TE QUIERO, QUIERO SER YO Y EN 1940 MORIR...

jueves, 24 de noviembre de 2016

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De la rebusca digital .

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La realidad no es como nos la cuentan, habitualmente



Mujer y #ciudad

Mujer y #ciudad

BOLETÍN CF+S 7. Octubre 1998.




E D I T O R I A L




MUJER Y CIUDAD.
Una visión de género sobre la vida cotidiana en la #ciudad.



Las pioneras: textos para releer

Revisar la historia

Reflexiones desde lo cotidiano

Temas de investigación: mujer y ciudad como objeto de estudio

Las grandes cuestiones

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Bibliografía sobre Mujer y Ciudad | Direcciones en Internet sobre Mujer.

lunes, 7 de noviembre de 2016

El intrincado curso de las votaciones en EEUU.



https://youtu.be/J8XibEB_UOs 

   Hay quien dice que la victoria de Trump no es tan preocupante porque los poderes fácticos no le van a permitir hacer nada de lo que prometió. Tal vez esa idea le sirva de consuelo a alguien pero la historia reciente está repleta de dirigentes políticos que, una vez en el poder, cometieron auténticas atrocidades y provocaron verdaderos desastres. Por lo pronto Trump ha nombrado como jefe de estrategia a Steve Bannon, un personaje que está a la derecha de la extrema derecha. Aquí algunas de sus perlas.


Las 11 frases más polémicas de Steve Bannon, el racista y polémico nuevo asesor de Trump

  • A través de su web Breitbart se publicaban artículos como “¿Preferirías que tu hijo fuera afeminado o que tuviera cáncer?

Donald Trump poco a poco va dibujando lo que será su gobierno. Para ello se está rodeando de personas cercanas en las que confiar. Uno de los últimos nombramientos es el de Stephen Bannon . Él será el jefe de estrategia y consejero principal de la Administración Trump. Bannon es un conocido personaje provocador, polémico, machista y racista que ahora llevará a la Casa Blanca la voz de la denominadaderecha alternativa estadounidense.


Stephen Bannon ostentará el cargo después de haber sido el jefe de campaña de Trump. Tras de sí tiene el éxito que logró con su portal de noticias, Breitbart . Un medio de extrema derecha con una creciente influencia entre los ámbitos más conservadores. La web ha alimentado las posturas de racistas, antiinmigrantes y misóginos con enfoques sensacionalistas y una crítica continua a los valores progresistas y a las políticas de los demócratas y de los republicanos más moderados.
En este portal, definido como ‘alt-right’, la nueva derecha radical de EE.UU., Bannon daba voz a rumores y teorías conspiratorias. Se alejaba de lo políticamente correcto para ser el azote de las élites empresariales y políticas. Sus mensajes eran de gran calador entre un sector de la población blanca del país, el mismo que aupó a Trump en sus mítines.



Estas son las frases y titulares más polémicos que Steve Bannon ha realizado directamente o a través de Breitbart
1- El miedo es una buena cosa. El miedo lleva a tomar medidas.
2- Soy un leninista. Lenin quería destruir el estado y ese es mi objetivo también. Quiero llevar todo a derrumbarse y destruir todo lo establecido hoy.
3- Lo que tenemos que hacer es darle una bofetada al Partido Republicano.
4- No quiero que mis hijas vayan a una escuela con judíos. No me gustan los judios ni la forma en la que crían a sus mocosos hijos.
5- ¿Preferirías que tu hijo tuviese feminismo o cáncer?
6- Abolir la esclavitud fue una mala idea.
7- La solución contra el acoso en Internet es sencilla: las mujeres deberían desconectarse.
8- Ninguna de las personas involucradas en la estafa del calentamiento globalmerecen la más mínima pizca de respeto. Son pura escoria.
9- Las mujeres no consiguen trabajos tecnológicos porque no hacen bien las entrevistas.
10- Todos los jóvenes musulmanes de Occidente son una bomba de relojería, cada vez simpatizan más con los radicales y terroristas.
11- La píldora anticonceptiva hace que las mujeres dejen de ser atractivas y se vuelvan locas.

...ya tienen presidente, ya tenemos ... EEUU and USA
Valoraciones varias.
El éxito de Trump, responde a su propuesta frente al fracaso de la globalización capitalista, él lo que promete es una respuesta nacional-keynesiana, propia de los años 30 después del crack del 29, mezclando el sueño americano, la superioridad de los estadounidenses sobre los extranjeros, y la promesa de recuperar la vieja industria manufacturera que les llevó a dominar la economía mundial. Un relato muy vendible para una sociedad consumista, desposeída y precarizada por el sistema capitalista global y su deslocalización generadora injusticias alrededor del planeta. El problema no es Trump en sí mismo, son los deseos de esas millones de personas que están asumiendo que es necesario una economía en crecimiento constante, y centrarse en salvar sus traseros antes que los del resto del planeta. Para eso, se ve reforzado el discurso negacionista, tecno-optimista, que promete recursos infinitos y prosperidad industrial y tecnológica.
Trump no podrá cumplir sus promesas si no es a base de expoliar los recursos que queden distribuídos por el resto del planeta, lo que quiere decir que el imperialismo, la guerra, la explotación y colonización del mundo va a seguir adelante encabezada por la administración estadounidense y su aparato militar. Si la pretensión de Trump fuera autárquica, es decir, valerse de los recursos propios de su país, no llegaría ni a la vuelta de la esquina. Esto mismo se puede aplicar a los movimientos similares en Europa, como LePen, Farage, etc. Si estos países deciden cerrar sus puertas a las personas migrantes, de la misma forma habrá que cerrar las puertas a que acudan a otros lugares a expoliar recursos, a esclavizar a sus habitantes, etc. En un mundo autárquico los nuevos países pobres serían los que hoy se dicen ricos.
Llegados a este punto, podemos decir que esto es el colapso, no hay que darle más vueltas. Tenemos a una parte importante de la humanidad que vive en los países ricos que quiere vivir mejor que el resto al precio que sea. El capitalismo ha ganado ideológicamente, el síndrome de Estocolmo está más que presente en nuestras cabezas. Los juegos del hambre se empiezan a globalizar también...
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Otras valoraciones: 
Sobre el resultado electoral de EEUU, las primeras reflexiones:
1. Que no sabemos nada, absolutamente nada (ni siguiendo las pistas de los lobbies, ni de la prensa oficial , etc,) de lo que se cocina en los sótanos del stablishment que ha dirigido la opinión pública del país hacia Trump.
2. Que sorprende que la prensa de "izquierda " (portándose políticamente correcto) esté de luto, rechazando a Trump por su vulgaridad en sus discursos estúpidos , mientras cierra los ojos ante los HECHOS de Clinton, una criminal de guerra que además ha amenazado a "arrasar a Irán y Siria", entre otras naciones.
3. Más allá de sus políticas domésticas, para (lo que queda de) la paz mundial Clinton era una grave amenaza. Y si Trump sigue una política aislacionista, podemos esperar que haya menos agresiones militares a los ricos países débiles.


Mi reacción a la victoria de Trump. América tiene el presidente que lleva años trabajándose. Y sigo pensando que es mucho menos peligroso para el planeta, que una señora a sueldo de corporaciones y con largo historial de contradecirse en todo, y hacer lo que sea, y quitarse de en medio a quien sea, para tocar poder.

Y punto pelota. Había una candidatura digna, la de la Dra. Jill Stein, pero los borregos sólo sabía  escoger entre Benito Trumpollini y Hitlery Clinton. El resultado final era casi igual de malo, entre estos dos... pero con Trump, al menos se le puede frenar desde dentro


Otras opiniones: 

Cuando los americanos negros e hispanos votan a alguien que dice que les va a expulsar, que va a eliminar la seguridad social, que va a bajar los impuestos a los ricos y aun así le votan, es que hay otras cosas que importan más a los americanos que todo eso, y no verlo es de ciegos, la clave es el proteccionismo prometido y los aranceles, está claro que la globalización permite que paises como china, bien industrializados y desde luego no pobres aun mantenga trabajo casi en la esclavitud con el que fabrican productos a precios irrisorios y que luego compiten y expulsan del mercado a aquellas empresas, y sus empleados, que trabajan pagando sueldos decentes, y eso importa más a los americanos que todo lo demás. ¿que sería de un pais como Suiza sin aranceles?, en dos años su bienestar habría sido borrado de la faz de la tierra, la globalización no puede ser totalmente libre, no se trata de poner trabas al comercio, pero si a aquellos paises que mantienen condiciones indecentes para sus trabajadores. Trump es un loco en muchos aspectos, pero en algunas cosas lleva toda la razón.



CAMBIO DE ÉPOCA EN EEUU. 
El rotundo fracaso de la candidata progresista, izquierdista, feminista y racista antiblanca Hillary Clinton muestra la decadencia del sistema de ideas (religiones políticas, o "lo políticamente correcto") de que principalmente se ha servido el poder constituido, el Pentágono (poder militar) y Wall Street (poder empresarial) en EEUU desde hace más de medio siglo. El ganador, Trump, utiliza otro cuerpo argumental no mejor ni mas verdadero pero si diferente, aún poco elaborado. Hay, pues, un momento de confusión discursiva, que se mantendrá durante años, y que será excelente para el avance del ideario revolucionario, considerando que el viejo paradigma está obsoleto y el nuevo inmaduro. Todos los momentos de cambio son de debilidad relativa, y es esa crisis del sistema de dominación yanki, que es mundial, la que tenemos que utilizar con inteligencia para impulsar el ideal y el proyecto revolucionario, contra las políticas exterminacionistas de Clinton y contra la demagogia y la mentira de Trum. Por lo demás, la uno y el otro son iguales, criaturas del militarismo EEUU y del gran capital mundializador. En ese país no gobiernan los presidentes sino el Estado, que es inelegible e inamovible, pues todo régimen parlamentario es un sistema de dictadura política, que únicamente la revolución puede sustituir por un régimen de libertades para el pueblo.

John Carlin ve a Trump en la Casa Blanca como "un Cantinflas en el papel de Calígula en una versión moderna del declive y caída del imperio"

http://www.elboomeran.com/blog-post/74/17940/jesus-ferrero/el-aquelarre-de-los-miserables/











Cinco razones por las que Trump va a ganar las elecciones

Publicado: Actualizado: 







Siento ser el que dé las malas noticias, pero ya os lo advertí el pasado verano cuando dije que Donald Trump sería el candidato republicano a la presidencia. Y ahora traigo unas noticias aún peores y más deprimentes: Donald J. Trump va a ganar las elecciones en noviembre. Este ignorante, peligroso y miserable payaso a tiempo parcial y sociópata a tiempo completo será el próximo presidente de Estados Unidos. Presidente Trump. Vamos, id practicando, porque será así como nos tendremos que dirigir a él durante los próximos cuatro años: "PRESIDENTE TRUMP".
En mi vida he deseado tanto estar equivocado como ahora.
Me imagino lo que estaréis haciendo ahora mismo. Estaréis negando con la cabeza y mientras pensáis: "No, Mike, no va a ganar". Por desgracia, vivís en una burbuja con una cámara de resonancia acoplada en la que tanto vosotros como vuestros amigos estáis convencidos de que los estadounidenses no van a elegir como presidente a un idiota. Vais alternando entre la sorpresa y la mofa por su último comentario o por su actitud narcisista ante todo, porque todo gira a su alrededor. Y después escucháis a Hillary y veis a la que sería la primera mujer en un cargo así en Estados Unidos, una persona respetada, inteligente y que se preocupa por los niños, que continuará con el legado de Obama porque eso es claramente lo que quieren los estadounidenses, cuatro años más de esto.
Tenéis que salir de esa burbuja inmediatamente. Tenéis que dejar de negar lo evidente y enfrentaros a la verdad que en el fondo sabéis que es muy real. Intentar tranquilizaros con datos -"el 77% del electorado son mujeres, personas de otras razas y jóvenes de menos de 35 años, ¡y Trump no puede ganar por mayoría en ninguno de esos sectores!"- o con lógica -"¡la gente no va a votar a un bufón ni en contra de sus intereses!"- es la manera que tiene el cerebro de protegerse de una situación traumática. Como cuando oyes un ruido extraño en la calle y piensas: "Ah, es que habrá reventado una rueda", o "¿quién anda tirando petardos?" porque no quieres pensar que lo que acabas de oír es un disparo. Es la misma razón por la que todas las noticias iniciales y testigos del 11-S decían en los primeros momentos que "unpequeño avión se había estrellado por accidente contra el World Trade Center". Queremos -necesitamos- tener esperanza porque, francamente, la vida ya es lo suficientemente dura y ya bastante hay que luchar entre sueldo y sueldo. No podemos con muchas más malas noticias. Por lo tanto, nuestro estado mental vuelve al estado predeterminado cuando se hace realidad algo aterrador. Las primeras personas arrolladas por el camión en el atentado de Niza pasaron sus últimos minutos de vida pensando que el conductor del camión simplemente había perdido el control del vehículo, haciéndole señas y gritándole que tuviera cuidado y que había gente en la acera.
Queridos amigos, esto no es un accidente. Es la realidad. Y si creéis que Hillary Clinton va a ganar a Trump con datos, inteligencia y lógica, es que no os habéis quedado con nada de las 56 primarias en las que 16 candidatos republicanos probaron con todo, sacaron todos sus ases de la manga y no pudieron hacer nada para detener al gigante de Trump. A día de hoy, tal y como están las cosas, creo que va a ganar; y, para lidiar con ello, necesito que primero lo reconozcáis y quizá después podamos encontrar una manera de salir de este embrollo en el que nos hemos metido.
No me malinterpretéis. Tengo muchas esperanzas puestas en el país en el que vivo. Las cosas están mejor. La izquierda ha ganado las guerras culturales. Los gais y las lesbianas pueden casarse. La mayoría de los estadounidenses adoptan la postura liberal en las encuestas: en el sueldo igualitario para hombres y mujeres, en que el aborto debería ser legal, en la imposición de unas leyes medioambientales más severas, en un mayor control de las armas, en la legalización de la marihuana. Se ha producido un gran cambio: que les pregunten a los socialistas que han ganado en 22 estados este año. Y no me cabe duda de que si la gente pudiera votar desde el sofá en su casa a través de la Xbox o de la PlayStation Hillary ganaría por goleada.
Pero en Estados Unidos las cosas no funcionan así. La gente tiene que salir de casa y esperar una cola para votar. Y, si viven en barrios pobres, con mayoría de negros o de hispanos, no solo tendrán que hacer una cola más larga, sino que se hará todo lo posible para evitar que vayan a votar. Así que en la mayoría de las elecciones es difícil que el porcentaje de participación llegue siquiera al 50%. Y ahí yace el problema de noviembre: ¿quién va a conseguir que los votantes más motivados acudan a las urnas? Sabéis la respuesta a esa pregunta. ¿Quién es el candidato con los simpatizantes más furibundos? ¿Quién tiene unos fans capaces de levantarse a las cinco de la mañana el día de las elecciones y de ir dando la brasa todo el día hasta que cierren las urnas para asegurarse de que todo hijo de vecino vote? Efectivamente. Ese es el nivel de peligro en el que nos encontramos. Y no os engañéis: ni los persuasivos anuncios de televisión de Hillary ni el hecho de que se le desenmascare en los debates ni que los libertarios le quiten votos van a servir para detener a Trump.
"Tenéis que dejar de negar lo evidente y enfrentaros a la verdad que en el fondo sabéis que es muy real".
Estas son las cinco razones por las que Trump va a ganar:
1. El Brexit del medio oeste de Estados Unidos. Creo que Trump va a centrar gran parte de su atención en los cuatro estados azules de Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin. Cuatro estados tradicionalmente demócratas, pero que han elegido a gobernadores republicanos desde 2010 (Pensilvania es el único que finalmente ha elegido a un demócrata ahora). En las primarias de Michigan de marzo, 1,32 millones de habitantes votaron a los republicanos frente a los 1,19 millones que votaron a los demócratas. Según las últimas encuestas de Pensilvania, Trump va por delante de Hillary; y en Ohio están empatados. ¿Empatados? ¿Cómo es posible que esta carrera esté tan reñida después de todo lo que ha dicho y hecho Trump? Quizá se deba a que este ha dicho (y ha dicho bien) que el apoyo de los Clinton al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha ayudado a destruir a los estados industriales de la zona norte del medio oeste de Estados Unidos. Trump va a machacar a Clinton con este tema y con el hecho de que haya apoyado el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y otras políticas de comercio que han perjudicado a los habitantes de esos cuatro estados. Durante las primarias de Michigan, Trump amenazó a la empresa Ford Motor con que si seguían adelante con el cierre de la fábrica que tenían previsto y se trasladaban a México, pondría un impuesto del 35% a todos los coches construidos en México que se enviaran a Estados Unidos. Música para los oídos de la clase trabajadora de Michigan. Y cuando lanzó otra amenaza a Apple y dijo que les obligaría a dejar de fabricar iPhones en China y a fabricarlos en Estados Unidos todos quedaron embelesados y Trump se llevó una gran victoria que debería haber sido para el gobernador de al lado, John Kasich.
La zona que abarca desde la ciudad de Green Bay (Wisconsin) hasta Pittsburgh (Pensilvania) recuerda a la mitad de Inglaterra: rotas, deprimidas y en las últimas funcionan las chimeneas esparcidas por el campo en el esqueleto de lo que antes llamábamos clase media. Trabajadores (y no trabajadores) amargados y enfadados a los que Reagan engañó y a los que los demócratas -que siguen intentando persuadir de forma deshonesta pero solo quieren aprovecharse de la situación codeándose con banqueros que les puedan extender cheques- abandonaron. Lo que ha pasado con el Brexit en Reino Unido también va a pasar aquí. Elmer Gantry aparece como Boris Johnson y se limita a inventar para convencer a la gente de que ¡esta es su oportunidad! De acabar con todos, con todos los que hicieron añicos su Sueño Americano. Y ahora Donald Trump, el forastero, ha llegado para limpiarlo todo. ¡No hace falta que estéis de acuerdo con él! ¡Es vuestro cóctel molotov personal, el que podéis lanzar a los malnacidos que os hicieron esto! ¡HACEOS OÍR, TRUMP ES VUESTRO MENSAJERO!
Y aquí es donde entran en juego los cálculos. En 2012, Mitt Romney perdió por 64 votos electorales. Sumemos los votos electorales de Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin. Son 64. Lo único que Trump necesita para ganar es mantenerse, tal y como se espera, en la franja de estados tradicionalmente republicanos de Idaho a Georgia (estados en los que nunca ganará Hillary Clinton), y ganar en Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin. No necesita ganar en Florida, ni en Colorado ni en Virginia. Solo en los cuatro anteriores. Y eso le colocará en la cima. Y eso es lo que va a pasar en noviembre.
2. El último bastión de los hombres blancos enfadados. El gobierno de Estados Unidos que lleva 240 años dominado por hombres llega a su fin. ¡Una mujer está a punto de llegar al poder! ¿Cómo ha podido suceder? Delante de nuestras narices. Había señales de peligro, pero las ignoramos. Nixon -el traidor del género- impuso el Título IX, la ley por la que, en el colegio, las alumnas deberían tener las mismas oportunidades a la hora de practicar deporte. Y luego les dejaron pilotar aviones comerciales. Y antes de que nos diéramos cuenta, Beyoncé revolucionó la Super Bowl(¡nuestro partido!) con un ejército de mujeres negras que, con el puño en alto, dejaron claro que nuestra dominación había terminado. ¡Dónde hemos ido a parar!
Ese es el pequeño resumen de la mente del hombre blanco en peligro de extinción. Tienen la sensación de que se les escapa el poder de las manos, de que su manera de hacer las cosas ya no es la manera en la que se hacen las cosas. La "feminazi", ese monstruo que, como dice Trump, "sangra por los ojos o por donde sea", nos ha conquistado y ahora, después de haber tenido que pasar por ocho años en los que un hombre negro nos ha dicho qué hacer, ¿se supone que tenemos que aguantar ocho años en los que una mujer nos mangonee? ¡Después de eso serán ocho años de gais dirigiendo la Casa Blanca! ¡Y luego transexuales! Ya veis por dónde van las cosas. Para entonces, se les habrán concedido derechos humanos a los animales y el presidente del país será un hámster. ¡Esto tiene que acabar!
3. El problema de Hillary. Seamos sinceros, ahora que estamos entre amigos. Ante todo, dejadme que os diga que me gusta -mucho- Hillary y que creo que le han creado una reputación que no se merece. Pero el hecho de que votara a favor de la guerra de Irak hizo que yo me prometiera que no volvería a votarla. Hasta la fecha, no he roto esa promesa. Por intentar evitar que un protofascista se convierta en nuestro presidente, voy a romper esa promesa. Me entristece pensar que Clinton encontrará la manera de meternos en un conflicto militar. Es un halcón a la derecha de Obama. Pero el dedo psicópata de Trump estará listo para pulsar El Botón, así son las cosas.
Asumámoslo: Trump no es el mayor de nuestros problemas, es Hillary. Es muy impopular: el 70% de los votantes piensan que no transmite confianza ni honestidad. Representa a la política tradicional y no cree en nada que no sea lo que le haga ganar las elecciones. Por eso estuvo en contra del matrimonio homosexual en su momento y ahora lo defiende. Entre sus mayores detractores se encuentran las mujeres jóvenes, cosa que tiene que dolerle considerando los sacrificios que ha hecho -tanto Hillary como otras mujeres de su generación- y lo que ha luchado para que las generaciones más jóvenes no tengan que aguantar que las Barbaras Bushes del mundo les manden callar y a hacer galletas. Pero no gusta a los jóvenes, y no hay día que no oiga a unmillennial decir que no la va a votar. Ningún demócrata, ni ninguna persona que no apoye a alguno de los dos partidos mayoritarios, se va a levantar emocionado el 8 de noviembre por ir a votar a Hillary como pasó cuando Obama ganó las elecciones o cuando Bernie Sanders era candidato en las primarias. No hay entusiasmo. Y, como estas elecciones solo van a depender de una cosa -de quién atraiga a más gente a las urnas-, Trump lleva las de ganar.
4. El voto deprimido a Bernie Sanders. Dejad de preocuparos por que los simpatizantes de Bernie no votemos a Clinton, porque la vamos a votar. Según las encuestas, el número de seguidores de Sanders que voten a Hillary este año será mayor que el número de simpatizantes de Clinton que votaron a Obama en 2008. Ese no es el problema. Lo que debería alarmarnos es que cuando el simpatizante promedio de Bernie se arrastre a las urnas el día de las elecciones para votar a Hillary a regañadientes, a eso se le llamará "voto deprimido" (lo que significa que el votante no se lleva a cinco personas con él para que voten también, que no se ha presentado como voluntario para hacer campaña 10 horas al mes de cara a las elecciones y que no contesta con emoción cuando le preguntan por qué va a votar a Hillary: un votante deprimido). Porque, cuando se es joven, se tiene tolerancia cero ante los farsantes y las mentiras. Para la gente joven, volver a la era de Clinton/Bush es como tener que pagar de repente por escuchar música, o volver a usar MySpace o a llevar un teléfono móvil como una maleta de grande. No van a votar a Trump; algunos votarán a un tercer partido, pero muchos se limitarán a quedarse en casa. Hillary Clinton va a tener que hacer algo para dar a los jóvenes una razón para que la apoyen; y elegir a un señor blanco, viejo, insulso y moderado como candidato a vicepresidente no es el tipo de decisión atrevida que pueda transmitir a los millennialsque su voto es importante para Hillary. Que hubiera dos mujeres al frente era una idea interesante. Pero Hillary se ha asustado y ha decidido ir a lo seguro. Otro ejemplo más de cómo Clinton está matando poco a poco al voto joven.
5. El efecto Jesse Ventura. Por último, no descontemos la capacidad del electorado para hacer el mal o para subestimar cuántos millones de ciudadanos se conciben a sí mismos como anarquistas encubiertos una vez que echen la cortina y se dispongan a ejercer su derecho al voto. Es uno de los pocos sitios que quedan en esta sociedad en el que no hay ni cámaras de seguridad, ni dispositivos de escucha, ni parejas, ni hijos, ni jefes, ni policías, ni siquiera límite de tiempo. Puedes pasarte ahí dentro el tiempo que te apetezca y nadie puede obligarte a hacer nada. Puedes votar al partido que quieras o a Mickey Mouse y al Pato Donald. No hay reglas. Y precisamente por eso y por la ira que tienen algunos contra un sistema político inservible, millones de estadounidenses van a votar a Trump, y no porque estén de acuerdo con él ni porque les gusten la intolerancia y el ego que le caracterizan, sino porque pueden, simplemente. Para ver el mundo arder y hacer enfadar a papá y a mamá. E igual que cuando estás al borde de las cataratas del Niágara te preguntas por un instante cómo sería tirarse por ahí, habrá muchos a los que les encante sentir que son los que mueven los hilos y que pueden votar a Trump solo para ver qué pasa. Recordemos cuando, en los noventa, los ciudadanos de Minnesota eligieron como gobernador a un ex luchador profesional. No lo hicieron porque fueran estúpidos o porque pensaran que Jesse Ventura era un político célebre o intelectual. Lo hicieron porque podían. Minnesota es uno de los estados más inteligentes del país. Y también está lleno de ciudadanos con gusto por el humor negro, así que para ellos votar a Jesse Ventura fue como hacer un chiste práctico en un sistema político enfermo. Y es lo que va a volver a pasar con Trump.
Cuando me disponía a volver a mi hotel después de participar en el programa especial de Bill Maher sobre la Convención del Partido Republicano en la cadena HBO, un hombre me paró por la calle. "Mike", me dijo, "tenemos que votar a Trump. TENEMOS que cambiar las cosas". Eso fue todo. Para él, era suficiente. "Cambiar las cosas". De hecho, es lo que Trump haría, y a gran parte del electorado le gustaría ser espectador de ese reality show.
(La próxima semana publicaré mi opinión sobre el talón de Aquiles de Trump y sobre cómo creo que se le puede vencer).
Atentamente, 
Michael Moore
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.
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En USA hay un porcentaje de personas bastante importante que se muestra indecisa entre Trump y Clinton, y dicen que ambas opciones son malas. Los opinólogos en los medios ponen el acento en votar a Clinton para que no gane Trump, sin embargo, se oculta sistemáticamente que existen otros candidatos. Por eso las elecciones son una farsa, porque lo que no está en los medios no existe, y en los medios solo aparece aquello que es funcional a los intereses del mismo sistema de mierda.

Las elecciones en USA son una farsa, como lo ha sido el desenlace final del actual gobierno de España.
Por cierto, una de las traducciones de "trump" es pedo...
Ahi lo dejo!


Las elecciones son una farsa porque las decisiones importantes no las toma el presidente, sino los generales de los ejércitos, los altos funcionarios de los departamentos y agencias federales, los jefes de los servicios secretos y los consejeros que pueblan el gobierno federal. Basta con recordar que el Pentágono acapara la mayor parte del presupuesto federal, y que es de hecho la institución más poderosa de aquel país hasta el punto de haber alterado completamente la naturaleza de su gobierno. De facto EEUU es una dictadura militar donde la economía y la sociedad están diseñadas por y para la guerra
--- bueno, no quitándote la razón, creo que por encima de todos ellos, está la FED, controlada por los 12 bancos privados más importantes de USA___


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10 CLAVES PARA EXPLICAR LA VICTORIA DE DONALD TRUMP

Lo que empezó como una anécdota curiosa, como el capricho de un multimillonario, acabó por convertirse en una sorpresa para muchos ciudadanos que hoy se preguntan cómo un personaje como Donald Trump ha conseguido ser elegido presidente de los Estados Unidos. Uno de los problemas de esta incomprensión es tratar de explicar o juzgar la política norteamericana desde un punto de vista etnocéntrico, igual que nos sucedía, por ejemplo, con la Italia de Berlusconi. El contexto lo es todo y la cultura política y las circunstancias que rodean el clima político, económico y social estadounidense explican cómo se ha desarrollado la campaña de las elecciones presidenciales de 2016.
Ahora se inicia un periodo en el que politólogos, sociólogos y medios de comunicación analizarán minuciosamente todo el proceso electoral y pronto obtendremos con todo detalle las explicaciones de por qué han sucedido. Hasta entonces, te ofrezco una serie de indicadores como claves de la victoria de Donald Trump:
1. Un relato simple y poderoso frente a otro desdibujado. Donald Trump ha sabido leer muy bien qué le preocupaba a la sociedad estadounidense y le ha ofrecido un mensaje con el que identificarse. Podremos no estar de acuerdo, pero era simple y, aunque no explicaba los problemas, identificaba culpables (el establishment), ofreciendo al votante un enemigo sobre el que cargar todos los males de la sociedad norteamericana y, de paso, desviar el discurso de un eje ideológico que le perjudicaba a otro pueblo/abajo-élites/arriba que le beneficiaba. Por el contrario, Hillary Clinton carecía de una narrativa ilusionante y enérgica, más allá de continuar con la labor de Barack Obama, no permitir que Trump fuera presidente o ser la primera mujer elegida presidenta.
2. Abanderar el voto antiestablishment. Trump, a pesar de ser multimillonario, es un outsider de la política, sin ningún tipo de experiencia en gestión pública ni política. Aunque procede de familia rica, encarna el sueño americano de self-made man al multiplicar la fortuna heredada de su padre. Este es un magnífico ejemplo de cómo posicionarte frente a la amplia experiencia de tu contrincante (que fue brillante abogada, primera dama, senadora y Secretaria de Estado) e ilustra una terrible paradoja. Además, Trump ha luchado contra todos (contra la eficaz maquinaria del partido demócrata, contra su propio partido, contra los medios de comunicación y sus analistas, contra las encuestas, contra el mundo del espectáculo y del deporte, contra las bolsas internacionales…), lo que le ha beneficiado reforzando su imagen de candidato ajeno al sistema.
3. Voto reactivo. Ante dos candidatos impopulares, esta ha sido la campaña del mal menor, de la elección entre un candidato malo y otro peor, en la que se ha votado en contra de. Sin embargo, no puedes despreciar moralmente o ridiculizar a los votantes de tu adversario ya que les estarás movilizando contra ti automáticamente. Se ha hablado mucho durante la campaña de que los votantes de Trump eran los blancos sin ingresos ni estudios de zonas rurales frente al cosmopolitismo del electorado de Hillary. Luego hemos visto que esto no ha sido así de forma generalizada, pero el orgullo herido de la clase trabajadora estadounidense ya estaba hecho y reforzaba el relato (y los apoyos) de Trump.
4. Campaña del miedo. Esta ha sido una campaña marcada por el desprecio, la desconfianza y la incertidumbre. Sin duda alguna, una de las campañas más negativas que se recuerdan donde ha habido mucho juego sucio. Pero en este tipo de campañas quien más tiene que perder es el candidato racional, ya que sus propuestas quedan tapadas por el ruido y la intoxicación rival (mejor insultar que argumentar). Como si fuera Frank Underwood en House of Cards, Trump ha puesto al terror como centro de la campaña: terror ante la inmigración, ante la desigualdad y falta de empleos, miedo a la candidatatítere de Wall Street, a una candidata mentirosa, enferma y delincuente por el caso de los correos electrónicos de quien pedía fuera encarcelada… Y este relato ha sido más poderoso que el miedo a la ignorancia, desprestigio, machismo, homofobia y populismo de Trump. En una campaña polarizada y con el miedo como protagonista, ha pesado más el voto anti Clinton.
5. El mito de la financiación. Es una de las reglas no escritas que se ha roto o no se ha cumplido. Donald Trump, con un gasto en la campaña de 700 millones de dólares, se ha impuesto a Hillary que se ha gastado 1.100 millones $. Aunque hay que matizar este punto ya que la principal inversión se produce en anuncios de televisión y aquí Trump ha jugado brillantemente como explicamos en el siguiente punto.
6. El papel de los medios de comunicación. A pesar de haber invertido una tercera parte de lo que su rival se ha gastado en televisión, Trump -el hombre espectáculo-, gracias a sus altisonantes, insultantes y controvertidas declaraciones, estaba constantemente apareciendo en televisión. Y después sus mensajes eran reproducidos en las redes sociales y difundidos (gratuitamente) por otros medios, por lo que llegaba más y mejor a los votantes. Por otra parte, se ha criticado a los medios de comunicación que se limitaran a reproducir sus afirmaciones sin comprobar su veracidad (fact-checking) como finalmente, y ante la reiteración de mentiras (postverdad), se decidieron a hacer The New York Times y The Washington Post.
7. La abstención de las minorías. El otro mito que se ha caído en estas elecciones es el de que sin el apoyo de las minorías, ya sean hispanos o afroamericanos, se puede llegar a la Casa Blanca. Ahora sabemos que, de los que han votado, los afroamericanos lo han hecho mayoritariamente por Clinton, pero no está tan claro que sea así entre el voto hispano. Aquí hay que tener en cuenta también que el voto latino es heterogéneo y no disciplinado (no es lo mismo un mexicano que un cubano, colombiano o puertorriqueño). Por último, se ha hablado mucho del papel que debían jugar los millennials, se supone que a favor de Hillary Clinton, pero parece que no ha sido suficiente, han preferido quedarse en casa o decantarse por candidaturas no tradicionales (como el libertario Gary Johnson, que ha obtenido 4 millones de votos y un 3%).
8. El voto oculto. Tras los fallos de las encuestas en las elecciones del Reino Unido, el referéndum del Brexit o de los acuerdos de paz en Colombia, los sondeos tampoco han acertado el resultado. Es cierto que no se trata de una única elección sino de votaciones en 50 estados (más Washington D.C.) y mayoritariamente han previsto los resultados, pero precisamente donde más falta hacía que arrojaran luz no han sabido detectar el voto oculto, la espiral del silencio y voto final de los indecisos (17% frente al 3% de 2012). Que Trump fuera un candidato atípico y el vaivén de la campaña en su última recta con los escándalos de los vídeos de Trump y acusaciones del FBI a Clinton tampoco han ayudado a consolidar una opinión entre el electorado sino contribuido a la montaña rusa de predicciones demoscópicas.
9. La mala estrategia de comunicación de Hillary Clinton. A pesar de contar con el aprendizaje que supuso la derrota en las primarias ante Barack Obama hace ocho años, Hillary ha cometido errores de bulto en su campaña como ocultar su enfermedad y no saber gestionar una respuesta rápida y convincente, dejarse marcar la agenda por el huracán Trump y no liderar los temas que preocupaban a los estadounidenses y, en definitiva, posicionar un mensaje convincente. El anticandidato Trump -narcisista, populista, ignorante y egocéntrico-, con sus mentiras y con sus insultos, ha sido más eficaz mostrándose como un líder fuerte, sin pelos en la lengua, encarnando la épica del ganador y luchador contra todos.
10. Triunfo del voto pasional. Barack Obama triunfó porque tenía carisma, supo emocionar al electorado y empatizó con él basando su discurso en la ilusión y la esperanza. En estas elecciones el único que ha sabido conectar emocionalmente con el electorado, aunque fuera de una forma visceral, ha sido Donald Trump. Hillary Clinton se ha mostrado -al igual que Al Gore en 2000 frente a George W. Bush- como la mejor candidata posible, la más formada y con experiencia, pero fría e incapaz de levantar ninguna pasión. Le ha pesado la confianza en que mucha gente daba por descontada su victoria y reunir en su candidatura la peor herencia de los mandatos de su marido Bill Clinton y la gestión de Obama. Además, y eso que era fácil, ha sido incapaz de aglutinar el voto antitrump.
En definitiva, el resultado de estas elecciones es fiel reflejo de la sociedad estadounidense, una sociedad descontenta y fracturada que pone de manifiesto la total desconexión entre la política tradicional (las élites, la casta) y los ciudadanos. Que los estadounidenses hayan preferido al outsider Trump -lo nuevo-, evidencia no sólo la ruptura entre la sociedad y la política sino que debe hacernos reflexionar sobre el éxito de las nuevas propuestas populistas y sus atractivos códigos de marketing político. Lo racional, lo establecido, las certidumbres ya no funcionan. Todo está cambiando, estamos en la era de la postpolítica.
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#ISPE: ¿Cambio de régimen global?


El pasado mayo, en una entrevista concedida a Bloomberg, el hoy presidente electo de EEUU, Donald Trump, dijo que en “cinco o 10 años más surgirá un partido de los trabajadores, de quienes no han tenido un aumento de sueldo real en los últimos 20 años y que hoy están muy enojados”. No se equivocó. Según el reciente informe de McKinsey Global Institute “Poorer than their parents” más del 80% de las rentas medias y bajas han caído o están congeladas desde 1990.
Para esos sectores, el lema de campaña de Trump Make America great again tenía todo el sentido del mundo. Un análisis demográfico de The New York Times sobre las primarias republicanas encontró que el nivel de apoyo a Trump tenía una relación directa con la población blanca sin educación media o superior, de religión evangélica. Es decir, las víctimas de la globalización. En las primarias de Michigan, cuna de la industria automotriz, Trump amenazó a Ford con imponer un arancel del 35% a vehículos importados de México si la compañía trasladaba a ese país la planta que iba a cerrar en el Estado. “Música para los oídos de mi Estado”, escribió el cineasta Michael Moore, quien predijo la victoria de Trump en un artículo premonitorio.

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En California, Trump pronunció su discurso más proteccionista y prometió obligar a Apple a fabricar sus iPhones en EEUU y Monessen, Pensilvania, que  fue el corazón de la industria siderúrgica, hoy casi extinguida en el Estado por la competencia del acero chino. Trump explotó así los miedos reales de los blue collar workers o unskilled que han perdido sus antiguos empleos en una industria pesada ya inexistente en Michigan, Ohio, Pensilvania y Wisconsin, los Estados industriales del norte del Medio Oeste.
Esos cuatro Estados, tradicionalmente demócratas y que eligen gobernadores republicanos desde 2010, son zonas sembradas de fábricas abandonadas donde antes trabajaba la próspera clase media blanca –que aún representa el 43% del electorado– y atribuye todos sus males al NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) ratificado en 1994.
En 1953, en el apogeo de su industria, las manufacturas representaban el 28% del PIB. En 2009, esa cifra era el 11%. En 1979, el sector daba empleo a casi 20 millones de trabajadores. Hoy solo son 12 millones y podría caer un 22% de aquí a 2025, según estimaciones del Boston Consulting Group, debido a la robotización. Los robots no cometen errores, no tienen vacaciones y no piden aumento de sueldo. Y ese efecto también comienza a sentirse en el sector servicios, aumentando el subempleo y la precariedad laboral, pese a que desde 2010 el país ha creado 14,9 millones de empleos.
Una reciente encuesta de Pew preguntó: ¿Usted o la gente como usted hace 50 años estaba mejor o peor? El 80% de los votantes de Trump dijo estar peor. Entre los votantes de Clinton fue el 18%. Entre 2001 y 2013 el PIB creció un 20% y desde 1970 se ha triplicado. El problema es que la cifra de desempleo (5%) oculta un alto porcentaje de subempleo y trabajos a tiempo parcial. Según el premio Nobel de Economía Angus Deaton ese grupo demográfico es “propenso a la desesperación porque ha perdido el relato de sus vidas”.
Según la OCDE, mientras en Dinamarca el 90% del aumento del ingreso desde 1990 fue al 90% de la población, en EEUU en el mismo lapso el 80% terminó en manos del 10% más rico. El propio US Census Bureau estima que entre 2009 y 2014 solo el 20% de la población más rica vio aumentar sus ingresos reales. El problema es que Trump explotó el fracaso del sistema en la distribución del ingreso para hacer todo tipo de propuestas demagógicas. Según la Cámara de Comercio de EEUU, si se abre una guerra comercial con China y se desmantela el NAFTA, se perderán 3,5 millones de empleos. Y cerrar las fronteras no devolverá los puestos de trabajo perdidos. Pero si un votante medio no tiene nada que perder, no se va a asustar por la amenaza de una recesión... 
  

¿Por qué en la democracia de EE.UU. el voto es indirecto y cómo funciona realmente el Colegio Electoral?

  • 9 horas














Votantes en Estados UnidosImage copyrightGETTY IMAGES

La elección presidencial del 8 de noviembre en EE.UU. es apenas uno de los capítulos de una novela de trama compleja.
Si bien es el momento culminante -y quizás más importante- de la carrera hacia la Casa Blanca, representa sólo una fase en un largo e intrincado proceso en el que el voto es indirecto y una institución en particular, el Colegio Electoral, tiene un rol clave.
En BBC Mundo te explicamos en detalle cómo funciona el sistema electoral que escogerá al próximo presidente de EE.UU., la democracia más poderosa del planeta.
(Éste fue, precisamente, uno de los temas que más atención generó entre nuestros lectores cuando les preguntamos qué asunto en particular les gustaría que investigáramos sobre la campaña estadounidense).

1. ¿Qué es el Colegio Electoral?





























Colegio Electoral: guía básica para entender cómo funciona el sistema electoral en EE.UU.

En las elecciones presidenciales de EE.UU., el mandatario y el vicepresidente no son elegidos directamente por el voto de los ciudadanos.
Los votantes (unos 218 millones habilitados) en realidad escogen al Colegio Electoral.
Este organismo está conformado por un total de 538 electores provenientes de todos los estados, incluyendo Washington D.C. (el distrito de Columbia).

2. ¿Cómo se decide quiénes y cuántos son los electores?

Son los partidos políticos los encargados de definir quiénes desempeñarán esa función en cada estado, mediante la elaboración de una lista de potenciales electores.
El número de electores que le corresponde a cada estado se calcula en proporción a su población y a la cantidad de congresistas que lo representan (tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado).














El peso de los estados

California, el estado más poblado del país, tiene 55 votos electorales. Washington D.C. y algunos estados pequeños sólo cuentan con tres.
Los residentes en territorios de EE.UU. como Puerto Rico y Guam no votan en las elecciones presidenciales y, por lo tanto, carecen de representación en el Colegio Electoral.

3. ¿Cómo influye el voto de los ciudadanos en la conformación del Colegio Electoral?

Luego de que los ciudadanos votan por su candidato presidencial el día de los comicios, los sufragios se contabilizan a nivel estatal.
En 48 estados y Washington D.C. rige el sistema de "el ganador se lleva todo", en referencia a los votos del Colegio Electoral de cada estado.
Es decir, el postulante que obtiene la mayoría del voto popular en un estado se queda con la totalidad de los electores asignados a ese territorio.
Esto significa que sólo los electores de su partido representarán al estado en el Colegio Electoral.

4. ¿Hay excepciones al sistema de "el ganador se lleva todo"?















Capitolio estatal de NebraskaImage copyrightTHINKSTOCK
Image captionNebraska, una de las excepciones.

Sí, en los estados de Maine y Nebraska.
En ambos casos los electores se asignan a uno u otro candidato presidencial utilizando un sistema proporcional denominado Congressional District Method.
Es decir, los votos electorales se definen según quien gane en cada uno de losdistritos legislativos en los que está dividido el territorio.
Esto significa que si un candidato presidencial no triunfa en el conteo total del estado, de todas manera puede obtener electores que lo apoyen si ha logrado imponerse en uno o más distritos del Congreso.

5. ¿Pueden los electores cambiar su voto?

Según la Constitución de EE.UU., los electores no están obligados a votar según la voluntad de los ciudadanos que representan.
En algunos estados tienen libertad para apoyar al candidato que deseen, mientras que en otros se les exige que voten por el postulante al que prometieron respaldar.
Con todo, en la práctica -y por tradición- los electores suelen respetar la decisión de la población y de su partido.














Electores en EE.UU.Image copyright3DFOTO
Image captionEn general, los electores votan en el sentido que se espera de ellos.

En la historia de EE.UU. sólo ha habido nueve casos en los que los electores que han votado en contra de las instrucciones de su estado.
Son los llamados "electores disidentes", que potencialmente podrían causar en un verdadero dolor de cabeza en caso de una elección reñida.
Sin embargo, según el Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU., hasta el momento estos delegados que cambian de afiliación no han logrado complicar el resultado de ninguna elección presidencial.
Casos de abstenciones sólo ha habido uno: un elector del distrito de Columbia en 2000.

6. ¿Cuántos votos necesita un candidato en el Colegio Electoral para convertirse en presidente?

De los 538 votos electorales, un candidato necesita 270 para alcanzar la presidencia (la mitad más uno).
Ése es el "número mágico".

7. ¿Qué ocurre si ningún candidato alcanza el "número mágico"?















Thomas JeffersonImage copyrightAP
Image captionThomas Jefferson llegó a la presidencia tras un empate en el Colegio Electoral.

En el improbable caso de que ningún candidato obtenga 270 votos en el Colegio Electoral, la encargada de decidir el ganador es la Cámara de Representantes, que debe escoger el nuevo presidente entre los tres postulantes con más respaldo.
El Senado, por su parte, debe llevar a cabo un proceso similar para elegir vicepresidente entre los dos candidatos más votados.
La única vez que esto sucedió fue en las elecciones de 1824, cuando John Quincy Adams fue escogido por la Cámara de Representantes luego de que ningún candidato presidencial obtuviera la mayoría de los votos en el Colegio Electoral.
un empate es muy improbable. Nuevamente, sólo ocurrió una vez. Fue en 1800, cuando Thomas Jefferson y Aaron Burr, aspirantes a presidente y vice del Partido Demócrata-Republicano, obtuvieron el mismo número de votos.
La Cámara de Representantes debió intervenir y eligió a Jefferson como mandatario.

8. ¿Cuándo y dónde se reúne el Colegio Electoral?

La votación del Colegio Electoral tiene lugar en la capital de cada estado entre mediados de noviembre y mediados de diciembre.
El resultado es declarado formalmente por el Senado el 6 de enero y el nuevo presidente toma posesión el 20 de enero.
Sin embargo, en la mayoría de los casos el ganador es anunciado el mismo día de las elecciones, durante la noche.

9. ¿Es posible que un candidato presidencial gane el voto popular pero pierda en el Colegio Electoral?















Al Gore y George W. BushImage copyrightAP
Image captionEn 2000 Gore ganó el voto popular, pero Bush triunfó en el Colegio Electoral. Y hubo quienes propusieron reformar el sistema.

Si bien es poco común, es posible: ha sucedido cuatro veces en EE.UU.
La más reciente fue en 2000, cuando el candidato republicano, George W. Bush,llegó a la Casa Blanca con 271 votos del Colegio Electoral, si bien el demócrata Al Gore había obtenido 540.520 sufragios más que él a nivel nacional.
"A raíz de ello, en varios estados y en círculos académicos comenzó a debatirse la posibilidad de reformar el sistema electoral", le dice a BBC Mundo Thomas Leeper, politólogo estadounidense de la London School of Economics.
"Hay quienes creen que el proceso es defectuoso y en parte injusto, y que debería reflejar más la voluntad popular", completa.
Sin embargo, como el Colegio Electoral está consagrado en la Constitución de EE.UU., cambiar el sistema requeriría una reforma constitucional.

9. ¿Cómo surgió la idea del voto indirecto y del Colegio Electoral en EE.UU.?















Padres fundadores de EE.UU.Image copyrightTHINKSTOCK
Image captionEl sistema electoral fue ideado por los llamados "padres fundadores" de EE.UU.

La idea de definir la presidencia por medio de un cuerpo de electores surgió en elsiglo XVIII y se atribuye a los llamados "padres fundadores" de EE.UU.
En esa época, realizar una campaña electoral a nivel nacional era casi imposible debido al tamaño del país y a las dificultades en la comunicación.
A la vez, EE.UU. no tenía una identidad nacional formada. Los estados eran celosos de sus derechos y el voto popular era temido por su carácter imprevisible.
Fue por eso que los creadores de la Constitución de 1787 rechazaron la idea de que el presidente fuera elegido por el Congreso o por el voto popular.
Sostenían que en ambos casos los ciudadanos optarían por su candidato local y losgrandes estados acabarían dominando la política de EE.UU.
"El sistema electoral estadounidense es un gran compromiso", le explica a BBC Mundo Leeper.
"Fue ideado para alcanzar un difícil equilibrio entre los intereses de los estados y las instituciones centrales, entre la voluntad nacional y la local".