“Querido
amigo: es la envidia lo que les impide ofrecerte felicitación alguna, pues tu
éxito arde en su interior como un fuego corrosivo que les recuerda, con una
claridad insoportable, aquello que jamás podrán conquistar. Y, sin embargo, no
se apartan de ti: permanecen a tu lado, atentos a cada gesto, vigilantes de
cada paso, aguardando con ansiedad la ocasión de tu tropiezo, de tu caída,
semejantes a aves de rapiña que giran sobre el aire sostenidas únicamente por
la expectativa de alimentarse con los restos de tu error.
Te odian, y al
mismo tiempo dependen de ti. No logran sustraerse de tu presencia. Te observan
con una atención que roza la obsesión, escrutan cada movimiento, cada decisión,
sin que los guíe un verdadero deseo de aprendizaje. Lo que los arrastra es una
búsqueda interminable de fisuras en tu camino, de deslices que les permitan
sentirse, aunque solo sea un instante, menos pequeños, menos derrotados. Su
vigilancia carece de admiración: nace de una desesperación corrosiva que los
devora día tras día.
La verdad es
que no ocupas un rincón transitorio de sus pensamientos: los habitas por
entero, sin tregua, a cada jornada. Eres, aun contra tu voluntad, omnipresente
en sus vidas. Por ello, no te detengas. Prosigue tu marcha, continúa
disfrutando tu vida, multiplica tus victorias. Deja que ellos, confinados en la
sombra de tu éxito, consuman su tiempo, su energía y hasta su propia existencia
en una batalla que no dirigen contra ti, sino contra la insoportable evidencia
de su mediocridad.”
Prabhuji
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