Un cuerpo sin alma no es más que un hombre desalentado, flojo, cobarde y perezoso. El alma, por su dimensión espiritual, es el contrapunto de lo corporal y de la vida material. Incluso el fuego necesita del viento para no extinguirse y su fuerza calcinadora, sin el aire, queda reducida a pavesas y cenizas sin posibilidad de rescoldo.
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