Cuando acabo de impartir en el Máster en Proyectos Arquitectónicos, Diseño Ambiental y Nuevas Tecnologías de la Escuela de Arquitectura de Málaga las clases de la asignatura Herramientas y gestión de empresas y modelos de negocio. Presupuesto y gestión de la construcción verde, me levanto con la noticia de que Felipe Juan Froilán de todos los antros va a cambiar de trabajo y me pregunto si no se me olvidó contar algo en clase.
Froilán cambia de empleo y seguro que, para mejor. Aunque sigamos sin saber en qué consistía el anterior ni seamos capaces de imaginar cómo se podía mejorar. Del trabajo que le buscaron en Emiratos Árabes solo ha trascendido que iba en traje y pasaba 8 horas al día en la oficina. Como la noticia tampoco precisa el motivo del cambio, ignoramos si se ha ido porque la oferta era irrechazable, se había cansado de lo que hacía, o dejaba de hacer, o el aire acondicionado no estaba suficientemente alto y no podía desabrocharse la corbata. El caso es que indago en los medios y lo más que alcanzo a averiguar es que las cualidades del muchacho han seducido al sultán ministro de Industria hasta el punto de ficharlo para la organización de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas, que se celebra en Dubái a finales de año. Cumbre de cuyas conclusiones es responsable la petrolera nacional de los Emiratos Árabes. Que es lo normal en una cumbre preocupada por el cambio climático generado por la quema de combustibles fósiles. Pero como resulta que uno de los premios internacionales de sostenibilidad de mayor cuantía, y auspiciado por la ONU, es el premio internacional de Dubái, tampoco me extraña. En cualquier caso, seguimos ignorando qué misión que reclame la especial confianza del sultán le será encargada. A razón de su meteórica carrera profesional desde sus inicios como relaciones públicas de una discoteca, lo único que podemos suponer es que el muchacho tiene que valer mucho. Leo la noticia y caigo en la cuenta de lo que se me olvido comentar en clase. Se me olvidó decirles que uno no pude dar mucha credibilidad a unos premios sobre sostenibilidad organizados por un país cuya primera reflexión debería ser que allí no se puede vivir sin un brutal gasto energético y una mano de obra extrajera en condiciones inaceptables. Que no debemos esperar mucho de la próxima Cumbre del Clima y que, en ciertos proyectos laborales, hay que valorar qué apellidos tienes.
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