. Y nos han dejado la sospecha


Ya está aquí la distopía, y nos ha pillado pagando la hipoteca. Para ver qué tipo de distopía padece usted, toca ir al oculista que es quien gradúa la vista cansada. Hay distopías de cerca y de lejos. Las primeras deforman el presente, dejándolo sin papel higiénico. Las segundas, el día de mañana, repleto de bosques contaminantes, que escupen CO2 como un viejo diésel, y rodaballos anoréxicos que vomitan plástico. Tarde o temprano se llega al futuro, sólo hay que seguir las cruces luminosas de las farmacias de guardia. 

"Hay que fijarse muy bien en las cosas de las que somos testigos para poder contarlas tal como fueron a los que están lejos y a los que vengan después", dice Antonio Muñoz Molina (1). Que el gobierno declare el estado de alarma es una pataleta, los mass media lo hicieron mucho antes, creando el canal 24 horas de coronavirus, escudados en no sé qué transparencia que sirve para aumentar el público de los telediarios. La situación lo requiere, pero aquí, como en todo, hay quien se frota las manos. El apocalipsis siempre es un buen negocio para la venta de adosados en el cielo. Estamos justo donde soñaban algunos: sin roce, medio tibios, viviendo del whatsapp. "Alguien dijo que el miedo mueve la Historia. Y en eso estamos, avanzando a paso lento, a susto fuerte", escribía Antonio Lucas después de los atentados de París, en un artículo que levantó polvareda mediática y que tituló El miedo, el mismo título que ha escogido para su columna de esta semana: "Un metro de distancia. Es la nueva unidad de medida cívica para la supervivencia"(3). Nos han "precintado" los abrazos. Y nos han dejado la sospecha. Somos una suerte de ciudadanos en clausura, eremitas con derecho a Skype que pasan la cuarentena viendo porno como mandriles, consumiendo megas, que es el nuevo opio de los solitarios, y usando toneladas de gel desinfectante para los nudillos.

Es la hora perfecta para el entrenamiento con doble pivote defensivo a puerta cerrada. "El asunto es que los hospitales se han llenado y algunos súper se han vaciado", describe con precisión Jorge M. Reverte (4)Gana Netflix. O Amazon. O quien cojones sea que haya detrás de las pantallas. Y lo peor es que los supervivientes (siempre queda alguien vivito y coleando, ya sea Will Smith u Olivia de Havilland) tendrán que lidiar con las secuelas económicas. Veremos entonces de qué ha servido todo esto. Me temo que de poco. A la vuelta tocará recuperar los partidos aplazados. Más histeria, balances, sacrificios, objetivos, recortes... Le llaman conciliación pero quieren decir abuelos exprimidos hasta el tuétano. Bastaría, cuando pase la peste, con que hubiéramos aprendido algo tan simple como que "nada, excepto la salud, es imprescindible". Y que tal y como destaca Gerardo Tecé, "nuestro tesoro nacional no es Rafa Nadal, sino la enfermera que hace horas extras en un hospital público"(5).  

(1) https://elpais.com/cultura/2020/03/11/babelia/1583939599_864895.html
(2) https://www.elmundo.es/opinion/2015/11/18/564b877a268e3e35758b457a.html
(3) https://www.elmundo.es/opinion/columnistas/2020/03/13/5e6a5283fc6c831e428b477c.html(4) https://elpais.com/elpais/2020/03/11/opinion/1583929475_852594.html
(5) https://ctxt.es/es/20200302/Firmas/31339/Gerardo-Tece-tecetipos-coronavirus-un-domingo-cualquiera-Al-Pacino.htm



Opiniones sobre el Coronavirus de distintos medios de comunicación: DESDE BLOG ECONÓMICOS LIBERALES


Un evento tan trágico e inesperado como el rápido contagio de miles de personas en todo el mundo (y, desgraciadamente, la muerte de muchos, ¡terrible!) está consiguiendo que nuestras economías se tambaleen. Los acontecimientos se desarrollan con tal rapidez que las cifras de afectados van cambiando hora a hora. La OMS ya ha anunciado que nos enfrentamos a una pandemia. Sin inmunización previa, ni vacunas ni retrovirales, por el momento, nuestra única forma de prevención es mucha higiene, y más responsabilidad aún para evitar los contagios.
Este es un caso donde hay una clarísima externalidad negativa y donde la coordinación en las respuestas, gestionada por los poderes públicos, es imprescindible para poder salir de esta crisis económica, que ya está aquí. Actualmente nuestros gobiernos están tomando medidas severas para prevenir contagios (teletrabajo, limitación de la posibilidad de viajar, prohibición de aglomeraciones). El objetivo fundamental, como tanto se está insistiendo desde la Administración Pública y los medios de comunicación, es que el sistema de Sanidad no colapse: para ello, el flujo de infectados en un momento dado no puede ser desorbitado. De ahí la necesidad de observar estrictamente las medidas de prevención, aislamiento y distancia social. Por ejemplo, la estrategia de Corea del Sur para monitorizar a los potenciales enfermos vía App a la vez que haciendo chequeos masivos a la población en espacios públicos abiertos habilitados al efecto, en vez de casa por casa o en hospitales y, con ello mitigar contagios y colapsos, ha sido tremendamente exitosa. Deberíamos aprender de ellos. En cualquier caso, la distancia social es fundamental para disminuir la tasa de crecimiento de los contagios.
Esta crisis nos está recordando que nuestra sociedad, tan individualista, está más interconectada que nunca. Nuestra vida de ocio y cultural, a pesar de las plataformas digitales, sigue siendo fundamentalmente social: cines, conciertos, museos, estadios. ¡Iglesias! Incluso la forma en que ha cambiado el sector servicios, con grandes centros comerciales a los que acuden miles de personas, favorece el contagio masivo. El turismo es un excelente mecanismo de propagación. El que podamos estar en menos de cuatro horas en Berlín, París, Viena, Milán, facilita inmensamente la infección. A pesar de las impresoras 3D, aún la producción de manufacturas sigue haciéndose en plantas donde muchas personas trabajan codo con codo. En suma, la especialización productiva y los rendimientos crecientes a escala (sin tener en cuenta la huella climática, pero esa es otra cuestión), con todos sus beneficios, nos agrupan, nos interconectan. Nos hacen a todos más vulnerables a lo que le ocurra a cada uno de nosotros.
Pues bien, aquello que tenemos que hacer para limitar que la infección se expanda implica, necesariamente, una ralentización económica. Una cuestión muy importante es cuánto tiempo tenemos que mantener estas medidas disruptivas de la actividad económica. No lo sabemos, aunque hay algunas estimaciones al respecto de las que se hablará en otro post. Unas semanas de interrupción en un sector tan estacional como el turismo, abre un roto importante en nuestra economía. Si el shock pandémico es finalmente transitorio afectará mucho a una parte relativamente pequeña de la economía. Si fuera este el caso, el pánico observado en los mercados estos días convierte a los responsables del mismo en auténticos irresponsables. Si, por el contrario, los efectos del shock son duraderos, la acción pública es determinante.
La cuestión es que, por prevención, para no exponernos al contagio, o porque ya estemos enfermos, ni podemos producir ni podemos consumir. Al no poder producir ni consumir no se puede vender ni generar beneficios. Las empresas, lógicamente, quieren despedir trabajadores para reducir costes. Los plazos de los créditos vencen aunque no se pueda trabajar. Los alquileres hay que pagarlos. No solo eso; cuando la economía real está paralizada, la economía financiera carece de ancla real (los beneficios de las empresas cotizadas) y se mueve exclusivamente por expectativas, que en estos tiempos pueden ser delirantes. De ahí que la Bolsa de Nueva York suspendiera temporalmente la cotización y que ese cierre aguara el festín de pánico que se estaban dando los bajistas.
Y, finalmente, la cuestión es qué hacer. La respuesta la llamamos los economistas risk sharing. Podría parecer que este shock es de naturaleza sistémica, y en parte lo es. Sin embargo, este shock afecta de manera distinta a distintos sectores: pensemos en los sectores de la alimentación o de las telecomunicaciones frente a la hostelería y el transporte aéreo. Más aún, afecta distinto a deudores y a prestamistas, a los dueños de grandes empresas frente al dueño de una pyme, o al trabajador de un banco y a un funcionario frente al trabajador de un centro comercial. Risk sharing es solidaridad: hoy por ti y mañana por mí. El refrán popular nos dice que el risk sharing, por propia naturaleza, es dinámico. Nos conviene que no haya pérdidas de tejido productivo aunque el virus no nos afecte directamente hoy. Se trata de solidaridad pecuniaria, claro, que es la que importa. Queremos enfatizar lo dicho arriba: esta es una crisis generada por una enfermedad contagiosa, es una externalidad negativa. Por tanto, las acciones de los agentes privados, dirigidas a maximizar beneficios, no van a internalizar el coste social de esas acciones. En una situación de este tipo cada ciudadano o empresa se enfrenta a un “dilema del prisionero”. La Teoría Económica nos dice que, en ausencia de coordinación, cuando la acción de cada agente tiene consecuencias sobre el otro, la asignación de equilibrio es ineficiente porque los agentes maximizadores de beneficios no cooperan. El dilema del prisionero muestra que esos mismos ciudadanos estarían mejor si alguien les sometiera a coordinación. Y, aunque sea de Perogrullo, la Administración Pública debe coordinar. Debe liderar. Tanto más cuanta más artillería tiene.
La primera medida es que toda la información sobre la enfermedad debe estar accesible de forma centralizada y sencilla para los ciudadanos. Los que enferman y los que sanan. Eso solo puede hacerlo el Ministerio de Sanidad. Luz y taquígrafos es la mejor medicina contra el miedo y las conductas de pánico (las escenas de gente comprando compulsivamente papel higiénico y pasta son el equivalente sanitario de un pánico bancario). Todo el sistema sanitario, público y privado, debe estar al servicio de contener la pandemia. Las compañías sanitarias privadas deben ceder sus hospitales y camas a la Sanidad Pública, así como hacer chequeos gratuitos (ya se verá si la Administración, --es decir, todos-- puede compensarles). Idealmente, nos gustaría copiar el sistema de tests diagnósticos masivos de Corea del Sur, pero lleva tiempo. Como hace Corea del Sur, hay que racionar la compra de mascarillas por parte de los ciudadanos. También hay que limitar su precio. Son artículos de primerísima necesidad hasta que termine esta emergencia. No se puede hacer negocio con la enfermedad. Simultáneamente, hay que contratar a más profesionales, es una emergencia. La prioridad es sostener el sistema sanitario.
La segunda medida fundamental, al menos desde la óptica de los economistas, es sostener la producción. Antes de cerrar los servicios, como en Lombardía, puede explorarse subir el IVA, temporalmente, a aquellas actividades que lleven a la aglomeración y así desincentivar su consumo (tanto más justificado cuanto menos populares sean dichas actividades). El gobierno ya está tomando medidas asimilando las cuarentenas a bajas por accidentes laborales. Pero hay que tener un plan global. Para ello debe estar muy claro que esta no es una crisis como en 2008. Esta crisis se debe a que tenemos que paralizar la economía real para frenar los contagios. Y mientras que la economía real esté parada, la economía financiera no puede seguir al albur de las expectativas. Aunque la economía financiera no tuvo disciplina en el 2008 nos parece que este, sin duda, es el momento para que la tenga y, para que quien tiene la autoridad para exigírsela, lo haga.
Debemos tener claro que esta es una crisis de liquidez. Cuando una buena parte del país echa el cierre en agosto no pasa nada. Y no pasa nada porque es algo planificado. Coordinado. Esta crisis no es un desastre natural. No se incendian los bosques, la fuerza del agua no se traga las carreteras, no se caen las viviendas ni las factorías por un terremoto.  Nuestro potencial productivo sigue intacto. Las muertes, aunque todas trágicas, no amenazan nuestra economía. Es la conjunción de parálisis productiva e hiperactividad financiera lo que amenaza la economía si no hay coordinación. Hay que contener la economía financiera mientras que la real no se recupere. Mientras que la pandemia no se controle, la mayoría de actividades financieras y decisiones de empleo deben ser supervisadas.
Hay que hacer una moratoria financiera para los sectores más golpeados por las medidas encaminadas a frenar el contagio. Nos referimos a los sectores de turismo, comercio (presencial, no online), transporte aéreo… Se trata de una moratoria para las decisiones de despido, para los vencimientos de todo tipo de créditos (en las empresas pequeñas y medianas, especialmente). Los bancos deben extender los créditos que puedan vencer en los próximos tres meses, por ejemplo, de acuerdo con la previsión actual de efectos. Hay que abrir líneas de crédito a las empresas bajo la condición de que no despidan a trabajadores y en función del Impuesto sobre Sociedades que hayan venido pagando, o que vayan a pagar en el futuro gracias a las ayudas. La crisis financiera debería haber servido para completar mercados; es decir, para contribuir a mejorar las condiciones en las que los órganos supervisores y la Justicia distinguen la mala suerte (el shock) de la mala fe. Lamentablemente, en este asunto no parece que se haya avanzado demasiado, por lo que lo más prioritario puede ser no convertir “ayudas justificadas” en un “free lunch.” Pero sí, se trata de evitar las quiebras.
Los tipos de interés no deben subir. Los sindicatos y la patronal deben actuar. Los agentes sociales tienen que sentarse y decidir para cada tipo de empresa cuál es la mejor solución. Hoy ha aparecido una primera propuesta. Nosotros creemos que, si las empresas pueden mantener las nóminas, deben hacerlo y lo que no se trabaje ahora se puede devolver en el futuro. Como siempre, las empresas grandes serán capaces de resistir mejor el envite. Hay que aguantar el empleo en las pequeñas y medianas empresas. Hay que imponer una moratoria a los desahucios, a los vencimientos de préstamos a las familias y asistir a los más vulnerables. Hay que decidir, en fin, cuál puede ser la contribución del Sector Público, y con ello, de los empleados públicos, para sostener al Sector Privado. Siempre empezando por los que parten en posición más favorecida. Las medidas que acaba de anunciar el Presidente del Gobierno (hoy, jueves 12 de marzo) van en esta dirección pero aún nos parecen tímidas.
Hay que pedir a la Comisión Nacional del Mercado de Valores y al Banco de España que vigilen a la Bolsa y al sector financiero para evitar episodios de “depresión irracional” como hizo la Bolsa de Nueva York. En concreto, hay que limitar las “ventas en corto” (préstame tus acciones –ayer, que te las devuelvo mañana cuando valgan la mitad), y evitar que los tiburones financieros hagan caja a costa de las primas de riesgo cuando, con buenas palabras, el Eurogrupo relaje los requisitos de límite de déficit. Esto es fundamental.
Todas estas medidas necesitan liquidez. Las medidas que acaba de anunciar el gobierno, con la moratoria en el pago de impuestos anunciada, necesariamente van a afectar a las cuentas públicas. Hay que pedir una moratoria a la EU para cumplir la regla del déficit. El Banco Central Europeo debe facilitar la liquidez necesaria para que los gobiernos de cada país puedan actuar sobre los sectores productivos más perjudicados por la crisis. Roberto Perli en Twitter hace un listado muy interesante de medidas que el BCE puede llevar a cabo. En particular, queremos resaltar la propuesta de dar avales a las pequeñas y medianas empresas para obtener líneas de créditos. Como indica Roberto Perli, necesitamos un “Quantitative Easing”, pero este debe ser selectivo porque no todos los sectores productivos están igualmente afectados. Recordemos que es el tejido productivo lo que está en peligro, no el sistema financiero. Y lo necesitamos ya.
¿Qué podemos hacer sin contar con la UE? Las declaraciones recientes de Lagarde diciendo que no van a tocar los tipos son muy elocuentes: le pasa la patata caliente a los gobiernos y a la política fiscal para evitar que aumenten las primas de riesgo. Pero la UE se niega a la actuación fiscal conjunta por ahora.  Mientras que escribimos este post ha saltado la noticia de que España, en la persona de la vicepresidenta Nadia Calviño, ha rechazado el plan que pedían Francia e Italia de estímulos fiscales argumentando que el Banco Europeo de inversiones puede canalizar las ayudas necesarias en estos momentos. Sería bueno que el Gobierno explicara su posición para saber a qué atenernos, pero todo apunta a que se está jugando una partida complicada. El FMI nos recomienda subir impuestos. Tendremos que hacerlo. En particular, hay que subir impuestos a las grandes empresas (que disponen de más colateral para vadear la pandemia), algunas en sectores que pueden salir incluso beneficiados de esta crisis. Es el momento, por ejemplo, de gravar a las grandes tecnológicas. Y hay que hacerlo ya. Existen dos razones poderosas para pedirles que paguen más impuestos. La primera es que esta pandemia afecta a sus competidores más que a ellos. Casi nadie puede ir al cine (bueno para Netflix). Nadie quiere ir a un centro comercial a comprar (bueno para Amazon). Es decir, el coronavirus es un arma de competencia desleal. Las grandes tecnológicas deben contribuir por ese maná que reciben en estos tiempos de pandemia. La segunda razón es que su posición dominante es tal, que impiden la competencia de manera expedita al comprarse a quien se atreve a asomar la nariz por su mercado (digital, claro). Es una cuestión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (¿europea? ¿mundial?). Hay que pedirles su colaboración. Y dedicar esos recursos a aumentar los ingresos del Estado.
En definitiva, hay que actuar con rapidez y determinación. Hay que convencer a todos los socios de la Unión Europea para llevar a cabo una respuesta coordinada, pero sin dejar de actuar en los mercados mientras tanto. Hay que convencerles que hay que hacer risk sharing. Hay que convencerles de que todos ganamos. Porque si no lo hacemos, nuestra confianza en la Unión Europea se hundirá. Y una institución no puede sobrevivir sin la confianza de sus ciudadanos. Sabremos si llegamos tarde mirando lo que ocurra en Italia.
Por Luis Arroyo Jiménez

Han sido ya varias las crisis y emergencias sanitarias a las que ha tenido que hacer frente la Unión Europea. Después de la causada por la gripe A (H1N1) en 2009, las instituciones aprobaron la Decisión 1082/2013/UE sobre amenazas transfronterizas graves para la salud. Se trata de una norma de gran relevancia cuya eficacia y limitaciones vamos a poder valorar en este momento y a lo largo de las próximas semanas, según cómo contribuya a facilitar la respuesta a la crisis del COVID-19.
LIBERALES .
Naturaleza, finalidad y contenido de la Decisión

Desde el punto de vista de su posición en el sistema de fuentes, esta Decisión es un acto legislativo adoptado a través del procedimiento legislativo ordinario y aprobado, por tanto, por el Parlamento Europeo y el Consejo, que otorga a la Comisión importantes atribuciones para la adopción de actos de ejecución a través de un procedimiento de comité.
La finalidad de la norma es mejorar la respuesta de la Unión Europea y de sus Estados miembros ante amenazas graves para la salud, ya tengan éstas un origen biológico, ambiental, químico, o incluso desconocido. La Decisión establece un régimen integrado de prevención y reacción frente a riesgos previstos en normas especiales, como los de origen alimentario o químico, pero también frente a otras amenazas para la salud pública. En particular, con ella se pretende mejorar la coordinación de la actuación de los Estados, evitando que las medidas adoptadas unilateralmente por cada uno de ellos puedan afectar negativamente al resto, ya sea por responder a evaluaciones diferentes, por contener modelos de respuesta inconsistentes o por generar efectos externos, teniendo en cuenta que las amenazas a las que se refiere son de carácter transfronterizo.
La norma establece un régimen muy detallado de la actividad de planificación de la preparación y respuesta ante las amenazas que incluye la posibilidad de adquirir conjuntamente productos médicos de respuesta sanitaria, de la actividad de vigilancia epidemiológica y seguimiento ad hoc, así como del Sistema de Alerta Precoz y Respuesta (SAPR) que canaliza las notificaciones de amenazas transfronterizas graves para la salud.

Intercambio de información, consulta y coordinación

Entre los tipos de medidas que habilita la Decisión una vez que se ha notificado una amenaza, conviene destacar los dos siguientes. El primero se refiere a la coordinación de la actuación de las autoridades nacionales: (i) la información relevante circula entre las diversas autoridades nacionales a través del SAPR; (ii) la Comisión y las agencias europeas especializadas pondrán a disposición de las autoridades nacionales, también a través del SAPR, las correspondientes evaluaciones de riesgos; y (iii) el Comité de Seguridad Sanitaria (CSS), a petición de un Estado o de la Comisión, coordinará la respuesta a la amenaza.
Sin embargo, esta última actividad de coordinación a través del CSS se limita a procurar mejorar la eficacia de las actuaciones de respuesta, que continúan estando en manos de los Estados miembros. En efecto, la actividad supranacional de coordinación se limita a facilitar las consultas entre los Estados y la Comisión acerca de los riesgos y las respuestas nacionales, así como a asegurar que los Estados informan al resto de actores acerca de las medidas que pretendan adoptar contra dichas amenazas. En definitiva, quienes deciden siguen siendo las autoridades nacionales, por más que lo hagan en el marco de una estructura de colaboración administrativa. Desde la perspectiva de la teoría general de la organización administrativa, por tanto, estas medidas no son tanto de coordinación, cuanto de cooperación entre autoridades públicas. No hay, en definitiva, una relación de supraordenación entre las autoridades europeas y nacionales, a diferencia de lo que puede observarse en otros ámbitos de la administración compuesta europea.
Los límites del tipo de relación interadministrativa que diseña la Decisión a este respecto encuentran su expresión más clara en el supuesto de que una amenaza grave supere las capacidades de respuesta nacional. La Decisión permite aquí al Estado afectado pedir ayuda a otros Estados miembros a través del Mecanismo Comunitario de Protección Civil establecido mediante la Decisión 2007/779/CE. Sin embargo, ni dicha solicitud ha de ser obligatoriamente atendida por sus destinatarios, ni dicha obligación puede llegar a imponerse a través de la coordinación supranacional.

Situaciones de emergencia, autorización de medicamentos y cuidado debido

El segundo tipo de medidas se refiere a la posibilidad de que la Comisión reconozca formalmente una situación de emergencia para la salud humana. La Decisión permite a la Comisión adoptar esa decisión, según cual haya sido hasta ese momento la respuesta de la Organización Mundial de la Salud, en casos de epidemia de gripe humana de carácter potencialmente pandémico, o en caso de que otras amenazas transfronterizas de carácter transfronterizo planteen necesidades médicas no cubiertas.
Como regla general, para adoptar esa decisión la Comisión tiene que seguir un procedimiento de comité que, en esencia, conduce a la necesidad de obtener un informe previo favorable de un comité de expertos nombrados por las autoridades nacionales, y sin el cual la Comisión no podría reconocer formalmente una situación de emergencia. Sin embargo, la Decisión permite a la Comisión prescindir de ese informe y adoptar un acto ejecutivo inmediatamente eficaz en caso de que así lo exijan razones imperiosas de urgencia debidamente justificadas relacionadas con la importancia de una amenaza transfronteriza grave para la salud humana o con la velocidad de su propagación entre los Estados miembros. Como en tantas otras ocasiones, la situación de necesidad permite la alteración de las reglas de procedimiento y competencia, en este caso liberando a la Comisión de tener que decidir junto a los representantes de los Estados.
El reconocimiento formal de la situación de emergencia por parte de la Comisión sólo tiene un efecto jurídico: la aplicación de un régimen especial contemplado en otras normas europeas para la autorización de la comercialización de nuevos medicamentos, que se caracteriza porque la decisión se puede fundar en datos clínicos menos completos de lo que habitualmente se requiere, sin perjuicio de que, con posterioridad, el titular deba terminar de aportarlos. Ese régimen especial procura alcanzar un equilibrio entre la necesidad de facilitar el acceso a medicamentos que permitan satisfacer necesidades no cubiertas (en este caso vinculadas a una amenaza grave de carácter transfronterizo), y el cumplimiento del principio de debido cuidado, que obliga a la Administración a decidir previa la toma en consideración de todos los elementos fácticos y jurídicos relevantes (en este caso para evitar la comercialización de medicamentos con una relación beneficio-riesgo desfavorable). Una vez más, la situación de necesidad permite a la Administración hacer lo que ya podía hacer con carácter ordinario, pero ahora prescindiendo de ciertas cautelas procedimentales que sirven a la garantía de intereses públicos relevantes o, como aquí ocurre, de un derecho fundamental como el de buena administración (artículo 41.1 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea).
Las medidas ejecutivas que puede adoptar la Comisión por su propia autoridad se refieren a una cuestión verdaderamente relevante, como es la de alterar el punto de equilibrio entre los principios de eficacia y precaución a la hora de autorizar nuevos medicamentos para responder a la amenaza transfronteriza. Sin embargo, las medidas de respuesta inmediata a una situación como la que tenemos ahora mismo planteada, como pudieran ser las restricciones a la comercialización de productos, las cuarentenas, los seguimientos personales, las pruebas médicas obligatorias, los cierres de fronteras, la limitación de desplazamientos transfronterizos, etc., continúan estando exclusivamente en manos de los Estados miembros, de tal manera que la intervención de la Comisión y de las agencias europeas (el European Centre for Disease Prevention and Control) se limita a facilitar el intercambio de información y a promover la consistencia de la actuación de las autoridades nacionales.

¿Más poder para la Unión?

El tipo de actuación administrativa que habilita la Decisión 1082/2013/UE en esta materia se encuentra, pues, en un punto intermedio de la curva que tiene en sus extremos al modelo de actuación administrativa descentralizada por las autoridades nacionales y al modelo de ejecución centralizada por la Comisión y las agencias especializadas. Está por ver si, tal y como ha sucedido en otras crisis a las que ha tenido que hacer frente la Unión Europea recientemente, las posibles limitaciones de la respuesta a la crisis transfronteriza por parte de los Estados miembros terminan o no impulsando, también aquí, un proceso de centralización del ejercicio del poder administrativo. No deja de ser irónico que, al igual que sucedió con la crisis financiera o con el control de las fronteras exteriores, ello dependa en gran medida del uso que hagan los Estados miembros de su capacidad de respuesta a la amenaza.

El CGPJ establece las directrices para garantizar el servicio público judicial adaptado a las recomendaciones de las autoridades sanitarias - La Comisión Permanente aprueba una instrucción que contempla dos escenarios, uno general y otro para los territorios en los que se hayan establecido medidas especialmente intensas para limitar la propagación del coronavirus COVID-19. En el escenario 2, los jueces podrán suspender actuaciones procesales ya acordadas ...
12 Marzo 2020 10:33
por info@legaltoday.com
La Comisión Permanente aprueba una instrucción que contempla dos escenarios, uno general y otro para los territorios en los que se hayan establecido medidas especialmente intensas para limitar la propagación del coronavirus COVID-19. En el escenario 2, los jueces podrán suspender actuaciones procesales ya acordadas por razones sanitarias, lo que precisará de previa autorización del presidente del TSJ o de la Audiencia Nacional y de ratificación posterior por el Consejo. Se constituye una Comisión de Coordinación y Seguimiento que podrá proponer nuevas medidas a la vista de las recomendaciones sanitarias y de las incidencias que comuniquen los presidentes de los distintos tribunales. Entre las recomendaciones generales se incluyen las medidas de conciliación de la vida personal y laboral, el teletrabajo o la dispensa del uso de la toga para los abogados

Fuente: Ecologistas en Acción ( ecosocialistas-ecopacifistas)
Ante la situación de crisis sanitaria, social y económica generada por el coronavirus en España, Ecologistas en Acción demanda al Gobierno y a todas las administraciones públicas 19 medidas para darle respuesta y poner el cuidado de la vida en el centro.
1. Garantizar los medios humanos y materiales suficientes en los centros sanitarios –urbanos y rurales– para diagnosticar y atender a pacientes por coronavirus. Es urgente poner en marcha medidas de contratación de personal y de compra de material para que las personas enfermas puedan tener una asistencia adecuada y para garantizar la salud y el bienestar del personal sanitario que está expuesto de manera especial en esta crisis.
2. Aumentar el presupuesto para la sanidad pública que garantice que esta sea universal y de calidad: es necesario más personal sanitario, con mejores condiciones laborales, más camas, más medios, más y mejores servicios auxiliares que puedan atender a toda la población, sin distinción de su clase social o procedencia. La partida de sanidad de los presupuestos de 2020 debería incrementarse al menos el 7 % del gasto público con el fin de alcanzar el 15 % al final de la legislatura, para recuperarse así de todos los recortes que la sanidad pública ha sufrido.
3. Revertir los procesos de privatización y externalización de la sanidad y del trabajo social en todos los niveles administrativos, porque la atención primaria en un sistema de salud público financiado y provisto públicamente es la ruta más adecuada para garantizar el derecho a la atención universal y de calidad de la salud. Asimismo, exigir a los seguros y hospitales privados que asuman el coste del tratamiento del coronavirus, para que la sanidad privada se corresponsabilice de los enormes gastos que hasta este momento solo ha soportado el sistema de sanidad público y no solo sea partícipe del reparto de beneficios.
4. Asegurar servicios públicos de calidad. No solo la sanidad, también la educación, el transporte, la energía y el abastecimiento de agua son necesarios para hacer frente a una crisis de estas dimensiones. Por ejemplo, es necesario reforzar el sistema de transporte público para que metro, trenes y autobuses no vayan saturados de gente y se minimicen los riesgos de contagio.
5. Garantizar los derechos laborales, la protección social y la atención sanitaria de las personas trabajadoras, especialmente aquellas con contratos precarios (tales como falsos autónomos, contratos de cero horas o economía a demanda), que son quienes cargan con el mayor peso y riesgo de la crisis causada por el coronavirus.
6. Facilitar las ayudas a familias a cargo de niñas y niños durante todo el periodo de cuarentena escolar: apoyo financiero, bajas por cuidados con el 100 % del salario, reducción de la jornada laboral con el salario completo, medidas para garantizar la corresponsabilidad en el trabajo de cuidados y que estos no recaigan solo en las mujeres, etc. Además, facilitar ayudas a personas mayores que no cuentan con cuidados familiares y no tienen recursos para contratar ayudas profesionales para cuidados domésticos.
7. Aliviar la precariedad asociada al impacto económico de la crisis: regular el alquiler, suspensión del pago de las hipotecas e implantación de la renta básica.
8. Implantar medidas de protección a pequeños comercios, pequeñas empresas y a personas en régimen de autónomos, que son las que ya están viendo un impacto en sus economías. Fomentar el comercio de barrio y los canales cortos de comercialización para abastecerse y dar apoyos fiscales a pequeñas empresas que hayan sufrido el impacto de las medidas.
9. Garantizar información fiable y que las medidas no afecten a las libertades políticas. La población ha mostrado un alto grado de responsabilidad y es importante que la crisis no vaya en detrimento de derechos políticos conquistados durante siglos.
10. Aumentar los ingresos del Estado a través de medidas fiscales que repercutan a las grandes fortunas y aumentando la lucha contra la evasión fiscal. De ninguna manera se deben aprobar medidas como rebajar impuestos a grandes empresas, pues supone socializar las pérdidas de quienes han privatizado sus ganancias. Son quienes más se han lucrado del modelo de la globalización (responsable de la expansión del COVID-19) quienes más tienen que contribuir económicamente a paliar la crisis.
11. Disminuir aquellos gastos del Estado que son fuente de insostenibilidad y no repercuten en la calidad de vida de las personas: grandes infraestructuras de transporte (desdoblamientos de autopistas, ampliaciones de aeropuertos y puertos, etc.), gasto militar (la crisis del coronavirus deja claro que la seguridad no reside en el gasto armamentístico, sino en unos buenos servicios públicos), subvenciones a líneas aéreas y rescates de autovías o bancos.
12. Instar a la Unión Europea a poner fin a las políticas de austeridad perjudiciales para la salud y a suspender los acuerdos comerciales con terceros países que incluyen los servicios de salud y la seguridad social en los capítulos de comercio de servicios y contratación pública.
13. Exigir a las empresas farmacéuticas que hagan público los avances de sus investigaciones y posibles curas al coronavirus de manera más rápida. El gobierno debe adoptar medidas para abolir el sistema de patentes de medicamentos y presentar una iniciativa en la Organización Mundial de Salud para que en todos los países existan las condiciones que garanticen el acceso universal a los tratamientos necesarios en crisis como con el COVID-19.
14. Transmitir mensajes a la ciudadanía que desactiven los prejuicios racistas que se han vertido hacia la población china y gitana, culpándolas de las consecuencias de esta crisis.
15. Mejorar la salud ambiental. La contaminación química, la mala calidad del aire o la contaminación del agua, además de provocar una gran cantidad de muertes prematuras al año, merman la salud de la población y nos hacen más vulnerables a infecciones como la que supone el COVID-19. Por ello, se debe dar prioridad a actuaciones que mejoren en binomio salud y medio ambiente en todas las políticas públicas. Es fundamental, por ejemplo, que la administración pública tome medidas para evitar que se utilicen sustancias tóxicas en las tareas de desinfección de instalaciones sanitarias, edificios y transporte, así como que se extremen las precauciones para proteger la salud de las personas que trabajan en las tareas de desinfección.
16. Mejorar la biodiversidad como una forma de incrementar la resiliencia de los ecosistemas (y con ello de nuestras sociedades), de los que formamos parte, ante infecciones y plagas, que con las dinámicas de la globalización y del cambio climático están siendo cada vez más frecuentes e intensas.
17. Localizar la economía. Fomentar sistemas económicos de cercanía que permitan que la población pueda satisfacer sus necesidades. Si algo muestra el modelo económico actual es una enorme debilidad por su capacidad para globalizar las crisis.
18. Tener presente que hay situaciones, como la emergencia climática, que generan tanto sufrimiento como el coronavirus y que merecen medidas igual de drásticas. Las medidas adoptadas deben llevarnos a cuestionar que también es necesario actuar drásticamente para realizar una transición ecológica justa y evitar males mayores y que hay mucha población empobrecida en el planeta que padece muertes evitables.
19. A modo de deseo, pero sobre todo de necesidad: cambiar el sistema. El coronavirus también pone de manifiesto la escasa resiliencia y la gran fragilidad de nuestros sistemas económicos, basados en el lucro y el consumo de recursos continuo. Un modelo que cuando “crece” genera gran cantidad de problemas: contaminación, contribución al cambio climático, pérdida de biodiversidad, injusto reparto de la riqueza y morbilidad y mortalidad ambiental y laboral. Cuando está en crisis, mejoran los índices ambientales, pero genera aún más pánico y desigualdad. La consecuencia es clara: es un modelo que ataca la vida. Ante ello no queda otra opción que poner la vida en el centro y dejar el lucro de lado.
Haciéndose eco de estas propuestas, Ecologistas en Acción va a poner en marcha sus propias medidas para colaborar a que no se extienda el virus. La apuesta por el teletrabajo y reuniones virtuales, así como la cancelación de gran cantidad de actos públicos, son parte de ellas. Se trata de un compromiso personal y colectivo de coherencia y responsabilidad social que se suman a otros ya practicados para combatir la crisis socioambiental: reducir el consumo, adquirir productos agroecológicos, utilizar el transporte público más sostenible en cada caso o participar de la economía social y solidaria.
Por último, la organización ecologista quiere mostrar su más profundo agradecimiento al personal sanitario por su encomiable trabajo. También a profesionales del sector educativo y de todos los servicios que nos permiten seguir viviendo en condiciones dignas. Agradecimiento, por último, a la ciudadanía, que de manera responsable está aportando su granito de arena para que esta crisis se resuelva.


El salto  . (IZQUIERDA ACTIVISTA)
CORONAVIRUS
Las lecciones que puede dar el coronavirus a la especie humana
Contemplamos a un diminuto virus desde lo alto del antropocentrismo, de Occidente, del neoliberalismo y de la globalización; pero tal vez podamos aprender algo de é

12 MAR 2020 07:00
En los últimos 6.000 años, pero sobre todo en los pasados 200 y, más concretamente, a partir de los años 50, las sociedades humanas han ido tomando altura. Mucha altura. Desde arriba, contemplamos a un diminuto virus y, tal vez, podamos aprender algo de él.
DESDE LO ALTO DEL ANTROPOCENTRISMO
El ser humano primigenio era un predador que también podía ser cazado por otros predadores. Pero gracias a su increíble capacidad de coordinación y su desarrollo tecnológico ha conquistado la cúspide de la cadena trófica concibiéndose como invulnerable y todopoderoso.
Sin embargo, la vida surgió desde los seres vivos más minúsculos y sigue basándose en ellos. No en los superpredadores. El reino de lo pequeño es el que permite que exista la vida en el planeta. Sin las bacterias no habría suelo fértil y muchas otras cosas. De manera más general, sin ellas no sería posible la reutilización de los elementos (carbono, nitrógeno, fósforo, etc.) en grados de reciclaje inimaginables por la tecnología humana (del orden del 99,5-99,8%). No olvidemos que vivimos en un planeta en el que no entra materia nueva, que tenemos que apañarnos con lo que hay.
El coronavirus puede servir para hacernos recordar que lo minúsculo es determinante en la Tierra. Y que, en la trama de la vida, realmente somos prescindibles.
DESDE LO ALTO DEL SISTEMA AGROINDUSTRIAL
Para nuestro control de todos los seres vivos, el sistema agroindustrial resulta determinante. La domesticación de algunas especies animales y vegetales, y la transformación de los ecosistemas para que puedan medrar estas y no otras.
Desde el principio de la agricultura y la ganadería, esto ha provocado que distintos virus hayan saltado de otros animales a los seres humanos: de las vacas, el sarampión y la tuberculosis; de los cerdos, la tosferina; o de los patos, la gripe. Esto no ha dejado de ser así en las últimas décadas. Es más, es algo que se ha acelerado conforme se incrementaba la destrucción de distintos ecosistemas. Como refleja Sonia Shah: “Desde 1940, han aparecido o reaparecido centenares de microbios patógenos en regiones en las que, en algunos casos, nunca antes habían sido advertidos. Es el caso del VIH, del ébola en el oeste de África o del zika en el continente americano. La mayoría de ellos (60%) son de origen animal. Algunos provienen de animales domésticos o de ganado, pero principalmente (más de dos terceras partes) proceden de animales salvajes”. Este parece ser el caso del coronavirus, que puede tener como huésped original a los murciélagos.
En un mundo donde la destrucción ecosistémica es la norma, el ser humano no solo tiene cada vez menos defensas, sino que sufre amenazas crecientes
Por otra parte, el sistema agroindustrial también es uno de los factores directores del cambio climático, como sabemos. Un reciente estudio muestra cómo el cambio climático ayuda a la transmisión de virus entre distintas especies de mamíferos. De este modo, en un mundo donde la disrupción ecosistémica es la norma, el ser humano no solo tiene cada vez menos defensas (por ejemplo, pierde potenciales principios farmacológicos, pues la mayoría de ellos provienen de otros seres vivos), sino que sufre amenazas crecientes. El desequilibrio ecosistémico es en todas las escalas, también la microbiana, y afecta de lleno a los seres humanos. Un ejemplo es el coronavirus.
DESDE LO ALTO DE OCCIDENTE
Entremos en las sociedades humanas, porque en ellas también se han producido escaladas de unas formas determinadas de organización social. La forma de vida occidental ha arrasado con todas las demás. Se ha convertido en la hegemónica, lo que ha supuesto una importante homogeneización social. Un ejemplo es la primacía de lo urbano, de lo moderno, de lo tecnológico. Una primacía que ha ido igualando los espacios de sociabilidad humana en todo el planeta pero que tiene, indudablemente, su epicentro en las regiones centrales.
El coronavirus pone en solfa esa primacía. La infección comenzó en el mundo urbano. En uno de sus territorios de mayor desarrollo y, desde ahí, se está expandiendo a sus equivalentes marcando casi a la perfección cuales son las venas por las que corre la globalización. En todo caso, también es determinante que en el Hemisferio norte es invierno (o como se soliera llamar a esta estación antes del cambio climático).
El virus se expande de manera sencilla porque hemos cercenado la diversidad humana en una “aldea global”. En la historia de la vida, la aparición de formas más complejas no ha conllevado la desaparición de las formas más simples, sino que se ha producido una reacomodación simbiótica (desde la perspectiva macro). Esto ha permitido a los sistemas tener más resiliencia. Sin embargo, en las sociedades dominadoras —y más en el capitalismo—, el incremento de complejidad ha destruido las formas menos complejas, perdiéndose diversidad cultural, económica y política.
DESDE LO ALTO DEL NEOLIBERALISMO
El capitalismo ha llegado a su paroxismo con la globalización y con el neoliberalismo, aunque en realidad son dos caras del mismo proceso. 
Una de las expresiones de la victoria del neoliberalismo es el desmantelamiento de lo público. Tantos años de desmontaje de la sanidad pública para que ahora, de manera dramática, descubramos que es lo único que tiene alguna posibilidad de parar el coronavirus y, a la vez, el sistema más vulnerable a la infección, ese por el que se cierras escuelas, ciudades y países para que no colapse. Mientras, la sanidad privada está escudada tras sus cláusulas de no atención en caso de pandemias.
Tantos años de desmontaje de la sanidad pública para que ahora, de manera dramática, descubramos que es lo único que tiene alguna posibilidad de parar el coronavirus
La segunda es el desmantelamiento de lo común. Más dramático que el desmoronamiento de lo público ha sido el de lo común. El de las redes de apoyo mutuo sociales que permiten procesos de autoorganización. Es la victoria del sálvese quién pueda. Del individualismo absoluto. La epidemia del coronavirus muestra lo absurdo de esa estrategia. Las sociedades humanas están basadas en la hipercooperación (asimétrica, muy asimétrica).
No hay posibilidad de que nadie se salve en solitario porque dependemos del trabajo de muchísimas otras personas. Nos creemos individuos porque ocultamos las relaciones de cooperación forzada (podemos llamarlas explotación) que sostienen nuestra “individualidad”. Pero el coronavirus llega más lejos. El aislamiento para no expandir el contagio es, probablemente, el torpedo a la línea de flotación de lo que somos como especie más importante de la situación que estamos viviendo.
DESDE LO ALTO DE LA GLOBALIZACIÓN
El sistema socioeconómico actual tiene elementos de resiliencia importantes. Uno es que la alta conectividad aumenta la capacidad de responder rápido ante los desafíos. Por ejemplo, si falla la cosecha en una región, el suministro alimentario se puede garantizar desde otro lugar del planeta —si es que interesa— y lo mismo se podría decir de una parte sustancial del sistema industrial.
Sin embargo, la conectividad también incrementa la vulnerabilidad del sistema, ya que, a partir de un umbral, no se pueden afrontar los desafíos y el colapso de distintas partes afecta al conjunto. El sistema funciona como un todo interdependiente y no como partes aisladas que puedan sobrevivir solas. A partir de un elemento cualquiera, como el colapso por saturación de los servicios de emergencia, esta carencia se transmite al conjunto. En este sentido, demasiadas interconexiones entre sistemas inestables pueden producir por sí mismas una cascada de fallos sistémicos. Además, una mayor conectividad implica que hay más nodos en los que se puede desencadenar el colapso.
Pero el capitalismo global no solo está interconectado, sino que es una red con unos pocos nodos centrales. El colapso de alguno de ellos sería casi imposible de subsanar y se transmitiría al resto del sistema. Algunos ejemplos son: i) Todo el entramado económico depende de la creación de dinero (crédito) por los bancos, en concreto de aquellos que son “demasiado grandes para caer”. Además, el sistema bancario se ha hecho más opaco y, por lo tanto, más vulnerable con la primacía del mercado en la sombra. ii) La producción en cadenas globales dominadas por unas pocas multinacionales hace que la economía dependa del mercado mundial. Estas cadenas funcionan just in time (con poco almacenaje), son fuertemente dependientes del crédito, de la energía barata y de muchos materiales distintos. iii) Las ciudades son espacios de alta vulnerabilidad por su dependencia de todo tipo de recursos externos que solo pueden adquirir gracias a grandes cantidades de energía concentrada y a un sistema económico que permita la succión de riqueza. Pero, a su vez, son un agente clave de todo el entramado tecnológico, social y económico.
El colapso de esta maraña interconectada no tendrá una única causa, sino que se producirá por la incapacidad del sistema de solventar una multiplicación de desafíos en distintos planos en una situación de falta de resiliencia. El colapso se da en situaciones de altos niveles de estrés en distintos planos del sistema. Igual que sucede con el coronavirus: las personas que mueren por la infección lo hacen porque ya tenían un cuadro de patologías previas.
El Covid-19, más allá de una metáfora de la vulnerabilidad de los sistemas con múltiples desafíos, es un desafío más a este sistema
Pero el Covid-19, más allá de una metáfora de la vulnerabilidad de los sistemas con múltiples desafíos, es un desafío más a este sistema, como argumenta Nafeez Ahmed. El capitalismo global ya estaba en crisis antes de la pandemia de coronavirus —se puede leer a Michael Roberts—, pero las medidas de salud pública que se están tomando la refuerzan. Primero, al reducir de manera importante el número de personas trabajando para la reproducción del capital. Segundo, disminuyendo el número de personas que dan salida a los bienes y servicios producidos (el turismo es un ejemplo claro). Tercero, porque la propia producción se ve comprometida por cortarse las cadenas de producción (falta de actividad en unos lugares, falta de transporte en otros).
Más allá de estos elementos generales indispensables para la reproducción del capital, hay elementos concretos en la actual coyuntura que son centrales. Las crisis capitalistas conllevan un incremento de competencia entre los entes económicos respaldados por sus Estados que puede ser fatal. Por ejemplo, en el campo energético, donde ya hay una situación de crisis profunda fruto de haber alcanzado el pico del petróleo convencional y de acercarse todos los demás, la lucha se ha recrudecido. Arabia Saudí ha hecho que se desplomen los precios del crudo (ya bajos por la crisis económica). Con esto trata de torcer la mano de Rusia, pero quien más puede sufrir por todo esto es EE UU.
De los tres gigantes de extracción de hidrocarburos, el último es, con diferencia, quien tiene los costes de extracción más altos y, por lo tanto, quien va a sufrir más por unos precios del crudo por los suelos. Y la cuestión no es solo de la industria petrolera estadounidense, sino de su industria financiera, no en vano la primera está sostenida por inversiones gigantescas de la segunda. Y decir que hay problemas con las finanzas de EEUU es decir en realidad que están comprometidas las del mundo. Recordemos el crac del 2007/2008.
La cuestión no es solo de una crisis del sistema económico, sino también de la organización política, del Estado. El Estado tiene cada vez menos capacidad de hacer frente a crisis de amplio espectro. El coronavirus significa una desafío que pone al límite (ya veremos si supera) al sistema de salud. Ahora entendemos en Europa la construcción en Wuhan de un hospital gigantesco a marchas forzadas.
Si la mezcla entre desescolarización infantil y cierre de empresas se prolonga, ¿cuánto tardaremos en ver estallidos de las poblaciones más vulnerables?
Pero la cuestión no es solo del sistema de salud. También está el control social. Hasta ahora, el miedo al contagio y la responsabilidad cívica han permitido implantar medidas muy duras de control social. Lo que hemos visto en China no tiene precedentes, al menos en las últimas décadas. Pero en Europa se está tomando un camino similar (con las adaptaciones político-culturales pertinentes). ¿Hasta cuándo será eso posible? Por ejemplo, si la mezcla entre desescolarización infantil y cierre de empresas se prolonga, ¿cuánto tardaremos en ver estallidos de las poblaciones más vulnerables? No imaginemos estallidos organizados, sino más bien estallidos desorganizados en forma de pillajes de supermercados. Unos estallidos que podrían reactivar la expansión del coronavirus, añadiendo de paso más complejidad a todo.
Ante estos estallidos, podemos prever una respuesta muy virulenta —el adjetivo viene que ni pintado— de la pujante extrema derecha, que pueda acrecentar la guerra que tiene declarada a los grupos sociales más vulnerables. Esto podría complicar mucho más la desestabilización sistémica si no logra tener éxito.
Tiremos de más hilos. Sin lugar a dudas, el Estado intentará responder a todos estos desafíos. Pondrá dinero para sostener las industrias petroleras, pondrá dinero para sostener los fondos especulativos, pondrá dinero para reprimir a la población, pondrá dinero para amortiguar el golpe en las clases más protestonas… Hasta que deje de poder hacerlo. Esto puede ser más rápido que tarde en una situación de agotamiento de las medidas tomadas frente a la crisis del 2007/2008, que aquí no hay espacio de desarrollar.
El coronavirus no es el factor que va a provocar el colapso de nuestro orden social, pero puede ser el que lo desencadene en un contexto de múltiples vulnerabilidades del sistema
Estos son solo algunos ejemplos, podríamos pensar en más. El resumen es que el coronavirus no es el factor que va a provocar el colapso de nuestro orden social, pero puede ser el que lo desencadene en un contexto de múltiples vulnerabilidades del sistema (crisis energética, climática, material, de biodiversidad, de desigualdades, agotamiento de los espacios de inversión, deslegitimación del Estado, etc.). Y si no es el coronavirus, será otra la gota que colme el vaso.
DESDE LO ALTO DE LA TECNOLOGÍA
En el imaginario social está la idea de que, pase lo que pase, el ser humano será capaz de resolverlo gracias a la tecnología. No lo decimos así, pero creemos que la tecnología nos permite ser omniscientes y omnipotentes.
Sin embargo, esto no es cierto. La tecnología tiene múltiples límites. Uno central —pero ni mucho menos único— es que para su desarrollo necesita grandes cantidades de materia y energía, justo dos de los elementos centrales que están fallando en la crisis múltiple que estamos viviendo. En el pasado, los cambios climáticos y las pandemias fueron factores determinantes en la evolución poblacional humana. Si en la historia reciente esto no ha sido así, se ha debido a que hemos tenido a nuestra disposición grandes cantidades de energía que, transformada en tecnología, nos ha permitido sortear estos desafíos. Esta disponibilidad energética —y por ello tecnológica)—abundante va a dejar de ser una realidad para siempre.
Pero, más allá de eso, la tecnología no genera soluciones inmediatas. En el caso de las investigaciones médicas, diseñar una vacuna en casos óptimos puede llevar 12-18 meses. Y diseñar una vacuna no quiere decir tenerla disponible de manera universal, pues después habría que resolver los problemas de rentabilidad, financiación, fabricación y distribución, que no son nimios. Igual puede ser demasiado tarde para sortear una crisis sistémica. Cuando las sociedades se enfrentan a múltiples vulnerabilidades, el tiempo cuenta, y mucho.
Por todo ello, uno de los principales aprendizajes que podríamos adquirir del coronavirus es que los seres humanos somos vulnerables, vivimos en cuerpos que se pueden morir sin que podamos evitarlo.
TOMANDO TIERRA
En conclusión, igual lo que podemos aprender del coronavirus es que necesitamos tomar tierra. Bajar de las alturas del capitalismo hipertecnológico hasta entendernos como parte de la trama de la vida. Desterrar el antropocentrismo.
Desde una mirada ecocéntrica, para el conjunto de la vida, para Gaia —de la que no somos más que un simple organismo más—, el coronavirus es una excelente noticia. Está significando un parón en la actividad económica que implica un freno a la destrucción ambiental, la primera de todas la distorsión climática.
Este tipo de frenazos en seco son los únicos que, a día de hoy, pueden evitar un cambio climático desbocado, que sería una catástrofe para el conjunto de la vida inimaginable
No nos engañemos, este tipo de frenazos en seco son los únicos que, a día de hoy, pueden evitar un cambio climático desbocado, que sería una catástrofe para el conjunto de la vida inimaginable. Este es el resultado de un trabajo reciente, en el que hemos mostrado cuáles podrían ser esas transiciones para la economía española. Lo único que permitiría tener opciones de sortear el desastre climático sería abordar rápidamente la triada decrecimiento-ruralización-localización con objeto de reintegrarnos de forma armónica en los ecosistemas. Ese es el camino que nos enseña el coronavirus.
El microorganismo también nos dice que para que esa reconversión se produzca con algo de garantía para las mayorías sociales son imprescindibles fuertes repartos del trabajo y de la riqueza.
Uno de los organismos que componen Gaia, debido a una mutación, se ha convertido en una pandemia que está poniéndola en serio riesgo. El coronavirus de Gaia son el antropocentrismo, el capitalismo o la tecnolatría. Por ello, hay que desterrarlos de forma urgente y tomando las medidas draconianas que sean necesarias..


iZQUIERDA DE LA IZQUIERDA...
Artículo de opinión de Rafael Cid
<>. Quién usaba tan zoológica metáfora era el ministro de Sanidad de UCD, Jesús Sancho Rof, para <> la crisis del síndrome tóxico desatada en 1981 con un saldo letal de 356 víctimas. Treinta y nueve años después historia se repite con una pandemia aún sin denominación de origen. Y se reproduce en las palabras de madera del presidente del Gobierno de coalición PSOE-UP. <>, manifestó Pedro Sánchez en su comparecencia del jueves 13 de marzo, tras dos horas de tensa espera por parte de una ciudadanía alarmada, para desgranar las medidas adoptadas a fin de contener la plaga del coronavirus, que a esa hora se había cobrado 3018 afectados y 84 muertos.
Arrancada de caballo y parada de burro. <>, << dónde haga falta>> y << cuando haga falta>>, con una epidemia galopante, en cuestión de horas podrían ser términos no solo inadecuados sino incluso incompatibles. De hecho, en el lapso de tiempo que hubo entra la hora prevista para la aparición pública del jefe del Ejecutivo y la efectiva, el Ibex 35 se desplomó hasta el punto más bajo de su historia. A más más, pero en sus antípodas, nueve días antes, el 4 de marzo, la ministra de Economía Nadia Calviño había declarado a la prensa que <>. Palabras, palabras, palabras. Como pasar de la estrategia de la <> a la de <> mientras el Gabinete multiusos se sumaba festivamente a la multitudinaria manifestación del 8-M.Ocurría apenas 24 horas de que el ministro de Sanidad, el insípido Salvador Illa, lanzara las campanas al duelo anunciando las primeras medidas de contingencia con la coletilla << y mañana habrá más>>. Una escalada hacia la incertidumbre que derivó, como no podía ser de otra manera, en asaltó a los supermercados esa misma tarde-noche.
El anuncio era el broche extravagante de la política de comunicación aplicada por Moncloa desde los primeros acordes del COVID-19, dejando al director de emergencias sanitarias Fernando Simón como mascarón de proa <> para eximir a Sánchez de actuaciones resolutivas que pudieran empañar los fatos de su política <>. De hecho, contra todo pronóstico y racionalidad, se produjo un apagón informativo en el seno del Gobierno cuando muchos de sus miembros, que una semana antes se habían prodigado en las televisiones amigas para su difundir su particular agit-prop, pasaron de la noche a la mañana a estar missing. Una estrategia suicida a mayor gloria del gurú de la comunicación monclovita Iván Redondo. En el momento en que Pedro Sánchez se asomaba al país por videoconferencia (ahora <>), y con las preguntas de la prensa tasadas al mínimo, España tenía ya más morbilidad en términos relativos que la alcanzada por China, hechas las oportunas transferencias de población.
Y aun así, la clientela política, ideológica y mediática habitual se empeñaba en buscar un enemigo invisible detrás de la pandemia en la otra orilla. Resultó ridículo por más de penoso ver al bueno de Simón valorar como <> las drásticas medidas tomadas por el Gobierno amigo de La Rioja en el caso de Haro, mientras deslizaba una crítica solapada al tachar de algo excesivas las adoptadas por la Comunidad de Madrid, del bando contrario. Cuando por su mayor demografía es la potencial bomba atómica del COVID-19. El fraude de la victimización siguió con la opinión de los tertulianos de la casa remontándose a los recortes de la herencia recibida (en realidad empezaron en el 2010 con Zapatero al timón) como factor de cronificación. Por supuesto, nadie supo decir por qué un país de nuestra idiosincrasia como Grecia, con una Sanidad pública infinitamente peor y verdaderamente asediada por esos hachazos presupuestarios, apenas sufría los embates del coronavirus (1 muerto al redactar esta nota) y sin embargo dispuso controles en los accesos al territorio nacional nada más ver la secuencia italiana.
Por el contario, la estrategia pasaba por instar retóricamente a la resiliencia (la cadena virtuosa de la probidad individual) mientras se despreciaba la sabiduría popular que aconsejaba mejor prevenir que curar. Como no era para tanto y estábamos en manos de los expertos, la doctrina que caló entre la gente, bien alimentada por la casta político-mediática. Era que la gripe era peor que el coronavirus, fue el lema de campaña. Y así, de tumbo en tamba, fuimos de la nada a la más absoluta indigencia. Mientras, en otros países con una sociedad civil menos acomplejada, la clase política evitaba seguir el modelo hispano de considerar a los ciudadanos como niños sin capacidad mental. Ángela Merkel anunciaba a los alemanes (3 defunciones) que el virus <>, y con la misma Boris Johnson advertía sin paños calientes a los ingleses (8 muertos registrados) que <>. La opción parecía clara: o asumir como sociedad adulta la responsabilidad de la gestión del miedo o caer en la irracionalidad de permitir que cunda el pánico en un especie de sálvense quien pueda.
Otra vez <> en versión <>. Desde que Moncloa disciplinó a sus cargos para rebatir la suspensión del Mobile, el mantra oficial fue siempre del parecido calibre. Negar la terrible evidencia que mostraban en cabeza ajea otros países, como la atormentada Italia. Cuando en la última semana de febrero el país trasalpino alcanzaba las 7 fallecidos, sus autoridades ya cursaron órdenes para restringir la entrada de personas procedentes de zonas de riesgo. Y así y todo fue imposible evitar la progresión exponencial del contagio. Aquí, por el contrario, se impuso un negacionismo al que denominaron <>, que en román paladino significa ir a remolque de los acontecimientos. Como si en plena ofensiva de un ejército invasor, el alto mando decidiera dejar que avanzara el enemigo hasta que llegar a la cocina para luego rechazarlo con más rabia.
Esa arriesga pachorra gubernamental, que incluso llega hasta dilatar la declaración de Estado de Alarma, instrumento constitucionalmente necesario para aislar poblaciones (afortunadamente aquí aún no se puede actuar manu militari), contrasta con la diligencia sobrevenida que muestran nuestros dirigentes políticos en ámbitos de su exclusiva competencia. Aprovechándose de las circunstancias, se pretende que la oposición parlamentaria otorgue un cheque en blanco al Gobierno para aprobar de los presupuestos. Y la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ha dispuesto cerrar la sede de la soberanía popular durante 15 días para celebrar plenos. Precisamente lo que se niega a hacer el Ejecutivo para bloquear temporalmente la movilidad en la Comunidad de Madrid (competencia exclusiva del Gobierno del Estado) hasta que la crisis escampe.
Manos mal que nos queda Portugal (cero muertos y desde hace tiempo con los centros de reunión masiva clausurados en diferentes zonas del país).
Rafael Cid



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