UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN ARQUITECTURA LA CONSTRUCCIÓN DEL PAISAJE COMO IDEA EN MÉXICO TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: DOCTORA EN ARQUITECTURA PRESENTA: MTRA. AMAYA LARRUCEA GARRITZ TUTOR PRINCIPAL: DRA. GENEVIEVE LUCET INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ESTÉTICAS UNAM COMITÉ TUTOR: DRA. GENEVIEVE LUCET INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ESTÉTICAS UNAM DR. OMAR MONCADA MAYA INSTITUTO DE GEOGRAFÍA UNAM DRA. CATHERINE ETTINGER MC ENULTY FACULTAD DE ARQUITECTURA UMSNH MÉXICO, D.F. NOVIEMBRE DE 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Tesis para obtener el grado de Doctora en Arquitectura M. en Arq. Amaya Larrucea Garritz Programa de Maestría y Doctorado en Arquitectura Universidad Nacional Autónoma de México Noviembre 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. COMITÉ TUTOR Tutor principal Dra. Genevieve Lucet Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM Dr. Omar Moncada Maya Instituto de Geografía, UNAM Dra. Catherine Ettinger Mc Enulty Facultad de Arquitectura, UMSNH SÍNODO (alfabéticamente) Dr. Xavier Cortés Rocha Dra. Catherine Ettinger Mc Enulty Dra. Genevieve Lucet Dr. Gabriel Mérigo Basurto Dr. Omar Moncada Maya Nerea eta Irunentzaco Aita eta Amarentzako Agradecimientos Agradezco la ayuda y paciencia a los miembros de mi comité tutoral, a la Dra. Genevieve Lucet, al Dr. Omar Moncada Maya, la Dra. Catherine Ettinger McEnulty, el Dr. Xavier Cortés Rocha y el Dr. Gabriel Mérigo Basurto. Gracias también al Dr. Carlos Chanfón Olmos y al Dr. Leonardo Icaza Lomelí quienes fueron parte indispensable de mi formación y de mi desarrollo como investigadora. Agradezco también a los coordinadores del programa de Maestría y Doctorado en Arquitectura, Gemma Verduzco Chirino y Alejadro Cabeza Pérez. Mi gratitud por los comentarios y la ayuda a María del Carmen Meza Aguilar, Elisa García Barragán, Eduardo Baéz Macías, Rosa María Camelo, Ilitia Sauer, Javier Sanchíz Ruiz y sobre todo a Amaya Garritz Ruiz. ÍNDICE INTRODUCCIÓN CAPÍTULO I. EL TERRITORIO COMO UN BIEN LIMITADO PARTE 1. UN TERRITORIO PROPIO Los mapas en la construcción del imaginario de la nación México, un territorio recóndito Humboldt, un punto de partida El Atlas Las Tablas El Ensayo político ¿Descubre Humboldt México para los mexicanos? Los primeros mapas del México Independiente PARTE 2. MAPAS MEXICANOS México sin mapa México en un mapa. La Carta General de la República Mexicana Los mapas y los paisajes. La auto representación de la nación Los paisajes en el Atlas Pintoresco como expresión de México La Carta Orográfica La Carta Hidrológica La Carta Arqueológica La Carta Agrícola La Carta Minera La Carta del Valle de México Valores geográficos en el paisaje mexicano CAPÍTULO II. LA REALIZACIÓN DEL TERRITORIO COMO BELLEZA PAISAJÍSTICA PARTE 1. IMÁGENES DEL PAISAJE MEXICANO Paisaje e imagen visual. (Vislumbres sobre el paisaje) Algunos antecedentes de la pintura de paisajes en México Lo pintoresco La pintura mexicana en la Academia La cátedra de pintura de Eugenio Landesio PARTE 2. PINTURAS EMBLEMÁTICAS DEL PAISAJE MEXICANO José María Velasco, paisajista mexicano El paisaje de Velasco, entre la orientación positivista y el arte El valle de México, paisaje mexicano emblemático Los paisajes en las pinturas de José María Velasco Arte y Paisaje CAPÍTULO III. ACERCAMIENTO AL PAISAJE MEXICANO EN LA POESÍA Algunos antecedentes del paisaje mexicano en la poesía Poesía y romanticismo Paisajes mexicanos en Heredia, Payno, Altamirano y Othón CONSIDERACIONES FINALES EFEMÉRIDES BIBLIOGRAFIA CONSULTADA BIBLIOGRAFIA ESPECIALIZADA INTRODUCCIÓN De la noción de un paisaje mexicano El tema central de este trabajo es el paisaje. Paisaje es una palabra que empleamos cada vez con más frecuencia y que quizá por un sobreuso frívolo empieza a perder su sentido. En el lenguaje común lo asociamos con la vista de un bello escenario natural como una imagen idílica que deseamos. La palabra se ha arraigado como un comodín en el ámbito de la política, la biología, la pintura, la geografía o el urbanismo y se ha convertido en un término difuso. Su constante presencia en el lenguaje actual y su consecuente desgaste irreflexivo, sin embargo, dejan ver que existe una creciente atención y preocupación por el paisaje; algo común en nuestro tiempo. Es evidente para todos que hoy vivimos en paisajes deteriorados, faltos de equilibrio, lejanos y feos. Esos paisajes amenos se han ido. Los sabemos perdidos y reiteramos la preocupación desgastando su verdadera importancia. Su definición se pierde en una idea compleja, de esas que no se dejan apresar y que al llenarse de muchos significados pierde fuerza haciendo evidente la importancia de su atención pero no en términos retóricos, sino de una reflexión y acción profundas. El paisaje es una gran experiencia de la emoción, de la visión y de la contemplación, y asimismo del trabajo humano sobre el territorio y el ambiente. Es un resultado cultural, no intelectual, porque la naturaleza de la que constituye una revelación en el ámbito de las formas, es vivida, sentida y modificada por el ser humano en el transcurso de la historia. Está sujeto a presiones cada vez mayores y su estado exige hondas investigaciones desde las diversas disciplinas que lo abordan. Desde la mía, la arquitectura de paisaje, la reflexión es perentoria ya que esta profesión tiene la peculiaridad de contar con las herramientas para intervenir, diseñar directamente en el paisaje y es su deber proponer proyectos que estén a la altura de este gran reto. Para esto, el momento inicial de la reflexión teórica es indispensable y en nuestros días, urgente. Necesitamos una idea de paisaje que no sea reductiva, pero tampoco excesivamente amplia en la que todos podamos hacer converger nuestras actuaciones sobre el mismo. Requerimos pensar más y mejor antes de actuar. Aún siendo un campo de estudio reciente, la investigación sobre el paisaje goza en otros países, entre ellos en España, de un prestigio cada vez mayor. Su gestión y la intervención en el mismo, tal y como se lleva a cabo entre ingenieros, agrónomos, geógrafos, arquitectos y urbanistas, es lo suficientemente importante como para que algunos editores se hayan encargado de publicar textos que introduzcan a los especialistas en su práctica. Entre ellos desde 2005 destacan en castellano tres colecciones españolas: Biblioteca Nueva, Abada Editores y las coediciones de la Universidad Autónoma de Madrid y la Fundación Duques de Soria. Esto desde luego no quiere decir que son los únicos textos sobre el paisaje pero su principal aportación es haber logrado conjuntar los diferentes puntos de vista y los más actuales en series temáticas. Biblioteca Nueva se ha encargado de traducir a varios de los primeros teóricos del paisaje ofreciendo sendos estudios introductorios. Destacan los textos del geógrafo y hermeneuta Augustín Berque1 que expone la existencia de un estado previo al actual donde el pensamiento paisajero garantizaba la relación armónica del ser humano con la naturaleza; del teórico Alain Roger2 que reflexiona sobre la muerte del paisaje y las confusas relaciones entre el paisaje, el medio ambiente y el arte; y del italiano Raffaele Milani3 historiador de la estética y la relación de esta con la concepción del paisaje. Tres son las colecciones que ha impreso Abada Editores, Lecturas de paisaje, Pensar el paisaje y Textos de paisaje.4 Javier Maderuelo, en una labor encomiable, se ha encargado de compilar, editar y comentar en estas series, los más recientes trabajos que sobre el paisaje se han producido y ha intentado que los diversos enfoques tengan un horizonte común. Pensar el paisaje es una compilación de textos presentados en las reuniones que desde 2006 organiza el CDAN (Centro de Arte y Naturaleza) de la 1 Augustín Berque, El pensamiento paisajero, traducción de Maysi Veuthey a La pensee paysagere; edición de Javier Maderuelo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2009, 134 p., ils. 2 Alain Roger, Breve tratado del paisaje, traducción de Maysi Veuthey a Court traité du paysage, edición de Javier Maderuelo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2007, 211 p., ils. (Colección Paisaje y Teoría, 2). 3 Raffaele Milani, El arte del paisaje, edición de Federico López Silvestre, traducción de Carmen Domínguez, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2007, 250 p. (Paisaje y Teoría). 4 Javier Maderuelo, dir., Paisaje y pensamiento, Simón Marchán, Antonio Gómez Sal, Raffaele Milani, Nicolás Ortega Cantero, Jean Marc Besse, Eduardo Martínez de Pisón. Anne Caliquelin, Augustin Berque, Miguel Aguilo, Javier Maderuelo, Madrid, Abada Editores Pensar el Paisaje, Centro de Arte y Naturaleza, 2006, 254 p. (Historia del Arte y de la Arquitectura). John Brinckerhoff Jackson, Descubriendo el paisaje autóctono, Joan Nogué, ed., Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2010, 280 p. (Paisaje y Teoría). La construcción social del paisaje, Joan Nogué, ed., Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2007, 344 p. (Paisaje y Teoría). El paisaje en la cultura contemporánea, Joan Nogué, ed., Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2008, 302 p. (Paisaje y Teoría). Fundación Beulas de Huesca; Textos de paisaje contiene tres tomos de Michel Baridon5 titulados “Los jardines, paisajistas, jardineros, poetas” de una enorme riqueza reflexiva y reproduciendo además vitales fuentes históricas directas sobre el tema. Por último, Lecturas de paisaje incluye un libro que para mí ha resultado esencial: “El paisaje, génesis de un concepto”, obra del mismo Maderuelo6 en la que busca los momentos de la creación de esta idea y proponiendo que en tanto la palabra paisaje no surge y es usada, el concepto no ha logrado cuajar en la cultura. La Universidad Autónoma de Madrid y la Fundación Duques de Soria han producido importantes textos que son encabezados por Nicolás Ortega Cantero7 y Eduardo Martínez de Pisón.8 En ellos se incluyen las ponencias presentadas en los seminarios que ambos organizan en el Instituto del Paisaje, fundado en 1999. Estas ponencias se dedican a reflexionar algunos aspectos característicos de la visión moderna del paisaje, teniendo en cuenta su doble dimensión natural y cultural. La producción, en este caso desde el año 2000, cuenta con nueve títulos ricos en disertaciones históricas y teóricas. 5 Michel Baridon, Los jardines, paisajistas, jardineros, poetas, traducción Juan Calatrava, revisión de la terminología británica José Tito Rojo, Madrid, Abada editores. Textos de Paisaje, 2004, 550 p. (Historia del Arte y de la Arquitectura). 6 Javier Maderuelo, ed., El paisaje. Génesis de un concepto, Madrid, Abada Editores. Lecturas de Paisaje, 2005, 342 p. (Historia del Arte y de la Arquitectura). 7 Nicolás Ortega Cantero, Lenguajes y visiones del paisaje y del territorio = Langages et visions du paysage et du territoire = Languages and visions of landscape and territory, editado por Nicolás Ortega Cantero, Jacobo García Álvarez, Manuel Mollá Ruiz-Gómez, Madrid , Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Carlos III de Madrid, Asociación de Geógrafos Españoles, c2010, 516 p., mapas. [Texto en español, francés e inglés]. Nicolás Ortega Cantero, ed., Estudios sobre historia del paisaje español, Universidad Autónoma de Madrid, Fundación Duques de Soria y Los Libros de la Catarata, 2002, 186 p. Nicolás Ortega Cantero, ed., Naturaleza y cultura del paisaje, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid y Fundación Duques de Soria, 2004, 221 p. Nicolás Ortega Cantero, ed., Paisaje, memoria histórica e identidad nacional, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid y Fundación Duques de Soria, 2005, 294 p. Nicolás Ortega Cantero, ed., Imágenes del paisaje, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid y Fundación Duques de Soria, 2006, 332 p 8 Eduardo Martínez de Pisón, Miradas sobre el paisaje, Madrid, Biblioteca Nueva, 2009, 285 p. (Paisaje y teoría, 5). Eduardo Martínez de Pisón y Concepción Sanz Herráiz, (eds.), Estudios sobre el paisaje, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid y Fundación Duques de Soria, 2000, 368 p. Eduardo Martínez de Pisón y Nicolás Ortega Cantero, (eds.), La conservación del paisaje en los Parques Nacionales, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid y Fundación Duques de Soria, 2007, 237 p. Eduardo Martínez de Pisón y Nicolás Ortega Cantero, (eds.), La recuperación del paisaje, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid y Fundación Duques de Soria, 2008, 311 p. (Colección-serie conferencia estudios, 131). Eduardo Martínez de Pisón y Nicolás Ortega Cantero, (eds.), Los valores del paisaje, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid y Fundación Duques de Soria, 2009, 322 p. Las discusiones y exposiciones en estos textos, hoy accesibles en las librerías, tienen la virtud de sumirnos en la perplejidad que nos lleva a preguntarnos qué es el paisaje y a hacernos conscientes de que el concepto de paisaje como hoy lo entendemos no ha existido siempre. Nos acerca a la curiosidad entonces de ¿qué tipo de valoración del paisaje había antes? ¿Qué acercamiento al paisaje tenían los antiguos? Estas dos preguntas permanecen irresueltas todavía y en un alto grado de indefinición teórica. Pero la lectura de estos textos me indujo y comprometió a intentar encarar el problema teórico del paisaje desde el ámbito de mi competencia: la arquitectura de paisaje y desde mi paisaje, México. También existen publicaciones en México cuyo tema es el paisaje aunque lastimosamente son textos que aparecen dentro de publicaciones especializadas y no en cuerpos temáticos. Su búsqueda es compleja y por lo tanto las discusiones sobre el tema se ven delimitadas en las diferentes especialidades. Destaco aquí las aportaciones de Johanna Broda9 sobre las concepciones del paisaje desde el mundo mesoamericano. No hay textos específicos, sin embargo México es pionero en Latinoamérica en la creación de la Licenciatura en Arquitectura de Paisaje en la Universidad Nacional Autónoma de México en 1985. El paisaje mexicano es sin duda uno de los valores patrimoniales más grandes de México, sin embargo, la teoría y la historia del paisaje carecen en nuestro país de estudios profundos y del reconocimiento a la altura de su importancia. El problema es paradójico, se está enseñando a intervenir y se está interviniendo el paisaje con poca discusión sobre su naturaleza o los cimientos teóricos e históricos sobre los que ha sido pensado, no existen hoy documentos teóricos e integrados que reflexionen sobre el paisaje en nuestro país y que puedan orientar la construcción de un pensamiento propio. Las consecuencias de este proceder irreflexivo son visibles en nuestro territorio, el deterioro irreversible de los ecosistemas, el uso de la tecnología sin límites y la explotación de la tierra en aras de un progreso mal entendido, han destruido nuestro paisaje. En México, aunque no se trata de textos contemporáneos, debo nombrar algunos autores que en el campo de la investigación científica destacan en la botánica y los estudios fundamentales producidos en el área de ciencias que han contribuido sin duda a conocer 9 Johanna Broda, Stanislaw Iwaniszewki y Arturo Montero, La montaña en el paisaje ritual, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001, 487 p. nuestros paisajes. Maximino Martínez,10 uno de los máximos exponentes de la botánica mexicana que publicó en 1923 el Catálogo de nombres vulgares y científicos de plantas mexicanas. Faustino Miranda,11 quien además organizó el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1958, y que publicó Los tipos de vegetación de México y su clasificación en 1963 y Jerzy Rzedowski12 autor de la Vegetación de México en 1971 que se ha convertido en el libro de referencia sobre el tema. En el ámbito geográfico resalta Enriqueta García Amaro13 con la Carta de climas de la República Mexicana que relacionó el sistema de Köppen con el análisis de la vegetación en México en 1965 que sigue siendo indispensable para la climatología mexicana. Es necesario mencionar también el Anuario de Geografía (1961-1979) editado por la Facultad de Filosofía y Letras. En el ámbito histórico mencionaré a Miguel León Portilla, cuya sensibilidad y profundidad al tratar los temas sobre lo mexicano resulta indispensable para entender todos sus ámbitos, incluyendo desde luego al paisaje en términos conceptuales, cartográficos y e histórico. En cuanto a las aportaciones de la Universidad en el ámbito estético son importantes dos figuras: Manuel Toussaint14 quien fundó el Laboratorio del Arte Mexicano en 1935, antecedente del Instituto de Investigaciones Estéticas, y el destacado historiador del arte mexicano Justino Fernández,15 quien es una autoridad en estos temas. Estructura de la tesis Partiendo de estos antecedentes, el objetivo de esta investigación es discernir qué tipo de imaginario colectivo se fue construyendo sobre el paisaje mexicano en el transcurrir del siglo XIX, momento que coincide también con la constitución de la nación. Conocer sus características es indispensable para entender nuestra visión y la forma en que estamos 10 Maximino Martínez, Catalogo de nombres vulgares y científicos de plantas mexicanas, México, Botas, 1937, 552 p. 11 Faustino Miranda y Efraín Hernández, Los tipos de vegetación de México y su clasificación, México, Sociedad Botánica de México, 1963, p. 29-129. 12 Jerzy Rzedowski, Vegetación de México, con la parte correspondiente de la vegetación litoral marina a cargo de Laura Huerta M., 1a ed., México, Editorial Limusa, 1978, 432 p., ils. 13 Enriqueta García Amaro de Miranda: Antología, Roger Orellana Lanza y Rosalía Vidal Zepeda, editores, México, Centro de Investigación Científica de Yucatán, UNAM, Instituto de Geografía, 2005, 558 p., ils. 14 Manuel Toussaint, Arte colonial en México, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1948, 501 p. 15 Justino Fernández, El arte del siglo XIX en México, [2ª ed.], México, UNAM. Instituto de Investigaciones Estéticas, 1967, vi, 256 p., láms. actuando hoy sobre el mismo. Como señala Hegel, “lo conocido no por ello es reconocido”. Debemos enfrentarnos con este imaginario para descubrir en cual estamos inmersos porque no lo podemos ver inmediatamente. Solamente a través de esa consideración podemos constatar cuáles son nuestros valores actuales y anteriores, que se ganó y perdió o que es necesario recuperar y en suma si hay una idea de identidad nacional en ese imaginario paisajístico o no. El punto inicial de búsqueda es que el paisaje se constituye, a partir del siglo XIX, como un elemento central en el imaginario colectivo de lo mexicano. Esta tesis se construye desde dos reflexiones de Javier Maderuelo: la primera, la importancia del uso de la palabra paisaje como un signo de su existencia y la segunda el origen del concepto en la pintura. Sobre el primer asunto empezaré por citarlo, “El paisaje no tiene una existencia autónoma porque no es un lugar físico sino una construcción cultural, una serie de ideas, de sensaciones y sentimientos que surgen de la contemplación sensible del lugar”.16 Afirma también que la génesis del concepto paisaje en la historia, puede rastrearse en diferentes manifestaciones, tales como el diseño y creación de jardines, la mención en la literatura de parajes agradables, la representación pictórica de lugares reales, la aparición de logias y miradores en los edificios y sobre todo, la consolidación de un término lingüístico para nombrarlo. El uso de la palabra es antiguo, sin embargo en castellano, el término localiza su definición en el Diccionario de Corominas17 en 1708 y en el Diccionario de Autoridades, donde se define: Paisaje: Pedazo de país en la pintura. Topia. País: Región, reino, provincia o territorio. La pintura en que están pintadas villas, lugares, fortalezas, casas de campo y campañas. Pintase por lo común en lienzos más anchos que altos, para que comprendiendo más horizonte se puedan variar más los objetos. En el origen, como vemos, hay dos relaciones indispensables en el nacimiento formal del término paisaje, el país y la pintura. País, no es solamente un área soberana perfectamente delimitada en kilómetros cuadrados como ahora se entiende, sino que se refiere a un territorio con el que se identifica un pueblo. La pintura y las implicaciones del 16 Javier Maderuelo, Nuevas visiones de lo pintoresco. El paisaje como arte, Teguise, Fundación César Manrique, 1996, p. 10. 17 J. Corominas, Breve Diccionario etimológico de la lengua castellana, Madrid, GREDOS, 1983, p. 628. paisaje en la relación con la imagen y el sentido de la vista, son otro de los aspectos que se desarrollarán en este texto. México como nación independiente se construyó y se sostiene con diversos puntales, entre ellos, de vital importancia, al menos durante el periodo decimonónico, fue la idea de paisaje mexicano. Se estableció aquí una relación de doble consecuencia ya que el paisaje sostiene también la idea del país. El término de la guerra por la independencia en 1821 fue el inicio de México como país pero todavía se tendría que recorrer un larguísimo camino para construir cabalmente la Nación. Este camino tiene un momento definitorio en la valoración del paisaje como elemento esencial. Poco a poco surge una estructura política y una identidad social-étnica pero el momento de la valoración del paisaje propio es central en la autoconciencia de un país. El auto reconocimiento del territorio como paisaje mexicano tiene su momento constitutivo cuando se cantan las bellezas del paisaje identitario y en esta exaltación surge el orgullo nacional. La segunda reflexión de Maderuelo está vinculada a que el origen del concepto está en la pintura de paisaje. Este autor explica que la noción de paisaje que nosotros tenemos surge en la modernidad y se ha quedado fijada en el arte de manera más visible. Surge desde las discusiones filosóficas de la escuela de Chartres sobre lo bello en la naturaleza pasando por las idealizaciones de los lugares en la literatura arcádica del siglo XVII hasta llegar a la madurez de la escuela flamenca de pintura de paisaje en donde este aparece en toda su plenitud. La idea nace de la mano de la pintura. Otro autor, Eduardo Martínez de Pisón ha escrito, “un paisaje no es solo un lugar, es también su imagen”.18 La producción de una imagen, de una pintura requiere de la distancia entre el humano y la naturaleza. En esta percepción, el paisaje se mira a través del sentido de la vista y se parte de la forma propia de la ilustración, que requiere de un observador y un objeto observado. Sobre este precepto debatiré a lo largo de la tesis, ya que considero que ahondar en lo que implica en nuestra concepción del paisaje es indispensable para entender como nos relacionamos hoy con él. Me parece vital estudiar las características de este discurrir histórico en México 18 Nicolás Ortega Cantero, “Naturaleza y cultura en la visión geográfica moderna del paisaje”, en Naturaleza y cultura del paisaje, Madrid, Fundación Duques de Soria, 2004, p. 10. mirándolo como fenómeno complejo y no madurado únicamente como imagen en la pintura. Pues bien, en esta tesis y para acercarme al fenómeno del paisaje mexicano propongo un abordaje a través de los enfoques que nos llevan a las diferentes aristas que construyeron el origen de su imaginario. La idea sobre el paisaje mexicano tomó una forma clara, a mi juicio, alrededor de la segunda mitad del siglo XIX y para comprenderlo cabalmente he armado este texto a partir de tres enfoques –racional cuantitativo, estético y poético–. Desde estas visiones intento tematizar la confluencia entre estos tres aspectos para asomarme a entender lo que significó el paisaje mexicano a los ojos del momento histórico que lo concibió. Con la finalidad de hacer el escrito claro y de recalcar las ideas más importantes sin perdernos en datos que tratados de forma extensa podrían perder su fuerza, he seleccionado un personaje central para cada momento que me ayude al análisis para fijar una línea reflexiva más clara. Así, el primer momento de corte del conocimiento –racional cuantitativo–, aparece el capítulo titulado El territorio como un bien limitado, en el que se describe el desarrollo de la cartografía de México. Para dibujar un mapa en el siglo XIX se requería del conocimiento de un territorio y de la definición política de sus límites. La representación de un mapa inaugura su imagen como símbolo asociado a la idea de una nación. El texto parte de una breve descripción de los mapas novohispanos, de la obra de Humboldt, antecedente fundamental de la cartografía decimonónica y de los diferentes intentos de construirla. En este caso, la línea central está estructurada a partir de los trabajos del célebre geógrafo Antonio García Cubas quien además de haber sido el primer mexicano en publicar en México el indispensable y esperado mapa de México, tiene la peculiaridad de ilustrar sus trabajos con paisajes lo que nos descubrirá la esencia de un paisaje vinculado al territorio. Para esta parte he tomado como base los escritos de Miranda19 sobre Humboldt, de Moncada Maya sobre la historia de la geografía en México20 y la compilación de textos de 19 José Miranda, Humboldt y México, 2ª ed., México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1995, 246 p. (Serie Historia novohispana, 19). 20 José Omar Moncada Maya, El nacimiento de una disciplina la geografía en México, siglos XVI a XIX, México, UNAM, Instituto de Geografía, 2003, 131p. (Temas selectos de Geografía de México). El quehacer geográfico instituciones y personajes, 1876-1964, coord. José Omar Moncada Maya, Patricia Gómez Rey, México, UNAM, Instituto de Geografía, 2009, 140 p. (Geografía para el siglo XXI Serie textos universitarios, 5) reciente aparición coordinados por Herrejón21 ambos sobre la formación de la Geografía en México, específicamente sobre el siglo XIX el texto de Tamayo22 y el de O ´Gorman23 el texto sobre las divisiones territoriales. El valor estético del paisaje mexicano aparece en el segundo capítulo La realización del territorio como belleza paisajística. Inicio con las disertaciones sobre la definición de paisaje como un término ligado a la pintura y las implicaciones que tiene el predominio visual en su conceptualización. Paso así al tema que parte del cierre del capítulo que lo antecede, en el que se hace patente que se poseía un territorio y se había logrado delimitarlo, pero quedaba por construirse una valoración estética que lo ligara emocionalmente a sus habitantes. Aquí el nombre que está indisolublemente ligado al paisaje pictórico de México es José María Velasco.24 Este artista observó y decidió plasmar en sus pinturas la belleza del territorio de su nación y a través de su representación despertó un aprecio artístico por su paisaje que, representado en sus pinturas se hicieron imágenes emblemáticas. La obra de Velasco es el detonador de la valoración estética del paisaje mexicano y una piedra angular en el imaginario paisajístico nacional. Como antecedentes novohispanos se hace mención de los paisajes en los cuadros de castas y sobre la influencia de la visión paisajística de los viajeros extranjeros a este territorio. Aquí desde luego el investigador que más ha trabajado a Velasco como pintor es Xavier Moyssén 25 y considero también indispensables los enfoques de Elías Trabulse 26 en la visión del pintor como científico y Elisa García Barragán 27 desde el arte y la estética. He utilizado también la obra de María Elena Altamirano,28 cuya cuidada edición me ha permitido ver con calma y lupa los idílicos paisajes de Velasco. 21 Carlos Herrejón Peredo, La formación geográfica de México, México, CONACULTA, 2011, 312 p. 22 Luz M. Oralia Tamayo P. de Ham, La geografía, arma científica para la defensa del territorio, México, UNAM, Instituto de Geografía, 2003, 131p. (Temas selectos de Geografía de México). México 2001, 188 p. 23 Edmundo O´Gorman, 3ª ed., Historia de las divisiones territoriales de México, México, Porrúa, 1966, 319 p. 24 Ver Anexo (Bibliografía especializada sobre José María Velasco. Su obra y estudios sobre ella). 25 Xavier Moyssén, José María Velasco: un estudio sobre su obra, Xavier Moyssen, México, SEP, Fondo Editorial de la Plástica Mexicana, 2004, 143 p., il. 26 Elias Trabulse, La ciencia en el siglo XIX, 2ª ed., México, Fondo de Cultura Económica, 2006, 299 p. (Biblioteca Universitaria de Bolsillo). 27Elisa García Barragán, Dibujo y grabado en los siglos XIX y XX, Madrid, La Muralla, 1982, 41 [1] p. + 60 diapositivas. (Historia del Arte Mexicano, 11). 28 María Elena Altamirano, Arte teotihuacano, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1994, vii, 28 p., + 36 diapositivas. (Imágenes de Arte Mexicano). Por último, en el Acercamiento al paisaje mexicano en la poesía, intento una mirada a los escritos que se ha ocupado del paisaje de México para buscar las primeras huellas y la evolución de la idea en el imaginario literario. Se abordan como antecedente algunos textos novohispanos de gran interés y se incluyen fragmentos y comentarios sobre la poesía de la primera parte del siglo XIX. La poesía está hoy tan lejos de nuestras vidas que es muy difícil imaginarla indispensable en la creación del vínculo entre el alma humana y el paisaje. La poesía que aborda el paisaje mexicano, es una forma de apreciación que no es la cultura de la mirada sino una manera empática en la que la naturaleza se concibe en un todo con el humano. Dada la complejidad del tema, considero que esta parte del trabajo es una propuesta abierta que es un primer intento de acercarse al mundo de la poiesis decimonónica buscando sus aportaciones para construir la idea del paisaje mexicano. En la prolífica obra poética del siglo XIX y en su participación en la vida cotidiana burguesa veremos algunos ejemplos en los que podremos asomarnos a la idea del paisaje mexicano en poetas como Bernardo de Balbuena,29 Rafael Landivar30 y Juan Francisco de Castañiza Larrea31 entre otros y más adelante abordo a José María Heredia,32 Ignacio Manuel Altamirano33 y Manuel José Othón. 34 Una falta de fortuna para redactar este capítulo, signo de la poca importancia que se da a la poesía en nuestros días, que no puedo dejar de mencionar, es la escasa publicación accesible de la obra de estos autores. Por esta razón, además de la necesidad de acotar el tema, para abordar este capítulo partí de dos textos que me guiaron para la revisión específica de los autores y obras más significativas y cercanas al tema del paisaje. El primero es un ensayo de Alfonso Reyes, escrito y publicado en 1911 que se intitula: El 29 Bernardo de Balbuena. La grandeza mexicana y Compendio apologético en alabanza de la poesía, estudio preliminar de Luis Adolfo Domínguez, [1ª ed.], México, Editorial Porrúa, xl, 155 p. (Colección “Sepan cuantos”, 200). 30 Rafael Landívar, Rusticatio Mexicana, Bononiae, Ex Tip. S. Thomae Aquinatis, 1782, xxviii, 209 p., il 31 Juan Francisco de Castañiza Larrea y González de Agüero. Publicado por Felipe de Zúñiga y Ontiveros con el título Obras de eloquencia y poesía premiadas por la Real Universidad de México en el certamen literario que se celebró el 28 de diciembre de 1790, 5 páginas y 20 estrofas 32 José María Heredia. Poesía completa. Edición de Carmen Alemany Bay. Madrid, Verbum, 2004, 294p. 33 Paisajes y leyendas, tradiciones y costumbres de México: primera y segunda series, introducción de Jacqueline Covo; recopilación Ralph E. Warner, México, Porrúa, 1999, xxxvi, 274 p. (Colección “Sepan cuantos, 275”). 34 Manuel José Othón, Paisajes, prólogo y selección Manuel Calvillo, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 1994, 116 p. paisaje en la poesía mexicana del siglo XIX.35 El segundo, el libro de Montserrat Galí Boadella, Historias del bello sexo36 que discute los términos de la introducción del romanticismo en México en la primera mitad del siglo XIX con la visión propuesta por la historia cultural. He contado también con la publicación de reciente aparición de la obra completa de Ignacio Manuel Altamirano editada por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.37 La poesía se presenta en este capítulo como la posibilidad, que al menos como anhelo existió, de una relación diferente con la naturaleza. Lo ilustro a través de una bella y sugerente frase de Vasconcelos: …he pensado en alguna religión nueva que alguna vez soñé predicar; la religión del paisaje, la devoción de la belleza exterior, limpia y grandiosa, sin interpretaciones y deformaciones; como lenguaje directo de la gracia divina. La adoración del paisaje que es hálito maestro y temblor del mundo en toda su infinita magnificencia. El alma y el mundo fundidos y como recién creados en el seno de la potencia que supera la realidad ordinaria y redime las dos vidas, la vida atormentada del alma y la vida inerte de la naturaleza.38 En la última parte se incluyen las reflexiones finales, una suerte de repaso de lo que significó el paisaje mexicano que se construyó a la par de la construcción de la nación desde la ciencia, la pintura y la poética. Una reflexión también o un esbozo de hacia dónde pueden haber derivado estas líneas y un asomo al estado de conservación de los sitios que fundaron emblemáticamente el paisaje mexicano. 35 Alfonso Reyes. “El paisaje en la poesía mexicana del siglo XIX”, en Obras completas. Tomo I. Letras mexicanas, México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 195-245. 36 Montserrat Galí Boadella, Historias del bello sexo. La introducción del Romanticismo en México, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2002, 548 p. (Estudios de fuentes del arte en México, 72). 37 Obras completas. Ignacio Manuel Altamirano, Iconografía, 2ª ed., México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Gobierno Constitucional del Estado de Guerrero, Fondo de Cultura Económica, 1998, prólogo de José Luis Martínez, investigación iconográfica, antología, introducción y notas de Catalina Sierra y Cristina Barros. Ignacio Manuel Altamirano. Para Leer la patria diamantina. Una antología general, selección y estudio preliminar de Edith Negrín, ensayos críticos de Manuel Sol, Rafael Olea Franco, Luzelena Gutiérrez de Velasco; cronología de Nicole Girón, México, Fondo de Cultura Económica, Fundación para las Letras Mexicanas, UNAM, 2006, 426 p. (Biblioteca Americana. Viajes al siglo XIX). Obras completas. Ignacio Manuel Altamirano, XII. Escritos de Literatura y Arte, Tomo 1, 2ª ed., Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, 2011. 38 Citado en José María Lugo, Esquemas para una religión del paisaje. Ensayo sobre la poesía de Carlos Pellicer, Monterrey, México, Universidad de Nuevo León, 1965, p.70. A manera de guía he preparado una semblanza alrededor del complejo México decimonónico que intercala los principales acontecimientos políticos con la historia de los personajes de cada capítulo y he incluido también una relación bibliográfica extensa de cada autor con el interés de que los lectores puedan acercarse a las fuentes directas y a los textos producidos por y sobre los mismos. Para vislumbrar el paisaje mexicano he tomado el consejo de Joan Nogué, quien afirma que “El paisaje se concebirá como una forma, pero también como una metáfora y como un sistema de signos y de símbolos. Para entender un paisaje es necesario acercarse a sus representaciones escritas y orales, no solo como ilustraciones de dicho paisaje, sino como imágenes constitutivas de sus significaciones.” En esta tesis, aquí, he revisado la producción geográfica más destacada, he estudiado las magnificas representaciones del territorio de México, he observado con cuidado las pinturas del más grande paisajista mexicano y he leído con tiento la bella poesía mexicana de paisaje para aclarar los significados y valores que lo fundaron, como luz para buscar los caminos que nos lleven hoy a su resignificación y rescate. Con el fin de destacar el origen de esta investigación y el método empleado en la misma considero pertinente incluir explícitamente un resumen de estos. La problemática de la que parte el tema es la constante intervención sobre el paisaje que se hace sin tener una reflexión sobre la naturaleza de la idea del paisaje mexicano y sus valores. Prácticamente no existen en México documentos que de manera integral aborden los cimientos teóricos e históricos sobre los que se sostiene la idea del paisaje mexicano, asunto que hoy en día resulta impostergable. Si bien esta tesis no pretende dar una solución a este enorme problema su objetivo es contribuir al inicio de una discusión sobre este tema a través de la búsqueda del imaginario que le dio origen que aliente a una reflexión teórica que construya un pensamiento propio y consciente de los valores que contiene. Partiendo de estos antecedentes, el objetivo de esta investigación como señalé es discernir qué tipo de imaginario colectivo se fue construyendo sobre el paisaje mexicano en el transcurrir del siglo XIX, momento que coincide también con la constitución de la nación. La hipótesis de trabajo está en que la idea del paisaje mexicano se construyó durante el siglo XIX como un elemento central en el imaginario colectivo que formaba la idea de México. El paisaje mexicano surge del auto-reconocimiento del territorio como un paisaje propio que al valorarse desde distintos ámbitos de la cultura se hace un puntal indispensable para la propia idea de la nación mexicana. El foco de la investigación está en el paisaje mexicano que en sí mismo forma parte de un imaginario que se fija de manera ideal sobre el concepto de la totalidad de la nación. Es en realidad una idea conformada por la selección de imágenes y conceptos que dan origen a su significación. México está formado por múltiples paisajes, que podríamos llamar regionales o locales, sin embargo durante el siglo XIX, en diferentes ámbitos culturales y momentos históricos, se hace una selección de los que pasarán a conformar la idea totalizadora del paisaje mexicano que la materia de trabajo de este estudio. El método empleado para acercarme al fenómeno de la génesis del paisaje mexicano toma herramientas de análisis utilizadas por la investigación en las ciencias sociales y en la investigación histórica. Se partió de la revisión de los aspectos relevantes en la cultura decimonónica a fin de conocer las manifestaciones más relevantes de la época en relación con el paisaje mexicano. Por otra parte, se hizo un análisis detallado de los autores más destacados y actuales sobre temas de teoría sobre el paisaje para encontrar las bases de las distintas posturas ante el estudio de este fenómeno y sentar la base de abordaje de la investigación. Así, se revisaron fuentes documentales del siglo XIX, y las publicaciones recientes sobre la cartografía, las imágenes del paisaje y la poesía decimonónica para analizar las características particulares de cada una, su contexto y su producción, así como el papel que jugaron en la vida cotidiana de México independiente para encontrar a su vez las relaciones que existieron entre estas. Inicialmente a través de la síntesis se buscó partiendo de muestras culturales simples como mapas, pinturas o poemas para lograr encontrar los símbolos complejos que se encuentran relacionados con la idea del paisaje. En una segunda etapa y después de una descripción detallada del material localizado se utilizó el método comparativo para confirmar o descartar la hipótesis de trabajo y a través de este poder explicar las razones y los hallazgos novedosos. La hipótesis central habla del reconocimiento del valor del paisaje mexicano en diferentes ámbitos culturales y como parte del método de trabajo se decidió acotar los objetos de estudio limitándolos a la cartografía, la pintura y la poesía al detectar su importancia en contexto mexicano decimonónico para lograr un análisis más completo de los fenómenos y a través de ellos contar con la profundidad suficiente para fundamentar las ideas y hallazgos en el trabajo. Con este mismo sentido, el trabajo incluye los paisajes que se relacionan con la idea de la totalidad en la que se imagina a la nación mexicana y por lo tanto no se analizan de manera detallada los paisajes relacionados con diferentes regiones o localidades. Estos límites en el estudio dotaron a la investigación, de un campo lo suficientemente fértil para aportar conocimiento novedoso redondeando las ideas principales y no dispersando la profundidad en los puntos de análisis. CAPÍTULO l. EL TERRITORIO COMO UN BIEN LIMITADO PARTE I. UN TERRITORIO PROPIO Los mapas en la construcción del imaginario de la nación Los mapas son espejo en que se miran las tierras del mundo. Miguel León Portilla1 Los mapas se realizan para representar un territorio y al ser una imagen encierran la posibilidad de ser interpretados bajo la lupa de cada momento histórico. En su momento son dibujados con un fin determinado pero nos permiten mirar más allá de su propósito inicial. Un mapa del pasado puede verse hoy como parte del fenómeno cultural al que pertenecieron y lograr entenderlos en la complejidad que los produjo. En este capítulo me acerco a la cartografía producida en el México Independiente, mientras germinaba la nación –México– en un ambiente convulso, se intentaba solidificar la imagen de su territorio en un mapa nacional. Estos mapas son un símbolo asociado a la idea de nación. Al mirar con detenimiento el que hoy podemos considerar el primer mapa de México de Antonio García Cubas, descubro que la idea del territorio mexicano está indisolublemente ligada a la idea de la grandeza de su paisaje. A este vínculo están dedicadas las siguientes líneas. Como comenta Enrique Delgado, “Los documentos cartográficos guardan siempre un significado que brota con todo un trasfondo cultural, rico en mensajes que revelan las concepciones del espacio”. 2 Los mapas del siglo XIX mexicano ya han absorbido la cultura, los símbolos y la ciencia propia del mundo occidental y por lo tanto el lenguaje valorativo en ellos está ya severamente reducido, sin embargo aún contienen los rastros de los valores que destacaron en la fundación de la nación. Estos comprenden una serie de datos que buscan representar un territorio además de sus características cuantitativas. En este intento de representación gráfica, el cartógrafo necesita seleccionar algunas particularidades, en algunos casos la topografía, en otros los límites políticos o algún otro contenido temático, que develan una elección de valores nacionales entre los que sin duda destaca el paisaje. 1 Miguel León Portilla, prólogo a Mercedes Montes de Oca Vega, et al., Cartografía de tradición hispanoindígena. Mapas de mercedes de tierra siglos XVI y XVII, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, Archivo General de la Nación, 2003, p. 5. 2 Enrique Delgado López, “Paisaje y Cartografía de la Nueva España. Análisis de dos mapas que acompañan al corpus de las relaciones geográficas”, en Estudios de Historia Novohispana, v. 28, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 2003, p. 95, 97. El nacimiento consciente del nacionalismo mexicano puede situarse alrededor de la mitad del siglo XIX, momento en el cual la construcción de mapas más precisos empezaba a ser posible gracias a los avances y las herramientas técnicas de medición que se empezaban a utilizar en nuestro país. Los mapas más puntuales nos hablan de la necesidad de conocer el territorio para fundar las bases certeras de la nación, forman una relación de doble consecuencia, en el que las ideas, los valores del momento se permean en los mapas, que a su vez contribuyen a formar los imaginarios sobre la nación. Existen importantes estudios sobre la construcción del nacionalismo que podrán apoyar esta idea. Benedict Anderson, destacado teórico del fenómeno del nacionalismo afirma en su más conocido texto sobre el tema, Comunidades imaginadas: “No hay duda de que la cartografía desempeñó un importante papel en la formación del Estado - Nación en el sentido de contribuir a la consolidación de identidades nacionales.” El autor considera al mapa como “logotipo” que en el siglo XIX, “penetró profundamente en la imaginación popular, formando un poderoso emblema de los nacionalismos que por entonces nacían”.3 La nación, explica este autor es una construcción imaginada que requiere de apoyos para establecer vínculos, lazos entre los grupos humanos y su conciencia sobre un territorio común. Lo que refuerza la idea de nación es la posibilidad de que un grupo amplio de personas esencialmente ajenas entres sí, se conciban como propietarias de un bien común. Esta idea es una tarea impuesta a partir de elementos culturales concebidos políticamente y que tienen diferentes manifestaciones, entre ellas, la manifestación de la existencia de un territorio que pertenece a ese grupo de personas es el uso de la cartografía. Un mapa contiene los datos racionales-cuantitativos necesarios para delimitar y conocer un territorio y contiene también los valores, los símbolos y la sensibilidad que los reconoce como un bien común. Son símbolos en sí mismos y fundan símbolos nacionales al mismo tiempo. Para lograr la creación de las naciones, fenómeno propio del paso entre el siglo XVIII y XIX en gran parte del mundo, en materia científica y objetiva era necesario afianzar el territorio a través de su representación cartográfica y los mapas que fueron realizados o los proyectos que se iniciaron para construirlos son también una huella, una interpretación sobre el mismo. Como una construcción cultural, el lenguaje, al ser una 3 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 244-245. manera de describir un sitio tanto lingüística como gráficamente, conforma el entorno; el mapa forma parte de ese lenguaje, de esa ansiedad por describirlo. “Los mapas no solo trazan los contornos de algún territorio, sino que se convierten en documentos que contribuyen a reelaborar una interpretación del mundo conocido, enmarcando en ello toda una concepción cultural”. 4 Los mapas de esta época muestran las búsquedas de lo nacional y lo que esto significa para cada uno de los estados en formación. En los mapas, producto del género humano, el espacio representado es cambiante y su calidad y su realidad se altera en la proporción de la demanda de los requerimientos vitales, es decir un mismo territorio puede ser representado de maneras diferentes de acuerdo a lo que se busque destacar sobre el mismo y por lo tanto, siguiendo a Delgado, “como documento histórico-geográfico −el mapa− detiene el tiempo y se convierte en una ventana que permite asomarse a una cosmovisión del pasado. 5 Los mapas del siglo XIX mexicano representan las preocupaciones de su momento histórico, caracterizado por la construcción de la nación a partir de momentos de conflicto e incertidumbre en la primera parte y de la posible fragmentación en la segunda. En esta parte buscaré los valores destacados en los primeros mapas de México para analizar los que contienen elementos paisajísticos que a mi parecer contribuyeron a construir la nación y su idea sobre paisaje mexicano. México, un territorio recóndito Desde luego que fueron muchos los efectos de la escisión novohispana de la corona española. La ganancia de la soberanía y la propia capacidad de conducción estuvieron sin duda entre las más apreciadas, pero en términos espaciales, tangibles este grupo de habitantes había conseguido la posesión de un territorio. Un territorio rico que tenía un gran valor simbólico pero que era desconocido, una incógnita en muchos sentidos. Este desconocimiento fue la constante durante al menos la primera mitad del siglo XIX y una tarea prioritaria durante la segunda. Después de la lucha independentista, como señalé, la nación era un bien ampliamente imaginado y vagamente preciso. La empresa que quedaba por delante no 4 Delgado López, op cit., p. 94. 5 Ibídem., p. 97. solamente era compleja sino incierta en términos de política interna y externa. La realidad nacional se veía modificada en brevísimos lapsos de tiempo, entre convulsiones y levantamientos, decisiones y consecuencias. En este ambiente nacía la imperiosa necesidad de asir los bienes objetivos que pertenecían a la nación, entre ellos y de primer orden, el territorio del país que consolidaría los sueños independentistas y evitaría el desmoronamiento de la nación. Describiré aquí brevemente algunos de los antecedentes cartográficos novohispanos como un punto de partida ya que concuerdo con la idea de O’ Gorman de que estos “son solo el antecedente geográfico, pero no ideológico de los del México independiente”. 6 Para lograr la creación de las naciones, fenómeno propio del paso entre el siglo XVIII y XIX en gran parte del mundo, era necesario afianzar el territorio a través de su representación cartográfica y los mapas que fueron realizados o los proyectos que se iniciaron para construirlos, son también una huella, una interpretación sobre lo nacional. Como una construcción cultural, el lenguaje, al ser una manera de describir un sitio tanto lingüística como gráficamente, conforma el entorno y el mapa forma parte de ese lenguaje, de esa ansiedad por describirlo. “Los mapas no solo trazan los contornos de algún territorio, sino que se convierten en documentos que contribuyen a reelaborar una interpretación del mundo conocido, enmarcando en ello toda una concepción cultural”. 7 Los mapas de esta época muestran las búsquedas de lo nacional y lo que esto significa para cada uno de los estados en formación. Hay una diferencia fundamental entre la cartografía virreinal y la de México como nación independiente. La conformación novohispana carece del aspecto político que es la esencia de la republicana. . “en la colonia tratase de una necesidad de hecho; en la República, de una necesidad de derecho. En la colonia las provincias surgen como resultado de fenómenos históricos reflejados sobre el territorio y reclaman un reconocimiento legal; en la República las entidades se crean o desaparecen por ministerio de la ley”.8 Podemos así entender que los mapas novohispanos especialmente los anteriores a los Borbones, pertenecen a un mundo muy diverso que ideológicamente está muy lejos de 6 Edmundo O’Gorman, Historia de las divisiones territoriales de México, 3ª. ed., México, Editorial Porrúa, 1966, p. 3. 7 Delgado López, op.cit., p. 94. 8 O’Gorman, op. cit., p. 4. las búsquedas del México Independiente, sobre este asunto se podría profundizar en otro estudio sobre los importantes mapas incluidos en las Relaciones Geográficas del siglo XVI. Puedo distinguir en la cartografía novohispana dos momentos productivos, uno entre los siglos XVI y mediados del XVIII y otro en concordancia con el pensamiento ilustrado que podemos considerar que fueron el punto del que se partió para formar las cartas de México. Al mirar los antiguos mapas novohispanos podemos diferenciar entre las representaciones de al menos tres escalas, la local, la regional y la del territorio general. Los planos a escala local y regional de los siglos XVI y XVII son particularmente interesantes para acercarnos a la idea del paisaje en la Nueva España por ser muchos de ellos ilustrados en una suerte de amalgama con las formas mesoamericanas. Ya que este asunto no forma parte de los objetivos de este trabajo me parece pertinente recomendar dos libros, Cartografía de Tradición Hispanoindígena9 en el que se analizan los mapas mestizos que a juicio de León Portilla se elaboraron como respuesta a requerimientos de la vida diaria. En estos mapas, explica, “se contemplan montes, ríos, caminos, casas, templos animales y gente… a través de ellos podemos asomarnos a sus formas de concebir el espacio y el tiempo. Y El realismo circular. Tierras, espacios y paisajes de la cartografía novohispana, siglos XVI y XVII de Alessandra Russo, 10 en el que reflexiona sobre la obra cartográfica novohispana de los siglos XVI y XVII producida a raíz del choque cultural entre europeos e indígenas como una invención que logró redibujar un territorio inédito para los conquistadores y para los habitantes. Para esto selecciono mapas entre los más de ochocientos conocidos de este periodo resguardados en el ramo de Tierras del Archivo General de la Nación. Las distintas formas de representación del territorio en ambos mundos fueron encontrándose a partir de varios modelos cartográficos que produjeron esta novedosa forma. En este periodo se recurrió a la mano de los indígenas por lo que los mapas conjuntan las dos visiones. El poder otorgado a los artistas indígenas, conocedores del territorio y de las herramientas simbólicas se explica por ser ellos quienes sabían mejor que nadie como plasmar en papel su propio espacio geográfico. En estos planos se puede leer la transformación del territorio y la visión de los indígenas sobre su entorno geográfico 9 Cartografía, op. cit. 10 México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2005, 250 p., ils.. más inmediato, para resolver problemas específicos y nunca como parte de la totalidad del territorio novohispano y desde luego merecen ser objeto de un profundo estudio sobre la visión del paisaje en este momento. Sobre la escala del territorio general, el plano más emblemático es el de José Antonio de Álzate y Ramírez de 1768. 11 Fig. 1. José Antonio Álzate y Ramírez. Nuevo Mapa Geográfico de la América Septentrional, 1768. 67.3 x 53.3 cm. 12 Álzate, el más prolífico científico entre los criollos ilustrados, lo dibujó utilizando información preexistente sobre todo el mapa del siglo XVII de Sigüenza y Góngora, pero contando con nuevas mediciones que lo mejoraron. Humboldt por cierto lo acusó más tarde de no haberlo logrado. Existen tres versiones del mapa de Álzate, uno publicado en Madrid e impreso en dos placas, los otros dos publicados en Paris. Tomó datos de mapas 11 José Antonio de Alzate y Ramírez, Nuevo Mapa Geográfico de la América Septentrional, perteneciente al Virreynato de México, 1768. http://www.raremaps.com/gallery/detail/31332rg/Nuevo_Mapa_Geografico_De_La_America_Septentrional_ Perteneciente_al/Alzate%20y%20Ramirez.html. 12 Ibídem. preexistentes haciendo correcciones a uno que el mismo había producido. Este es el mapa del territorio novohispano que se conserva hasta hoy y recuerda Michel Antochiw13 que Humboldt mencionó la existencia de otro dibujado en 1787 por Antonio Forcada y Plaza y otro mencionado por Orozco y Berra anónimo titulado Plano geográfico de la América Septentrional, comprehendida entre los paralelos de la línea equinoccial y el 73° de latitud N. y entre los meridianos 50 y 165° Occidl. Del Meridiano de Paris, ambos perdidos en el tiempo. Estos mapas tienen ya una visión de conjunto y comienzan a desarrollarse a partir del avance de las técnicas de proyección y medición. Estos son planos más precisos, se distinguen sobre todo por un viraje en sus intenciones; denotan una necesidad de representar el territorio que pertenecía al Virreinato de la Nueva España. Como vemos, las fronteras no aparecen, el plano termina en el encuadre de las medidas graduales. La línea divisoria hasta entonces “no fue precisa, como por otra parte no lo era ninguna en aquella época” 14 y consistía en la descripción escrita de la misma y no aparece en el mapa. La frontera se movía en función de la ocupación muchas veces temporal del territorio por habitantes novohispanos. 15 En el plano de Álzate, el territorio novohispano se representa sin límites ni precisiones. El paisaje que se dibuja resume de manera muy sucinta, y hoy diríamos incorrecta, algunas cadenas montañosas pequeñas sobre todo en la parte norte. Las características del paisaje en el resto del territorio se distribuyen alrededor de los cuerpos de agua, especialmente los ríos entre los que se destacan los que tienen salida directa al mar y los lagos y lagunas. Otro elemento que llama la atención es la inclusión de los aspectos culturales entre los que destaca la división del territorio en el Arzobispado de México y los obispados de Puebla, Oaxaca, Valladolid, Guadalaxara y Durango. Contiene la mención de las tribus que habitan algunas regiones, las misiones fundadas en otros y se localizan también los principales pueblos. A simple vista vemos un territorio profusamente habitado 13 Michel Antochiw, “La visión total de la Nueva España. Los mapas generales del siglo XVII”, en Héctor Mendoza Vargas, coordinador, México a través de los mapas, México, UNAM, Instituto de Geografía, 2003, p. 71 a 88. 14 O’Gorman, Historia, op. cit., p. 8. 15 Sobre este fenómeno ver: José Omar Moncada Maya, El nacimiento de una disciplina: la Geografía en México (siglos XVI a XIX), México, UNAM, Instituto de Geografía, México, 2003 y “La Cartografía Española en América durante el siglo XVIII: La actuación de los ingenieros militares”, ponencia presentada en el I Simposio Brasileiro de Cartografía histórica, Paraty, Brasil del 10 al 13 de marzo de 2001. https://www.ufmg.br/rededemuseus/crch/simposio/_MONCADA_MAYA_JOSE_OMAR.pdf. en la parte sur y lo contrario en las amplias regiones del norte. Por otra parte y sobre todo en el norte se incluye los nombres de los personajes que describieron estas tierras. Este es un mapa que muestra la búsqueda de la representación de la totalidad de un territorio que se presenta construido alrededor de aspectos naturales y culturales, destacando en los primeros la presencia hidráulica y en los segundos los asuntos históricos destacados en la época. El paisaje está presente en una línea de continuidad de los planos coloreados que muestra el final de esta forma de representación para dar una mayor importancia a la forma cartográfica con el lenguaje científico propio del mundo ilustrado occidental. Puedo decir que a grandes rasgos éste era el estado de las cosas respecto a la cartografía que heredó el México Independiente, y que fue tomada como base para los trabajos de Alexander Humboldt que como veremos más adelante fueron el punto de partida. Así que el México independiente contó con muy poca información sobre los rasgos geográficos de su territorio y esta información era poco accesible. Conocer sus límites y características era un enorme desafío en términos técnicos y políticos. Recordemos que México contaba con una extensa área territorial de un poco más de 4 millones de kilómetros cuadrados, lo doble de lo actual, en gran parte deshabitada e ignota y vuelvo a hacer hincapié en que los límites del territorio no existían y será la tarea de la primera mitad del siglo XIX la de pelearlos, negociarlos y precisarlos. Poseer un territorio como un bien nacional fue un proceso lento y complicado. La incertidumbre constante, consecuencia de los acontecimientos políticos y de las múltiples intervenciones extranjeras complicaron en gran medida las posibilidades de la construcción de una nación sobre bases sólidas. Destaca por supuesto, la invasión norteamericana por sus terribles consecuencias. Mucho tiempo pasó desde la independencia política para poder lograr un mapa de México. Resulta muy ilustrativa sobre la condición de los mapas mexicanos, la anécdota de 1853 –ya mediados de siglo– que cuenta Antonio García Cubas en El libro de mis recuerdos cuando le presentó a Santa Anna la Carta de la República que él había formado basándose entre otros en el Mapa de Pedro García Conde como veremos más adelante: El omnipotente personaje examinó con detenimiento la carta que se le presentó, y al observar en ella la grande extensión del territorio que injustamente nos arrebataron nuestros vecinos, dijo no sé qué palabras llenas de amargura, lo que no dejó de causarme grande extrañeza pues advertí que antes de la presentación de aquella Carta, no se tenía la menor idea de la importancia del territorio perdido. 16 Esta Carta fue realizada por el famoso ingeniero García Cubas, de quien hablaremos más adelante, para la Secretaría de Fomento y fue la primera que daba cuenta del territorio que se conservaba después de la intervención norteamericana de 1847. Habían transcurrido ya tres décadas de vida independiente y México seguía sin tener claras sus fronteras. Esta carta fue uno de los efectos que tuvo la invasión norteamericana al hacer indispensable la marcación de los límites de un territorio que había perdido la mitad de su superficie. Desde luego que la cartografía mexicana no empieza con este mapa, hay importantes antecedentes, pero la situación que describe García Cubas hace muy evidente que la tarea fue lenta y compleja. La búsqueda racional - cuantitativa sobre la extensión y los límites del territorio que tras la independencia fue una lógica preocupación temprana. Tanto que la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, que en su título primero declara a la nación mexicana para siempre libre e independiente del gobierno español y de cualquiera otra potencia, indica además en el artículo 2º: Su territorio comprende el que fue del virreinato llamado antes Nueva España, el que se decía capitanía general de Yucatán, el de las comandancias llamadas antes de provincias internas de Oriente y Occidente, y el de baja y alta California con los terrenos anexos e islas adyacentes en ambos mares. Por una ley constitucional se hará una demarcación de los límites de la federación, luego que las circunstancias lo permitan. 17 El asunto incluido en el primer apartado de la constitución era complicado porque no se trataba únicamente de demarcar los límites, sino de precisarlos. Existía la urgencia de delimitar el territorio propio y se intuían las dificultades que presentaba esta empresa. La primera que es mencionada en el texto constitucional es la necesidad de esperar mejores circunstancias, podemos pensar que políticamente épocas menos convulsas, y la segunda dificultad era la imposibilidad de fijar y cartografiar límites precisos donde nunca estuvieron marcados, es decir donde no existieron. 16 Antonio García Cubas, El libro de mis recuerdos: narraciones históricas, anecdóticas y de costumbres mexicanas anteriores al actual estado social, ilustradas con más de trescientos fotograbados, facsímil de la primera edición de 1904, México, Editorial Porrúa, 1986, p. 452. 17 Documentos constitucionales de México: Parte 1, v. 9. Constitución de los Estados Unidos Mexicanos de 1824, p. 125. Luis Malpica de Lamadrid, La independencia de México y la Revolución Mexicana: a través de sus principales documentos constitucionales, textos políticos y tratados internacionales, 1810-1985, México, Limusa, 1985. “175 aniversario de la independencia y 75 de la revolución mexicana”. En 1824 Guadalupe Victoria entonces representante del recientemente instaurado poder ejecutivo del gobierno mexicano dijo en un acto público que el Ensayo Político de Humboldt era la descripción más completa y más exacta de las riquezas naturales del país y que la lectura de esta grande obra contribuya a reanimar la actividad industrial de la nación y a inspirarle confianza en sus fuerzas propias. El antecedente más inmediato que se utilizó para poder puntualizar las fronteras del territorio fueron los trabajos de Alexander Humboldt. Es importante recordar aquí que las características de estos mapas son su poca exactitud ya que el límite del territorio se basaba en la forma de apropiación virreinal que consistía en habitar el espacio estableciendo asentamientos españoles que algunas veces persistían, otras se diluían con población americana y unas mas desaparecían. Estos límites, dependían de la existencia de los poblados identificados como parte del virreinato novohispano, pero quedaban sin precisar los territorios no habitados y por lo tanto las líneas limítrofes de gran extensión. Las demarcaciones entonces eran vagas pero este fue el punto de partida. En el periodo novohispano la apropiación del territorio era práctica y no tenía aún características propias del pensamiento racional-cuantitativo. El reconocimiento del territorio no fue aún completo porque este sistema de asentamientos resultó extensivo pero no fue suficiente para una ocupación intensiva. El proceso de extensión y lucha por el territorio estaba vivo y en continuo movimiento y aunque las técnicas para su demarcación precisa aún no existían, no hubiera sido posible utilizarlas en términos de la imprecisión de la línea fronteriza. En una carta que Humboldt escribió al virrey Iturrigaray en 1804, para entregarle la información que sobre la Nueva España había recopilado, le dice “La superficie de la Nueva España, cinco veces mayor que la de la península, por falta de buenas observaciones astronómicas nunca había sido calculada antes”. 18 Veamos pues las características de la obra de Humboldt, hombre de pensamiento universal y visitante de estas tierras, quien fue un personaje central para el conocimiento del territorio novohispano y un elemento indispensable en la fundación de su valoración paisajística. 18 “Carta al virrey Iturrigaray. México 3 de enero de 1804”, en Alejandro Humboldt, Tablas geográficas políticas del Reino de Nueva España y correspondencia mexicana, edición de homenaje, México, Secretaría de Industria y Comercio, Dirección General de Estadística, 1970, p. 99. Humboldt, un punto de partida Apenas hay un punto en el globo, en donde las montañas presenten una construcción tan extraordinaria como las de Nueva España. Humboldt. Como he mencionado, la referencia obligada para el inicio del México independiente en término de estudios sobre el territorio fue el Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España de Alexander Humboldt, publicado en París en 181119 y resultado de su visita a estas tierras de 1803 a 1804. La actitud de la corona española durante los años de ocupación novohispana había sido reservada y caracterizada por mantener en secreto la información sobre sus colonias pero en los años postreros del reinado de Carlos III se dio un giro. De esta mutación da fe un periódico inglés en 1810: En los últimos años ha acontecido una gran revolución en los principios del gobierno español con respecto de sus colonias. Y en nada su cambio de política ha sido tan notable como en la proscripción del antiguo sistema de secreta ocultación de todo lo relacionado con sus colonias americanas pero se ha deslizado hasta el extremo opuesto y parece jactarse de revelar al mundo los secretos que su antigua política había sido mas celosa en ocultar. Para explorar las costas y bahías de su dilatado imperio utilizó flotas y organizó expediciones y apenas terminados los correspondientes estudios, los hizo públicos y a los exploradores cuyo reconocido objeto fuese el estudio de la geografía no los negó ya el permiso para visitar aquellos dominios.20 Alexander Humboldt fue uno de los beneficiados por esta nueva posibilidad contando además con la protección “más magnánima” otorgada por el monarca español durante los cinco años que duró su excursión por los países hispanoamericanos. La visita de Humboldt a la Nueva España fue parte una parte del viaje general que realizó por América; en el que diversas circunstancias modificaron su ruta inicial lo que lo 19 Alexander Humboldt, Essai politique sur le Royaume de la Nouvelle-Espagne. Avec un atlas physique et géographique, fondé sur des observations astronomiques, des mesures trigonometriques et des nivellemens barométriques, Paris, Chez F. Schoell, 1811, 5 v. Alexander Humboldt, Essai politique sur le Royaume de la Nouvelle-Espagne. Avec un atlas physique et géographique, fondé sur des observations astronomiques, des mesures trigonométriques et des nivellemens barométriques, [Paris, Chez F. Schoeel, 1811], Amsterdam, New York, Theatrum Orbis Terrarum, Da Capo Press, a Division of plenum Publ. Corporation, 1971, 2 v., ils. y atlas. 20 Edinburg Review, v. XVI, p. 62. Fundado en 1802, fue una de las revistas británicas mas influyentes en el siglo XIX. obligó a llegar al país después de lo planeado permaneciendo aquí por un año, aunque su plan inicial era una estancia de cinco meses. Después de atravesar el mar del sur arribó a Acapulco el 22 de marzo de 1803 y ahí inició sus actividades dominadas por viajes de exploración y estudios. Sus actividades y las de sus acompañantes –Bonpland y Montúfar– se centraron en la recolección de objetos naturales –plantas, minerales, etc. – y a la toma de alturas y determinación de posiciones. Humboldt fue un hombre con habilidades extraordinarias y dotes excepcionales para comprender, relacionar y generalizar y también fue admirado por sus capacidades para las relaciones sociales lo que hizo posible que con su buena acogida en el territorio novohispano tuviera en sus manos la información entonces existente en los diversos ámbitos, personajes e instituciones. Apenas llegó a la capital novohispana, el virrey Iturrigaray le abrió los archivos y los datos que tomó de ellos, según él mismo explica, están vertidos en su Ensayo político. Incluyó las cifras del censo mandado levantar por el virrey Revillagigedo en 1790, las noticias geográficas fundamentales sobre las californias y otras regiones noroccidentales y numerosas cartas y planos. Del Colegio de Minería obtuvo también mucha información, auxiliado por sus profesores y alumnos se realizaron los dibujos, análisis, ensayos y demás trabajos de gabinete correspondientes a las observaciones y datos que había recogido en sus viajes. Tuvo asimismo ayuda del Tribunal de Minería que puso a su disposición los datos que poseía sobre reales de minas y explotaciones mineras y del arzobispo de México quien le proporcionó la información sobre la población de varias parroquias. Pudo acercarse además a la cartografía moderna ilustrada que habían producido los ingenieros militares cuya principal característica fue el uso de las observaciones astronómicas para la fijación de la latitud y longitud y por lo tanto el alcance de una mayor precisión. Los estudios más profundos sobre la labor cartográfica de los ingeniero militares son de Omar Moncada quien los ubica como parte de una corporación técnico-científica productora de una importante cantidad de mapas. Humboldt, explica, tuvo un estrecho contacto con Costanzó,21 en su opinión el ingeniero más importante de cuantos trabajaron 21 José Omar Moncada Maya, “La cartografía americana y el reconocimiento de un espacio propio”, en “Debates y Perspectivas”, no 1 México, 2000, p. 151-167. (Cuadernos de historia y ciencias sociales. Fundación histórica Tavera). en este territorio. Humboldt intercambió ideas y datos de noticias geográficas con Dávalos y Sonneschmidt, y Costanzó, le facilitó materiales sobre algunas regiones del norte. Su producción escrita relacionada con México consta esencialmente de cuatro partes. La primera es una sección de la obra dedicada al paisaje y a la arqueología americana, a las grandes escenas de la naturaleza y las obras monumentales del hombre, que lleva por título Atlas Pittoresque du voyage. Vues des Cordillères et Monuments des peuples indigènes del L’Amérique. 22 Apareció en París en el año de 1810 aunque la versión española de esta obra no vería la luz hasta 1878. 23 No fue una obra de gran impacto en parte por lo tardía de la edición española y lo poco que se tradujo a otros idiomas. Fue después un documento importante por las consideraciones que hace sobre el origen del hombre americano, la procedencia de las naciones del Nuevo Continente, las lenguas indígenas y los adelantos culturales de sus pueblos. Todas estas son consideraciones sobre la visión y el juicio europeo sobre América. Las tres obras que versan exclusivamente sobre México fueron: el Atlas geográfico y físico del reino de la Nueva España, las Tablas geográficas políticas del Reino de Nueva España, que manifiesta su superficie, población, agricultura, fábricas, comercio, minas, rentas y fuerzas militares y El Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, éstas en realidad forman un solo gran libro que fue corrigiendo y completando conforme conseguía y elaboraba mas información. El Atlas El Atlas geographique et physique de la Nouvelle-Espagne (Atlas geográfico y físico del reino de la Nueva España) fue publicado en francés en 180824 y tiene un gran interés cartográfico. Su autor lo completó con un largo comentario que a modo de introducción geográfica antepuso en su obra posterior, el Ensayo político bajo el título de Análisis 22 Atlas pittoresque du voyage; Vues des cordillères, [Paris, [F. Schoell], 1810], Amsterdam, New York, Teatrum Orbis Terrarum Da Capo Press, a Subsidiary of Plenum publ. Corporation, 1972, 2 v., ils. 23 Sitios de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas de América, Madrid, Gaspar, 1878, 439 p. (Sus Obras). 24 Atlas geographique et physique du royaue de la Nouvelle-Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J. G. Cotta libraire, Paris, 1808. Atlas géographique et physique des régions équinoxiales du nouveau continent, fondé sur des observations astronomiques, des mesures trigonométriques et des nivellemens barométriques, Paris, F. Schoeell, 1814- 1834, [Amsterdam, New York, Theatrum Orbis Terrarum, Da Capo Press, a Subsidiary of Plenum Publ. Corporation, 1971], 2 v., ils. razonado del Atlas. En él se muestra la obra novohispana realizada durante el siglo XVIII en materia de cartografía y geografía que logró acumular y relacionar. Sin duda uno de sus grandes contribuciones fue la de lograr reunir estos trabajos y darles cuerpo como un todo propio. Contiene veinte grandes láminas, diez y seis de las cuales fueron dibujadas o corregidas por él mismo. Además, todos los grabados se apegaron rigurosamente a sus instrucciones. En español se publicó una colección de los mapas sin texto en 1827. 25 Fig. 2. Friedrich Georg Weitsch, acercamiento de Alexander von Humboldt, 1806. 126 x 92.5 cm26 Fig. 3. Alexander Humboldt. Atlas geographique et physique du royaue de la Nouvelle-Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J. G. Cotta libraire, Paris, 1808. Humboldt señala en la introducción que utilizó los trabajos de Velázquez, Constanzó, Pagaza, Sonneschmidt, Del Río, Valencia, Oteiza, Espinosa, Corral, Cramer, García Conde, Orta y Urrutia, el Tribunal de Minería y los acopios de las expediciones de Malaspina. Como dijimos, tomó de base la información que existía y que fue autorizado a consultar. La mayor riqueza de imágenes sobre el paisaje de México está incluida en las láminas de este Atlas,27 de entre ellas la Carta General de la Nueva España que se imprimió 25 Atlas geográfico y físico de la Nueva España, París, Jules Renouard Librero, 1827, [27] h., mapas sin texto. 26 http://alexandervonhumboldt2013.blogspot.mx/. 27 Estos son: I. Mapa reducido del reino de la Nueva España, II. Mapa de la Nueva España y de los países limítrofes al norte y al este, III. Mapa del valle de Méjico o del antiguo Tenochtitlan, IV. Mapa que presenta en dos partes. Este mapa está enmarcado con referencia a las coordenadas geográficas es una planta topográfica sombreada en la que destacan los accidentes más abruptos del terreno. Fig. 4. Alexander Humboldt, Carta General de la Nueva España. Parte 1, 1808.28 los puntos en los cuales se han proyectado comunicaciones entre el océano atlántico y el mar del sur, V. Mapa reducido del camino de Acapulco a Méjico, VI. Mapa del camino de Méjico a Durango, VII Mapa del camino de Durango a Chihuahua, VIII. Mapa del camino de Chihuahua a Santa Fe del Nuevo México, IX: Mapa de la parte oriental de Nueva España, desde la llanura de Méjico hasta las costas de Veracruz, X. Mapa de las falsas posiciones, XI. Plano del Puerto de Veracruz, XII. Descripción física de la falda oriental del llano de Anáhuac, XIII. Mapa físico de la falda occidental del llano de Nueva España, XVI. Mapa físico del llano central de la cordillera de la Nueva España, XV. Perfil del canal de Huehuetoca, XVI. Vista pintoresca de los volcanes de Méjico o de la Puebla, XVII. Vista pintoresca de los volcanes de Orizaba, XVIII. Plano del puerto de Acapulco, XIX. Mapa de los diversos caminos por los cuales refluyen las riquezas metálicas de un continente al otro, XX. Figuras que representan las superficies de la Nueva España y de sus intendencias, los progresos del laborío metálico y otros objetos relativos a las colonias de los europeos en las dos Indias. 28 Carta General de la Nueva España. Parte 1 Atlas geographique et physique du royaume de la Nouvelle- Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J. G. Cotta libraire, Paris, 1808. Fig. 5. Alexander Humboldt. Carta General de la Nueva España. Parte 2, 1808.29 A diferencia del plano de Álzate, vemos que aquí se prioriza la aparición de las grandes cadenas montañosas, no son ya montañas aisladas, sino que su conjunto expresa las variaciones altitudinales del terreno. El mapa se dibuja a partir de la topografía cadenas montañosas, los principales valles y escurrimientos y cuerpos de agua superficiales. A simple vista podemos apreciar que el contorno del territorio en este mapa es bastante cercano a la forma que hoy reconocemos como México, sin embargo destaca también el gran error de la ubicación de una sierra en la parte central que divide el territorio de norte a 29 Carta General de la Nueva España, parte 2. Atlas geographique et physique du royaume de la Nouvelle- Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J.G. Cotta libraire, Paris, 1808. sur. La frontera sur no aparece y al norte aunque se representa el territorio, los límites no están dibujados. Se incluye la división interna por intendencias, 30 los principales puertos en las costas y el nombre de algunas regiones y pueblos. Este mapa es una sugerente búsqueda científica sobre todo en términos del uso de las herramientas que permiten la precisión topográfica y aunque el uso del sombreado ayuda poco, ilustra la situación del paisaje. Este cometido se logra al haber agregado al documento las vistas que veremos a continuación. Diez de los dibujos están dedicados al estudio de posibilidades de comunicación entre mares y ciudades, Acapulco, Veracruz, Ciudad de México, Durango, Guanajuato, Chihuahua y Santa Fe. Los puertos de Acapulco y Veracruz ocupan sendas láminas, así como el Valle de México y perfil del canal de Huehuetoca. Por último y con especial interés para este trabajo se incluyen dos vistas pintorescas de los volcanes de México y del Volcán de Orizaba. Aparecen también dos láminas que muestran las condiciones topográficas del valle de México y la propuesta de estudio del Canal de Huehuetoca a través del cual se lograría el desagüe del lago que al ocupar su espacio inundaba la ciudad. Fig. 6. Alexander Humboldt. Valley of Mexico, 1808.31 30 Sobre la división por intendencias consultar Aurea Commons, Las intendencias de la Nueva España, México, UNAM, Instituto de Geografía, Instituto de Investigaciones Históricas, 1993, 254 p. 31 Valley of Mexico. Atlas geographique et physique du royaume de la Nouvelle-Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J.G. Cotta libraire, Paris, 1808. Fig. 7. Alexander Humboldt. Perfil du Canal de Huehuetoca, 1808.32 Fig. 8. Alexander Humboldt. Volcans de la Puebla, 1808. 33 32 Perfil du Canal de Huehuetoca. Atlas geographique et physique du royaume de la Nouvelle-Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J.G. Cotta libraire, Paris, 1808. En la ilustración de los “Volcans de la Puebla” impreso en color sepia los volcanes se perfilan en el horizonte con sus cimas nevadas y sus características siluetas. Surgiendo de un plano valle, aparece en primer plano el Iztaccihuatl y al fondo el cono del humeante volcán Popocatepetl. Esta imagen es sin duda una de las que desde el principio se identifica como propia del majestuoso paisaje mexicano. Su magnitud y presencia física es imposible de ignorar, aunque Humboldt la haya mostrado desde su visión científica, la inclusión de este dibujo es parte de una línea de tradición y continuidad que los ha reconocido siempre. . Fig. 9. Alexander Humboldt. Pic d’Orizaba, 180834 Otro de los volcanes emblemáticos de México, el “Pic d’Orizaba”, se dibuja con su humeante cono empinado destacado en blanco. Éste es también un caso tradicional, el gran Citlatepetl, hito indispensable del paso entre Veracruz y el valle de México que se reconoce en su secuencia paisajística. Humboldt había ascendido gran parte del Chimborazo del Ecuador, donde inició el estudio de la distribución geográfica de las plantas como expresión de la relación de estas con la tierra. Humboldt propuso entonces la posibilidad de estudiar la naturaleza de 33 Volcans de la Puebla. Atlas geographique et physique du royaume de la Nouvelle-Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J.G. Cotta libraire, Paris, 1808. 34 Atlas geographique et physique du royaume de la Nouvelle-Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J.G. Cotta libraire, Paris, 1808. acuerdo con el orden figurativo de un cuadro y escogió la complejidad paisajística de la montaña como el lugar ideal para esbozarlo. Según Castrillón, “Las montañas tropicales fueron el laboratorio natural que le permitió de un lado la formación de los conceptos determinantes para la geografía de las plantas como disciplina y por otro la elaboración de un registro paisajístico comparativo que hizo posible la invención de múltiples paisajes.” 35 La geografía de las plantas fue para Humboldt el punto de partida para empezar a comprender la naturaleza desde la precisión de la clasificación botánica de una planta hasta las infinitas relaciones de esta con el medio, el suelo, la geología, el clima, la altitud, etc, que forman un paisaje dado y las elevaciones, las montañas y los volcanes su sitio predilecto para estudiarlos. Humboldt afirmó: He amado apasionadamente la botánica y algunas partes de la zoología. He podido enorgullecerme del hecho de que nuestras investigaciones añadirán nuevas especies a aquellas ya descritas. Pero, prefiriendo al conocimiento de hechos aislados, aunque nuevos, el encadenamiento de hechos observados, el descubrimiento de un género desconocido me ha parecido mucho menos interesante que una observación sobre las relaciones geográficas de los vegetales, sobre la migración de las plantas sociales, sobre el límite de altura a la cual se elevan sus diferentes tribus hacia la cima de las cordilleras”.36 En su viaje a México Humboldt exploró la inclinación oriental de la cordillera de la Nueva España y midió geométricamente la altitud de los volcanes de Puebla, el Popocatepetl y el Iztaccihuatl. Después de atravesar los bosques de pino y encino llegó a Xalapa y a Perote y exploró el Pico de Orizaba donde se sorprendió por la vegetación del bosque de niebla. Descendió después hacia la costa de Veracruz, México y de ahí pasó a la Habana. Atravesó justamente por las partes más elevadas de la topografía del país desde los paisajes de las nieves perpetuas de las cimas de los volcanes hasta el paisaje del trópico a nivel del mar. En todo este recorrido selecciona como ilustraciones para su libro justamente los paisajes de los grandes volcanes mexicanos. En este caso los incluye como 35 Alberto Castrillón Aldana, Alejandro de Humboldt, del catálogo al paisaje. Expedición naturalista e invención de paisajes, Medellín, Colombia, Editorial Universidad de Antioquia, 2000, p. xxii. 36Alexander Humboldt, Voyages ax regions equinoxiales du Nouveau Continent, Paris, Schöell, 1914, v. I., p. 3. pinturas o cuadros de paisaje al considerarlos como un medio estético para la comprensión de la naturaleza. Estos fueron sus objetivos de viaje y de estudio, sin embargo, el haber incluido estas vistas en sus trabajos sobre México tuvo consecuencias más allá de estos. Los volcanes mexicanos son elementos simbólicos de gran fuerza desde tiempos mesoamericanos y sus mitos y presencia continuaron durante el periodo novohispano. Su presencia en los trabajos de Humboldt desde un punto de vista científico pero también artístico impulsó su inclusión como hitos emblemáticos del paisaje mexicano. A lo largo de su trabajo vemos como la teoría de las plantas se va transformando a través de la concepción estética que hace posible una visión de la naturaleza según paisajes diferenciados y de una forma científica que apunta a relacionar todas las ciencias naturales con el fin de fundamentar los paisajes característicos de cada región. Fig. 10. Alexander Humboldt. Plan du Port d’Acapulco, 1808.37 Aparece también un mapa del puerto de Acapulco, muy significativo por ser el que se utilizaba ampliamente para la comunicación y el comercio con el mundo. La forma en que se representa esta bahía en el sentido topográfico y marítimo, señala su importancia 37 Plan du Port d’Acapulco. Atlas geographique et physique du royaume de la Nouvelle-Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J.G. Cotta libraire, Paris, 1808. comercial pero también se añade un sentido emblemático como paisaje costero mexicano que desde luego no desaparecerá del imaginario social. Las diferencias importantes entre el trabajo realizado por Humboldt y el que desplegaron, a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII los científicos hispanos que visitaron diversos sitios de la América española, estriba en que todos esos trabajos (entre los que cabe contar los de José Celestino Mutis y Francisco José de Caldas en el Nuevo Reino de Granada; los de Martín de Sessé y José Mariano Mociño en el interior de la Nueva España y en sus límites septentrionales o los de Alejandro Malaspina en el Océano Pacífico), fueron para uso exclusivo de los funcionarios de la Corona y se guardaron con celo en los archivos. Pero sobre todo intentaban encontrar el orden de la naturaleza a través de la clasificación botánica de índole específica no general. Humboldt contribuyó a la fundación de un imaginario sobre el territorio mexicano, lo que no lograron, al menos directamente, todos los estudios anteriores a él, los de Humboldt fueron publicados y abiertos a los interesados y más tarde ampliamente difundidos y sus imágenes fueron vistas en México y en el extranjero y sus publicaciones incluyeron paisajes, más que las fichas botánicas características de los viajeros anteriores. Las ilustraciones y menciones sobre partes del territorio mexicano son siempre referencia a un todo que forma la Nueva España y esta resulta ser una de las peculiaridades de su trabajo.38 Las Tablas Las Tablas geográficas fueron consideradas por Humboldt un ensayo estadístico sobre el Reino de la Nueva España y su primer bosquejo atrajo la atención del virrey en 1804. Consta del acopio de los datos estadísticos que el autor realizó en los archivos de la ciudad de México. Es interesante y revelador que el virrey Iturrigaray le pidiera algunos materiales sobre el territorio novohispano que resultaban novedosos para la corona. Reunió en estas tablas todos los cálculos que había hecho sobre la superficie o área, la población, la agricultura, las minas y el comercio de la Nueva España y los entregó el 3 de enero de 1814 en el escrito intitulado Tablas geográficas políticas del Reino de Nueva 38 Plan du Port d´Acapulco. Atlas geographique et physique du royaume de la Nouvelle-Espagne, Fr. Schoell, et Tübingue, chez J.G. Cotta libraire, Paris, 1808. España, que manifiesta su superficie, población, agricultura, fábricas, comercio, minas, rentas y fuerzas militares. Las Tablas fueron redactadas en español y las cifras que incluyen se acompañan de comparaciones y cifras sobre altura, población etcétera, de otros lugares o países al lado de las referentes a México. En algunos casos intenta explicaciones de fenómenos naturales o sociales que algunas veces resultan aventuradas. Destacan en lo general sus señalamientos sobre la falta de agua en la mesa central, la insalubridad de la costa oriental y los datos sobre el incremento de la población. Humboldt pensaba editar las Tablas con varios añadidos, justamente sobre asuntos geográficos, a saber: un gran mapa de México con los nombres de novecientas minas y las nuevas divisiones provinciales; el gran mapa del valle de México y los alrededores; el perfil desde la villa de México hasta el mar; el corte de un mar al otro y una nota sobre los materiales empleados para la elaboración del mapa. Esto no sucedió y en realidad las tablas se limitan a describir una serie de mediciones cuantitativas de diversos aspectos del territorio y de su población, economía y comparaciones con otros sitios principalmente europeos. Todos los datos que fue agregando a las Tablas hicieron que estas se convirtieran en el gran documento del Ensayo político. Las tablas fueron consultadas durante una década tanto en México como en el extranjero. Aunque el virrey Bustamante anunció en el Diario de México de 1807 que las imprimiría, no fue así, sin embargo sabemos que hubo varias copias que fueron profusamente consultadas y citadas. Las Tablas fueron publicadas en México más adelante, aunque sin los últimos arreglos que hizo Humboldt, existiendo tres ediciones en español de los años 1822, 1869 y 1886.39 El original corregido se encuentra en el Ramo de Historia del Archivo General de la Nación y fue publicado como versión completa en México en 1970.40 Su influencia más que en términos visuales, estuvo en la consideración de las cuantificaciones de su territorio y sus habitantes, que comparadas con otros sitios elevan a México como un sitio destacado entre las naciones del mundo. En las 39 Tablas geográfico-políticas del reyno de Nueva España que manifiestan sus superficie, población, agricultura, fábricas, comercio, minas, rentas y fuerza militar, México, Imprenta de Mariano Zúñiga y Ontiveros, 1822, 36 p.; Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (Segunda época. I. 1869. p. 635-657); La voz de México, Diario político, religioso, científico y literario, 10-18 julio de 1886. 40 Tablas geográficas políticas del Reyno de Nueva España y correspondencia Mexicana, México, Dirección General de Estadística, 1970, 158 p., ils. tablas, el paisaje mexicano prueba en términos cuantitativos y comparativos ser grandioso y a la altura de los entonces más conocidos. El Ensayo político El Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España es para José Miranda donde, “por primera vez, una gran región americana es contemplada a través de los prismas científicos e históricos labrados por la Ilustración”. 41 Si bien la información fue tomada de lo existente y aumentada con sus propios viajes de observación, la aportación humboldtiana fue el enfoque ilustrado y en su forma de análisis, “se juntaban el genial explorador, por la rara coincidencia, el científico y el sociólogo, que tenían un denominador común: el observador empírico, el devoto fanático de la experiencia que mostró un grande y complejo país, en sus principales aspectos, conforme a los dictados de la ciencia contemporánea”. 42 Añado aquí que coincidió también el sensible hombre que miraba el paisaje de cada parte que visitó, consciente de que formaba un todo cósmico. Junto a lo cifrable o descriptible en términos científicos y adjudicables a las conquistas de la razón, existen también en el Ensayo juicios y opiniones referentes al hombre social e imputable a sus cualidades sensibles. “Entidad de doble ladera tiene pues el Ensayo: científica, la una, moral y política, la otra. Es, a la par, inventario y alegato, descripción objetiva de la naturaleza y los recursos, y visión subjetiva de la vida social”. 43 En el texto destacó la imposibilidad de conocer los límites novohispanos “No se está de acuerdo acerca de los límites que deben asignarse a la Nueva España, al norte y al este, porque no basta que un misionero haya pasado por un país o que un navío de la marina haya visto una costa, para tener tal o tal país como perteneciente a las colonias españolas de América”. 44 Aclaró en este texto que las divisiones del territorio eran desconocidas del todo a los geógrafos y declaró que el Mapa General de su elaboración es el que señala los límites de las intendencias establecidas desde 1776. En el Ensayo mostró la configuración de México, minas, agricultura y comercio de manera clara y precisa, con conceptos y términos modernos, en fórmulas, cuadros y cifras, en grados de longitud y latitud; la 41 José Miranda, Humboldt y México, 2ª. ed., México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 1995, p. 118. 42 Ibídem., p. 119 43 Ibídem., p. 120. 44 Humboldt, Ensayo, op. cit., p. 280. situación de comarcas y ciudades; en metros, la altura de montañas y lugares; en grados centígrados, la temperatura ambiente de zonas y localidades; en números, la población, y en unidades de medida y valor, la producción y el comercio. La precisión y el rigor científico se hacen patentes en sus aclaraciones. El mapa está levantado según la proyección de Mercator y su escala es de 32 milímetros por cada grado del Ecuador y las latitudes crecientes se fundan en las tablas de Mendoza. Describió también científicamente los animales, las plantas y los minerales. Todo ordenado, clasificado tal como marcaba la visión racional - cuantitativa, esta información en muchos sentidos general estaba reducida a una síntesis que pretendía, sin lograrlo, la comprensión de complicados conjuntos. Con este Ensayo parecía fácil presentar a México como un país con determinadas características geográficas y climáticas, habitado por ciertos grupos y con ciertas riquezas. Fig. 11. Alexander Humboldt. Carta du Mexique, 1822.45 45 Carta du Mexique . Alexander Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, trad. al español por Vicente González Arnao, Paris, Rosa, 1822, 4 v. La traducción al español del Ensayo Político fue publicada con severos cambios en 1822. 46 Esta edición incluyó únicamente dos mapas. En este caso, el error de la ubicación de la cadena montañosa que divide el territorio de norte a sur y la topografía accidentada de la península de Yucatán, son muy visibles y nos explican que el territorio norte, que coincide con los ecosistemas más secos del mismo, no fue correctamente representado ni al parecer suficientemente conocido. Como ya dije, una de las diferencias importantes entre los trabajos anteriores y los de Humboldt estriba en que los primeros fueron para uso exclusivo de los funcionarios de la corona y se guardaron con celo en sus archivos. Por el contrario la obra de Humboldt estuvo a disposición del mundo culto y de los científicos de la época ya que el mismo autor se ocupó de asegurar su publicación en una edición que destaca por sus lujosas y cuidadas características. Humboldt fue leído en México tanto en la mencionada versión castellana impresa en París en 182247 con dos mapas y la de 1836 48 como en otros idiomas principalmente en francés. La primera edición mexicana data de 1869. 49 Para consultar las referencias de otras ediciones, ver el anexo bibliográfico al final de la tesis. Fig. 12. Alexander Humboldt. Portada del Ensayo Político de la Nueva España, 1822.50 46 Humboldt, ibídem. Ensayo político 1822. 47 Ibídem. 48 Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, 3a. ed. correg., aum. y adornada, trad. al castellano por Vicente González Arnao, Paris, Librería de Lecointe, 1836, 5 v., con mapas. 49 Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, trad. al castellano por Vicente González Arnao, Jalapa, Imprenta Veracruzana de A. Ruiz, 1869. (Biblioteca Histórica Mexicana). 50 Alexander Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, trad. al español por Vicente González Arnao, Paris, Rosa, 1822, 4 v. Describiré aquí brevemente algunos de los contenidos del Ensayo especialmente en los términos territoriales a que se refiere. De las consideraciones que hace sobre la extensión y el aspecto físico de la Nueva España, describe la importancia sumida por México en razón de su territorio y posición geográfica y la entidad que tenía como nación frente a los Estados Unidos de América. La posición de México como puente intercontinental induce a Humboldt a tratar el problema de la comunicación entre los dos océanos y de la posibilidad de abrir un paso fluvial entre ambos, señalando como uno de los lugares más apropiados el Istmo de Tehuantepec. Fig. 13. Alexander Humboldt. Mapa de Mégico, 1869.51 Humboldt desliza algunos reparos que vinculan el territorio y sus habitantes. Trata el influjo ejercido por las desigualdades del suelo sobre el clima, el cultivo de la tierra, el comercio y la defensa militar del país. En primer término hace una observación general acerca de tal influencia, “la fisonomía del país, el agrupamiento de las montañas, la extensión de las llanuras, todo lo que constituye la construcción física del globo, guarda relación fundamental con los progresos de la población y con el bienestar de los 51 Mapa de Mégico en Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, trad. al castellano por Vicente González Arnao, Jalapa, Imprenta Veracruzana de A. Ruiz, 1869. (Biblioteca Histórica Mexicana). habitantes”.52 Un país magnífico forja y alberga grandes hombres. Estas ideas tuvieron un gran eco en etapas posteriores, viene al caso recordar el texto del discurso de Justo Sierra con motivo de la inauguración de la Universidad Nacional de México el 22 de septiembre de 1910. 53 …nuestro territorio constituido por una gigantesca herradura de cordilleras que, emergida del océano en plena zona tórrida, la transforma en templada y la lleva hasta la fría y la sube a buscar la diadema de nieve de sus volcanes en plena atmósfera polar…, nos presenta el hecho, único quizá en la vida étnica de la tierra, de grandes grupos humanos organizándose y persistiendo en existir, y evolucionando y llegando a constituir grandes sociedades, y una nación resuelta a vivir. En términos paisajísticos incluye un resumen donde selecciona lo que considera las características más destacadas de las ciudades y villas de la intendencia de México: Sobre las comunicaciones dirá que a causa de la naturaleza abrupta del terreno, resulta muy caro el transporte y esto encarece los productos reduciendo su competitividad comercial y por lo tanto la formalización de un camino entre Veracruz y México sería benéfico para el bienestar de todo el reino novohispano. Sobre las minas indica que México goza de una gran ventaja ya que estas se encuentran a una altura relativamente baja y por ello están rodeadas de campos y pueblos que facilitan la explotación de las riquezas subterráneas. Considera que la distribución de las riquezas territoriales ha sido mal aprovechada pues la población se ha agrupado en una pequeña extensión de terreno, en el centro del reino, sobre la meseta de la cordillera dejando deshabitadas las regiones más fértiles y más próximas a las costas. Las observaciones que hace sobre la economía mexicana en general emanan de los principios fisiocráticos que profesaba. Esta teoría afirma que las riquezas se obtienen de la tierra y que mientras más usufructo se ostenta de ellas, las naciones serán más ricas. Esta idea prevalece en el muchos aspectos del imaginario mexicano al menos hasta el siglo XX como veremos en un ejemplo más adelante. Escribe ideas como “Los productos de la tierra, los agrícolas son la única base de opulencia duradera”, y quitándole méritos a la minería dice que esta “no influye 52 Alexander Humboldt, Ensayo Político sobre el reino de la Nueva España, traducido al español. edición facsimilar, México, Miguel Ángel Porrúa, 1985, v. I, p. 256. 53 http://www.100.unam.mx/pdf/dicurso-sierra.pdf. directamente en la prosperidad pública y no cambia más que el valor nominal del producto anual de la tierra”. La riqueza de una nación está determinada por la producción agrícola de la misma, pero su freno está en la desigualdad social y en el desconocimiento del territorio, describe que: …la mayor parte del extenso reino de la Nueva España es de los países más fértiles de la tierra. El vasto reino de Nueva España, bien cultivado, produciría por si solo todo lo que el comercio va a buscar en el resto del globo; el azúcar, la cochinilla, el cacao, el algodón, el café, el trigo, el cáñamo, el lino, la seda, los aceites y el vino. Proveería de todos los metales, sin excluir ni aun el mercurio. Sus excelentes maderas de construcción y la abundancia de hierro y de cobre favorecerían los progresos de la navegación mexicana, bien que el estado de las costas y la falta de puertos desde el embocadero del Rio Alvarado hasta el rio Bravo, oponen obstáculos que serian difíciles de vencer. 54 Insiste reiteradamente que el progreso de la Nueva España está en la agricultura, por encima incluso de la minería, recalcando que el conocimiento de las cualidades particulares del territorio podría garantizar un mayor desarrollo. “La vista de los campos recuerda al viajero que el suelo alimenta en la Nueva España a aquel que lo cultiva y que la verdadera prosperidad del pueblo mexicano no depende de los azares del comercio exterior ni de la política inquieta de Europa”.55 Reflexiona sobre el desaprovechamiento de las tierras agrícolas ricas y en particular de las tropicales próximas a las costas. Ignorando los mexicanos la sabiduría de la desigual distribución que la naturaleza ha hecho de sus bienes. “han aprovechado poco las riquezas que les son ofrecidas”. 56 Las montañas del Nuevo Continente encierran hierro, cobre, plomo y un gran número de otras substancias minerales indispensables para las necesidades de la agricultura y las artes mecánicas. Reduce la importancia de la exclusividad de la extracción de oro y plata e intenta promover la explotación de otros minerales útiles para la agricultura y especialmente de la caña de azúcar. Uno de los temas de constante preocupación en la época virreinal, no podía dejar de ser estudiado por Humboldt: el desagüe del valle de México. Llama la atención su 54 Ibídem, v. II, p. 142. 55 Ibídem. 56 Ibídem., v. II. p. 295. capacidad de observación, después de dar su opinión sobre cómo lograrlo escribe: “no se ha mirado al agua sino como un enemigo de que es menester defenderse, sea por medio de calzadas, sea por el de canales de desagüe. Ya en otro lugar hemos probado que este modo de obrar y sobre todo el sistema europeo de un desagüe artificial, han destruido el germen de la fertilidad en una gran parte del llano de Tenochtitlan (sic)”. 57 El medio natural para Humboldt puede modificarse pero es consciente de que su manejo implica las pérdidas que si en su época eran apenas visibles, hoy son la catástrofe de la cuenca de México. El Ensayo tuvo nueve ediciones en la segunda y tercera décadas del siglo XIX, cuatro en inglés, dos en francés, una en español y una en alemán, lo cual es un record para la época sobre todo si se toma en cuenta que constaba de cuatro o cinco volúmenes dependiendo de la edición. Se hicieron también numerosas versiones resumidas o extractadas que circularon probablemente más que las completas. La crítica mexicana al Ensayo reconoció la gran calidad de las obras de Humboldt referentes al Nuevo Mundo y derramó alabanzas sobre el autor. Los halagos resultaron algunas veces exagerados y abrieron una importante polémica sobre la veracidad o exageración de sus escritos. En el extranjero fue considerado una pasmosa revelación de México que tuvo también la virtud de desvanecer antiguos prejuicios tocantes a la situación cultural del mundo hispanoamericano y de atraer la atención de muchos extranjeros hacia la Nueva España. En él abrevaron ávida y abundantemente, casi sin excepción, los autores, geógrafos y viajeros en particular los que publicaron obras sobre México entre 1810 y 1830 e incluso después. Sobre los viajeros extranjeros a estas tierras y en particular sobre la producción de imágenes litográficas de paisajes, hablaré con detalle en el siguiente capítulo. ¿Descubre Humboldt México para los mexicanos? Las obras aquí brevemente reseñadas ejercieron una influencia muy notable sobre los científicos, los políticos y los economistas de la Nueva España primero y del México Independiente más adelante. Sin duda el signo más particular de trascendencia que tendría la famosa obra de Humboldt sobre la Nueva España fue la formación de la conciencia nacional mexicana en la que sus escritos fueron tomados como una autoridad para el 57 Humboldt, Ensayo, 1822, p. 444- 445. conocimiento del territorio. Recordemos aquí que fueron estos los documentos impresos que contenían por primera vez información ilustrada y pública. La atención de los lectores sobre la obra de Humboldt, según se advierte en las reseñas críticas, se dirigió principalmente a las descripciones y las estadísticas, dejando a un lado la parte comprensiva de las reflexiones, consideraciones y juicios que realizó el autor. Mucho tuvo que ver, como dije, que el Ensayo hubiera sido traducido al español en 1822 y que en el mismo año apareciera publicada en México la versión castellana abreviada de las Tablas Geográfico Políticas. Las ofertas de las librerías que se publicaban regularmente en los principales periódicos de la capital, muestran el considerable aumento que tuvo la venta del Ensayo desde que comenzó a ser distribuida en México la traducción española de González Arnao. El Ensayo que llegó a México cuando comenzaba la guerra de independencia, no fue muy utilizado públicamente sino hasta el final de esta en 1821. Desde la consumación, éste se convirtió en una de las obras extranjeras más leídas, comentadas y citadas en México. Adquirió pronto una alta y casi exclusiva autoridad para la geografía, economía y estadística mexicanas. Afirmaciones contundentes y recuentos de riqueza como “entre las colonias sujetas al dominio del rey de España, México ocupa actualmente el primer lugar, así por sus riquezas territoriales como por lo favorable de su posición para el comercio con Europa y Asia”, “su actual estado de civilización que es muy superior al que se observa en las demás posesiones españolas”, 58 o “la mayor parte del extenso reino de la Nueva España es de los países más fértiles de la tierra” colaboraron después de consumada la independencia a la idea de la valoración en términos exagerados sobre la riqueza del territorio, llegando incluso más tarde publicaciones donde se anunciaba a los pueblos que “está establecido el Imperio más rico del globo”. 59 Podemos ver el seguimiento de estas ideas en publicaciones como la de la Gaceta Imperial de México de 1821 que incluye frases que suenan como ecos parciales de la obra de Humboldt añadidos de un necesario entusiasmo, como “nuestro país con los preceptos 58 Humboldt, Ensayo 1985., v. I, p. 8-9. 59 El Águila Mexicana, 19 de febrero de 1824. que le dará el Congreso, manifestará toda su fertilidad y preciosidades, constituyéndose en el primero en el universo”. 60 Las críticas sobre estas exageraciones no se hicieron esperar, personajes como Lucas Alamán denunciaron la ponderación de estas denunciando su origen en los trabajos de Humboldt que provocaron que los mexicanos se formaran un concepto exagerado de la riqueza de su patria y se figuraron que ésta, siendo independiente, vendría a ser la nación más poderosa del universo. José Miranda afirma que ante los trabajos de Humboldt, los hombres de la independencia cerraron los oídos a todo lo que en el Ensayo podía haber enfriado su optimismo y dejaron la lectura que el documento “bien mirado, más, mucho más, había en él para preocupar que para entusiasmar”. 61 No podemos dejar de comprender que las visitas de Humboldt a la Nueva España se limitaron al centro del territorio, lo más al norte, el actual estado de Guanajuato y por lo tanto sus comentarios en todo caso aplicarían para las zonas que visitó. En la prensa, en las publicaciones mayores o menores y en el Parlamento, salían a relucir continuamente tanto el Ensayo como su autor, casi siempre en apoyo de opiniones o dictámenes que apoyaban las palabras o expresiones de elogio y admiración. En la presentación de la edición de 1836, el editor del Ensayo político de Humboldt destaca sobre el territorio de México “Su situación entre las costas que bañan los mares del Asia y de Europa y su colocación en las faldas y cima de las cordilleras, variando así los climas como en anfiteatro, señalan la alta ventura a que estos pueblos se hallan destinados por naturaleza”. No quiero dejar de mencionar que en valoraciones posteriores sobre el trabajo de Humboldt existió un malestar en México y fue acusado de traidor por haber dado información sobre el territorio mexicano a los estadounidenses. Los más recientes estudios sobre el tema señalan que “Humboldt no fue un espía que hubiera puesto en las manos de Thomas Jefferson, presidente de Estados Unidos, el mapa que 43 años más tarde serviría para que México fuera invadido. Lo que Humboldt entregó a Jefferson lo había entregado a 60 Gaceta Imperial de México, 5 de marzo de 1821. 61 Miranda, op. cit., p. 206. las autoridades novohispanas y lo publicó sin restricciones luego, para uso de todos los hombres de ciencias”. 62 La atención que se dio a Humboldt durante el inicio de la vida independiente, en términos negativos y positivos, atrajo un importante debate que no solamente se centró en el personaje sino que hizo patente la enorme necesidad de estudiar y conocer México lo que impulsó muchos de las investigaciones posteriores. La influencia que tuvo la conceptualización de Humboldt sobre la idea del territorio y el paisaje mexicanos tiene muchas vertientes que podemos considerar que con el tiempo tuvieron consecuencias en el tratamiento del mismo. Primero, la atención de este viajero se centró en entender la composición de un todo de grandes dimensiones pero su bagaje cultural hizo sin duda que destacara los aspectos que le fueron más llamativos sobre todo en términos de dimensión y exotismo, lo cual en cierta medida excluye lo que no está incluido o no posee estas características. Para sus estudiosos, Humboldt descubre nuevamente a América para la ciencia, la literatura y el arte. “El exotismo, exuberancia y grandeza del paisaje americano se convierten en la meta de ese romanticismo científico que se caracteriza por el afán de conquistar lo desconocido y el infinito por las ansias de realizar un proyecto fabuloso, una identificación con la naturaleza, por la alegría y la tristeza de vivir, por el deseo de comprender mejor el destino del hombre, el disfrute de lo exótico y al mismo tiempo la nostalgia del pasado. El Nuevo Mundo le ofrece por primera vez la variedad de paisajes de los trópicos”. 63 Sus trabajos atrajeron la atención de los mexicanos y también de muchos extranjeros que maravillados por sus descripciones visitaron México y realizaron interesantes trabajos artísticos y científicos. Segundo, en México como vimos, sus trabajos fueron citados por grandes pensadores como José María Luis Mora, y Lucas Alamán. El Humboldt historiador, lingüista y antropólogo es múltiplemente citado en la segunda parte del siglo XIX en autores como Manuel Orozco y Berra y por Alfredo Chavero. Sus mapas fueron la base de dibujo de muchos de los posteriores y como inicio influyeron decididamente en su conformación. 62 Jaime Labastida, “Humboldt en la Nueva España”, Parte 4. Culture and Society in the New World, en Alexander Humboldt from the Americas to the Cosmos, New York, The City University of New York, p. 39. 63 Luisa V. de Castillo, “Científico y poeta”, parte 22. “Culture and Society in the New World”, en Alexander Humboldt From the Americas to the Cosmos, New York, The City University of New York, p. 39. 63 Delgado López, op. cit., p. 94. Encuentro una tercera influencia en las consecuencias del seguimiento del pensamiento fisiocrático que impulsó la idea de que el territorio mexicano era ideal para el trabajo agrícola y que su uso podría enriquecer a la nación sin límites. Este concepto, basa el progreso de la sociedad humana en la explotación agrícola, el problema viene cuando el usufructo de la tierra no tiene límites. Hoy, la falta de estos límites, la confianza en un desarrollo malentendido y desde luego la suma de muchos otros factores, ha traído enormes consecuencias de desequilibrio y desgaste sobre el paisaje mexicano. Considero que la forma en que se leyeron las afirmaciones de Humboldt en términos de la grandeza del territorio y de la posibilidad del progreso de sus habitantes a través de su explotación especialmente agrícola, influyó en la manera de utilizar el paisaje en México. Las transformaciones se inician de una forma pausada durante el siglo XIX y se aceleran al sumarse otros factores para traer consigo los enormes e irreversibles cambios en el paisaje que se produjeron el siglo XX. La sobreexplotación agrícola y ganadera de los suelos y paisajes en el siglo XX ha transformado sin retorno la naturaleza mexicana, reduciendo su fertilidad y acabando con la biodiversidad característica de sus ecosistemas. Una muestra del pensamiento y la difusión de estas ideas son las consignas postrevolucionarias. Especialmente explícita, la de uno de los murales de Diego Rivera para la escuela de Chapingo: Aquí se enseña a explotar la tierra, no a los hombres. Fig. 14. Mural de Diego Rivera, Alianza obrero campesina, 1924. Fresco. Universidad Autónoma de Chapingo. 64 64 http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=exp-muralismo-en-la-revolucion-galeria (Imagen tomada del libro: Desmond Rochfort, Pintura mural mexicana, Orozco, Rivera, Siqueiros, México, Limusa, 1993, p. 68.) Humboldt fue sin duda un personaje muy peculiar, con una amplísima capacidad intelectual y una sensibilidad delicada y decidida. Como he explicado, sus trabajos fueron entendidos e interpretados en México de la manera en que convino en su momento, pero la influencia de su obra fue de gran importancia para este país y para el caso que aquí nos ocupa en términos de su jerarquía para conformación de la idea del paisaje mexicano. Uno de los textos que tratan ampliamente este tema es el de Castrillón65 con el sugerente título Alejandro de Humboldt, del catálogo al paisaje, en el que examina el paso que dio desde sus expediciones hasta la invención de paisajes. México fue para Humboldt un paisaje exótico y rico que encaja en el rompecabezas de sus estudios de la tierra, un paisaje en muchos sentidos descrito por él como grandioso e imponente, así como rico y lleno de posibilidades. Por otra parte, los métodos de acercamiento al paisaje y los datos que Humboldt dejó sobre este territorio fueron determinantes para los estudios posteriores sobre el tema. A manera de conclusión sobre esta parte, recordaré que la idea del paisaje es un ejercicio teórico-práctico que une indisolublemente ambos aspectos y el trabajo de Humboldt ejemplifica esta relación. En el periodo novohispano anterior a sus trabajos la conceptualización de paisaje, como la conocemos hoy, era todavía incipiente. Se destacaban aspectos particulares del paisaje pero no el paisaje como totalidad, el trabajo de Humboldt, seguidor del empirismo razonado, avanza y logra afianzar la idea global del paisaje distinguiendo sus características como las propiamente mexicanas, basándose en el método racional cuantitativo. La naturaleza considerada racionalmente, es decir, sometida en su conjunto al trabajo del pensamiento, es la unidad en la diversidad de los fenómenos, la harmonía (sic) entre las cosas creadas, es el Todo, penetrado por un soplo de vida –más– No se trata de reducir el conjunto de los fenómenos sensibles a un pequeño número de principios abstractos, que tengan por base la sola razón. La física del mundo, tal como aquí intento exponerla, no tiene la pretensión de elevarse a las peligrosas abstracciones de una ciencia puramente racional de la naturaleza. Es una geografía física, unida a la descripción de los espacios celestes y de los cuerpos que llenan estos espacios. Extraño a las profundidades de una 65 Alberto Castrillón Aldana. Alejandro de Humboldt, del catálogo al paisaje, Expedición naturalista e invención de paisajes, Medellín, Colombia, Editorial Universidad de Antioquía, Clío. 2000, 215 p. filosofía puramente especulativa, mi ensayo sobre el Cosmos es la contemplación del universo, fundado sobre un empirismo razonado.66 Con todas las circunstancias que construyen la idea del paisaje mexicano es imposible focalizar en una de ellas y pretender encontrar su evolución como un fenómeno único, pero bastará decir que la influencia de Humboldt sobre este asunto fue decisiva. Entre sus grandes méritos estuvo acopiar y relacionar la información existente hasta entonces inaccesible y lograr publicarla. Sus descripciones, acompañadas de grabados y especialmente sus críticas halagüeñas fueron en el inicio del México Independiente determinantes como temas de discusión y de reafirmación del potencial nacional. Es interesante destacar que seleccionó algunos paisajes en particular que aunque tenían ya una tradición emblemática, su mención reforzó sus valores. Humboldt dotó a la nación en construcción del material que necesitaba para asentarse en una base sólida, fuera ésta o no real. Fue una autoridad en la que se apoyaron las ideas que necesitaba el país para seguir adelante en un clima políticamente complejo. Entre estas bases, sin duda el territorio y la idea de su paisaje fueron puntales esenciales. No es casualidad que justamente el siglo XIX puede ser caracterizado como el periodo paisajístico mexicano. Los primeros mapas del México Independiente La empresa de levantar un mapa general de la República y los parciales de los distritos y estados es ardua, pero no difícil, y aunque lo fuera, los intereses del gobierno, las exigencias de la sociedad y el honor nacional demandan imperiosamente que se inicie esta gran medida; y el empeño y la perseverancia que todo lo vence, la terminarán. Tadeo Ortiz de Ayala Los antecedentes cartográficos mas a la mano para la nación mexicana fueron los estudios geográficos de Humboldt que como vimos partieron de la información que al respecto consultó de la cartografía novohispana como el pie para continuar desarrollando 66 Alexander von Humboldt, “Introducción”, en Cosmos, Essai d’une description physique du Monde, París 1866. los dibujos de los mapas de México. Muchos fueron los intentos por conseguir la empresa que significaba tener a la mano la información más importante sobre el país. Los textos de Humboldt contenían datos valiosos pero no con el suficiente detalle para hacerlos útiles para la explotación de recursos. Como dije, Humboldt dejaba claro que el territorio que había conocido era rico y los mexicanos iniciaban sus aspiraciones nacionales con la confianza de que el conocimiento de esta riqueza seria la base para el progreso de la nación, y estaban conscientes de que requerían esforzarse en precisarla. Un antecedente importante fue el tratado hoy conocido como de Adams-Onís o Tratado de amistad, arreglo de diferencias y límites entre su Majestad Católica el Rey de España y los Estados Unidos de América, cuya negociación se inició en 1819 y se ratificó hasta 1831. La línea divisoria se describe en el documento, establece la Florida como territorio estadounidense y la frontera con México se marca en la desembocadura del río Sabina, cruzando el continente por el rio Rojo y el Arkansas hasta el paralelo 42° y de ahí hasta el océano Pacífico. Podemos verla dibujada el mapa publicado en 1833 en Filadelfia titulado A New American Atlas Containing Maps Of The Several States of the North American Union, Projected and drawn on a Uniform Scale from Documents found in the public Offices of the United States and State Governments, and other Original and Authentic Information, pero es importante destacar que no apareció en los mapas realizados en México y que el texto resulta muy simple para reconocer gráfica y realmente la ubicación de la frontera. Fig. 15. Henry Tanner S. Nuevo Atlas. Filadelfia, 1833. Sobre los primeros años del México independiente podemos distinguir la producción de mapas alrededor de tres temas: el primero sobre las zonas limítrofes internacionales y alrededor de los procesos de construcción de las muy cambiantes fronteras norte y sur. Este fue el tema que se añadió como prioritario a partir de la vida independiente, ya que los otros dos eran parte de las búsquedas novohispanas y de los trabajos de Humboldt que ya hemos descrito. La segunda temática se distingue por la necesidad del conocimiento de las características particulares del territorio en las distintas regiones. Los mapas generales que se dibujan vienen acompañados de relatos sobre las cualidades de las diferentes regiones y algunos de ellos contienen datos sobre su población. Se producen algunos mapas que podemos considerar temáticos como los de minería que estaban encaminados a la posibilidad de explotar un recurso específico o los que buscan características topográficas benéficas para la inserción de caminos. El tercer tema son los litorales marinos de los dos océanos, el Atlántico y el Pacífico que representaban la posibilidad de comunicación con el comercio europeo y asiático. Para esto era indispensable localizar los sitios adecuados para la ubicación de puertos para los barcos que ofrecieran la posibilidad de comunicar las mercancías tierra adentro, lo que hacía necesario el trazo de vías de comunicación. Un asunto era poseer el territorio y reconocerlo como propio y otro distinguir sus fronteras y características. Como mencioné, la Constitución de 1824 exponía como una prioridad la necesidad de realizar la demarcación del territorio nacional. Apenas tres años después de consumada la independencia, el congreso mexicano aprobó la legislación para impulsar los estudios superiores de Ingeniero Topógrafo a fin de contar con mexicanos preparados para conocer el territorio nacional. Los liberales impulsaron la formación de profesionales como un requisito de evolución política para el país. Sobre el tema de fronteras, la defensa del territorio entonces aún en muchos sentidos desconocido, fue pronto una prioridad para la nueva nación al ser indispensable advertir sus características y delimitarlo para asegurarlo como sustento conformador del país y de su existencia política. Así, el territorio se dividió en cinco departamentos compuestos por México, Veracruz, Yucatán, Estados Internos de Oriente y Estados Internos de Occidente. Destaca aquí la labor de los ingenieros militares ilustrados que fueron enviados a la Nueva España para participar en las labores de conocimiento y defensa de las tierras americanas. Fueron responsables de grandes obras y bajo su dirección se trazaron mapas que en muchos casos acompañaron los informes militares. Colaboraron al trazo de caminos, grandes obras hidráulicas, canales y estructuras de defensa. Debido a los objetivos de su trabajo, la mayor parte de los mapas que realizaron fueron de escalas específicas para alguna obra y en la etapa final del virreinato se dedicaron especialmente a conocer y realizar mapas regionales de los dominios poco conocidos y despoblados del septentrión. La cartografía de corte ilustrada producida por estos, incorporó “las matemáticas, ciencia del racionalismo, a través de la utilización sistemática de las observaciones astronómicas para la fijación de la latitud y longitud”.67 Desde luego, Costanzó, el ingeniero militar más prolífico e importante de los que trabajaron en el territorio novohispano, quien ha sido ampliamente estudiado por Omar Moncada.68 De estos trabajos destacan los mapas del Istmo de Tehuantepec iniciado en 1823, el del entorno de la ciudad de México de 1825 y el de la frontera noreste de México y Estados Unidos realizado entre 1827 y 1829. Algunas zonas, como el entonces muy amplio Estado de México, legislaron a favor de un plan de organización y de una Comisión Geográfica y Estadística que se formó en 1827 y que tenía entre sus objetivos reunir información geográfica, estadística, mineralógica y botánica y elaborar un mapa particular a escala 1: 5000 de cada distrito. En 1831 el ministro Lucas Alamán, presentó ante el congreso mexicano la propuesta para elaborar el Atlas geográfico y minero de México a fin de impulsar la atracción de capital al país. Una vez conseguido este efecto era indispensable dirigir el rumbo de las inversiones para lo que las compañías nacionales y extranjeras elaboraron diferentes mapas geográficos de gran escala. Esta información podía ser utilizada para la formación de un atlas geográfico que evitaría la pérdida de las inversiones producida por la falta de datos fidedignos. El principal objeto de este proyecto era la ubicación de regiones con potencial para la explotación de vetas mineras por empresas privadas. 67 José Omar Moncada Maya, “La cartografía americana y el reconocimiento de un espacio propio”, en “Debates y Perspectivas”, no 1 México, 2000, p. 151-167. (Cuadernos de historia y ciencias sociales. Fundación Histórica Tavera). 68 Cfr. José Omar Moncada Maya, El ingeniero Miguel Constanzó. Un militar ilustrado en la Nueva España del siglo XVIII, México, UNAM, Instituto de Geografía, Instituto de Investigaciones Sociales, Dirección General de Asuntos del Personal Académico, 1994, 356 p. Un proyecto geográfico sin precedentes al iniciar la vida independiente fue la de Simón Tadeo Ortiz de Ayala que buscaba construir un Compendio Geográfico con información de todo el país que se diferencia de la anterior por la escala geográfica y la aplicación. Buscaba formar un plano topográfico general trazado con exactitud astronómica y a gran escala a partir de la participación de astrónomos y geómetras, naturalistas, botánicos y dibujantes. Para esto dividió el territorio en cinco secciones, distribuidas, dos en los puntos extremos, es decir en las fronteras, una en el centro y dos repartidas en los litorales del Pacífico y del Atlántico. Cada sección llevaría un director y un ayudante astrónomos y dos auxiliares, un naturalista aplicado al desempeño de la parte geológica, zoológica y aspecto físico; un botánico, a la de las plantas y producciones; un joven auxiliar a cada uno, un médico y dos escribientes. En palabras de Tadeo Ortiz y ante su preocupación por el desmembramiento del país y el sistema federal, describe los problemas de los territorios del norte: “si por una fatalidad las fronteras de California, Nuevo México y Texas continúan en el estado de abandono en que yacen, a una enorme distancia del centro de la población y los recursos, aislados sin comercio y sin vida, despoblados sus límites naturales, sus riberas y litorales desiertos, tarde o temprano es inminente su pérdida porque dígase lo que se quiera en cuanto a los derechos de posesión estos serán ilusorios e insostenibles a la distancia, delante de la política y las aspiraciones de la ambición del poderoso, siempre que una nación naciente tenga la desgracia de que sus administradores, por una ciega ignorancia y criminal apatía no cuiden de proporcionar a los pueblos…”69 Entre sus proposiciones generales para el mejoramiento de la administración destaca la necesidad de disponer de información para la toma de decisiones. La información es “la indispensable brújula de los gobiernos y la prenda mas estimable del hombre de estado, porque sin conocer a palmos el país, sus montañas, eminencias, obras, encrucijadas, flancos o descubiertas en sus fronteras, ríos, puertos y redes, y saber de memoria si es posible, el número de su pueblos, habitantes, producciones y calidades y hasta las necesidades, pasiones, inclinaciones y genio de sus vecinos ¿cómo será posible administrar a los pueblos con acierto y rectitud?” 70 Sobre los mapas dice “El Plan geográfico de Tadeo Ortiz ofreció 69 Tadeo Ortiz, México considerado como nación independiente y libre, o sean algunas indicaciones sobre los deberes más esenciales de los mexicanos, Burdeos, Imprenta de Carlos Lawale Sobrino, 1832, p. 136. 70 Ibidem., p. 137. una perspectiva que abría un programa de gobierno y directrices generales para el fomento a la educación, las ciencias y las artes, la agricultura y la industria, el comercio, la apertura de caminos y de canales fluviales, la colonización y la salud de la población del país.” He mencionado algunas propuestas, pero el mapa aún no se había realizado, los disturbios y desacuerdos políticos omnipresentes en la sociedad del momento, las dificultades económicas y los continuos conflictos hicieron que los proyectos emprendidos no concluyeran sus planes. Un buen paso fue la fundación del Instituto Nacional de Geografía y Estadística en 183371 cuyo objetivo era elaborar la cartografía del nuevo país con sus regiones y fronteras pero el proceso fue muy complejo y lento, hubo de esperar 18 años. El primer paso de la Sociedad consistió en acumular la información y experiencia existente. Se contaba con la cartografía de Humboldt y se añadió la de los conquistadores que definieron los litorales y las tierras sometidas, las del virreinato que fue consolidando las fundaciones poblacionales en los territorios ocupados, las jurisdicciones eclesiásticas, de los propietarios de minas y haciendas, las expediciones misionales y militares que se ocuparon en cartografiar las provincias septentrionales y las de los registros catastrales. También se consideraron todos los esfuerzos de los agrimensores y de los científicos ilustrados para definir la posición geográfica del país y desde luego, se recogieron en ella todos los mapas regionales. El dibujo de la Carta General fue encomendado al general Pedro García Conde. La tradición de la recopilación de datos geográficos se inició a través de los gobernadores de las diferentes regiones. La información recibida entonces fue muy limitada y desigual debido a la dudosa confianza de las fuentes informativas. Así se procedió a armar el mapa 71 La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística es la primera asociación científica fundada durante el México independiente. Durante el siglo XIX surgió como Instituto Nacional de Geografía y Estadística (1833-1839); posteriormente, se transformó en Comisión de Estadística Militar (1839- 1849) y, por último, cambió su nombre por el de Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (1850). Tradicionalmente se ha tomado como fecha de fundación de la Sociedad, la del Instituto Nacional de Geografía y Estadística, el cual se instituyó el 18 de abril de 1833 por orden del vicepresidente de la república, Valentín Gómez Farías, a través del entonces Secretario de Relaciones Interiores y Exteriores, Bernardo González Angulo. Sus primeros miembros fueron José Justo Gómez de la Cortina, Ignacio Mora, Ramón Corral, Joaquín Velázquez de León, Juan Orbegoso, Miguel Bustamante, Juan Aragó, Manuel Gómez, José María Durán, y Cayetano Moro, entre otros; además, se contaba con socios corresponsales en los estados y en el extranjero, entre los que resaltan Humboldt y François Aragó, en París. Esta corporación científica orientó sus trabajos de geografía para el conocimiento del territorio mexicano, y la estadística para apoyar la política del gobierno, el cual desde un principio respaldó sus actividades. que resultó aún muy impreciso, especialmente en lo que se refiere justamente a los límites. Un cosa era dibujar un mapa y otra los acuerdos sobre las líneas limítrofes del territorio. Como se ve, este mapa ya ha tomado en su totalidad las formas cartográficas occidentales y destaca la representación de las cadenas montañosas. Para cuando por fin vio la luz México ya había perdido la mitad del territorio en la intervención norteamericana de 1847. Fig. 16. Pedro García Conde. Carta Geográfica General de la República Mexicana, 1845. 72 El mapa fue terminado con grandes vaguedades en 1853 y el trabajo de Héctor Mendoza73 explica que fue publicado en Londres en 1850 a espaldas del gobierno y por lo tanto no fue conocido en México. Como adelanté al principio, el tan esperado mapa fue realizado por Antonio García Cubas tres años después. Sobre éste y por su particular importancia para la construcción de la idea del paisaje mexicano comentaré con detalle más adelante. Lo que había sido una advertencia o augurio de importantes mexicanos era una realidad, duramente aprendida. El territorio que aun se conservaba seguía siendo fuente del 72 Carta Geográfica General de la Republica Mexicana, formada el año de 1845 con los datos que reunió la sección de Geografía del Ministerio de la Guerra por el general de brigada Pedro García Conde. http://www.raremaps.com/gallery/detail/15146?view=print 73 Héctor Mendoza Vargas, Historia de la Geografía en México: siglo XIX, Tesis para obtener el título de Licenciado en Geografía, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, 1989, 214 p. asedio de otras naciones. En 1854 México volvía a perder el territorio de la Mesilla. La Constitución de la República Mexicana de 1857 precisó la división política del país. El asunto de los límites era una grave herida y para evitar nuevas pérdidas era indispensable conocer y proteger el interior del país. En realidad el territorio perdido era un sitio presente en muchos sentidos en la imaginación de los mexicanos, pero más como idea abstracta que real. Era un territorio muy lejano identificado por la existencia de presidios y tribus nómadas y sin una identificación clara como territorio aunque presente como símbolo de la soberanía y extensión nacionales. Esto no podía seguir sucediendo y llevaron a cabo estrategias como la división del territorio en 24 estados y un territorio, el de la Baja California que colaboraron a la tarea del conocimiento de las partes. La guerra de Reforma traería nuevos desequilibrios que aunque parecían terminar con la restitución del régimen constitucional lograda por el presidente Benito Juárez en 1861 vieron nuevos tiempos violentos con la intervención francesa que durara 5 años. Las crisis políticas producidas por las intervenciones extranjeras, española, francesa y norteamericana, sobre todo esta última en la que perdimos la mitad del territorio, provocó una toma de conciencia que forzó a los dirigentes estatales en todas las posturas a pensar con hondura cual era nuestra real situación, ¿Qué éramos y cuántos?, ¿cuáles eran nuestros recursos, nuestras instituciones, en fin nuestra realidad material, social y cultural? Había que inventariarlos, darlos a conocer, cuantificarlos y valorarlos. Obras como las de Raynal apoyaron también la cuantificación. Ya no se trató de utilizar solamente a la historia, sino que se echó mano principalmente de las ciencias naturales, físicas y sociales para obtener un resultado más objetivo, seguro y firme. 74 El presidente Juárez en 1861 publicó un decreto para la formación de las cartas hidrográfica y geológica del Valle de México que surge de la necesidad de dar solución al siempre presente problema del desagüe del Valle de México. Se trataba aquí de intentar una transformación absoluta del paisaje, de terminar con los lagos para hacer posible una vida urbana y económica sin alteraciones. El objetivo era determinar la cantidad de agua que recibían los lagos, la forma y capacidad de almacenamiento de éstos, la naturaleza de 74 Ernesto de la Torre Villar, reseña sobre México en el Diccionario Universal de Historia y Geografía, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, v. 22. http://www.historicas.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc22/277.html los fondos de cada lago y los terrenos de los alrededores, así como las diferencias de nivel y el tipo de rocas. Mientras todo esto pasaba, la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística consciente de la imperiosa necesidad de su labor, continuaba con sus tertulias en la que se presentaron algunas propuestas que dejan entrever los objetivos en los que se centraba la utilidad de la producción geográfica. Se hicieron propuestas como la de realizar una guía para una obra mayor sobre la geografía nacional para registrar los límites territoriales, la superficie y la división de cada entidad del país, así como sus coordenadas geográficas y población. Otro proyecto similar pero menos conocido fue la propuesta de José María García, que incluía los temas sobre los límites territoriales, la superficie y la división de cada entidad del país así como sus coordenadas geográficas y su población. Recordaba la necesidad de efectuar el empadronamiento y el censo general de población. Señaló que el estudio de la Geografía y Estadística es “el más sólido fundamento de buen gobierno para las naciones”.75 Otra sugerencia en estas tertulias fue la de Tomás Aznar Barbachano quien señaló que el estudio de la geografía y estadística es “el más sólido fundamento de buen gobierno para las naciones”,76 afirmación que deja entrever el ánimo del momento y la confianza en estos avances. Las propuestas que se presentaron en las tertulias eran fruto de las preocupaciones del momento con cuyos proyectos se confiaba en que la geografía podría contribuir al afianzamiento de la nación, pero en sus pocos logros se aprecia también lo complejo de la empresa. Se aprecia en ellos la continuidad y vigencia del anhelo y el optimismo que consideraba a la diversidad geográfica del territorio como la base material de los mexicanos para construir la “fortaleza de la patria.” Otra de las instituciones que tuvieron un papel importante en el avance de este tema fue el Ministerio de Fomento creado en 1853 como parte de la administración pública. Su existencia sintetizaba los anhelos para estimular a la industria, la agricultura y las comunicaciones El trabajo geográfico se encaminaba aquí al servicio de las reformas 75 Cfr. José María García, editor de la Revista Universal, “El Olivo”, México, Editorial Mexicana, 1870, 34 p., ils. 76 Las Mejoras Materiales: periódico especialmente consagrado a la agricultura, industria, comercio, colonización, estadística y administración pública, publicado bajo la protección del Ministerio de Fomento por Tomás Aznar Barbachano, Campeche, Imprenta de la Sociedad Tipográfica, 1869. administrativas. Un tiempo después, la rama reformista liberal requirió a escala y sobre papel de un Mapa topográfico del Distrito de México que se dispuso realizar desde el Ministerio de Fomento. Para esto se integró la Comisión del Valle de México (1856-1858) pero se originó la guerra civil de 1858-1860 que impidió la medición de la periferia de la ciudad de México. Otra empresa que no podemos dejar de considerar fue la emprendida por los intelectuales principalmente conservadores que se reunieron para escribir entre 1853 y 1856 su visión del país en el Diccionario universal de historia y geografía en 10 tomos, coordinados por Manuel Orozco y Berra. 77 Los colaboradores participaron en un proyecto de educación e identificación nacional que inscribió la historia y el sentido del paisaje mexicano en el marco universal de la cultura. Se preocuparon por fijar los límites de su país en el mundo y levantaron un censo confiable y para la nación mexicana. 78 Si bien el espíritu del Diccionario fue el de dar una idea totalizadora de la República, para lo cual recogió información de todo género, la más precisa y actuante hasta entonces, en sus nutridos volúmenes acumuló amplia e importante información histórica que más tarde con nuevas reflexiones surgidas de trágicas experiencias llevarían a otra generación a plantearse la necesidad de escribir maciza obra que concentraría el pensamiento liberal triunfante y forjaría la conciencia histórica de la república. México a través de los siglos es fruto del Diccionario. Por otra parte, la colaboración amplia que el Diccionario tuvo, las distintas filiaciones de sus participantes, preludian muy bien la acción conciliadora de Manuel Ignacio Altamirano con su Renacimiento. Si Eguiara y Eguren79 elaboró auténtica “Suma” de la cultura novohispana con base en el análisis profundo de los aportes que el intelecto y espíritu habían logrado, el Diccionario añadió el elemento material, contable, demostrable científicamente, que se había alcanzado. No se trató de hacer una obra de erudición, sino 77 Diccionario Universal de historia y de geografía. Obra dada a la luz en España por una sociedad de literatos distinguidos y refundida y aum. considerablemente para su publicación en México con noticias históricas, geográficas, estadísticas, y biográficas sobre las Américas en general, y especialmente sobre la República Mexicana, por Lucas Alamán, José María Andrade, y otros, recogidos y coordinados por Manuel Orozco y Berra, México, Rafael, 1853-1855, 10 v. 78Antonia Pi-Suñer Llorens, México en el Diccionario Universal de Historia y de Geografía, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, Facultad de Filosofía y Letras, 2000, 3 v. (Al siglo XIX. Ida y Regreso). 79 Juan José Eguiara y Eguren, Biblioteca Mexicana, edición preparada por Ernesto de la Torre Villar, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 1986, 5 v. una que mostrara, que revelara, cuál era la conciencia que se tenía del México en la mitad de la centuria en que se había formado como nación independiente.80 Sin olvidar ese antecedente, a través de una circular oficial, Manuel Orozco y Berra dio a conocer el contenido de un nuevo diccionario geográfico en 1861. Esta vez el plan que no fue completado, estaría a cargo del Ministerio de Fomento, a través de unas instrucciones y en coordinación con los gobernadores y las autoridades locales. Los artículos, escritos en cada lugar, estarían acompañados por la carta oficial de México, la de cada entidad de la federación, los planos de las ciudades y las viñetas y se planeaba incluir también las vistas más pintorescas del paisaje mexicano. Más tarde, en 1875 asesoró a José María Pérez en su empresa del Diccionario geográfico, estadístico, biográfico, de industria y comercio de la República Mexicana, obra que no tuvo ni la calidad ni la envergadura del Diccionario de 1854. Fig. 17. Don Manuel Orozco y Berra, 1881, 10 x 15 cm.81 Para instruir y educar al pueblo se adoptaron sistemas del exterior como base de los propios. Para crear la conciencia cívica se escribieron catecismos políticos y para fortalecer la conciencia histórica se elaboraron las cartillas de geografía e historia como lo hizo Almonte. 80 Ernesto de la Torre Villar, reseña sobre México en el Diccionario Universal de Historia y Geografía, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, v. 22. http://www.historicas.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc22/277.html 81 Grabado de la ilustraccion española y americana, Manuel Orozco y Berra, 1881, sin montar. 10 x 15 cm. http://www.todocoleccion.net/manuel-orozco-berra-mejico~x7612027 En la época de la administración imperial de Maximiliano de México, de 1863 a 1867, los geógrafos no fueron ajenos a las crisis y las posturas políticas. En este periodo se buscó integrar la información de la descripción geográfica y registrar la diferenciación del espacio geográfico a través del mapa. El 13 de marzo de 186582 apareció uno de los decretos más importantes del gobierno de Maximiliano, publicado en el Diario del Imperio, que proponía la primera división del territorio del nuevo imperio. Este trabajo había sido encomendado a Manuel Orozco y Berra que seguiría las siguientes características: una división de cincuenta departamentos en las que se elegiría de ser posible los límites naturales. Para la extensión superficial de cada departamento se atendería a la configuración del terreno, clima y la tendencia a la igualdad en el número de habitantes. Esta división en términos prácticos nunca fue utilizada y en el periodo posterior, de la República Restaurada, se regresó a la división preexistente. La interesante propuesta de Orozco y Berra, más lógica en el sentido ambiental, se perdió al regresar a la partición en términos políticos. 82 Diario del Imperio, 13 de marzo de 1865. Establecido el Imperio, se procedió a formar nueva división territorial. La ley que la establece lleva la fecha de 3 de marzo de 1865, y en la parte que hace a nuestro propósito dice así: Artículo 1. El territorio del Imperio lo forman todos los Estados ó Departamentos, Territorios é Islas situadas en los mares Atlántico, Pacífico y Rojo ó de Cortés, que de hecho y de derecho han pertenecido y pertenecen á lo que se llamó República Mexicana. Al Norte, son límites con los Estados-Unidos, los reconocidos por el tratado de Guadalupe Hidalgo, de 2 de febrero de 1848, modificados en parte por el tratado de la Mesilla, fechado en 30 de diciembre de 1853. Al Este, el Golfo de México, el mar de las Antillas y el establecimiento de Walize, poseído por los ingleses, conforme á los derechos que les concedió el tratado de Versalles. Al Sur, los límites con la República de Guatemala, serán definitivamente los que se señalen en un tratado especial. Al Oeste, el mar Pacífico, quedando dentro de su demarcación el mar de Cortés. Art 2. El Territorio del Imperio se divide en cincuenta Departamentos en esta forma: Departamento de Yucatán, II. Departamento de Campeche, III. Departamento de la Laguna., IV. Departamento de Tabasco, V. Departamento de Chiapas, VI. Departamento de Tehuantepec, VII. Departamento de Oaxaca, VIII. Departamento de Ejutla, IX. Departamento de Teposcolula, X. Departamento de Veracruz, XI. Departamento de Tuxpan, XII. Departamento de Puebla, XIII. Departamento de Tlaxcala, XIV. Departamento del Valle de México, XV. Departamento de Tulancingo, XVI. Departamento de Tula, XVII. Departamento de Toluca, XVIII. Departamento de Iturbide, XIX. Departamento de Querétaro, XX. Departamento de Guerrero, XXI. Departamento de Acapulco, XXII. Departamento de Michoacán, XXIII. Departamento de Tancítaro, XXIV. Departamento de Coalcoman, XXV. Departamento de Colima, XXVI. Departamento de Jalisco, XXVII. Departamento de Autlán, XXVIII. Departamento de Nayarit, XXIX. Departamento de Guanajuato, XXX. Departamento de Aguascalientes, XXXI. Departamento de Zacatecas, XXXII. Departamento de Fresnillo, XXXIII. Departamento del Potosí, XXXIV. Departamento de Matehuala, XXXV. Departamento de Tamaulipas, XXXVI. Departamento de Matamoros, XXXVII. Departamento de Nuevo-León, XXXVIII. Departamento de Coahuila, XXXIX. Departamento de Mapimí, XL. Departamento de Mazatlán, XLI. Departamento de Sinaloa, XLII. Departamento de Durango, XLIII. Departamento de Nazas, XLIV. Departamento de Alamos, XLV. Departamento de Sonora, XLVI. Departamento de Arizona, XLVII. Departamento de Huejuquilla, XLVIII. Departamento de Batopilas, XLIX. Departamento de Chihuahua, L. Departamento de California. Fig. 18. Decaen & Debray, Carta General del Imperio Mexicano. 1865.83 Durante la República Restaurada (1867) se insistió en la necesidad de ampliar y profundizar en el conocimiento del territorio como un paso indispensable para las élites políticas e intelectuales mexicanas, por aquellas fechas estrechamente vinculadas entre sí. En estos trabajos se distingue la búsqueda de las características particulares del territorio que son realizadas por instituciones gubernamentales más sólidas y definidas. Los mapas generales que se dibujan vienen acompañados de relatos sobre las cualidades de las diferentes regiones y algunos de ellos contienen datos sobre su población. A finales de esta convulsa etapa se iniciaron también los esfuerzos por encontrar más a detalle las características de la riqueza en el interior de las diversas regiones. Se producen algunos mapas que podemos considerar temáticos como los de minería que estaban encaminados a la posibilidad de explotar un recurso específico o los que buscan características 83 Decaen & Debray, Carta General del Imperio Mexicano. Formada y corregida con presencia de los ultimos datos y el auxilio de las autoridades mas competentes, 1865. http://www.raremaps.com/gallery/archivedetail/30643/Carta_General_del_Imperio_Mexicano_Formada_y_C orregida_Con_presencia_de/Decaen%20&%20Debray.html topográficas benéficas para la inserción de caminos y particularmente sobre las posibilidades del trazo de vías férreas. El tema también recurrente se relaciona con la cartografía de los litorales marinos de los dos océanos, el Atlántico y el Pacífico que representaban la posibilidad de comunicación con el comercio europeo y asiático. Para esto era indispensable localizar los sitios adecuados para la ubicación de puertos para los barcos que ofrecieran la posibilidad de comunicar las mercancías tierra adentro. Como dijimos, en la tarea de conocer el territorio se priorizó de forma cada vez más especializada las características particulares del territorio en sus distintos estados y la formación de cartas temáticas así como los levantamientos topográficos que hicieran posible el trazo de vías de comunicación especialmente ferroviarias entre centros mineros y productivos, áreas de comercio y hacia las zonas costeras que comunicaran por mar hacia el exterior. La producción de mapas en la llamada República Restaurada fue mucho más prolífica y compleja, las condiciones del país y los adelantos técnicos lo hicieron posible. Por la complejidad y variedad de mapas en este periodo y porque no todos están vinculados directamente a la construcción de la idea del paisaje he decidido centrar este trabajo en el autor que considero más importante para este asunto: Antonio García Cubas. Para Mendoza Vargas, esta apreciación indica “la vigencia del anhelo y el optimismo” 84 que consideraba la diversidad geográfica de nuestro territorio, los climas, la producción, la agricultura y la población, como la base material de los mexicanos para construir la fortaleza de la patria. 84 Mendoza Vargas, “Introducción”, op. cit. PARTE II. MAPAS DE MÉXICO ¡Si se examina con atención mi mapa general del reino de Méjico!, claro un mapa es la fijación exacta de la patria: el título de sus límites: el retrato de su extensión, y México, recién mutilado no tenía un mapa digno! Antonio García Cubas. México sin mapa Incalculables fueron los efectos que tuvo la invasión norteamericana al territorio mexicano y las consecuencias que produjo la pérdida de una gran extensión en muchos de los ámbitos científicos y artísticos. En la primera mitad del siglo XIX, los intentos por cartografiar y conocer el territorio mexicano no lograron consolidarse. Los anhelados mapas de México no se pudieron dibujar pues no existían las circunstancias indispensables para realizarlos. El suceso que agravaría la urgencia de contar con un mapa fue justamente la invasión norteamericana. En la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo México cedió más de la mitad de su territorio, a los Estados Unidos. Resultaba indispensable marcar con precisión los límites negociados en el tratado para conocerlos y sobre todo conservarlos para frenar la expansión y garantizar la sobrevivencia de la nación. Fig. 19. Anónimo. Alegoría de la patria mexicana. Grabados. XIX. La gran pérdida territorial produjo un cambio de actitud hacia el territorio que se hizo patente a través de una mirada que buscaba destacar el valor de la superficie que se había conservado y una creciente necesidad de tener datos fidedignos sobre ella. Contar con un mapa de la República y conocer a ciencia cierta sus características era impostergable. Algunos personajes intentaron de diversas formas colaborar a su realización y finalmente el logro fue de Antonio García Cubas, quien además de haber dibujado la primera carta publicada y difundida en México aportó con sus muy diversos trabajos muchas de las ideas que irían construyendo la idea sobre el paisaje mexicano. 1 Resulta este un personaje muy peculiar ya que podemos ver en su trabajo una evolución que ilustra el paso de la aprensión racional cuantitativa a la inclusión prolífica de términos propiamente paisajísticos. Su fecunda obra va desde los importantes mapas y documentos dedicados a la geografía y estadística del territorio mexicano, pasando por sus textos didácticos sobre esta materia, hasta El libro de mis recuerdos2 donde recoge sus preocupaciones y retrata con el peculiar lenguaje romántico propio de la época el México que vivió. Hay en este texto varias menciones sobre el estado de la geografía en México y las consecuencias que esto traía a nuestro país. Llama la atención una denuncia muy dolida sobre la pérdida del territorio después de 1847. 1Carta general de la República Mexicana: formada en vista de los datos más recientes y exactos que se han reunido con tal objeto y constan en la noticia presentada al Exmo. Sr. Ministro de Fomento, [México], A. García Cubas, [1852], 2 mapas; 48 x 68 cm. 2 Antonio García Cubas, El libro de mis recuerdos: narraciones históricas, anecdóticas, y de costumbres mexicanas anteriores al actual estado social (ilustradas con más de trescientas fotograbados), ed. facs., México, A. García Cubas, 1904, México, Porrúa, 1986, 635 p., ils. (Biblioteca Porrúa, 86). Fig. 20. Mapa de los Estados Unidos de Méjico, 1847. 3 Con nostalgia cuenta en su libro: “grande era el abandono en que se encontraba la Geografía nacional, excepción hecha de los loables esfuerzos de la Sociedad de Geografía y Estadística. Tan marcado era aquel abandono, que para el tratado de límites entre México y Estados Unidos se echó mano en 1848 de la incorrecta y muy deficiente carta de los Estados Unidos Mexicanos, publicada en Londres por J. Desturnell”.4 Cabe aclarar que la discusión del Tratado de Guadalupe firmado en 18485 fue un “acuerdo” a puerta cerrada y por lo tanto no se puede saber que mapas o documentos se usaron como base. Pero en el artículo V se citó este mapa y se agregó que lo que impuso la decisión fue la fuerza del “destino manifiesto”, no la razón de mapas o documentos. El mapa que se menciona en este artículo por cierto, fue publicado en Nueva York y no en Londres como se indica en el mismo. 3 Disturnel Map of 1847. http://www.flickr.com/photos/cindylu/4326747649/sizes/l/in/photostream/ 4 García Cubas, op.cit., p. 385. 5 Tratado de paz, amistad, limites y arreglo definitivo entre la Republica mexicana y los Estados-Unidos de América: concluido por los plenipotenciarios en Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero, ratificado en Washington el 10 de marzo, y en Querétaro el 30 de mayo de 1848, México, Imprenta de I. Cumplido, 1848, 55 p. Para la negociación se utilizó un plano del Department of State norteamericano como base para delimitar la frontera. En este mapa, el territorio que se “cedió” a los Estados Unidos contiene indicaciones con alusiones como “Apachería”, “Indios Cajuanches” y “Apaches Tontos”, algunos nombres españoles de presidios y misiones y sobre todo una gran superficie representada como vacía y sin ninguna característica notable, situación claramente ventajosa para la negociación norteamericana. Como iremos viendo a lo largo de este trabajo, la infancia de muchos de los personajes que consideramos indispensables en la construcción de la nación y como he propuesto del paisaje mexicano, fue marcada por la trágica experiencia que significó la invasión norteamericana. Podemos decir que este evento trastocó personalmente a los mexicanos y por lo tanto transformó la relación con su territorio. En muchos sentidos inició su visión del mismo como paisaje propio. Describe García Cubas sobre este trágico episodio: “Era yo un adolescente cuando oí referir cierta mañana los tristes episodios de las primeras campañas libradas por nuestro ejército contra el invasor norteamericano. Sentí oprimido el corazón y mis ojos se humedecieron. El 21 (agosto de 1847) entró a Tacubaya la división Worth… Solamente comparable con mi dolor fue la indignación que me causó la presencia de la contraguerrilla de desnaturalizados mexicanos que formaban la vanguardia del ejército invasor, como guías y denunciantes”.6 El peligro estaba latente en este año y las consecuencias en la pérdida territorial se harían patentes un año después en el mencionado tratado, sin embargo no había certeza alguna sobre el territorio que se poseía ni sobre el que se conservaba, el desconocimiento era tanto para los implicados directamente en el asunto y mucho más para los habitantes de ese México en construcción. En el imaginario general, México tenía un territorio difuso. García Cubas reseña en su libro que la experiencia escolar de su infancia sobre geografía común en su tiempo “…jamás extendían sus conocimientos más allá de las generalidades de Europa siéndonos en todo punto desconocida la geografía nacional para la que no existía ni la más insignificante carta mural”. 7 6García Cubas, op.cit., p. 389. 7 Ibidem., p. 396. Pero este desconocimiento no se ciñó a los pequeños estudiantes, lo era también para personajes tan definitorios e importantes como el general Santa Anna. Recordemos aquí la impresión que tuvo García Cubas cuando le mostró a Santa Anna la Carta de la República que había dibujado al notar que apenas se daba cuenta de la cantidad de territorio que se había perdido”.8 México en un mapa. La Carta General de la República Mexicana García Cubas elaboró la carta que fue presentada a Santa Anna. Para construir el mapa de México aprovechaba los momentos que le dejaban libres sus ocupaciones en la Dirección General de Colonización e Industria (1851) que en 1853 se transformaría en la Secretaría de Fomento. Para conseguirlo utilizó la información que existía en los archivos de la Sociedad de Geografía y Estadística. Esta sociedad se formó en buena medida gracias al esfuerzo de José Gómez de la Cortina, quien en 1833 fundó el Instituto Nacional de Geografía y Estadística que ya he mencionado y desde sus inicios tuvo entre sus objetivos resguardar y conservar los mapas y la información geográfica mexicana existente hasta el momento, misma que García Cubas utilizó como base de sus primeros trabajos. El crédito que da García Cubas a la información que utilizó para realizar esta primera carta es a “los señores Moral, Humboldt, García Conde, Terán, Rincón, Narváez, Camargo, Lejarza, Obregoso, Iberri, Harcort, Mora y Villamil, Clavijero, Prescott, Alamán, etc,” Después de la negociación en la que se obligó a México a la venta de La Mesilla en 1853 por 10 millones de pesos, García Cubas inició “la ejecución de la entonces para mi obra magna de copiar la Carta General de la República, que en muy grande escala había formado la Sociedad de Geografía y Estadística, y que yacía, si no olvidada, por lo menos desconocida de todo el mundo. Con el tesón propio de mi carácter y con las nociones del dibujo geográfico, pronto di término a tan laboriosa empresa; y si bien el trabajo adolecía de los defectos consiguientes a mi inexperiencia, tenía el mérito de ser el resultado de una gran fuerza de voluntad y de ofrecer importantes rectificaciones que me fueron aconsejadas por el ilustrado oficial mayor don Miguel Lerdo de Tejada”.9 8 Ibidem., p. 452. 9Ibidem., p. 387. La Carta General a la que ya nos referimos fue realizada por el general Pedro García Conde en 1840,10 egresado del Colegio de Minas y del Colegio Militar. Este dirigió los trabajos para formar la carta de y después de la guerra con Estados Unidos, fue nombrado comisario para la demarcación de límites. Esta carta según García Cubas explicó, fue la que utilizó como base realizándole modestas modificaciones. Así la Carta General de la República Mexicana contuvo el primer mapa hecho por un mexicano e impreso en México en 1858. La Carta permaneció expuesta por todo el tiempo que duró la Exposición Anual de la Academia de San Carlos y “fue acogida con elogios por la prensa, los que no me envanecieron, pero me alentaron para continuar esos trabajos apenas iniciados”.11 La visita de los mexicanos a las exposiciones de San Carlos era copiosa y podemos distinguir este momento como el inicio de la inclusión del perfil del territorio en el imaginario de muchos habitantes de México. Este mapa inauguró desde entonces el territorio mexicano como un logotipo nacional a la manera en que lo explica Benedict Anderson en su libro Comunidades imaginadas, reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo.12 Anderson define a la nación como una comunidad política imaginada que se vale de variadas formas de representación entre ellas el mapa al que define como un logotipo que penetra profundamente en la imaginación popular y forma un poderoso emblema de los nacionalismos. Así pues el simbólico perfil del territorio se daba a conocer como una posesión de identidad nacional. Esta carta fue impresa mas tarde en una edición de 1858 titulándola Carta General de la República Mexicana.13 Los mapas y los paisajes La auto-representación de la nación Retomando la idea de Benedict Anderson sobre la nación podemos encontrar un claro vínculo con el trabajo geográfico y artístico que produjo Antonio García Cubas a lo largo de su vida. 10 Carta general de la República Mexicana, formada en la Secretaría de Fomento con mejoramiento de datos, por disposición del Secretario del Ramo Ingeniero Manuel Fernández Leal, París, Monroco, 1899, 1 mapa. 11 García Cubas, op. cit., p. 452. 12 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, México, Fondo de Cultura Económica. 2ª. Edición, 1997, p. 103. 13 Atlas geográfico, estadístico e histórico de la República Mexicana, México, Imprenta J. M. Fernández de Lara, 1858, l v., 32 cartas pleg. Anderson define a la nación como una comunidad política imaginada. Para él, las naciones no se distinguen por su falsedad o legitimidad política sino por el estilo con que son imaginadas y la obra de García Cubas expresa magníficamente el estilo con el que la nación mexicana inicia su auto representación imaginaria. Hacer una descripción de la iconografía del territorio mexicano resultaría una empresa imposible y por esto he elegido el trabajo de García Cubas al considerar que fue quien resumió y difundió en gran medida la representación de las imágenes de México, recurriendo a la tradición y adicionando los aspectos más relevantes de la época. Con toda justicia el arduo trabajo de producción cartográfica sobre el territorio mexicano de 1858 a 1885 podría denominarse la “época de García Cubas” y es justamente este espacio el inicio de la auto representación del México concebido como nación independiente. Intentando explicar este fenómeno iremos observando los mapas más importantes de entre los muchos que produjo. A García Cubas el mapa cartográfico le parecía en muchos sentidos abstracto para el común de la gente, esos mexicanos a los que le interesaba compartir su trabajo, por lo que desde el inicio los acompañó con viñetas paisajísticas. La abstracción lograda en el mapa se complementa con la representación del paisaje que en este caso colabora a construir paradigmas del territorio mexicano. Pero ¿de dónde surge esta idea? Los biógrafos de Antonio García Cubas mencionan que realizó algunos estudios en la Academia de San Carlos aunque extrañamente él no lo alude en su libro.14 Si comenta, que su interés por el dibujo de paisaje surgió en la escuela francesa, donde con gran preferencia le enseñaron sobre el tema No queda claro en calidad de qué tipo de alumno asistió a San Carlos y específicamente que estudios realizó ahí. Sabemos que vivió una época en la que la pintura de paisaje se iniciaba con gran fuerza en la Academia. La Cátedra sobre la pintura de paisaje se inició en 1847 bajo la tutela del paisajista italiano Eugenio Landesio. Es raro, dado lo puntual en sus descripciones, que García Cubas no mencione su estancia como aprendiz o estudiante en San Carlos, sin embargo en el archivo de la Academia consta que 1861 recibió un premio por un trabajo de grabado.15 14 García Cubas, op. cit. 15 Eduardo Báez Macías, Guía del Archivo de la Antigua Academia de San Carlos (1844-1867). Documento 6273, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976, p. 265. Me ocuparé más delante de los asuntos relacionados con la pintura y la academia pero aquí recalco que la atmósfera intelectual del momento estaba atenta a la representación del paisaje mexicano que fue encabezada por Landesio y en la que colaboraban José María Velasco y Luis Coto. Los trabajos de García Cubas dejan ver que participó de este naciente interés por la representación pictórica del paisaje incluyendo recurrentemente paisajes en sus cartas. Sabemos también que conoció y colaboró con Velasco y Coto como parte del grupo de la Comisión Científica de Pachuca. Fig. 21. Antonio García y Cubas. Cuadro Geográfico y Estadístico de la República Mexicana, 1858.16 16 “Cuadro Geográfico y Estadístico de la República Mexicana”, en el Atlas geográfico, estadístico e histórico de la República Mexicana, formado por Antonio García y Cubas, México. Imprenta de José Mariano Fernández de Lara, calle de la Palma número 4, 1858, disponible en: http://www.davidrumsey.com/luna/servlet/view/search?q=National%20Atlas%20Mexico%20Garcia%20Cuba s%20Antonio%201832%201912&cic=RUMSEY~8~1&os=0&pgs=50&sort=Pub_Date,Pub_List_No,Series_ No Miremos pues las representaciones del paisaje en sus trabajos. La Carta General de la República Mexicana fue incluida en dos versiones en la publicación del Atlas Geográfico, Estadístico e Histórico de la República Mexicana del que se imprimieron 300 copias en la Imprenta de José M. Fernández de Lara en 1858. La primera está inserta en el Cuadro Geográfico y se dibuja en la parte central de la lámina ocupando algo menos de la mitad de la superficie de la misma. Fue producida como se señala explícitamente en la misma por la imprenta litográfica de H. Iriarte. Esta lámina ilustra gráficamente muchos de los aspectos que preocupaban a la sociedad de la época. Se presenta con un sugerente emblema en la parte superior en el que aparece el águila del escudo nacional surgiendo de copiosos triunfos y armas, la nación forjada y ganada de un doloroso conflicto bélico. Fig. 22. Antonio García y Cubas. Fragmento del Cuadro Geográfico y Estadístico de la República Mexicana, 1858.17 Podemos leer en la carta el contenido relacionado con tres de los asuntos centrales del momento. El que primero destaca es la línea divisoria con los Estados Unidos de Norteamérica, que se dibuja en un destacado color rojo y sobre la cual se alude al título de los tratados en los que ésta fue definida. Acentúa esta línea como una penosa cicatriz en el territorio y contiene la precisión de los tratados a los que aludió su puntualidad. El segundo, aparece en la esquina inferior izquierda donde se incluye el plano físico o perfil del camino de Acapulco a Veracruz, una de las búsquedas de comunicación entre los océanos que desde mucho antes se había detectado como esencial para el desarrollo comercial y que en este momento cobraba nueva fuerza. Por último y por obvio algunas 17 Ibidem. veces desapercibido, aparece el territorio dibujado ya con una precisión muy cercana que con su particular forma destaca entre las tierras del planeta y que se colorea con la división política de sus estados que irrumpen sobre sus variaciones topográficas. Queda con este mapa definida la forma en que por cierto México empezaría a relacionarse con el “cuerno de la abundancia” que destaca en el perfil de las tierras del continente americano.18 Fig. 23. Antonio García y Cubas. Carta general de la Republica Mexicana, 1858. 19 En la segunda versión, el mapa aparece ocupando la mayor superficie de la litografía. En la parte superior aparecen tres imágenes. Al centro, el escudo nacional a cuyo pie se aclara que ésta fue presentada al Ministro de Fomento. A los lados dos imágenes de particular interés. A la izquierda se representa un paisaje imaginado en el que se montan dibujos de diferentes formaciones topográficas de México: Los órganos de 18 Sobre la cornotopia, consultar el texto de Irma Beatriz García Rojas, “El cuerno de la abundancia: mito e identidad en el discurso sobre el territorio y la nación mexicanos”, en Histoire(s) de l’Amérique Latine, v. 1- 2005 www. Hisal.org/viewarticle.php’id-28 19 Carta general de la Republica Mexicana. Formado en vista de los datos mas recientes y exactos que se han reunido con tal objeto, y constan en la noticia presentada al Exmo. Sr. Ministro de Fomento en Atlas geográfico, estadístico e histórico de la República Mexicana, formado por Antonio García y Cubas, México. Imprenta de José Mariano Fernández de Lara, calle de la Palma número 4, 1858. Actopan, el Cofre de Perote, el Iztaccihuatl, el Popocatepetl, las Montañas de Jacal, Orizava (sic), y la Cascada de Regla. La selección claramente obedece a las formaciones más altas y emblemáticas en primer lugar, los volcanes nevados del altiplano central el Popocatepetl e Itztaccihuatl, el destacado pico de Orizaba y el Cofre de Perote los cuales ya habían sido dibujados o descritos por Humboldt como lugares significativos del paisaje mexicano. En este grupo se incluyen al frente las Montañas de Jacal localizadas en Hidalgo.20 Fig. 24. Antonio García y Cubas. Fragmento de la Carta general de la Republica Mexicana, 1858. 21 Enmarca la composición un primer plano que incluye los sitios que se reconocen por sus formaciones de particular extrañeza, todas ellas por cierto cercanas o en la parte central de México. Es evidente que esta composición busca destacar un territorio majestuoso y bello por sus particularidades tomando para ello los sitios geográficos con una tradición indiscutible y sumando lo que en recientes fechas se estaba conociendo. Sobre esta lámina no he encontrado referencias tan directas de grabados anteriores, pero puedo asegurar que no son copia de las de Humboldt. 20 Alexander Von Humboldt, Sites des cordilléres et monuments des peuples indigénes de l'Amérique, Paris, L. Guérin, 1869, 531 p., ils. Reproducción electrónica: México, UNAM, Dirección General de Bibliotecas, 2011. Vista de las cordilleras y monumentos de los pueblos indígenas, Cascada de Regla, lámina 22, Cofre de Perote, lámina 34, Órganos de Actopan, lámina 64, Montañas de Jacal, lámina 65. 21 Carta general de la Republica Mexicana, op cit. Fig. 25. Antonio García y Cubas. Fragmento de la Carta general de la Republica Mexicana, 1858. 22 A la derecha se incluye una lámina de particular interés. Dibuja montando cuatro ruinas de sitios mesoamericanos. Busqué grabados de los viajeros extranjeros a quienes describiré en el capítulo dedicado a la pintura y encontré interesantes y curiosas coincidencias. Al centro, la subtitulada Pirámide de Papantla a la que hoy nos referimos como la pirámide de los nichos de El Tajín en Veracruz. Esta imagen es una copia de un grabado de Carl Nebel realizado en 1831 y publicado en Paris en el Voyage pittoresque et archeologique23 de 1836. Nebel, como puntualizaré más adelante, fue uno de los viajeros alemanes más prolíficos en imágenes y paisajes mexicanos que permaneció en estas tierras de 1829 a 1834. Se considera que este grabado fue el primero con el que se dio a conocer la pirámide de El Tajín y en el texto el autor la describió como “el último testigo de una antigua civilización condenada a la desaparición”. Desde este momento pasa a formar parte indiscutible e imprescindible del imaginario sobre paisaje nacional ligado al esplendor mesoamericano. 22 Ibidem. 23 Carl Nebel, Voyage pittoresque et archéologique dans la partie la plus intéressante du Mexique par C. Nebel, Architecte. 50 Planches Lithographiées avec texte explicatif, Paris, Chez M. Moench, imprimé chez Paul Renouard, 1836. Fig. 26. Antonio García Cubas. Pirámide de Papantla. Detalle de la Carta General de la República Mexicana. 1858. Fig. 27. Carl Nebel. Pirámide de Papantla, 1831. Publicado en Voyage pittoresque el archeologique… París, 1836. Fig. 28. Antonio García Cubas. Mitla. Detalle de la Carta General de la República Mexicana. 1858 Fig. 29. Leon Gaucherel, Antigua fortaleza cerca de Mitla, 1838. Paris 1816-1886. (Representa Yagul, Oaxaca) A la izquierda de esta aparece una imagen poco nítida que se subtitula Mitla y que en realidad representa el antiguo emplazamiento de Yagul. Está tomada de Luciano Castañeda, quien fue el dibujante de la expedición científica y anticuaria de Guillermo Dupaix, efectuada entre 1805 y 1808. Estos dibujos de Castañeda fueron copiados en dos publicaciones Europeas, la primera la realizó Lord Kingsborough, Antiquities of Mexico,24 24 Edward King Kingsborough, Antiquities of Mexico: comprising fac-similes of ancient Mexican paintings and hieroglyphics, preserved in the royal libraries of Paris, Berlin and Dresden, in the Imperial library of en Londres en 1830 y la segunda edición en París en 1834 Antiquités mexicaines por Baradére.25 Fue también copiada en 1838 por Leon Gaucherel, quien fuera alumno de Violet Le Duc y que nunca visitara México y el nombre original de la imagen es Antigua fortaleza cerca de Mitla, de ahí la confusión que García Cubas originó. Fig. 30. Antonio García Cubas. Uxmal. Detalle de la Carta General de la República Mexicana, 1858. Fig. 31. Frederick Catherwood. Fragmento de la casa de las monjas, Uxmal. Views of Ancient Monuments in Central America, Chiapas and Yucatan, lamina 15, Londres y Nueva York, 1843. Sigue a la derecha una imagen de Uxmal que fue tomada de la lámina 15 de la obra de Frederick Catherwood, Views of Ancient Monuments in Central America, Chiapas and Yucatan,26 titulada “Fragmento de la casa de las monjas, Uxmal”, Londres y Nueva York, 1843. Vienna, in the Vatican library; in the Borgian museum at Rome; in the library of the Institute at Bologna; and in the Bodleian library at Oxford. Together with the Monuments of New Spain, by M. Dupaix: with their respective scales of measurement and accompanying descriptions. London, Aglio, 1830. 25 José N. Iturriaga, Litografía y grabado en el México del siglo XIX, México, Inversora Bursatil, Casa de Bolsa y Grupo Finaciero Inbursa, 1993, v. 1, p. 37. 26 Frederick Catherwood, Views of ancient monuments in Central America Chiapas and Yucatan, London, Argyll Place, 1844, 212 p. Lámina 15 “Fragmento de la casa de las monjas, Uxmal”. Londres y Nueva York, 1843. Fig. 32. Antonio García Cubas. Detalle de la Carta General de la República Mexicana. 1858. Fig. 33. Leon Gaucherel, Palenque, 1838. Paris 1816-1886. Por último una peculiar representación de Palenque se muestra sobre el lado izquierdo. Esta podría ser parte del trabajo de Frederick Waldeck que se publicó en Monuments Anciens du Mexique,27 en París en 1866, (después de la aparición de la carta) lo que nos hace suponer que el grabado fue copiado del que imprimiera en 1838 Leon Gaucherel. Llama la atención este dibujo ya que es una recreación imaginativa a partir de un detalle no muy conocido en la parte trasera del Palacio de Palenque. Dibuja las incisiones polilobuladas en la parte alta de la crujía que estuviera recubierta por una bóveda maya y en la imagen parecen vanos a los que se suma la presencia de una puerta con la misma composición. Desde luego que esta imagen de Palenque que hoy no identificamos fácilmente con el sitio y nos parece más relacionada con algún edificio arabesco. 27 Frederick Waldeck. publicada en Monuments Anciens du Mexique, París, 1866. Posteriormente, en 1861, García Cubas publicó la Carta General de la República Mexicana 28 acompañada de la Memoria correspondiente. En el prefacio de esta obra menciona la falta de estabilidad que existía en el país respecto a los nombres de los distritos y poblaciones y la necesidad de remediar tal situación, respetando los nombres originales que expresan la existencia de etnias antiguas, como las tarahumaras, en el estado de Chihuahua o los purépechas en Michoacán. En la Memoria menciona las principales rutas de la República como resultado de la medición de los caminos por medio del uso del trocómetro y calculados por los ingenieros de la Comisión de Límites. A pesar de haber aprovechado los trabajos de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y de los varios planos que guardaba, la cartografía de García Cubas adolecía de ciertas lagunas, pues se limitaba a reunir datos existentes, ya que no tenía los medios para hacer una nueva investigación a fondo. Fig. 34. Antonio García Cubas. Detalle de la Carta General de la República Mexicana. Acueducto de la hacienda de Matlala. 1858.29 28 Antonio García Cubas, Memoria para servir a la Carta General de la República Mexicana. Posiciones geográficas de varios puntos del Imperio Mexicano, México, Imprenta de Andrade y Escalante, 1861, vii, 166 p., 1 mapa plegado. 29 Antonio García Cubas, Fragmento de op cit. La Carta General de la República Mexicana de 1863 es también interesante ya que incluye dos nuevas imágenes, en el margen superior izquierdo se inserta una copia de la pintura de Eugenio Landesio titulada Acueducto de la Hacienda de Matlala. De esta pintura Landesio realizó dos versiones, una con una escena de venados, que es la que se copió en el mapa y otra específicamente encargada donde aparece la poderosa familia de la Hidalga. Se representa aquí por primera vez un paisaje que incluye una construcción virreinal. A la derecha un paisaje de una zona árida donde en primer plano aparece una yuca. En resumen las imágenes en los primeros mapas de García Cubas y las repercusiones que tuvo su difusión en la sociedad mexicana, son en muchos sentidos el origen del imaginario con que se inaugura la idea del paisaje mexicano. Muchas de ellas, las más enigmáticas continúan siendo hoy parte de los elementos indispensables de esta. La grandeza de los volcanes, indiscutible por su sola magnífica presencia, la certeza del Fig. 35. Eugenio Landesio. Acueducto de la hacienda de Matlala con la familia de la Hidalga. Museo Amparo, Puebla. (También existe el original con venados). esplendor del pasado mesoamericano30 y la tímida aparición de un paisaje novohispano parte de una obra agrícola. Como vimos, muchas de las imágenes no son representaciones reales de los paisajes o de los sitios pero su inclusión en los mapas indica claramente la necesidad lograda de incluir dibujos que con gran fuerza colaboraran a atrapar la fantasía y el orgullo de la antigüedad y la grandeza mexicana. Como afirma Anderson, una nación se imagina como comunidad al concebirse con un compañerismo profundo y horizontal. “Un norteamericano jamás conocerá ni siquiera sabrá los nombres de sus 240 millones de compatriotas, pero tiene una confianza completa en su actividad sostenida, anónima, simultanea”.31 Pues los paisajes contenidos en los mapas que hemos visto cumplen también esta función de puntal sobre la idea de la nación. Muchos, casi todos los mexicanos no conocían ni conocerían jamás estos sitios, sin embargo quedaban ya inmersos como idea de pertenencia común a su construcción de lo nacional. Su valor estaba ya más allá del sitio y de la exactitud de su representación, está en la magnificencia de sus pertenencias comunes a los mexicanos y su inclusión quedó para siempre impresa en el imaginario del paisaje mexicano. Los paisajes del Atlas Pintoresco como expresión de México Sin duda la obra más emblemática de García Cubas por la difusión con la que contó, fue el Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos,32 publicado en México por Debray y Sucesores en 1885, una elegante edición de trece Cartas: política, etnográfica, eclesiástica, vías de comunicación y movimiento marítimo, instrucción pública, orográfica, hidrográfica, agrícola, minera, histórica y arqueológica y de Reyno de la Nueva España a principios del siglo XIX, Valle de México (de clara influencia humboldtiana) y de México y sus cercanías, orladas todas con láminas, también en colores, de motivos adecuados a las materias de cada carta. Como el Atlas Pintoresco carece de textos, su autor consideró necesario para explicarlo publicar un Cuadro Geográfico, Estadístico, Descriptivo e Histórico de los 30 Cfr. Paula López Caballero, “De cómo el pasado prehispánico se volvió el pasado de todos los mexicanos”, en Pablo Escalante Gonzalbo, coord., La idea de nuestro patrimonio histórico y cultural, México, Conaculta, 2011, t. II. 31 Benedict Anderson, op, cit., p. 48. 32 Antonio García Cubas, Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, México, Debray y Sucesores, 1885, 13 Cartas. Estados Unidos Mexicanos33 (México, Oficina tipográfica de la Secretaria de Fomento, 1885. Obra que sirve de texto al Atlas pintoresco, 474 p.) De este cuadro existe una traducción al francés y otra al inglés. Se refleja en estas versiones la política del gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911) por atraer capitales extranjeros, dando a conocer el país a los inversionistas. Fig. 36. Antonio García Cubas. Portada interior del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, 1885.34 Los créditos que otorgó a los dibujantes del Atlas pintoresco mencionan a varios artistas cuyos trabajos hoy en día no son conocidos, entre ellos, Miguel R. Hernández a quien atribuye casi la totalidad de las acuarelas de los paisajes, Vicente Caderón otras acuarelas, Félix Parra y Francisco Mendoza que dibujaron los grupos indígenas y Santiago Hernández que elaboró los retratos. 33 Antonio García Cubas, Cuadro geográfico, estadístico, descriptivo e histórico de los Estados Unidos Mexicanos. Obra que sirve de texto al Atlas pintoresco, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1885, xxxi-474 iii p., 2 h, pleg, 1 mapa. 34 Ibidem. Todas las láminas incluyen un mapa temático en la parte central rodeado por un marco de viñetas que ilustran el tema con imágenes. Estas son la síntesis en la que García Cubas intenta expresar plásticamente el contenido del territorio nacional representado en el mapa. Entre ellas se imprimen imágenes de paisajes, las que analizaré aquí por considerarlas más importantes en la búsqueda del tema central de este trabajo: el paisaje mexicano. Considero que las cuatro que veremos primero corresponden a la línea que desde los viajeros decimonónicos se inició. La Carta Orográfica La Carta orográfica contiene el mapa de relieve de México que es representado a base de sombreados que destacan las elevaciones más notorias en el territorio señaladas con sus nombres y un listado de la altitud que alcanzan. La topografía es mucho más acertada a la realidad y se incluye uno de los cortes altitudinales que lo explican en alzado. El mapa se acompaña de trece imágenes: Volcanes • Nevado de Toluca (México) • Iztaccihuatl (México y Puebla) • Popocatepetl (México y Puebla) • Malitzi (Tlaxcala) • Pico de Orizaba (Veracruz)) Volcanes en reciente erupción • Volcán de Seboruco (Jalisco Febrero 1870) • Volcán del Jorullo (Michoacán) • Volcán de Colima (Erupción del 28 de febrero de 72) Formaciones particulares y cuevas • Cerro de Bernal (Querétaro) • Peñas Cargadas (Hidalgo) • Órganos de Actopan (Hidalgo) • Caverna de Cacahuamilpa (Guerrero) Montes • Monte de las Cruces (México) Fig. 37. Antonio García Cubas. Carta Orográfica del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, 1885. Es clara la selección de los volcanes más altos de México, cuya importancia como vimos en los trabajos de Humboldt tiene una línea continua simbólica desde tiempos mesoamericanos que evoluciona sin duda alguna hasta nuestros días.35 Si acaso en el trabajo de García Cubas se agrega con más precisión el valor cuantitativo, científicamente 35 Sobre la línea continua de importancia de los volcanes consultar el sugerente texto de Julio Glockner, Los volcanes sagrados. Mitos y rituales en el Popocatépetl y la Iztaccíhuatl. Punto de lectura. México, Prisa Ediciones, 2012, 348 p. preciso de la altitud. En este caso es interesante observar como muchas de las imágenes fueron tomadas de trabajos anteriores que contuvieron estas ilustraciones. El volcán Popocatepetl está dibujado a partir de la litografía El Popocatepetl sacado desde el cerro de Tlamaca de Eugenio Landesio de 1869. Fue impresa en el texto Excursión a la caverna de Cacahuamilpa36 y fue litografiada por su célebre alumno José María Velasco. Fig. 38. Antonio García Cubas. Iztaccihuatl y Popocatepetl. Detalle de la carta orográfica del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, 1885. “asomando resplandecientes en el último término del paisaje las nevadas frentes del Popocatepetl y el Iztaccihuatl. Tal se ve el pintoresco Valle de México”37. La selección de los volcanes de reciente erupción tiene su origen gracias al creciente interés en los estudios de vulcanología cuyo origen vimos a principios de siglo, pero que aquí aparecen como una continuidad vigente de interés quizá más popularizado. En este caso el dibujo de El Seboruco está tomado de uno de José María Velasco impreso en la revista científica La Naturaleza.38 36 Eugenio Landesio, Excursión a la caverna de Cacahuamilpa y ascensión al cráter del Popocatepetl, México, Imprenta del Colegio del Tecpam, 1868. 37 Antonio García Cubas. El libro de mis memorias. op.cit. 38 El Seboruco. Dibujo de J. M. Velasco en La Naturaleza. Lam. 6. Lit. de la Vda. de Murguía e hijos. http://www.archive.org/stream/lanaturalezaperi23soci/lanaturalezaperi23soci_djvu.txt Fig. 39. Dibujo de José María Velasco. El Seboruco en La Naturaleza. Lam. 6. s/f. Lititografía de la Vida de Murguía e hijos. 13.5 x 21.5 cm. Colección particular. Fig. 40. Antonio García Cubas. Volcán del Seboruco. Detalle de la carta orográfica del Atlas Pintoresco, 1885. Resulta significativa la selección de los sitios con formaciones particulares como es el caso de Peñas Cargadas que se localiza en el estado de Hidalgo y cuya imagen es una copia parcial de una de las litografías de la Memoria de la Comisión Científica de Pachuca. A esta comisión asistió un grupo muy interesante de personajes y su característica más notable es que estuvo integrada no solamente por varios científicos y también por artistas. En ella coincidieron García Cubas y José María Velasco lo que nos da cuenta de la composición multidisciplinaria del equipo de trabajo. Fig. 41. Antonio García Cubas. Peñas Cargadas. Detalle de la carta orográfica del Atlas Pintoresco, 1885. Fig. 42. Peñas Cargadas. Litografía en la Memoria de la Comisión Científica de Pachuca, 1864. 39 39 Memoria de los trabajos ejecutados por la Comisión Científica de Pachuca en el año de 1864, dirigida por el ingeniero Ramón Almaraz; mandada publicar por orden de SMI por el Ministerio de Fomento, México, Litografía de Iriarte y Cia., 1864, 358, disponible en http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/memoria-trabajos-ejecutados-comision-cientifica- pachuca-a%C3%B1o-1864-dirigida-ingeniero/id/52605501.html “Bellos, majestuosos, sublimes se presentan los variados paisajes que por todas partes se dibujan en el fondo de un cielo purísimo” 40 La lámina incluye, entre otras extrañezas, los órganos de Actopan y el Cerro de Bernal que son formaciones geológicas no muy usuales que ya la ciencia había detectado y que en este caso su valor se encuentra en su fuerza estética. Otro de los temas de gran interés en la época puede leerse con la inclusión de la imagen de la Caverna de Cacahuamilpa. También aquí hay una tradición mesoamericana que identifica las cuevas con el inframundo y por otra parte el creciente interés por el desarrollo de la espeleología. En este caso se suman al interés científico, las representaciones artísticas y su valoración estética en términos del locus horridus tan presente en la época romántica. Aquí, la imagen es tomada una vez más de Eugenio Landesio en Excursión a la caverna de Cacahuamilpa,41 publicada en 1868. Fig. 43. Antonio García Cubas. Peñas Cargadas. Detalle de la carta orográfica del Atlas Pintoresco, 1885. Fig. 44. Eugenio Landesio. Excursión a la caverna de Cacahamilpa, México, 1868.42 40 Antonio García Cubas. El libro de mis memorias. op.cit. 41 Eugenio Landesio, Excursión, op cit 42 Ibidem. “De vez en cuando parvadas de guacamayas, asustadas por la presencia del viajero, abandonan sus nidos, hendiendo el aire con su rápido vuelo, bajo las cenicientas rocas de las grutas, para proyectarse después en la purísima bóveda del cielo.”43 En la carta orográfica, la selección obedece por una parte a la tradición y por otra prevalece como significativa la altitud, el más alto, lo cuantitativo y la extrañeza o rareza como un valor positivo y buscado. En esta carta vemos como se presentan imágenes que por su repetición son fácilmente recordadas quedando así grabadas en el imaginario colectivo sobre el país y en la idea de su paisaje. En la carta orográfica, la selección obedece por una parte a la tradición y por otra prevalece como significativa la altitud, el más alto, lo cuantitativo y la extrañeza o rareza como un valor positivo y buscado. En esta carta vemos como se presentan imágenes que por su repetición son fácilmente recordadas quedando así grabadas en el imaginario colectivo sobre el país y en la idea de su paisaje. La Carta Hidrológica Son quince las imágenes que acompañan el mapa hidrográfico de México en el que se incluye una sinopsis de longitud de los ríos más importantes del país. Aquí también prevalece la selección en términos cuantitativos y estéticos. El mapa nombra los principales ríos, las cuencas más importantes; las bahías y puertos; y los lagos y lagunas. 43 Antonio García Cubas. El libro de mis memorias. op.cit. Fig. 45. Antonio García Cubas. Carta Hidrológica del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, 1885. Las imágenes insertadas representan: Cascadas, saltos, chorros, molinos y lagunas • Salto y cascada de Tuxpango (Río Blanco Veracruz) • Cascada de Regla (Hidalgo) • Cascada de Juanacatlán (Río Grande de Lerma, Jalisco) • Tzararacua (Michoacán) • Chorros de Barai (Michoacán) Ríos • Rio Colorado (Sonora y Baja California) • Río Lerma y Puente de Tololotlan (Jalisco) • Río Balsas (Guerrero) • Río del Corte (Tehuantepec) • Molino de San Diego (Río Zahuapan, Tlaxcala) • Río Necaxa (Estado de Puebla) • Laguna de Patzcuaro (Michoacán) • Salto de Necaxa (Puebla) • Río San Marcos (E de Puebla) • La Señora Escondida (Río de subterráneo E.de Campeche) Reconocemos aquí varias imágenes que aunque no fueron tomadas como base de los dibujos fueron temas recurrentes de las publicaciones científicas y artísticas de la época. Fig. 46. Antonio García Cubas. Cascada de Regla. Detalle de la carta hidrológica del Atlas Pintoresco, 1885. Fig. 47. Cascada de Regla. Litografía en la Memoria de la Comisión Científica de Pachuca, 1864. 44 La Cascada de Regla por ejemplo, fue dibujada por C. Escalante y publicada en la Memoria de la Comisión Científica de Pachuca y El Salto de Necaxa 45 fue dibujado por José María Velasco. Me parece de particular interés la descripción que hace García Cubas en el Libro de mis memorias sobre el paisaje del Rio Necaxa donde muestra su sensibilidad paisajística: 44 Memoria de los trabajos ejecutados por la Comisión Científica de Pachuca en el año de 1864, dirigida por el ingeniero Ramón Almaraz; mandada publicar por orden de SMI por el Ministerio de Fomento, México, Litografía de Iriarte y Cia., 1864, 358 p. http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/title/memoria- trabajos-ejecutados-comision-cientifica-pachuca-a%C3%B1o-1864-dirigida-ingeniero/id/52605501.html 45 García Cubas, El libro de mis recuerdos: narraciones históricas, anecdóticas y de costumbres mexicanas anteriores al actual estado social, ilustradas con mas de trescientos fotograbados, facsímil de la primera edición de 1904, México, Editorial Porrúa, 1986, 635 p., ils. …el viajero no sabe qué admirar antes, si las montañas que forman el valle, revestidas de una vegetación lozana, o las vegas del río con sus plantas y flores; si la impetuosidad de la corriente que en su curso nada respeta, o el atrevido y esbelto puente de bejuco…46 Fig. 48. Antonio García Cubas. Salto de Necaxa. Detalle de la carta hidrológica del Atlas Pintoresco, 1885. Fig. 49. José María Velasco. Cascada de Necaxa en Memoria acerca de los terrenos de Metlaltoyuca, 1865.Litografía, 22.5 x 14.6 cm. Colección particular. 46 Antonio García Cubas. El libro de mis memorias. op.cit. Fig. 50. Antonio García Cubas. Río Necaxa. Detalle de la carta hidrológica del Atlas Pintoresco. 1885. Algunas veces el viajero ve formarse las tempestades bajo sus pies, extenderse las nubes y ocultar como con un velo los primores de la naturaleza, con los que está engalanada aquella cuenca prodigiosa, al mismo tiempo que sobre su cabeza se extiende un cielo puro, límpido y sereno. 47 En esta comisión científica participaron García Cubas, Ramón Almaraz, Guillermo Hay, José María Velasco y Luis Coto. Las comisiones científicas a las que asistían científicos, antropólogos y artistas produjeron un material que nota la confluencia de ideas y la producción de materiales en los que las disciplinas borran sus límites asunto que hoy parece irrecuperable. 47 Antonio García Cubas. El libro de mis memorias. op.cit. La Carta Arqueológica Fig. 51. Antonio García Cubas. Carta Historica y Arqueologica del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, 1885. Dada la importancia que revistieron las imágenes de arqueología y por la particularidad del uso de algunas litografías anteriores, revisaré la carta arqueológica. Ésta contiene el mapa central con un acercamiento al Anáhuac. En el margen superior e inferior incluye dibujos de las más representativas piezas del Museo Nacional A los lados incluye los paisajes arqueológicos Pirámide de Papantla Ruinas de Tusapan (Veracruz) Xochicalco (Morelos) Teotihuacan (México) Mitla (Oaxaca) Uxmal (Yucatán) Chichen Itzá (Yucatán) Palenque (Chiapas) Llama la atención la representación de Teotihuacán que imita la forma de las emblemáticas pirámides egipcias, sin duda este sitio arqueológico era conocido y aunque no estaba excavado y su estado se prestaba a imaginarlo de casi cualquier manera. Existía la pintura que José María Velasco había realizado una década antes. Sin embargo la que se incluyó en el Atlas le otorga a la pirámide una cierta similitud a la forma piramidal pero deja ver sus escalonamientos. Que las pirámides de Teotihuacán se parezcan a las egipcias podría ser también una búsqueda de la similitud de lo mexicano con las entonces consideradas más importantes manifestaciones culturales de la humanidad. Fig. 52. Antonio García Cubas. Teotihuacan. Detalle de la carta arqueológica del Atlas Pintoresco, 1885. Descubrimos en esta lámina el uso de imágenes conocidas, de Carl Nebel Pueblo antiguo de los totonecas en Tusapan y Xochicalco, ambas de 1831. Aparecen de nuevo las imágenes que usó en su primer mapa, Papantla y la peculiar imagen de Palenque. Aparentemente de Chichen Itzá fue tomada de una fotografía de Desiré Chamay, explorador y arqueólogo que viajó a estos sitios en 1857. Parecería que la producción de imágenes de los sitios arqueológicos fue prioritaria en la época y se seguía disponiendo de las que produjeron los viajeros extranjeros. Habían pasado veinte años desde la impresión del primer mapa de México y se utilizan muchas de las imágenes que aparecieron en este. La Carta Agrícola La Carta Agrícola contiene un plano que indica los principales tipos de vegetación existentes en el país. En la gráfica incluye un corte altitudinal que explica la relación entre los ecosistemas y la altitud. Las viñetas se dividen en dos temas, dos de ellas tratan sobre la vegetación y las once restantes, siete incluyen diferentes imágenes sobre haciendas productivas y cuatro se dedican a las diferentes actividades en las haciendas: • La siembra • La cosecha • El herradero • El riego • Hacienda de Bocas–San Luis Potosí- • Soapayuca-Hacienda de Pulque-México • Hacienda de Matala-Puebla • Hacienda del Mirador en Huatusco-Veracruz • Hacienda de San Antonio-Veracruz • Hacienda de Jalapilla-Veracruz • Hidalgo-Hacienda de Santa Inés-Acueducto de Zempoala Fig. 53. Antonio García Cubas. Carta Agrícola del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, 1885. Todo este imaginario sobre haciendas mexicanas pasa desde luego a ser parte indisoluble del paisaje mexicano tradicional, mas adelante la forma de vida en las haciendas resulta ser un escenario indispensable de la cinematografía de oro que caracterizó a México en los años 40 y 50. En cuanto a las especies vegetales representadas: • Huaya Elegans (Mocino y Seseé) • Nopalillo (Cercus speciosisimus) • Cacomite (Tigridia pavonia) (Jussia) • Exogonium Olivae (Barcena) • Maguey (Agave americana) • Oceloxochitl (Tigridia pavonia) • Ahuehuetl (Taxodium disticha) Sta. María del Tule-Oaxaca • Árbol de las manitas (Cheirostemun platanoides) • Palma de Coyol (Acrocomia aculeata) • Izote (Yuca gloriosa) • Organos(Cereus exagonus) • Nopal (Cactus opuntia) • Biznagas (Equinocatus cornigerus) • Viejos (Cereus semilis) Fig. 54. Antonio García Cubas. Detalle de la Carta Agrícola del Atlas Pintoresco e Histórico, 1885. Fig. 55. Antonio García Cubas. Detalle de la Carta Agrícola del Atlas Pintoresco e Histórico, 1885. Fig. 56. Oceloxochitl. Tigridia pavonia. Litografía anónima publicada por Francisco Javier Clavijero. Lititografía de M. Murguia y Cia., 1853 Fig. 57. José María Velasco - Rafael Montes de Oca. “Ensayo ornitológico de la familia Trochilidae o sea de los colibríes o chupamirtos de México”. En La Naturaleza. Litografía de Iriarte, 32 x 25. Colección particular. Los ecosistemas representados son el templado en el que destaca el emblemático ahuehuete y la dalia, de significado nacional. Podemos observar aquí también que la selección de plantas incluye especies que tienen un valor simbólico ancestral o que fueron objeto de estudios en la época. Los troquilideos del valle de México fueron copiados de una imagen de Velasco y Montes de Oca para el estudio de la Naturaleza. El oceloxochitl (tigridia) fue objeto también de varios dibujos en temas científicos y botánicos. El Macpaloxochitl (flor de la manita) es una de las plantas que ha sido mencionada y utilizada en diversas épocas y sus atributos medicinales y sagrados le han otorgado una suerte de halo que conserva. Esta planta tiene valor simbólico en el mundo mesoamericano y fue descrita posteriormente por personajes, botánicos y científicos del virreinato y del México Independiente. Hoy podemos decir que resulta entre las mexicanas una planta emblemática y continuamente importante para el paisaje mexicano, por lo tanto indispensable en la selección de García Cubas. Fig. 58. Antonio García Cubas. Flor de las manitas. Detalle de la Carta Agrícola del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicano, 1885. Fig. 59. El árbol de las manitas. El Museo Mexicano. Imprenta litográfica. Callejón de Santa Clara 8. Sobre la vegetación de clima seco, hace una composición que incluye varias de las características cactáceas mexicanas, nopales, órganos, biznagas, viejitos, plantas que sin duda son en México y en el extranjero, tradicionales del paisaje mexicano. No podemos olvidar que el 68% del territorio del país tiene un régimen de precipitación que lo califica de seco. La Carta Minera Uno de los controversiales temas que han dado significado a México es sin duda la minería. Desde la época virreinal México fue identificado por la riqueza de sus minas especialmente de plata y la necesidad de atraer inversiones extranjeras en el México independiente buscó difundir las posibilidades en este rubro. La Carta minera de García Cubas localiza en el plano central las principales zonas mineras y los recursos que de su explotación podían obtenerse. Curiosamente, y apoyando esta idea de generación de riqueza a partir de la minería, en el margen inferior izquierdo incluye una gráfica de las monedas acuñadas en los distintos estados. Las viñetas ilustran 16 de ellas, más que las minas en sí dibujan las ciudades o los emplazamientos donde estas se localizan, también sitios alegóricos del paisaje mexicano: Fig. 60. Antonio García Cubas. Carta Minera del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, 1885. Mineral de Zacatecas Mineral de Guanajuato Mineral de Pachuca Mineral del Monte (Hidalgo) El Septentrión (Chihuahua) Hacienda de Sánchez (Real del Monte) Hacienda de Álamos (Sonora) Mineral de Sombrerete (Zacatecas) Hacienda de Regla (Hidalgo) San Miguel Regla (Hidalgo) Hacienda de Velazco (Hidalgo) Mineral de Sombrerete (Zacatecas) Mineral de Tlalpujahua (Michoacán) Mineral de Angangueo (Michoacán) Zimapán (Hidalgo) Mina de Acosta (Real del Monte) La Carta del Valle de México México, es indiscutible, nació centralizado y la imagen del Valle de México y sus paisajes son sin duda uno de sus referentes más recurrentes. La carta que se dedica a este tema incluye un mapa pequeño del valle formado por sus límites orográficos que encierran su emblemática laguna. Las vistas que plasma son de los alrededores de la ciudad y aunque incluyen construcciones, dejan que el particular paisaje de esta región protagonice las composiciones. Indispensable, aparece el Bosque de Chapultepec con sus legendarios ahuehuetes plantados por Netzahualcóyotl parte del imaginario de este lugar hasta hoy. Las viñetas incluyen las siguientes vistas: Valle de México. Región oriental Valle de México. Región Austral Tizapán, San Ángel Chapultepec, Observatorio Astronómico Obras del desagüe Canal de Chalco Cascada y capilla de Molino de Flores, Texcoco Belem, Fabrica de papel Desierto de Cuajimalpa Bosque de Chapultepec Fig. 61. Antonio García Cubas. Carta del Valle de México del Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, 1885. Fig. 62. Antonio García Cubas. Valle de México. Detalle de la carta del Valle de México del Atlas Pintoresco, 1885. Los dulcísimos trinos de jilguero, el gorjeo de las demás aves, el armonioso sonido de las campanas que en las poblaciones anuncian la hora del alba: y el labrador que acude al campo con las yuntas para dar principio a sus faenas, marcan los instantes en que los espléndidos rayos de la aurora, que preceden a la salida del sol, se difunden por el transparente fluido de la atmósfera.48 Valores geográficos en el paisaje mexicano García Cubas sabía que una razón central en la pérdida del territorio fue el desconocimiento del mismo. Trabajó con tesón y produjo los mas celebres mapas de su época pero su trabajo no quedó ahí, buscó dar contenido y valor a ese territorio a través de vistas que produjeran un acercamiento anímico a este abstracto concepto. Con su acción sentó las bases que contribuyeron a construir la idea de un paisaje mexicano. En los siguientes esquemas he localizado las zonas en donde se encuentran los sitios que se ilustran en las viñetas las láminas. Prevalece la selección de imágenes del centro del país con contadas excepciones. Una de ellas la de la carta agrícola que privilegia los ecosistemas secos. 48 Antonio García Cubas. El libro de mis memorias. op.cit. Fig. 63. Localización de los sitios ilustrados en la Carta Orográfica. Fig. 64. Localización de los sitios ilustrados en la Carta Hidrológica Fig. 65. Localización de los sitios ilustrados en la Carta Agrícola. Fig. 66. Localización de los ecosistemas ilustrados en la Carta Agrícola. La selección de vistas privilegia la valoración de ciertas características, al tiempo que devalúa otras al no incluirlas. La jerarquía, la magnitud, la extensión son valores buscados. Por otra parte, la posibilidad de explotación es símbolo de la riqueza del país. Aquí valores en los que seguimos creyendo y que en cierta medida devalúan lo que no contiene estas características, todo eso en lo que la mayor parte de los mexicanos vive. Es de destacar que se preocupó porque el imaginario sobre el paisaje mexicano se nutriera de los paisajes más representativos y con una riqueza simbólica mayor, aunque no siempre real. El gran logro de García Cubas fue el de sintetizar representación y expresión, el mapa como signo y el paisaje como símbolo lo que visto a la distancia de siglo y medio nos resulta extraño. Hoy hemos separado el saber de una forma casi irreconciliable, las ciencias y las artes caminan en líneas separadas que difícilmente se tocan. El Atlas pintoresco logró conjuntar a través de los mapas y las viñetas, lo cualitativo y lo cuantitativo, destacó los límites del conjunto, esencia del país y materializó las entrañas de ese conjunto a través de las imágenes. Logró con esto un acercamiento al territorio desde dos formas de identificación complementarias, la empática y la simpática. Juega en términos de lejanía o ajenidad y logró una identificación con la abstracción de la nación. El mapa es un signo abstracto y las viñetas son imágenes individualizadas que destacan un solo rango de un todo más amplio que construye en su suma una idea de la forma del territorio mexicano. Me parece también interesante el hecho de que García Cubas describiera muchos de estos sitios en su Libro de mis recuerdos en los términos que he incluido al pie de las imágenes. Su vinculación con los lugares iba más allá de la descripción científica y les otorgó un valor romántico que es perceptible en su trabajo. Su preocupación porque el imaginario del territorio se nutriera de los paisajes más representativos y con mayor riqueza simbólica no siempre real, denota su insistencia en otorgar a México los más grandes valores. La producción y la difusión que gozaron los trabajos de García Cubas tuvieron un efecto directo en la construcción de la idea del paisaje mexicano que aun prevalece en nuestros días y la selección de imágenes que realizó, de manera consciente o práctica por ser las existentes con las que contó, injirió en la valoración de paradigmas o imaginarios del paisaje de México. Las imágenes logran una impronta que se fija con mucha mayor facilidad en la memoria de quien las mira. Injusto sería decir que solamente las imágenes de García Cubas lograron este efecto, pero a mi parecer su trabajo resume y contiene muchas de las imágenes de paisaje más difundidas en la época. Para algunos autores, García Cubas nos heredó “recopilaciones de cubículo”, porque la mayor parte de las imágenes son copias o interpretaciones de otras y eso para ellos resta valor. Yo creo que las dificultades económicas y lo práctico de utilizarlas nos entrega un trabajo que ha seleccionado y apuntalado los sitios icónicos del paisaje mexicano en la época, lo que ya tenía su propio valor ganado a través de un selectivo proceso histórico. Lo importante no es si estos son realmente los mejores o más bellos paisajes de México, son sin duda los que los mexicanos identificaron como propios del territorio que formaba su país. CAPÍTULO 11. LA REALIZACIÓN DEL TERRITORIO COMO BELLEZA PAISAJÍSTICA PARTE I. IMÁGENES DEL PAISAJE MEXICANO Si tu voz melancólica no entona ya sus himnos de amor, conmigo vuela a esta región que asombra y que consuela. Manuel José Othón1 Paisaje e imagen visual (Vislumbres sobre el paisaje) Es muy común que al pronunciar la palabra paisaje venga a nuestra mente alguna pintura de este género, esta imagen es una conexión lógica que podemos explicar desde la aparición de la palabra en los diccionarios. La definición de paisaje nació vinculada como explicaré, de forma indisoluble a la idea de la imagen visual. Hélene Saule-Sorbé 2 tiene un amplio estudio en el que aborda el nacimiento de la palabra paisaje en diferentes idiomas y tiempos para explicar la evolución de sus significados y desde las primeras definiciones, encuentro el origen de su liga con la imagen. Entre las enunciaciones que incluye, distingo que en los idiomas europeos más hablados hay al menos dos líneas de significado. La primera y más antigua, que surge del francés, es la que relaciona esta palabra con la pintura. En francés, Paysage aparece en la reedición de 1539 del diccionario de Robert Estienne donde se indica: Paisaje: “palabra común entre los pintores”. De esta definición ligada a la pintura, evoluciona la palabra española paisaje y la italiana paesaggio. La palabra española se fija en 1627 con el antecedente de la palabra francesa y aparece definida en el diccionario en español en 1708. La otra línea de significado se relaciona con el holandés de finales del siglo XV donde se usaba la palabra Landschap, cuyo sentido remitía a la amplitud de país visto en todas las direcciones, desde un centro determinado por la mirada del hombre. La palabra alemana Landschaft designa una extensión de país, desde el diccionario de 1518. El término inglés, Landscape se une en una sola palabra en 1725 y el término tiene una acepción también cercana a la raíz holandesa. 1 Fragmento de Noche rústica de Walpurgis. Manuel José Othón, Poemas rústicos, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 43. 2 Hélene Saule-Sorbé, “Ante la prueba del motivo artístico: algunas reflexiones sobre la observación en el arte del paisaje”, en Nicolás Ortega Cantero, (ed,), Imágenes del paisaje, Madrid, Fundación Duques de Soria, Universidad Autónoma de Madrid, 2006, p. 49-100. La palabra evoluciona y en los diccionarios franceses posteriores se empieza a precisar el sentido en la edición de 1680 donde: “Es un cuadro que representa alguna campiña, un paisaje hermoso, amar los paisajes.” Estas aclaraciones sobre la palabra paisaje nos dejan ver dos asuntos vitales, el primero, que esta idea no ha existido siempre, que su invención es bastante moderna y el segundo, como mencioné al principio, que la idea nace siempre ligada a la imagen, ya sea en la pintura o a la vista de un país. Otro interesante libro que se ocupa actualmente sobre aspectos teóricos del paisaje es el de Silvestri y Aliata3 que desglosa la relación entre el paisaje y la imagen. Los autores afirman que para que exista un paisaje no basta que exista naturaleza; es necesario un punto de vista y un espectador; es necesario también un relato que dé sentido a lo que se mira y experimenta. Lo que quiero destacar es que de esta afirmación resulta consustancial al paisaje la separación entre el ser humano que se vuelve el observador y el mundo que pasa a ser el objeto mirado a distancia. Creo que aquí hay una importante clave que implica la modernización de las ideas que surgen desde las más antiguas definiciones. Esta modernidad entonces indica también la necesidad de que los humanos se conciban como individuos que desde fuera son observadores de la naturaleza. El paisaje entonces se asienta como una representación de lo que un hombre ha mirado desde un punto distante. También para que un paisaje exista en el mundo moderno, se requiere de la noción de sujeto, que un individuo pueda ser un observador que pueda representar lo que mira del mundo en una imagen, principalmente pictórica, visual. Se requiere además de la intervención cultural, el relato, que le otorgue un sentido a ese fenómeno. En el texto que he mencionado Saule-Sorbé se propone una idea que a suerte de resumen recalca al significado de paisaje hoy “Si el campo, los montes o el mar pueden existir sin el hombre, el paisaje no puede existir sin él, sin su mirada, sin la representación mental, sin el deseo de representación que dará lugar a pinturas o imágenes. El paisaje es una entidad perceptual y por consiguiente cultural”.4 3 Graciela Silvestri y Fernando Aliata, El paisaje como cifra de armonía. Relaciones entre cultura y naturaleza a través de la mirada paisajística, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2001, 205 p. 4 Ibidem., p. 28. Pues bien, siguiendo sobre las implicaciones de la definición del término moderno de paisaje, nos percatamos de que la forma más común de percibirlo ha sido a través del sentido de la vista y de su representación en la pintura y esto por supuesto le otorga particulares características que se relacionan con la forma en que la idea evolucionó desde su origen hasta su particular expresión en la pintura de paisaje decimonónica. Sobre las implicaciones de la repercusión del ocularcentrismo en el mundo occidental es indispensable el texto de Pallasmaa,5 donde describe las implicaciones que ha tenido esta como forma de relación más común con el mundo. En la cultura occidental explica, la vista ha sido considerada históricamente como el más noble de los sentidos y en muchos aspectos el propio pensamiento se ha considerado en términos visuales. La invención de la representación en perspectiva hizo del ojo el punto central del mundo perceptivo, así como del concepto del yo. El uso de la vista crece cada vez más y en esta forma de relación con el mundo evoluciona de la mano la idea del paisaje. La existencia de la idea de un paisaje implica el alejamiento del hombre de la naturaleza, la difícil convivencia entre el sujeto y el objeto que para lograr una cercanía requiere de un mirar con un sentido en términos culturales. Los términos culturales son los que logran acercarnos como vínculos que unen al territorio y la sociedad humana que son las claves de las particularidades de cada uno. Son estos a los que se refiere la definición del diccionario francés al que hice alusión, amar el paisaje. Dice Jörg Zimmer que el paisaje “quiere decir alguna cosa más que presencia de una naturaleza coherente: – significa– la presencia de un sujeto que reflexiona sobre el paisaje en cuanto naturaleza bella”.6 El territorio se hace paisaje al ser contemplado por los humanos, que le otorgan un significado. La pintura de paisaje puede ser interpretada pensando que la selección de la escena tiene esta doble posibilidad, la imagen de un sitio ajeno que el pintor representa como observador de un objeto y a su vez un lugar que selecciona y con el que a través del arte le otorga un significado que logra hacer visible un vínculo contemplativo. Intentaré en esta parte utilizar estas dos posibilidades para buscar las características particulares de este 5 Juhani Pallasmaa, Los ojos de la piel. La arquitectura y los sentidos, Barcelona, Gustavo Gili, 2006, 76 p. 6 Jörg Zimmer, La dimensión estética del paisaje, edición de Jean Nogué, Madrid, Biblioteca Nueva, 2008, p. 29 (Colección Paisaje y Teoría, 2). alejamiento y de estos significados culturales en el momento del nacimiento de la idea del paisaje mexicano. Algunos antecedentes de la pintura de paisajes en México. Coincido con Zimmer, quien afirma que “El paisaje se concebirá como una forma; pero también como una metáfora y como un sistema de signos y símbolos. Para entender un paisaje es necesario entender sus representaciones escritas y orales, no solo como ilustraciones, sino como imágenes constitutivas de sus significaciones”.7 Esta idea es el punto de partida de esta parte del trabajo, cuyo objetivo está en encontrar las líneas de las significaciones del paisaje en la pintura paisajística mexicana y para esto comenzaré con describir brevemente algunos antecedentes de este género. El paso del siglo XVIII al XIX vio un momento de convivencia entre las formas de representación del paisaje antiguas, en donde se buscaba insertar paisajes arquetípicos y con un contenido simbólico y las nuevas búsquedas, donde lo importante era la copia real, científica y razonada de un territorio. En esta parte analizaré en términos generales la pintura de paisaje mexicano producida en el siglo XIX que se considera el momento culminante de este género pictórico y con mayor profundidad la obra de su máximo exponente, José María Velasco, quien a mi juicio logró el balance entre ambas formas de representación. Como describí en el capítulo anterior, la delimitación y la representación cartográfica del territorio fue una tarea de acciones y pausas durante el siglo XIX. Esta línea de trabajo respondía a la necesidad del conocimiento práctico indispensable para la solución de la incertidumbre sobre la posesión del territorio a la que se enfrentaba la nueva nación. Esta tarea fue principalmente impulsada por las instituciones políticas, sus actividades estuvieron insertas en el aparato estatal y determinadas por cierta inmediatez y pragmatismo. El conocimiento físico del territorio fue necesario y contribuyó a iniciar una valoración positiva sobre lo propio, además de ser el punto de partida indispensable para crear la posterior idea simbólica y significativa del paisaje nacional. Este último aspecto fue el trabajo que tuvieron en sus manos los artistas. 7 Ibidem., p. 29. No debemos olvidar que la máxima producción de la emblemática pintura paisajística mexicana coincide y no casualmente, con el tiempo de la construcción del país y es para este trabajo otro de los puntales indispensables en su consolidación. Para entrar al tema empezaré por hacer mención de algunos de los antecedentes inmediatos de representaciones de paisajes en México. El primero de ellos está en los escenarios o fondos del particular género pictórico conocido como cuadros o pintura de castas, que como veremos se ciñe a la representación arquetípica o simbólica y el segundo y posterior, en las litografías y grabados realizados por los viajeros extranjeros a estas tierras con una búsqueda por la representación objetiva y científica. Los llamados cuadros o pintura de castas8 son un fenómeno artístico que se reconoce como una tipología propia de la Nueva España y del Perú del siglo XVIII. Son pinturas que producto de la necesidad de orden imperante en las ideas ilustradas intentaban clarificar las diferencias entre las castas que surgen de la mezcla de razas. La palabra casta designaba a los grupos raciales resultado de la mezcla de europeos, americanos y africanos en las colonias, donde pronto surgió un sistema para clasificar las diferentes permutaciones. Para la segunda mitad del siglo XVIII, se había desarrollado un complejo esquema clasificatorio con muchas designaciones, las cuales podían variar de región a región. Resultaba común en estas representaciones que los personajes de las distintas castas se dibujaran delante de un paisaje. Si bien estos paisajes resultan ser idealizados, telones de fondo que no siempre copian un espacio real, es muy interesante observar que el grado de intervención en estos lugares dialoga con el tipo de casta que representa. Cuando esto ocurre, las castas nativas, es decir indígenas y especialmente los indios del norte del territorio aparecen retratados en sitios naturales, salvajes, entre plantas, animales exóticos y cuevas. Se alude de alguna manera a su relación directa con la naturaleza y a su situación bárbara o poco civilizada. 8 Cfr. Elena Isabel Estrada, “Las pinturas de castas, imágenes de una sociedad variopinta”, México en el mundo de las colecciones de arte, v. “Nueva España”, México, Grupo Azabache, 1994, p. 79-114. Fig. 67. José de Páez. Indios bárbaros montañeses I. c.1770-1780. Colección particular. En los casos de mestizajes entre peninsulares e indígenas, en general se ubican en huertos o sitios productivos, trabajados para la agricultura. Se alude a la relación entre estas castas y el trabajo o la transformación del territorio con fines prácticos agrícolas y en especial con paisajes rurales. Fig. 68. De español e india, produce mestizo. Las castas de México. Fomento Cultural Banamex. Los espacios más elaborados, especialmente los que contienen jardines son el escenario que se utiliza cuando la el grupo representado incluye a uno o ambos peninsulares o españoles que se dibujan ataviados con complicados trajes y rodeados de espacios perfectamente construidos y controlados. El jardín ornamental sin un fin práctico se presenta como símbolo del refinamiento y la civilidad. Fig. 69. Ramón Torres. De mestiza y español, sale criolla. C. 1770-1790. Colección particular. Entre estas pinturas destaco la representación de la titulada De alvina y español produce negro torna atrás, en la que la escena de los personajes se reduce a una pequeña parte en la esquina inferior izquierda y cuyo espacio principal se dedica al Paseo de la Alameda. Esta resulta de particular interés ya que identificamos un espacio en este caso si real. El Paseo de la Alameda que se dibuja es producto de la ampliación sugerida por el marqués Carlos Francisco de Croix y construida por el virrey Antonio María de Bucareli, ambos pertenecientes a la casa de los borbones para la capital novohispana. Fue proyectada en 1770 por el capitán de Flandes Alejandro Darcourt quien la diseñó con prácticamente el doble de la superficie que tenía desde su creación a finales del siglo XVI. Este paseo se presenta con las características de un jardín neoclásico que corresponde a los cánones ilustrados buscados en la época. Un jardín neoclásico, ordenado geométricamente, enrejado, con vegetación controlada, asientos de mampostería y con la inclusión de cinco fuentes dedicadas a dioses griegos relacionados con el agua: Glauco, Hércules, Tritón, Ganimedes y Arión. Un jardín es un texto que ilustra la forma en que una sociedad se relaciona con el paisaje y considero que adentrarse en el estudio del Paseo de la Alameda puede traer importantes claves de esta correspondencia en la época novohispana. 9 Fig. 70. De Alvina y Español produce Negro torna atrás. Las castas de México. Fomento Cultural Banamex. Un análisis detallado sobre las características de los paisajes representados en este género pictórico daría muchas luces sobre el significado de esta idea al final del periodo novohispano y también como mencioné, sobre las tendencias que existieron para los jardines. Debido a que el tema de esta tesis no abarca este periodo sino como antecedente quiero destacar que existe una relación entre la jerarquía de las castas y la intervención humana en el paisaje, y que la realidad en la representación de estos espacios no es siempre indispensable. Se trata en la mayor parte de los casos de crear una atmósfera que contenga la escena humana y forme parte de los elementos que comuniquen las características de los personajes, respaldo que acompaña su ubicación social. La mayor escala social corresponde 9 Cfr. Amaya Larrucea Garritz, “La Alameda: El primer jardín público novohispano”, en Anuario de Estudios de Arquitectura, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2008, p. 115- 123. a las escenas de paisajes y jardines más elaborados, mientras que los de castas de menor rango, se contienen en espacios naturales, salvajes y poco transformados. Desde luego el tema central de las composiciones no es el paisaje sino la intrincada posibilidad de mezclas entre las castas pero se deja entrever una valoración jerárquica que califica o clasifica a su vez a las diferentes tipologías paisajísticas y las características ideales de estos sitios que aparecen como un telón de fondo. Este pequeño acercamiento es útil para explicar cómo en el cambio de siglo se observa un punto de inflexión en el que lo simbólico tiene matices entre representaciones idealizadas y copias reales. Veremos como con el tiempo, la línea positivista se impone y con ella la línea de interés por lo científico, real y preciso que deja atrás este tipo de alegorías y de símbolos. Como el segundo antecedente sobre las imágenes paisajísticas en México, mencionaré las litografías producidas por los viajeros, donde podemos ver una de las diferencias que marca el siglo XIX en lo que se refiere a las imágenes, la búsqueda de representaciones objetivas, reales, tomadas de escenas directas. Las ideas ilustradas y más tarde las románticas impulsaron estos trabajos y los avances en las técnicas de reproducción hicieron posible su amplia difusión en diferentes medios impresos de gran circulación que estimularon definitivamente la formación del imaginario nacional y extranjero sobre el paisaje mexicano. Durante el virreinato, América era imaginada en Europa como un continente extraño, exótico, rico y salvaje, de extensiones ilimitadas y lleno de montañas de metales preciosos,10 aunque estas ideas convivieron con las descripciones de un sitio nefasto. La imagen de la barbarie americana en la mente europea llegó al punto en que el famoso naturalista, conde de Buffon, afirmó que todo en América degeneraba y languidecía: hombres y animales crecían desmedrados y disminuidos por efecto de la naturaleza pantanosa y hostil de un continente surgido de las aguas más tardíamente. Las controversias generadas por tan disímiles opiniones hicieron crecer el interés de los europeos por conocer directamente este territorio y testificar sobre lo que se señalaba y de los americanos por tener bases ciertas para defender sus propios valores. 10 Cfr. Jorge A. Ruedas de la Serna, Los orígenes de la visión paradisiaca de la naturaleza mexicana, México, UNAM, Coordinación General de Estudios de Posgrado, Facultad de Filosofía y Letras, 1987, 154 p. (Colección Posgrado). En este contexto se encuentra el trabajo de Humboldt a quien ya me he referido y que produjo un cambio fundamental y definitivo de la visión europea de América al ofrecer una crónica científica a través de la experiencia directa que tuvo una amplia difusión. Su objetivo, inserto en el ánimo moderno buscaba acotar y precisar las características del mundo desconocido que llevara a completar la idea del mundo. Y para lo cual incluyó descripciones e imágenes que despertaron el interés de algunos europeos para aventurarse en estas tierras en búsqueda de datos científicos y de espacios de inspiración artística. Sus escritos deben ser considerados como el impulso fundacional para pensar el registro visual de la naturaleza americana. Desde el Essai sur la géographie des plantes, el científico viajero alemán llamó la atención sobre la utilidad y relevancia de que se desarrollara una corriente de pintura paisajista dedicada a los trópicos. Como respuesta a estos juicios, los ilustrados americanos, los criollos principalmente, levantaron las voces en muchos sentidos alentados e inspirados por los trabajos basados en la experiencia directa de Humboldt que incluían una significativa parte de ilustraciones. Es entonces cuando las imágenes producidas principalmente por este y otros viajeros extranjeros se volvieron documentos valiosos, pruebas objetivas, en apoyo, defensa o negación de ideas. La obra de Humboldt integra un conjunto gráfico en el que se mezclan la ciencia y la búsqueda de lo exótico y lo pintoresco a través de la aventura por conocer tierras lejanas. Podemos considerar que su obra es también el documento pionero que marca los lineamientos en la selección de imágenes y que inicia desde esta una línea de continuidad en atención a paisajes específicos. Su trabajo en muchos sentidos es el punto de partida de la representación del paisaje mexicano en una importante escala de difusión y el impulsor decidido de viajeros especialmente extranjeros que siguieron su línea de trabajo y aportaron a su vez la síntesis de nuevos paisajes. Menciona Arturo Aguilar como la mayor parte de las imágenes sobre México en la primera parte del siglo XIX fue realizada por extranjeros, esto debido principalmente a la poca posibilidad para los mexicanos de y disponer del equipo técnico necesario y por la enorme dificultad que implicaba trasladarse a los sitios cuestión poco accesible en términos de costo y de transporte. “El espíritu explorador y aventurero de los extranjeros los llevaba a emprender camino a sitios lejanos mientras que los mexicanos buscaban acomodarse en las zonas urbanas cercanas que les proporcionaban la posibilidad de educación, paz y bienestar. Por último, las condiciones económicas prevalecientes no permitían el financiamiento de viajes de carácter institucional”.11 Es interesante constatar que los ojos foráneos de estos viajeros fueron en gran medida los que concurrieron en mostrar a los mexicanos sus paisajes y lugares. La importancia de lo exótico lo diferente al mundo occidental más conocido es lo que atraía la atención de los viajeros y estas fueron las imágenes que se difundieron. En opinión de Fausto Ramírez, incluso la difusión de imágenes realizadas por mexicanos e impresas o copiadas en obras de extranjeros, “adquirieron un significado y una repercusión que originalmente no tuvieron por ser manifestaciones aisladas o tener una finalidad más reducida”.12 Como señalé, estos dibujos buscaban una reproducción objetiva de la naturaleza. Sin embargo, la más de las veces, los artistas dibujaban directamente en el sitio produciendo croquis que más tarde eran grabados en Europa por artistas y técnicos que nunca habían pisado estas tierras. Así, muchos sufrieron una interpretación errónea que curiosamente se veía influenciada por el imaginario existente sobre América en Europa. Humboldt mismo alentó a los dibujantes a viajar al nuevo continente para subsanar los errores y así se fue formando un contingente de nuevos grabadores y pintores que lograron trabajos más precisos. Después de 1821, llegaron a México viajeros de diferentes lugares y con diversos propósitos entre ellos pintores o grabadores muy preparados y otros más, bien aficionados y aventureros. Incluyo a continuación una tabla que enlista a los más destacados, así como una relación de sus principales obras. 11 Arturo Aguilar Ochoa, “La influencia de los artistas viajeros en la litografía mexicana (1837-1849)” en Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, México, UNAM, primavera, año XXII, 76, 2000, p. 113. 12 Fausto Ramírez, “La visión europea de la América Tropical. Los artistas viajeros”, Historia del Arte Mexicano, v, 7, México, Salvat, 1982, p. 145. Nombre Estancia en México Actividad Principales obras Emily Elizabeth Ward 1797-1860 Inglaterra 1823, 1825 Ilustradora Album de vistas. “Six View of the Most Important Towns and Mininig Districts” e ilustraciones del libro México en 1827, Claudio Linati.13 Italia 1790-1832 1825-26 1832 Grabador- litógrafo Litografías de El Iris (1826), Textos y Litografías de Trajes civiles, militares y religiosos de México (Bélgica, 1828) Johan Friedrich von Waldeck. Alemania 1766- 1825-36 Grabador- litógrafo Colección de las antigüedades mexicanas que existen en el Museo Nacional (México, 1827). Texto y litografías de Viaje pintoresco y arqueológico por la provincia de Yucatán (París, 1838) Johann Moritz. Rugendas Alemania 1802-1858 1831- 1834 Pintor y grabador Álbum de vistas de México Karl Nebel Alemania, 1805-1855 1829-34 Arquitecto y dibujante Textos y litografías de Viaje pintoresco y arqueológico sobre la parte más interesante de la República Mexicana, en los años trascurridos de 1829 a 1834 (París, 1836), Litografías de la Guerra entre los Estados Unidos y México, (Nueva York, 1851) Daniel Thomas Egerton Inglaterra, 1800-1842 1834-42 Pintor y grabador Vistas de México (Londres, 1840) (Colección de litografías basadas en sus pinturas al oleo) Frederick Catherwood14 Inglaterra 1799-1854 1839-40 1841-1842 Arquitecto y dibujante Vistas de México (Londres, 1840), colección de litografías basadas en sus pinturas al oleo) John Pillips15 1845 Dibujante Textos y litografías de México Ilustrado (Londres, 1848) 13 El caso más interesante entre los artistas viajeros es Nebel (1805-1855) quien promovió su obra con gran despliegue en los periódicos mexicanos con la famosa obra. Viaje Pintoresco y arqueológico sobre la parte más interesante de la República Mexicana, en los años transcurridos desde 1829 a 1834, publicada en París en 1836. Viajó por Zacatecas, Veracruz, Jalisco, Aguascalientes, Puebla y Guerrero y publicó en la mencionada obra, prologada por Humboldt, 50 litografías en gran formato. Publicó más adelante la obra en español, a principio de 1840, obra que incluso anuncia en los periódicos. Reproducciones de estas imágenes se incluyen en publicaciones como El diario de los niños. Las escenas de Nebel causaron una grata impresión entre el público mexicano, incluso entre los artistas. Su obra fue copiada en publicaciones como El Museo Mexicano y México Ilustrado obras ambas de gran difusión. Nebel regresó a su país, después de haber vivido la guerra del 47 donde se relacionó con Kendal, reportero norteamericano con quien imprime en París el trabajo The War between the United States and Mexico. En este libro aparecen las escenas más famosas sobre esta guerra, dibujados por Nebel. 14 Catherwood (1799-1854) fue arquitecto y dibujante y realizó una exploración con John Lloyd Stephens a Palenque, Uxmal y Chichen Itzá en 1834. Seis años después lo harían a Yucatán con lo que publicaron Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatán en 1841 y en 1843 Incidents of Travel in Central America. Por su cuenta Catherwood publicó 25 litografías de Copan, Palenque, Uxmal, Kabah, Sabaché, Labná, Bolonchen, Chichen –Itzá, Tulum e Izamal donde introdujo el uso del daguerrotipo que le proporcionó a su trabajo una mayor precisión. Estas publicaciones fueron conocidas en México pues en varias revistas ilustradas como El Liceo Mexicano (1844) y La Revista Científica y Literaria (1845) se utilizaron sus imágenes. La primera reprodujo y comentó un dibujo de la Casa de las Monjas. La segunda, editada por Manuel Payno se incluye una vista de Uxmal que lleva el título Hacienda de Yucatán. Estas imágenes copiadas del sitio y reales en su representación siguieron conviviendo con otras que eran de gran fantasía. Una de ellas publicada por Cumplido en El Álbum Mexicano de 1849, “Vista de las ruinas de Uxmal a la luz de la luna”, que contiene supuestos templos mayas que más bien parecen pirámides egipcias. Desde luego que lo primordial en estas imágenes no era representar la realidad, sino hacer una analogía que pusiera a la producción arquitectónica mexicana a la altura de las entonces consideradas grandes culturas mundiales. No el valor por sí mismo, si no por la similitud. La búsqueda indiscutible del valor de lo mexicano en ese parecido, aunque hoy nos parezca inverosímil. La obra de estos viajeros contiene imágenes del paisaje de México que fueron conocidas por una gran diversidad de mexicanos. Según señala Ernesto de la Torre,16 el progreso de la industria de la producción de papel ya no en hojas sino en bobinas, la invención de maquinas de imprimir y la aparición de empresas periodísticas promovieron nuevas formas de difusión para un público cada vez más amplio. La letra impresa y las imágenes que la acompañaban eran vistas por más personas constituyeron un nuevo método de transmisión mental, más frecuentemente sensorial que los anteriores, puesto que no es el lenguaje ni la imagen, sino la síntesis del uno con la otra. Así, tanto los libros como las publicaciones periódicas o los folletines o la novela por entregas, que apasionaron a grandes capas de la sociedad decimonónica y la producción de imágenes multiplicadas por tirajes sin precedente en la época se constituyeron como un poderoso vehículo de transmisión de ideas entre las que se encontraba el paisaje mexicano. Fig. 71. Emily Elizabeth Ward. Chapultepec. México en 1827. Litografía. Londres, 1828.17 15 John Phillips y Alfredo Rider fueron los viajeros británicos que permanecieron en México entre 1846 y 1847 y son autores del álbum México Ilustrado. Publicada en Londres en 1848, su obra incluye 26 litografías que ilustran edificios, poblaciones y paisajes mexicanos tanto del interior como de la capital. Estos autores tomaron varios temas tratados por otros artistas y copiaron algunas ilustraciones completas o reinterpretadas de Bullock, Ward, Nebel y especialmente Gualdi. 16 Ernesto de la Torre Villar, Ilustradores de libros: guión biobibliográfico, México, UNAM, Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, 1999, 364 p., ils. 17 http://www.aguascalientes.gob.mx/temas/cultura/webua/catalogo/emilyelizabeth.html Fig. 72. Claudio Linatti,18 Tlachiquero. Costumes mexicanes, 1828. Litografías de trajes civiles, militares y religiosos de México, Bélgica. Los viajeros recorrieron, en un lapso relativamente corto, una parte importante del territorio mexicano, y realizaron dibujos, muchos de los cuales fueron impresos y conocidos por los lectores. Estas imágenes son una parte importante de la materia con la que la idea del paisaje de México se fue construyendo en términos visuales. Estos puntos de vista conocidos por diversos medios impresos, se fijaron en la mente de muchos mexicanos que no conocieron estos sitios y quizá nunca los visitaron pero que a través de este material gráfico los integraron como parte de su ser mexicano restituyéndolos con sus características simbólicas como propias. El éxito de esta incorporación se explica por la difusión de estas imágenes. Lo gráfico incita el desarrollo de imaginario espacial y por sus características posee una mayor 18 Claudio Linati trajo la primera prensa a México en 1826 –Lucas Alamán introdujo otra en 1834–, ambos fundaron El Iris, en cuyas portadas aparecieron los primeros grabados en piedra hechos en México. Del año 1827 son las litografías de Federico Waldeck para la Colección de las antigüedades mexicanas y la Invitación a las fiestas del aniversario de la Independencia. capacidad de transmisión ya que no se requiere de una educación tan especializada como la necesaria para la lectura. Desde luego que se dio prioridad a una parte del vasto territorio, que en repetidas ocasiones abarcaba la ancha faja central delimitada entre los mares y los estados de Guanajuato, Zacatecas y Morelos. Casi siempre las expediciones avanzaban por Veracruz hasta la ciudad de México documentando al pasar diferentes sitios destacados por su producción minera, agrícola, comercial o por su riqueza arqueológica. En este último tema, desde luego destaca la península de Yucatán que formó parte de otras rutas. Fig. 73. Johann Friedrich Maximilian Von Waldeck Vista del Templo de la Cruz, Palenque, 1838. Plate 20. Viaje pintoresco y arqueológico por la provincia de Yucatán, París, Los recorridos hacían conscientes a los viajeros de la enorme diversidad paisajística y biológica del territorio mexicano y ellos seleccionaban lo que a su parecer resultaba más representativo a la vez que a sus ojos, más exótico o llamativo. Destacan las cumbres nevadas, el paisaje del ascenso final al altiplano, las haciendas cultivadas de Morelos, las áridas zonas mineras del Bajío, los bosques y lagos de Michoacán y las campiñas del Bajío y Jalisco. Los artistas se esforzaban por reproducir la fisonomía propia de cada región que intentaba precisar la flora y la conformación geológica. En muchos de los casos se insertaba también los tipos y costumbres locales, las formas de vestir y de construir que subrayaban el sentido de la aventura y exotismo. Fig. 74. Daniel Thomas Egerton. The ravine of the desert. (El valle de México). Oleo sobre tela, 103 x 151 cm.19 De alguna manera las exploraciones de los extranjeros fueron marcando itinerarios recurrentes que determinaron ciertos estereotipos paisajísticos. Con frecuencia como hemos visto se llegaron a utilizar imágenes que se repitieron en diferentes fuentes. Podemos distinguir vistas imprescindibles de ciertos lugares y ciudades, así como la reiteración de algunos motivos que iniciaron su atención en las imágenes de la obra de Humboldt y que continuaron hasta entrado el siglo XX. Algunos puntos de vista como la ciudad de México desde Tacubaya resultaron miradas indispensables para entender las características de la apreciada belleza del valle. Los volcanes, barrancas y cerros, agrupaciones rocosas, grutas fueron también otros de los temas recurrentes. Una de las razones de este interés es el desarrollo científico que abordaba estos temas y buscaba leer en las rocas la configuración de los estratos geológicos por lo que la representación de las mismas toma una gran importancia simbólica. 19 http://www.christies.com/lotfinder/lot/daniel-thomas-egerton-the-ravine- Una tipología interesante fueron las imágenes producidas alrededor de la guerra de intervención americana en las que se plasman las más importantes batallas. En estas, el paisaje, especialmente el lejano aparece como elemento central de la composición. Las batallas se retratan en medio del territorio haciendo claro que se trata de una lucha en la que participa en la contienda. Estas litografías como veremos contienen elementos que serán centrales en las composiciones pictóricas de la siguiente etapa. Fig. 75. Carlos Nebel, Ataque hacia el Molino del Rey, 8 de septiembre de 1847. Litografía. 20, Fig. 76. Carlos Nebel, Batalla de Churubusco, 20 de agosto de 1847. Litografía. 21, 20 Carlos Nebel, Ataque hacia el Molino del Rey, 8 de septiembre de 1847. Litografía. Tomada de En defensa de la patria, AGN, 1997, p. 62 Al avanzar el siglo, muchos de los retratos de los personajes protagónicos de la época se colocan dentro de paisajes escenográficos o vistas que aparecen como referentes geográficos o ideológicos. Podemos ver estas características en el retrato de doña Dolores Tosta de Santa Anna en el que aparece ataviada con un curioso vestido adornado con hojas verdes y a cuya espalda se asoma una de las torres de la catedral de México. Fig. 77. Juan Cordero, Retrato de doña Dolores Tosta de Santa Anna, 1855. Oleo sobre tela. 22 Otro ejemplo sobre la presencia del paisaje en el ambiente son los retratos de militares y de importantes personajes de la política y sociedad mexicanas. Entre estos, podemos ver los del Presidente Mariano Arista y el de Don Manuel Romero de Terreros. 21 Carlos Nebel, Ataque hacia el Molino del Rey, 8 de septiembre de 1847. Litografía. Tomada de En defensa de la patria, AGN, 1997, p.109 22 http://munal.mx/educacion/ficha/ver/xx#prettyPhoto/7/ Fig. 78. Pingret, Edouard. Retrato de Mariano Arista, 1853. Oleo sobre tela. Museo Nacional de Historia. Fig. 79. Pingret, Edouard. Retrato de Don Manuel Romero de Terreros, 1865. Oleo sobre papel. Museo de Brooklyn. Lo pintoresco. La categoría estética de lo pintoresco fue incorporada en el repertorio conceptual de los viajeros y artistas decimonónicos De un significado inicial que aludía a una forma de ver y aprehender la naturaleza siguiendo los cánones de composición de artistas clásicos, este término pasó a ser utilizado con un sentido considerablemente más amplio, como una forma de percepción y registro de la realidad en todos los ámbitos. Podemos ver que esta categoría estética jugó un papel esencial para vincular el quehacer artístico a los proyectos de reconocimiento científico en México. El viaje pintoresco constituye una fórmula de uso frecuente en los títulos dados a los álbumes de ilustraciones. Pero lo pintoresco no es solo el denominador común de un determinado tipo de publicaciones; se trata de una categoría estética, a la que podemos dar el valor de un instrumento que sirve específicamente al propósito de aprehender las experiencias vividas en un escenario diferente al del mundo cotidiano del viajero. De forma explícita, Carl Nebel, puso de manifiesto el sentido de este tipo de libros al anunciar en la introducción de su Voyage pittoresque et archéologique dans la partie la plus intéressante du Mexique, publicado en París en 1836: “El Nuevo Mundo, tan rico en objetos curiosos e interesantes para Europa, ha sido visitado reiteradamente por viajeros ilustres, que nos han dejado nociones preciosas sobre estadística, historia natural, etcétera, pero sea por desdén o por otras razones, estos señores han tratado con negligencia el aspecto pintoresco de este país, que me parece no es menos interesante que la parte científica. No todo el mundo es geógrafo, botánico, mineralogista, etcétera, pero todo el mundo es curioso”.23 La aprehensión del paisaje mexicano por parte de los artistas viajeros europeos se fue modelando poco a poco, teniendo como un importante punto de referencia y apoyo esta corriente. Y fue la propia difusión y aceptación generalizada de este principio estético lo que permitió que su obra fuese reconocida también en ambientes más amplios. El interés por las ruinas propio de esta corriente fue un fenómeno europeo muy atractivo para visitantes y habitantes. El mundo mesoamericano era el fiel representante de las enormes diferencias culturales en el mundo que se deseaba desconocido. Otro evento, el descubrimiento de Herculano y Pompeya a principios del siglo XIX impulsó también este interés. La poética de las ruinas tan apreciada en los paisajes y jardines románticos fue también un factor determinante en estas preferencias. En México, las múltiples intervenciones extranjeras en el siglo XIX y la consecuente aversión por los forasteros trajo consigo una fuerte polémica contra sus opiniones, textos y producciones lo que obligó y favoreció el aprecio por el trabajo de los mexicanos y la litografía se vio fortalecida por los dibujos originales de éstos en géneros como el costumbrismo, los tipos y paisajes en obras como Los mexicanos pintados por sí mismos y el trabajo cumbre de la litografía mexicana México y sus alrededores. Los temas arqueológicos sin embargo no tuvieron la misma atención probablemente por lo complicado de trasladarse hasta estos sitios. 23 Carl Nebel, Voyage pittoresque et archéologique dans la partie la plus intéressante du Mexique, Paris, Chez M. Moench, imprimé chez Paul Renouard, 1836. Prefacio. Una imperdonable omisión sería no mencionar al litógrafo mexicano, Casimiro Castro quien realizó 31 láminas acuareleadas para la obra monumental México y sus alrededores, publicada por entregas por el Establecimiento Litográfico de Decaen. De esta publicación aparecieron otras tres ediciones, en 1862, con 42 láminas, en 1874, con 49 y en 1878 con 48. Las dos últimas publicadas por Víctor Debray. Entre estas destacan las relativas a la ciudad de México y su entorno en las que incluye como novedad las vistas aéreas captadas desde globos aerostáticos o desde azoteas. Fig.80. Casimiro Castro, La alameda de México tomada en globo Ciudad de México, 1855. Litografía impresa con dos tintas, 23.9 x 33.6 cm. Colección Banco de México.24 En 1872, Castro elaboró también con otros artistas, la obra titulada Álbum del Ferrocarril Mexicano donde Antonio García Cubas se ocupó de los textos. Este álbum contiene diversas vistas pintadas al natural a lo largo del trayecto del ferrocarril así como los paisajes aledaños a este. Fue publicada por Víctor Debray en 1877 y la técnica utilizada en las ilustraciones fue la cromolitografía. Es interesante apuntar que Castro también 24 Litografía impresa con dos tintas 23.9 x 33.6 cm. Publicada en México y sus alrededores: Colección de vistas, trajes y monumentos. México, Litografía de Decaen, 1855-1856, lám. 30. Colección Banco de México. realizó bocetos para tiendas, carteles para ferias, figurines para modas, notables acuarelas y óleos, cuya suma constituye un importante testimonio gráfico de la vida mexicana de la segunda mitad del siglo XIX. Fig. 81. Casimiro Castro. Portada del Álbum del ferrocarril mexicano. Colección de vistas pintadas del natural con textos de Antonio García Cubas.25 Fig. 82. Casimiro Castro. Álbum del ferrocarril mexicano. Córdoba (Panorámica desde el camino de Coscomatepec). Fig. 83. Casimiro Castro. Álbum del ferrocarril mexicano. Orizaba (Panorámica desde el Puente de Paso del Toro). 25 México, Victor Debray y Co, editores, 1877, 56 p. Para dar entrada a la pintura de paisaje en México debemos considerar los antecedentes pictóricos inmediatos sobre este género que nos acercan a entender algunos aspectos que fueron puntos de partida para la pintura decimonónica. En primer término, el creciente dominio de la preferencia o el gusto por las representaciones objetivas de corte positivista y el desplazamiento del carácter alegórico de las representaciones simbólicas y en segundo, la preferencia por la mirada de los mexicanos sobre su paisaje como respuesta a la prevalencia del trabajo de los extranjeros. La pintura mexicana en la Academia Reconocemos en el siglo XIX, la etapa de construcción de México como nación independiente y los acontecimientos políticos en términos de debate entre el Imperio y la República Federal que marcaron desde el principio lo que habría de ser un periodo complejo y convulso. En la primera parte del siglo, México enfrentó intentos de reconquista y de frecuentes invasiones, la independencia de Texas, la primera guerra con Francia y la guerra con Estados Unidos. Este contexto adverso permeó en todos los ámbitos de la vida de los mexicanos, en la vida cotidiana y en las formas de organización. Los acontecimientos políticos complejos se sucedían unos a otros con cortísimos o inexistentes periodos de tranquilidad. El devenir político después de la intervención norteamericana que concluyó en 1848, se caracterizó por el intento de los liberales moderados de llevar al país a una situación de equilibrio, sin embargo el ambiente no les fue propicio y los conflictos siguieron siendo la constante. Lucas Alamán, a la cabeza de su partido y creyente del proyecto conservador para enderezar al país, impuso de nuevo a Santa Anna quien vendió a Estados Unidos el territorio conocido como La Mesilla. En 1854 estalló la revolución de Ayutla contra las fuerzas santannistas lo que llevó al poder a una nueva generación liberal. Esta, intentó instrumentar su propio proyecto de nación con los que afectaban los intereses de la iglesia católica. Las divisiones se profundizaron y la postura liberal se debilitó. Finalmente la exacerbación de las posiciones ideológicas llevó al país a la guerra civil, que estalló en 1858 a raíz del golpe de estado del presidente Ignacio Comonfort en contra de la Constitución de 1857. La guerra duró tres años, durante los cuales el gobierno de Benito Juárez emitió las Leyes de Reforma con las que separó la iglesia del estado. En julio de 1861 el gobierno de Juárez se vio obligado a suspender los pagos de la deuda exterior y los gobiernos de Francia, Inglaterra y España planearon entonces una intervención. Esta guerra entonces fue interna y externa. Las tropas españolas e inglesas se retiraron pero permanecieron las francesas que lograron entronizar a Maximiliano de Habsburgo en 1864. El fusilamiento del emperador en 1867, inició una etapa que prometía la fundación de la República Restaurada. Sin embargo se hicieron evidentes las divisiones dentro del grupo liberal que impidieron la estabilidad. Las rebeliones y revueltas continuaron y en diciembre de 1876 se dio inicio el periodo porfirista cuyos primeros años llevaron al país a un periodo de prosperidad y paz. La diferencia de pensamiento entre los liberales y los conservadores influyó en la manera de concebir a la nación y los constantes debates y enfrentamientos determinaron una compleja forma de sobrevivencia para la mayor parte de los habitantes que lidiaban en el día a día entre el poder que controlaba cada una de las facciones. Desde luego que el arte no permaneció ajeno a estos conflictos, en todo caso es una de las claras formas de su manifestación. Los diferentes grupos que se alternaban en el poder y al tomarlo, intentaban por todos los medios de justificarse como la ideología señera y el arte y sus el manejo de sus espacios fue uno de estos instrumentos. La sede oficial de producción artística era desde la época virreinal, la Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos que se fundó en la capital en 1785. Ésta heredaba de las corrientes artísticas europeas la preferencia por el estilo neoclásico, símbolo del pensamiento ilustrado. Los conflictos de la Independencia la debilitaron intensamente hasta que fue reorganizada en 1847 con la idea rectora de producir el arte nacional. La liga de pensamiento que vinculaba al pasado virreinal con el estilo barroco provocó el rechazo de esta forma artística y la imposición de la búsqueda de nuevas formas de manifestación congruentes con la búsqueda de la nación independiente más cercanas al neoclásico. Para la reorganización de la Academia se recurrió a la incorporación de maestros europeos, destacando entre ellos Pelegrín Clavé quien se hizo cargo de la sección de pintura. Su formación había sido cercana al neoclásico y al romanticismo. Su obra más prolífica fue la de retratos de personajes importantes. En México contribuyó a la formación de destacados pintores como Manuel Rebull, José Obregón y Rodrigo Gutiérrez. Benito Juárez en 1867, procedió a la completa reorganización del gobierno, siendo la educación una de las áreas que más cambios importantes experimentó. La Academia de San Carlos cambió su nombre por el de Escuela Nacional de Bellas Artes, aunque se le siguió conociendo como Academia, desde entonces dependió directamente del gobierno que tenía la posibilidad de sugerir los temas a tratar. En este tenor, los artistas plásticos debían de tomar como fuente de inspiración los tipos, las costumbres mexicanos, así como los personajes y sucesos del pasado prehispánico, plasmándolos con gran realismo, ya que todo ello conformaba las imágenes de la nacionalidad buscadas por el aparato gubernamental. La idea era crear una conciencia o identidad propia basada en un pasado común del que todos los mexicanos por igual se sintieran orgullosos. La necesidad de elaborar una historia nacional y una mexicanidad indigenista fue promovida como una propuesta de esencia histórica. A decir de Paula López Caballero, “Así, la defensa y la valoración de la soberanía nacional no sólo se traducía en el control del territorio… la soberanía residía también en la búsqueda de un periodo histórico propio que pudiera ser exhibido por el nuevo Estado, así como en la capacidad de imponer un monopolio legítimo sobre el pasado”.26 Algunas de las acciones que por este tiempo realizaba el estado para difundir y promover este reconocimiento que el país necesitaba fueron las exposiciones periódicas de la Academia. Se realizaron concursos de pintura con estos temas relacionados con el pasado prehispánico que idealizaban los episodios míticos. Muestra de ellos son El descubrimiento del pulque de José Obregón y Senado de Tlaxcala de Rodrigo Gutiérrez. 26 Paula López Caballero, “De cómo el pasado prehispánico se volvió el pasado”, en Pablo Escalante Gonzalbo (coord.), La idea de nuestro patrimonio histórico y cultural, t. II, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2011, p. 140. Fig. 84. José Obregón. El descubrimiento del pulque, 1869. Óleo sobre tela, 189 x 230 cm. Museo Nacional de Arte. Estas pinturas de gran formato también fueron seleccionadas para ser exhibidas en las diferentes exposiciones internacionales del último tercio del siglo XIX, ya que se ajustaban a la imagen que el estado republicano quería proyectar de México, un perfil de un pasado glorioso de imperios épicos con héroes estoicos que reflejaban en tanto el temple de los personajes como el de la nación entera. En ellas “resulta patente la eficacia persuasiva del uso oficial de las imágenes como un recurso de primer orden en el proceso de construcción de la nación como mito identificador de la modernidad”.27 Es interesante observar estas obras en las que la temática es histórica del periodo mesoamericano pero las escenas son representadas utilizando elementos y modelos compositivos totalmente europeos, lo que provoca un ambiente totalmente ajeno al modo de ser de estas culturas Sin duda su eficacia más que en términos de precisión histórica estuvo en la búsqueda del una posibilidad de identidad en la que concordaran todas las facciones de pensamiento. Pues bien, mientras este era el ambiente sobre el objeto del arte 27 Fausto Ramírez, “La visión europea de la América tropical: Los artistas viajeros”, en Historia del Arte Mexicano, v. 7, México, Salvat, 1982, p. 329. promovido por el estado nacía una propuesta radicalmente diferente: el paisaje mexicano como signo de la grandeza de la nación. La cátedra de pintura de paisaje de Eugenio Landesio Pelegrín Clavé, como dije, director de pintura en la reestructurada Academia de San Carlos organizó una exposición en 1853 en la incluyó algunos trabajos del paisajista italiano Eugenio Landesio a quien más adelante, invitaría a impartir en la Academia las cátedras de “Perspectiva, paisaje y ornato”. Landesio, el pintor romántico de paisaje histórico, discípulo del paisajista húngaro Károly Markó llegó con este propósito desde Roma en 1855. La invitación inicial fue para Markó pero este recomendó a Landesio. Fig. 85. Károly Markó. Ideale Landschaft, 1837. Óleo sobre lienzo.36 x 41.5 cm. Österrinchische Galerie, Viena.28 28 http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Karoly_Marko_d._%C3%84.,_Ideale_Landschaft.jpg Markó, formado en la Academia de Artes de Viena y en la Academia de Roma fue a principios del siglo XIX el artista más destacado en la pintura de paisajes de esta última. Es considerado el artífice de la escuela de pintura húngara con enorme influencia en el desarrollo del paisajismo europeo caracterizado por las panorámicas dominadas por luces cálidas y por la inclusión de pasajes mitológicos o religiosos. Su influencia en México está dada a través de la formación de Landesio y de sus preceptos como parte del adiestramiento y la visión del paisaje compartido por este a sus alumnos en la Academia. Escribió Manuel G. Revilla que Landesio fue incluido como docente en la Academia: por el atractivo y la maestría con que estaban representadas las vistas de Italia en sus pinturas, pudiendo esperarse que muchos sitios pintorescos de México, tan celebrados siempre, sus campos amenísimos, sus gigantescos nevados, su en parte quebrada configuración, sus dilatados horizontes, sus esplendorosos crepúsculos, serían al cabo del hábil intérprete que acertaría a trasladarlos directamente al lienzo. 29 Fig. 86. Eugenio Landesio. Il tempietto di Esculapio, 1841. Vista para el Palacio Borghese.30 29 Manuel G. Revilla, El arte en México en la época antigua y durante la época virreinal, México, Oficina tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1893. A Revilla se le reconoce como el primer crítico del arte mexicano y autor de un ensayo sobre José Ma. Velasco de 1911. Su obra ha sido publicada en la edición de Elisa García Barragán, Manuel Gustavo Antonio Revilla, Visión y sentido de la plástica mexicana, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, Programa editorial, 2006, 398 p. (Ida y regreso al siglo XIX). 30 http://www.treccani.it/enciclopedia/eugenio-landesio Aunque la cátedra de paisaje se inauguró en 1855, debemos recordar como señala Juan de la Encina, “antes de que México tuviera una pléyade de paisajistas, ya estaba aquí presente ese sentimiento de la naturaleza que había de renovar y crear en cierto modo de nuevo la pintura de paisaje. El anhelo estaba presente”. 31 Y las acciones necesarias para lograr el desarrollo de este género pictórico se estaban tomando. Revilla reconoce a Landesio como el responsable del nacimiento de la pintura mexicana del paisaje al afirmar: “Clavé había enseñado paisaje, pero muy tímidamente y los países (como se denominaban antaño a los paisajes pintados) que hasta esa época habían llegado a la República no eran suficientemente notables para llamar la atención ni dar cabal idea del género”.32 Después de presentar sus vistas sobre Italia y a lo largo de su estancia en México, Landesio realizó varias pinturas de paisajes mexicanos. Si bien estas retratan el paisaje de México, su interpretación resulta de un acercamiento a un territorio exótico especialmente en lo que se refiere a la luz, y recurre en muchos casos a modelos de composición y de representación que parecerían injertados en los paisajes como elementos ajenos, utilizando los patrones propios de la pintura paisajística europea especialmente los de Markó. Es muy visible en sus pinturas la influencia del romanticismo, con la inserción de escenas idílicas que en gran medida pertenecen a un pasado bucólico utilizado frecuentemente en la escuela europea. 31 Ricardo Gutiérrez Abascal (Juan de la Encina), El paisajista José Ma. Velasco (1840-1912), México, El Colegio de México, 1943, 207 p. (Ensayos críticos sobre arte mexicano, 1). 32 Manuel G. Revilla, op.cit. Fig. 87. Eugenio Landesio. El puente de San Antonio en el camino de San Ángel, junto a la Panzacola (Puente de Chimalistac), 1855. Óleo sobre tela, 51 x 64.7 cm. Museo Nacional de Arte. Fig. 88. Eugenio Landesio, El valle de México desde el cerro de Tenayo. 1870. Óleo sobre tela, 150.5 x 213 cm. Museo Nacional de Arte. Eugenio Landesio fue profesor y además en la Academia publicó dos obras a partir de las cuales podemos acercarnos a su concepto sobre el empleo de la perspectiva y sobre el paisaje. La primera de ellas, Cimientos del artista dibujante y pintor,33 en la que las litografías fueron realizadas por sus alumnos, Luis Coto, José María Velasco y Gregorio Dumaine. La segunda La pintura general o de paisaje y la perspectiva34 fue impresa por la imprenta de Lara y publicada por la Academia. En este último texto, Landesio propone una catalogación tipológica sobre paisajes en la que destaca la sección de historia, cuyo episodio principal, aclara es histórico, sea este bíblico, profano o mitológico. Fausto Ramírez35 califica esta rama del paisaje en la propuesta del pintor italiano cómo una persistencia de la poética del paisaje fundada en la capacidad de la historia como solo e insustituible factor legitimante de la recreación pictórica del mundo natural. Agrego, que esta es la manera de hacer de ese territorio, un paisaje que se funda en la intervención humana como un hecho consumado. Fue un maestro de vocación y a través de sus lecciones podemos ver la sensibilidad con que describe un momento en un paisaje y entender el detalle con el que más adelante logra representarlo en su pintura: Siempre es la atmósfera más densa en las partes bajas que en las altas, y por eso vemos el sol tan anaranjado y su luz más débil al levantarse como al ponerse. Por esta misma causa es, por lo que estando el sol muy bajo y de frente, vemos el cielo de un amarillo rojizo inmediato al horizonte, el cual va tomando un color más claro y limpio elevándose, hasta que vuelve al azul; y viceversa, veremos el cielo aclararse cuanto más se aproxime al horizonte teniendo el sol a las espaldas. En el primer caso es que los radios visuales tienen que atravesar una cantidad de atmósfera iluminada detrás o por trasparencia; mientras que en el segundo atraviesan la que está bañada directamente. No de otro motivo depende el ver anaranjada y tan grande la luna al salir del horizonte, la cual va tomando su verdadero tamaño y color plateado a medida que se levanta.36 33 Eugenio Landesio, Cimientos del artista, dibujante y pintor: compendio de perspectiva lineal y aérea, sombras, espejos y refracción con las nociones necesarias de geometría, México, Tipografía de M. Murguía, 1866, 46 p. 34 Eugenio Landesio, La pintura general o de paisaje y la perspectiva en la Academia Nacional de San Carlos, México, Imprenta de Lara, 1867, 28 p. 35 Fausto Ramírez, “Acotaciones iconográficas a la evolución de episodios y localidades en los paisajes de José María Velasco”, en José María Velasco, Homenaje, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1989, p. 57. 36 Eugenio Landesio, La pintura general, op cit., p. 3. Fig. 89. Retrato de Eugenio Landesio.37. Fig. 90. Portada de Eugenio Landesio. Los cimientos del artista dibujante y pintor. Compendio de perspectivas lineal y aérea, sombras, espejos y refracción, con las nociones necesarias de geometría, Tipografía M. Murguía. México, 1866. Su técnica de enseñanza incluía múltiples prácticas de pintura al aire libre parte de que “todo lo que existe en la naturaleza bajo forma visible, sea cual fuere la materia de que esté formado, la estación, hora, lugar en que se nos presente, cualquiera la luz que lo ilumine, con que abramos los ojos, y miremos, todo, sin excepción ninguna, está sujeto a las leyes inmutables de la óptica”.38 El método básico que utilizó para la enseñanza de la pintura de paisaje partía del uso preciso de la perspectiva lineal y aérea, así como en las sombras, espejos y refracción. La atmósfera en un paisaje, escribe “les modifica la fuerza del claroscuro y colores, haciéndonos disfrutar más o menos según el grado de su pureza, de un hermoso y extenso horizonte. Claro está, que no solo es útil, para un pintor, el conocer y saber aplicar dichas leyes, sino necesario, indispensable”:39 Landesio clasificó la pintura de paisaje en cinco secciones,40 edificios, follaje, terrenos, celajes y aguas, cada uno con sus características particulares. Entre el follaje destaca la sección de escenas familiares, para bosques, parques, calzadas, jardines y 37 Retrato de Eugenio Landesio tomada de Enrique Cárdenas de la Peña, Mil personajes en el México del siglo XIX, 1840-1870, tomo II, México, Banco Mexicano Somex, 1979, p. 314 38 Ibidem. 39 Ibidem. 40 Tomado del cuadro de María Elena Altamirano Piolle, “José María Velasco. Paisajes de luz, horizontes de modernidad”, 2ª ed., México, DGE, Equilibrista, 2006, p. 54. polares. En terrenos con escenas populares, religiosas o profanas, la representación alpestre, llanuras y cavernas. En celajes, con escenas militares, el género tempestuoso, tranquilo o los efectos de luna y para las aguas, las marinas tranquilas o tempestuosas para secciones históricas bíblicas y mitológicas. Esta clasificación indica las tipologías en las que insistía como experiencia para la pintura de paisaje y por lo tanto como las formas de representar los diferentes modelos. Destaca en todos ellos como vimos la necesidad de la inclusión de una escena humana con énfasis histórico. Sin duda, el más grande legado de Eugenio Landesio para México fue la formación de su alumno a quien dedicó uno de sus escritos titulado “Notas interesantes para la historia del más aprovechado de mis discípulos, Sr. José Ma. Velasco”. Fig. 91. Hacienda de Monte Blanco, 1877. Obra realizada por Eugenio Landesio y terminada por José María Velasco. Entre los personajes aparece el maestro Landesio señalando el paisaje lejano. 41 41 http://www.inehrm.gob.mx/Portal/PtMain.php?pagina=exp-nacimiento-velasco-galeria PARTE II. PINTURAS EMBLEMÁTICAS DEL PAISAJE MEXICANO José María Velasco, paisajista mexicano Fig. 92. José María Velasco, Autorretrato, 1877. Óleo sobre tela, 55x40 cm. Museo Nacional de Arte. 1 José María Velasco nació en Temascalsingo, Estado de México en 1840 y murió en la ciudad de México en 1912. Se trasladó con su familia a vivir a la ciudad de México a los siete años, en el complicando 1847, año de las batallas de la intervención estadounidense en esta ciudad. El conflicto bélico en la capital se vivió en las batallas de Padierna, Churubusco, Molino del Rey y Chapultepec y dieron origen a un debilitamiento y pérdida de control del país. Las consecuencias inmediatas fueron la ocupación estadounidense de la ciudad y la renuncia de Santa Anna a la presidencia y más adelante la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo con la pérdida del territorio en cuya defensa se sacrificaron numerosas vidas humanas y se empeñaron enormes recursos. Las sensaciones de la derrota, la inseguridad y el temor fueron constantes entre los habitantes de la ciudad de este momento, “la guerra quedó impresa en la memoria de los mexicanos como una experiencia traumática”.2 Esta fue la ciudad que recibió a Velasco, todavía un infante con poca 1 Tomada de Xavier Moyssen, José María Velasco. Un estudio sobre su obra, México, SEP, 2004, p. 35. 2 Kristyna M. Libura, Morales Moreno y Velasco Márquez, Ecos de la Guerra entre México y los Estados Unidos, México, Ediciones Tecolote, Groundwood Books, 2004, p. 153. conciencia de los acontecimientos pero los cuales sin duda marcaron indeleblemente su vida. Fig. 93. Carl Nebel y Adolphe Bayot, La entrada del general Scott a México, 1851. Litografía.3 Las tropas norteamericanas se retiraron de la ciudad el 30 de julio de 1848 y poco a poco las condiciones de vida volverían a cierta normalidad en términos de vida cotidiana aunque la huella del episodio traumático que fue además seguido por las otras intervenciones sería determinante en la forma de continuar la construcción de la nación mexicana. Las condiciones poco favorables obligaron a la familia a retirarse durante algún tiempo al Estado de México y regresaron a la ciudad esta vez de forma definitiva en 1849. En este ambiente creció y se formó Velasco4 que al cumplir 18 años en 1858 ingresó a la Academia de San Carlos para aprender dibujo. Cursó anatomía, perspectiva, dibujo de estampa de figura y paisaje, del yeso y del modelo vivo, pintura de paisaje. Fue alumno de Eugenio Landesio a quien consideró su Maestro en la cátedra de perspectiva y más adelante en la de paisaje. El aprendizaje del dibujo inició en la formación de Velasco con la copia de modelos 3 Ibidem., p. 292. Utilizó la misma perspectiva que en el cuadro realizado para su Álbum Viaje pintoresco y arqueológico sobre la parte más interesante de la República Mexicana. 4 Sobre la forma de vida en el siglo XIX consultar John E. Kicza, “Familias empresariales y su entorno”, en Historia de la vida cotidiana en México. IV Bienes y vivencias. El siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México, 2005, p. 148-178. y con especial insistencia en el dibujo de campo o del natural, de figuras, elementos y detalles como plantas, follajes, troncos o partes del cuerpo humano. Estas más adelante se incluirían en la composición de un paisaje. Se consideraba entonces que de esta manera se podía ir creciendo en el grado de dificultad para lograr la experiencia necesaria para abordar obras complejas. Fig. 94. José María Velasco, Calabacera (Hojas), 1859 (Copia de litografía de Landesio). Lápiz sobre papel, 33 x 45.5 cm. Museo Nacional de Arte.5 Fig. 95. Eugenio Landesio, Baldana longa, 1836.6 El maestro de paisaje, Landesio, reconoció inmediatamente en Velasco enormes cualidades que le enseñó a explotar. El primer óleo que realizó fue basándose en un estudio del natural, lo tituló Baño de dos pescaditos, y en el representó una sección del patio del lugar donde había vivido desde niño en la ciudad de México, cerca de la fuente de Salto del Agua. En esta obra es notorio el ejercicio que realiza para la representación de los follajes de las diferentes plantas que aparecen y por cuyo detalle podemos incluso identificar. En 1860, la Junta de Gobierno de la Academia lanzó un concurso para otorgar una pensión a un alumno. Este consistió en pintar del natural el patio del ex convento de San Agustín. José María Velasco ganó esta pensión con el óleo que presentó. Como sugerencia de Landesio, un año más tarde pintó de nuevo este espacio añadiendo un episodio costumbrista a la composición. Esta acción de abordar nuevamente un tema como veremos 5 José María Velasco Hojas. Tomada del libro: Xavier Moyssén, José María Velasco, Fondo Editorial de la Plástica Mexicana, 1991, p. 129. 6 Eugenio Landesio, Baldana longa, 1836. Colección de treinta y cuatro plantas dibujadas del natural y litografiadas. fue frecuente en su trabajo, como una suerte de agregado o de idealización, así como un insistente ejercicio de perfeccionamiento. En sus primeras obras podemos ver la insistencia del maestro en la importancia de los significados históricos como parte de las composiciones en las que los personajes añaden escenas de esta índole. La mayoría de ellas son patios o espacios abiertos urbanos. La técnica que empleaba parte del punto de vista de la construcción en perspectiva geométrica, forma de presentación del paisaje que se consideraba la más exacta y que coincide con los lineamientos de la centralidad de la mirada humana con la que inicié esta parte del trabajo. Fig. 96. José María Velasco, Patio del Ex convento de San Agustín, 1860. Óleo sobre tela, 32 x 43 cm. Colección particular. Otra de las obras de su etapa formativa con las que ganó un premio en la Academia. Fig. 97. José María Velasco, Patio del Ex convento de San Agustín (2), 1861. Óleo sobre tela, 72 x 98 cm. Museo Nacional de Arte.7 Velasco pasó del detalle de una planta al dibujo de patios y de ahí a la representación del templo de San Bernardo con lo que inició el crecimiento en la escala espacial. En 1862 pintará desde la azotea de la casa de su amigo Manuel Payno8 en San Ángel, su primer óleo de una lontananza del natural. Este lienzo fue el que podemos considerar pionero en lo que habría de ser su más grande logro, el paisaje lejano. En este paisaje vemos el origen de su capacidad de observar, dibujar y componer el paisaje lejano, su representación hasta el horizonte, las cualidades particulares de la luz en un cielo medio nublado en el que destaca la técnica de dibujo de las nubes. La composición de este óleo se estructura en dos partes, el cielo y el paisaje terrestre. Este último, que abarca un poco más de la mitad del lienzo, contiene un primer plano vegetal con detalle en los follajes, un segundo en el que aparecen pequeñas construcciones, signos de la presencia humana y por último el conjunto orográfico de Los Dinamos. En el cielo destaca la audacia con la que representa las nubes, tema prioritario para crear una atmósfera lumínica que 7 José María Velasco. El patio de San Agustín, 1861, Museo Nacional de Arte. Tomada de Xavier Moyssen, José María Velasco. Un estudio sobre su obra, México, SEP, 2004, p. 38 8 Recordemos que Payno ya había escrito para entonces la novela por entregas El fistol del diablo y más adelante publicaría en el mismo formato la famosa novela Los bandidos de Río Frio. Es curioso que en 1871 publicó su libro de cuentos Tardes nubladas. logra a través de las sombras que proyectan. El cielo nuboso y la tierra enverdecida por la humedad se comunican en la estación lluviosa. La variación en los porcentajes de cada parte de la estructura de los paisajes será parte de la forma de experimentar y madurar los paisajes de Velasco. Fig. 98. José María Velasco, La cañada de la Magdalena, 1862. Óleo sobre tela 32 x 43 cm. Museo Nacional de Arte.9 Con la llegada de Maximiliano, la Academia sería nombrada Academia Imperial de Bellas Artes. A este periodo y por la insistencia de un acercamiento al pasado prehispánico buscado en la academia, realizó La caza. En este cuadro buscaba dentro del ramo de episodios y en la sección de historia, pintar sobre el momento del México antiguo. Sin embargo es muy claro que el protagonista en la composición es el paisaje, en especial las rocas. En este caso la composición resulta basada en el primer plano, alrededor de un río, audazmente asoma como una ventana, el paisaje lejano del valle de México. 9 Tomada de María Elena Altamirano, op.cit. p. 156. Fig. 99. José María Velasco, La caza, 1863. Óleo sobre tela 70x97 cm. Museo Nacional de Arte.10 En 1863 expuso el cuadro La Alameda de México y también pintó El Cabrío de San Ángel donde aparece La Hormiga, la fábrica de textiles más grande de la época. Esta composición fue más adelante incluida en el Atlas Pintoresco de García Cubas. Como acostumbraba, realizó versiones posteriores en las que añadió escenas pastoriles. Fig. 100. José María Velasco, El cabrío de San Ángel (2), 1863. Óleo sobre tela 70 x 92 cm. Museo Nacional de Arte.11 10 Tomada de Xavier Moyssen, José María Velasco. Un estudio sobre su obra, México, SEP, 2004, p. 45. Distingo dos líneas en la producción artística de Velasco durante el Segundo Imperio, la primera sobre vistas de la ciudad de México y la segunda en su contribución a los estudios científicos que se impulsaron en la época. A estos trabajos me referiré en el siguiente apartado buscando discutir la visión positivista en el autor. Fig. 101. José María Velasco, Vista tomada en la Alameda de México por el lado de San Diego, 1863. Óleo sobre papel, 32 x 44 cm. Colección particular.12 Fig. 102. José María Velasco, Fragmento de La Alameda de México, 1866. Óleo sobre tela 70x97 cm, Museo Nacional de Arte.13 11 Ibidem., p. 106. 12 Ibidem., p. 109. En 1866 realizó dos lienzos sobre la Alameda de México. En el primero de ellos, fue copiado del natural y más adelante lo idealizó en otra versión dibujada en el taller. En la primera versión aparece el portal esquinero que fungía como puerta de la reja que rodeaba a la Alameda. La puerta no aparece en la segunda versión, ya que esta fue realmente eliminada dos años después, podemos decir que el segundo cuadro es un proyecto que se construiría más adelante. En esta última incluyó en la pintura a la Emperatriz Carlota que aparece supervisando las obras de remodelación que ella misma había ordenado. De nuevo incluyó el paisaje lejano de la ciudad en la que aparece la entonces recién trazada Calzada del Emperador. Este cuadro también es conocido como Un paseo en los alrededores de México. La Alameda se concebía como un jardín romántico de corte inglés, de moda en la Europa del momento, es un proyecto de gusto cortesano imperante en el gusto y el régimen de Maximiliano. En 1868 concluyó sus estudios e inició su producción profesional que se extendió por 44 años en los que llegó a pintar más de trescientas pinturas al óleo, acuarelas y litografías con las que influyó de manera definitiva en la construcción de la idea del paisaje mexicano. Velasco inició su vida profesional mientras el gobierno liberal y republicano del presidente Juárez intentaba pacificar México, fomentar la inversión extranjera y modernizar la vida cultural incluyendo la instrucción Pública. En 1867 San Carlos dejó de ser Academia y se convirtió en Escuela Nacional de Bellas Artes. Entonces la especialización de las disciplinas tomaba cada vez un peso más definitivo. Arquitectura e Ingeniería se separaron y aunque había materias comunes para escultores, pintores, grabadores y arquitectos, la mayoría de ellas eran específicas para cada carrera. A pesar de las complicaciones políticas, ya que el pintor era identificado como conservador y afecto de Maximiliano, con dificultades logró ser maestro de perspectiva iniciando así su contribución a la formación de otros seguidores del paisaje. El éxito de sus trabajos continuó y sus pinturas fueron demostrando el camino a la maduración de su muy particular estilo de pintar a México. Del paso del detalle, de sus paisajes familiares e íntimos a la construcción de paisaje mexicano de profunda narración. Así fue alcanzando, como iremos viendo, eso que dice Justino Fernández que “México era, pues, para Velasco eso: las grandes distancias, los celajes apenas manchados por las nubes, 13 Ibidem., p. 112. los planos, las serranías, los cerros, los volcanes, los lagos, las rocas, los nopales, los pirules y el aire; país como de encanto, habitado por águilas y en el que las villas y ciudades se tienden suavemente sin pretender rivalizar con la naturaleza, en el que la luz solar todo lo vivifica y la bóveda azul todo lo cubre”.14 El paisaje de Velasco, entre la orientación positivista y el arte La orientación positivista que impregnó la mentalidad de la segunda parte del siglo XIX hizo del predominio científico la forma más aceptada de conocimiento, lo que contribuyó sin duda, a imponer la tendencia realista en el gusto artístico y en la manera de mirar al paisaje. A partir de 1864 surgieron en varias ciudades y en la capital grupos cada vez más nutridos de científicos de diferentes disciplinas con interés en la naturaleza mexicana. A todos los unía la necesidad de conocer México empleando los métodos de análisis científico para aprovechar mejor los recursos naturales del país. Se realizaron entonces varias expediciones, entre ellas una promovida por el gobierno imperial, −la Comisión Científica de Pachuca− que se llevó a cabo de febrero de 1864 a los primeros meses de 1865. Esta fue dirigida por el ingeniero Ramón Almaraz quien encabezó un grupo de lo que hoy llamaríamos un equipo multidisciplinario, ingenieros, médicos, topógrafos, expertos en minas e historia natural, dibujo y fotografía. Cuenta Almaraz que en éstas “mucho me sirvió la buena voluntad del Sr. [Guillermo] Hay que fue nombrado igualmente en comisión, y que al acompañarme ponía a disposición de ella sus conocimientos y útiles fotográficos”, pues las instrucciones que tenía preveían “que sacase además algunas vistas de ellas y de los objetos más notables”.15 No obstante, el ingeniero consideraba que: …no bastaba la fotografía [...] ya porque a consecuencia de la estación de las aguas, era muy probable que no hubiese suficiente luz para tomar las vistas, ya porque en atención a lo quebrado del camino sería fácil que se rompiesen algunos aparatos, y ya en fin, porque encontrándose las ruinas dentro de espesos bosques, las vistas que se tomasen ofrecerían sólo grupos de árboles, y los monumentos harían en ellos un papel secundario. 16 14 Justino Fernández, Arte moderno y contemporáneo de México, Arte del siglo XIX, Tomo I, México, UNAM. Instituto de Investigaciones Estéticas, 1962, p. 91. 15 Ramón Almaraz, (dir.), Memoria de los trabajos ejecutados por la Comisión Científica de Pachuca en el año de 1864, México, Imprenta de J. M. Andrade y F. Escalante, 1865. 16 Ibidem. Por tanto, solicitó un dibujante y obtuvo la colaboración de dos alumnos de paisaje en la Academia Nacional de San Carlos, José María Velasco y Luis Coto. Esther Acevedo resume así la experiencia: “para Velasco la excursión de cerca de un mes unió varios de sus intereses vitales: la relación con la naturaleza, el intercambio con sus camaradas científicos y el conocimiento de la provincia mexicana”.17 Ya me referí a esta Comisión cuando abordé el trabajo de Antonio García Cubas con quien Velasco y Coto coincidieron. Allí, los estudiantes realizaron los dibujos que les solicitaron y Velasco entregó a la Academia un reporte de su viaje en donde detalla algunas de las plantas que encontró: pimienta, chicozapote, mamey, naranjos, limones, higueras y algunos troncos de árboles vestidos con parásitos. Árboles de palo mulato, helechos, plátanos, lo que nos deja ver la impresión que le causó su encuentro con el paisaje húmedo y hasta entonces para él desconocido, trópico mexicano. Destaca también desde este viaje además de su interés por la botánica, sus impresiones sobre la cascada de Necaxa que sin duda quedó grabada en la mente de los expedicionarios. Existen referencias a esta en los dibujos de Velasco, en las descripciones de García Cubas en El libro de mis recuerdos y más adelante la inclusión de la imagen en su Altas pintoresco. Fig. 103. José María Velasco, Cascada de Necaxa. Mermoria acerca de los terrenos de Metlaltoyuca. 1865. Litografía, 22.5 x 14.6 cm. Colección particular. 17 Esther Acevedo, “El legado artístico de un imperio efímero. Maximiliano en México, 1864-1867”, en Testimonios artísticos de un episodio fugaz (1864-1867), México, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1995, p. 95. Esta expedición, que influyó en la visión y la forma de acercamiento al paisaje de Velasco, se extendería hasta Teotihuacan y sería la primera experiencia de Velasco en la representación de vestigios mesoamericanos y de sus trabajos para el Museo Nacional. Su interés por la ciencia es patente cuando en 1868, vemos que su primer proyecto personal fue realizar una Flora del Valle de México, una obra de ilustración botánica por entregas para la que realizó 18 láminas de plantas pero que tuvo que suspender un año después por falta de suscriptores que muestra la capacidad de observación científica, y su interés por difundir el saber científico que con su maestría tomaba un tinte artístico. Fig. 104. José María Velasco, Malvacea. Anoda triangularis. Flora de los alrededores de México.18 Fig. 105. José María Velasco, Flor de pita floja. 19 Fig. 106. José María Velasco, Flora del Valle de México. 20 18 Flora del Valle de México. José María Velasco ilustrador. Litografía acuareleada, 24 x 32 cm. Colección particular. Tomado de María Elena Altamirano, op. cit. p. 133. 19 Tomada de José María Velasco. Homenaje, UNAM, 1989, p.198. El acercamiento de Velasco al mundo de la ciencia se vio reforzado al formarse la Sociedad Mexicana de Historia Natural, de la que fue miembro de número, secretario, vicepresidente e incluso presidente interino. Algunos de sus compañeros en la Comisión Científica, entre ellos García Cubas fueron sus iniciadores. El conjunto de sus miembros sumaban un centenar, contando con 10 fundadores y 15 de número entre los que se hallaban los hombres de ciencia más importantes del país. Estos hombres fueron pioneros de la ciencia en México, y es de llamar la atención que la visión científica de este grupo, que hoy llamaríamos multidisciplinario, consideraba la inclusión de miembros dedicados al arte como Velasco. Sin duda una visión más amplia de los asuntos científicos que cada vez se especializan más separando los enfoques y las disciplinas. Esta sociedad publicó el primer fascículo de la revista La Naturaleza,21 en 1865 que incluyó temas desde botánica y zoología hasta geología y paleontología. Sus colaboraciones para la revista no fueron únicamente como ilustrador, también participó con artículos. Para el número 1869-1870 de esta publicación Velasco realizó un artículo sobre el Cereus serpentinus en cuyas ilustraciones podemos constatar como afinó su capacidad de observación y representación detallada de las plantas. Más adelante realizó un artículo sobre la Ipomea triflora, en 1873 ilustró el artículo sobre Troquileos del Valle de México y en 1875 el Ensayo ornitológico de la familia troquilidae. Produjo también para la revista un interesante y extenso artículo sobre el Ajolote al que dedicó 13 años de estudio. Vemos un común denominador en todos estos artículos, su interés por la flora y la fauna nativa y peculiar cuya elección como tema de investigación e ilustración, hace patente su valoración y su actitud hacia los elementos de la naturaleza mexicana. En la revista, ilustró también algunos estudios geológicos, tema recurrente en los artículos que como mencioné tienen una línea de continuidad desde los trabajos de Humboldt sobre estas tierras. Aquí ilustró el artículo Erupción del volcán Seboruco en 1885 y Descubrimiento de un antiguo volcán en 1882. Una copia de esta vista fue más adelante también utilizada como parte del Atlas de García Cubas. 20 Tomada de Elías Trabulse, José María Velasco. Un paisaje de la ciencia en México, Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura, 1992, p. 206. 21 Sociedad Mexicana de Historia Natural. La Naturaleza, Periódico científico de la Sociedad Mexicana de Historia Natural, publicado bajo la dirección de Manuel M. Villada, México, Imprenta de Ignacio Escalante, 1870-1912. Fig. 107. José María Velasco, El Seboruco, en La Naturaleza. Lam. 6. Litografía de la Vida de Murguía e hijos, 13.5 x 21.5. Colección particular. Fig. 108. Antonio García Cubas, Volcán el Seboruco, Fragmento de la Carta Orográfica, 1885.22 Dentro de los estudios orográficos y geológicos, también destacan dos de sus cuadros Pórfido del cerro de los Gachupines y Pórfidos del Tepeyac, en los que se nota, al igual que en los botánicos, la precisión en términos científicos necesaria para las clasificaciones geológicas, así como en la representación estética de la fuerza de la tierra. 22 Atlas Pintoresco e Histórico de los Estados Unidos Mexicanos, México, Debray Sucesores, 1885. Fig. 109. José María Velasco, Pórfidos del Tepeyac. Óleo sobre tela, 62 x 46 cm. Museo Nacional de Arte. 23 Fig. 110. José María Velasco, Peñascos del cerro de Atzacoalco, 1873. Óleo sobre tela, 159 x 103 cm. Escuela Nacional de Bellas Artes. 24 23 Tomado de María Elena Altamirano, op. cit., p. 156. 24 Ibidem., p. 156. A lo largo de los años, la mirada del artista se enriqueció con el interés científico que además de producir interesantes disertaciones, sirvieron a Velasco como estudio de elementos aislados de su contexto, a través de las herramientas científicas lo llevaron a observación detallada, que más adelante seguirá utilizando al reincorporar estos componentes al mundo orgánico mas totalizado de sus paisajes maduros. Esta forma de acceder al estudio de un paisaje parcializado, de corte positivista, con el tiempo logra agregar estos elementos inicialmente distendidos al incorporarlos a un paisaje estético e integral sin perder la capacidad de contemplarlos individualmente. Sin duda, entre sus aportaciones más contundentes al arte está la potenciación de la estética otorgada por su acercamiento al conocimiento científico-racional como un instrumento del arte. En este momento podemos reconocer la inercia que nunca perdió de conjugar las dos miradas, -la científica y la artística- como una propuesta característica de su trabajo. Es importante recalcar que Velasco no fue un científico en el sentido absoluto del término, pero si un respetuoso y admirador seguidor de sus preceptos generales. El enfoque conductor de la educación que recibió fue la visión positivista, fruto del racionalismo y del espíritu científico que promovió la Ilustración. Esta forma de ver estaba imbuida en el pensamiento del momento y la inversión de los personajes importantes en la misma era sumamente apreciada. Velasco abrevó de ella, aprendió y finalmente la utilizó en su mundo que fue el artístico. En Velasco se da una convergencia entre la representación de la escala monumental y la capacidad para reproducir en el grano más fino el detalle de las rocas, plantas y cielos que pudieron coexistir gracias a su formación de dibujante científico, logrando sumar a su sed de horizontes vastos la constante convivencia con la grandeza del paisaje mexicano. Si bien, en ese entonces, hace ya más de un siglo, la preservación de equilibrio ambiental era un hecho natural, esta preocupación intrínseca del paisajista mexiquense por reflejar la riqueza de la flora y fauna mexicana, sin duda nos lleva a pensar que buscaba contribuir a su puesta en valor en miras para su conservación. No es casualidad que en esta época, el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo realizaba una reforestación masiva de los alrededores del valle de México, utilizando por cierto, gran cantidad de árboles exóticos. Dentro de sus contribuciones de corte científico y desde luego enlazado con la pujante corriente de investigación arqueológica del momento que buscaba conocer y ensalzar los valores del México prehispánico, aportó sus trabajos como dibujante oficial de la revista de Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía. También realizó en 1878 los cuadros Pirámide del sol en Teotihuacán, Pirámides del Sol y de la Luna y El baño de Netzahualcóyotl, así como múltiples dibujos litografiados de piezas mesoamericanas, que expresan su mirada sobre el México antiguo. Resulta interesante que haya dedicado uno de los cuadros al cerro del Tezcotzingo, los Jardines de Netzahualcoyotl, un sitio de especial significado para los arquitectos paisajistas por ser uno de los pocos lugares que conservan vestigios de un jardín mesoamericano y que incluso y hoy es poco conocido. En todos estos lienzos, la huella histórica se remite a la construcción humana y en el caso del lienzo de Teotihuacan, su relación con el paisaje, es asunto suficiente para expresar un paisaje mesoamericano con toda su majestuosidad dentro de la naturaleza integral. La tremenda escisión que existe hoy entre la forma de ver el paisaje desde la racionalización o desde el sentimiento parece irreconciliable, esta, sin embargo no se había instaurado como la única e indispensable en el pensamiento decimonónico. La racionalización sobre el paisaje, búsqueda de certezas imperante en el siglo XIX, apostaba por una relación meramente funcional apartada de la contemplación de la naturaleza, enfoque que a su vez creó la necesidad de articular una visión contemplativa a través de otro acceso a la naturaleza: la aproximación estética. Me atrevo a afirmar que la estética del paisaje mexicano que propone José María Velasco, entendida desde el positivismo, es una respuesta a este problema, es una crítica a la racionalización como visión única. Fig. 111. José María Velasco. Pirámide del sol, en Teotihuacan, 1878. Óleo sobre tela, 43 x 32 cm. Museo Nacional de Arte. 25 Fig.112. José María Velasco, Los baños de Nezahualcoyotl, 1878. Óleo sobre tela, 43 x 32 cm. Museo Nacional de Arte.26 25 Ibidem., p. 200. 26 Ibidem., p. 202. El valle de México, paisaje mexicano emblemático. ¿Ve la ceja de aquel cerro? Véala… ¿Vé la otra ceja que casi no se ve de lo lejos que está?... Como quien dice, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada. Juan Rulfo.27 El interés y la producción de pinturas de paisaje en México fue creciendo a la vez que acompañaba al proceso de construcción de la nación hasta alcanzar su momento cumbre en la segunda mitad del siglo XIX, tiempo sin duda distinguido en términos de producción pictórica por la obra de José María Velasco. El nombre de Velasco está indisolublemente ligado a la valorización del paisaje mexicano y en especial a su tema más recurrente: las vistas del Anáhuac. Coincido con Xavier Moysen, prolífico estudioso de su obra en que, “no fue este precisamente el descubridor de la grandiosidad del Valle de México, antes lo hicieron otros paisajistas como el mexicano Pedro Calvo28 y los europeos Johann Moritz Rugendas y Daniel Thomas Egerton, pero sí su consumado intérprete”.29 Añado, que en esta interpretación Velasco fijó los términos de la idea estética del paisaje mexicano añadiéndole una mirada nacionalista. Fig.113. J. M. Rugendas, Vista del Popocatepetl y del Ixtaccihuatl, 1831. Óleo sobre carton.30 27 Juan Rulfo, Pedro Páramo, México, Editorial RM & Fundación Juan Rulfo, 1995, p. 9 28 Pedro Calvo dibujó en 1825 Una vista panorámica de la ciudad de México que se considera la inauguración del género de vistas del valle de México, aunque su trabajo posterior fue dedicado al retrato de los burgueses de la sociedad de su tiempo. 29 Xavier Moysen en José María Velasco, Homenaje, México, UNAM, 1989, p. 8. 30 Tomado de Rugendas, 1802-1858. Alemania, Goethe Institut. Santiago y Goethe Institut Sao Paolo, 1998, p. 215. En 1873 Velasco se trasladó a vivir a la villa de Guadalupe en la sierra del mismo nombre y desde ahí inició su extraordinaria obra sobre los valles de México, verdaderos hitos de la pintura mexicana. Pintó desde los alrededores múltiples vistas del valle, la mayoría de ellas en gran formato lo que les otorga una profundidad y una dimensión hasta entonces no vistas en la pintura de paisaje en México. Desde luego que este fue un proceso de maduración y gestación estilística que fue acompañando al artista en su producción. Fig.114. José María Velasco, Valle de México con la Calzada de los Misterios, 1873. Óleo sobre papel, 32 x 43 cm. Colección particular.31 Fig.115. José María Velasco J. M. Velasco, Vista del Valle de México, 1873. Óleo sobre tela, 30 x 45 cm. Colección particular. 32 31 Tomada de María Elena Altamirano, op.cit., p.162. El valle de México con una superficie de alrededor de 1500 kilómetros cuadrados, tiene características naturales muy particulares en términos geográficos. Es una gran planicie lacustre de características endorreicas, es decir sin salida al mar, que originalmente albergaba el sistema de lagos de Texcoco contenidos por importantes cadenas montañosas pertenecientes al Eje Neovolcánico que atraviesa el centro del país. Este valle se ubica en una latitud característica de ecosistemas tropicales pero al localizarse en una altitud de 2400 metros sobre el nivel del mar las condiciones climáticas son templadas. Las particularidades del lago salado que mas tarde sería una planicie lacustre, resultado de la terrible decisión de desecar el cuerpo de agua, y la ubicación lejana de las formaciones orográficas, hacen que el paisaje de este valle tenga una ventaja estética particular, la posibilidad de vistas despejadas con horizontes muy lejanos y la persistencia de sugestivas formaciones de nubes en una atmósfera diáfana. Vivir en este valle y además en un punto alto sobre la villa de Guadalupe, aunado a las posibilidades estéticas del valle y simbólicas como centro de la nación mexicana, llevó a Velasco a hacer de este paisaje su motivo de representación más recurrente y a la postre más exitoso. Inició sus pinturas en formatos pequeños y en esta época realizó muchos estudios y acercamientos de accidentes geológicos, barrancas y rocas. Ensayó entonces con vistas lejanas también en formatos pequeños como la Vista del Valle de México de 1873 hasta producir la primera composición del valle en un formato de 152 x 220 cm que tituló Valle de México desde el cerro de Atzacoalco. Este cuadro fue presentado en la Exposición de la Academia del mismo año, donde obtuvo medalla de oro de manos del presidente Sebastián Lerdo de Tejada. Más adelante estuvo expuesto en el consulado mexicano en Estados Unidos. De esta pintura, Landesio destacó el celaje, las lontananzas y la vegetación del primer plano, todos ellos elementos esenciales de las vistas que de ese momento en adelante le imprimirían a su obra un sello particular. Vemos en este cuadro como la tan elogiada atmósfera del valle, célebremente calificada por Alfonso Reyes como la región más transparente del aire, puede ser apresada en una composición pictórica al lograr rodearla con los cerros que la envuelven y las nubes que la embellecen y reflejando tamizada la ligera luz del sol. 32 Ibidem., p.160. Fig.116. José María Velasco, Valle de México desde el cerro de Atzacoalco, 1873. Óleo sobre tela, 45 x 60 cm. Colección particular. 33 Su producción artística continuaba dando frutos y su preferencia por el tema del valle continuaba a la vez que seguía su gusto por la enseñanza en la Academia de San Carlos. En 1874 la cátedra de paisaje a la que Eugenio Landesio había renunciado es otorgada a Salvador Murillo y no a Velasco cuyas capacidades eran ya de sobra reconocidas, por asuntos de corte político. Sin embargo, continuó pintando y perfeccionando sus capacidades, un año después terminaría el cuadro que habría de ser punta de lanza entre las pinturas que lo consagrarían como el paisajista de México. Este lienzo de gran formato, de 218 x 152 centímetros fue realizado para la Exposición de Filadelfia pero primero fue expuesto en la Academia. Lo intituló El valle de México desde el cerro de Santa Isabel, frase que incluye el paisaje y el punto de vista desde el cual se 33 Ibidem. admira esa grandiosa planicie. Incluyó una escena costumbrista, una escena bucólica que exalta la vida sencilla, que a pesar de estar en un primer plano se ubica como un asunto secundario en la composición y en todo caso es útil para destacar la escala del lugar. La profundidad que logra a través del tratamiento de los elementos otorga al paisaje representado una escala monumental. En las formaciones orográficas se distinguen en el primer plano las rocas, el cerro Gordo y el Tepeyac que enmarcan la parte baja, en la parte central la laguna de Santa Isabel y el gran laguna de Texcoco rodeada de las zonas de cultivo y atravesadas por la calzada de Guadalupe. El horizonte, hasta donde abarca la mirada, distingue las características formaciones del contorno del valle, al fondo la sierra de Chichinautzin con el peculiar Ajusco, los conos volcánicos, la sierra de Guadalupe y al fondo la apacible sierra Nevada con sus grandes volcanes. Con gran maestría captó la transparencia de la atmósfera que permite ver con detalle los elementos de la lejanía, como los volcanes y el paso de la luz del atardecer sobre las nubes. Fig.117. José María Velasco, El valle de México desde el cerro de Santa Isabel, 1875. Óleo sobre tela, 35 x 48 cm. Museo Nacional de Praga. 34 Después de la exposición de este cuadro en la Academia, la crítica fue abundante y positiva. José Martí escribió en la Revista Universal: 34 Tomada de María Elena Altamirano, op.cit., p. 194. Detengámonos; detengámonos y admiremos este notabilísimo paisaje, tan bello como la naturaleza, espléndido como nuestro cielo, vigoroso como nuestros árboles, puro como las aguas apacibles de nuestra majestuosa laguna de Texcoco. Esas nubes son el bello cielo: se extienden, se transforman, están allá a lo lejos y, sin embargo, están delante de nosotros; estas breñas están cubiertas de las plantas de nuestro Valle; esa agua azul se turba con los celajes pasajeros que copia:; este hombre se ha colocado en la eminencia del genio para ver bien desde allí toda la extensión arrogante, todo el vigor soberbio, todo el cielo de ópalo, toda la tenuidad de atmósfera y la riqueza de montañas y las magias de luz con que en el centro del continente abrió su seno la virgen madre América, esfuerzo de la creación envejecida en las tierras sin savia del Cáucaso y en la cansada región del Himalaya. El Valle de México es la belleza grandiosa: imponente como ella es el hermoso paisaje de Velasco. 35 Es muy significativo que al ser esta su primera participación en una exposición internacional, firmó la pintura en las piedras donde añadió a su nombre explícitamente la palabra mexicano. Su firma en las piedras que son parte del paisaje le otorga al cuadro una cualidad solemne y la aclaración orgullosa de su nacionalidad habla de su interés por destacar este aspecto de la mano del paisaje. Fig.118. José María Velasco, Fragmento de El valle de México desde el cerro de Santa Isabel. 1875. Óleo sobre tela, 35 x 48 cm. Museo Nacional de Praga. Obtuvo el premio en México y también el primer premio en la Exposición de Filadelfia. Tuvo tanto éxito que Velasco lo repitió 14 veces y realizó dos versiones más, lo que nos indica que la imagen de este paisaje fue valorada y difundida como ninguna de sus vistas hasta entonces. La prensa estuvo muy atenta y me parece especialmente significativo el artículo de Felipe López López en El Federalista, que abre su comentario sobre la pintura de Velasco escribiendo: “Despierta al instante la extensa vista de El Valle de 35 José Martí, “Una visita a la exposición de Bellas Artes”, en Revista Universal, México, 28 de diciembre de 1875. O.C., t. 6, p. 386-387. México todo el afecto que la nacionalidad y el arte tienen depositado en el fondo de nuestro corazón”. 36 Resume aquí el vínculo existente entre los cuadros de Velasco y la mirada nacionalista como una aprensión del momento y la seguridad de que lo representado inaugura a través de una ligadura sentimental la existencia del paisaje mexicano. Más adelante continuó pintando nuevas vistas del valle, las primeras sobre todo tomadas desde el poniente, desde las lomas de Tacubaya, un sitio que había sido representado desde la época virreinal. En 1877 durante la presidencia de Porfirio Díaz, fue invitado a participar en la Exposición Universal de París de 1878 y la petición fue pintar en el anhelo de un exaltado nacionalismo en lo que la respuesta de Velasco resultó muy acertada. Pintó un cuadro que intituló Valle de México desde Santa Isabel y que firmó como México, razón por la cual también se le conoce con este último nombre. El lienzo mide 106x76 centímetros y es sin duda, en términos de la representación paisajística, la obra cumbre del maestro. Este cuadro se presentó en la 18ª. Exposición de la Escuela Nacional de Bellas Artes y provocó gran entusiasmo y acogida. Obtuvo el primer premio de manos del presidente Díaz y fue llevado a París y expuesto por cierto en la sección de España ya que México no participó. En este caso la pintura fue repetida 7 veces. Esta vez el punto de vista es más alto, la mirada se precipita impetuosamente del espacio figurado al natural. Prescinde de los humanos y con un acierto genial da entrada a lo simbólico, a lo poético: la tierra, el nopal, el águila. Como dice el maestro Justino Fernández, “Visión poética en verdad, así el atractivo de México; Velasco descompuso su símbolo y lo convirtió en paisaje, en que el nopal y el águila dan la nota en los primeros términos, algo así como el ayer, junto con el hoy de las ciudades y el siempre asoleado valle, pero todo dicho con la fina discreción, con la calma y grandeza, cual corresponde al México más amable, es el gran amor de Velasco por su tierra, por la naturaleza, por la creación… El México pintado era verdaderamente el de Velasco”.37 36 Felipe López López, El Federalista, 10 de enero de 1876, en “Exposición de la Academia Nacional de San Carlos”, 1876, en Ida Rodríguez Prampolini, La crítica de arte en México en el siglo XIX. Documentos II (1858-1878), México, UNAM, 1964, p. 345. 37 Justino Fernández, Arte moderno y contemporáneo de México, Arte del siglo XIX, Tomo I, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1962, p. 91. Fig.119. José María Velasco, Valle de México, tomado desde el Cerro de Santa Isabel, 1884. Óleo sobre tela 77 x 110 cm. Colección particular. 38 Velasco describió este cuadro explicando con detalle la composición, ubicación y las características de los elementos del paisaje: El efecto de la luz del cuadro es de uno de los primeros días del mes de junio a las tres de la tarde. El primer término representa el Cerro de Santa Isabel, situado como a dos leguas al N. de México. La montaña conocida con el nombre de Cerro del Guerrero, sombreada por una nube, es la más cercana al primer término; en seguida se ven las de Zacoalco y el Tepeyac; rodeando a esta última se encuentra la población de Guadalupe Hidalgo, con las dos calzadas que conducen a la capital de México, que se extiende a la derecha del observador; a la izquierda se ve el lago de Texcoco. El pueblo de Santa Isabel se halla situado en el plano iluminado por el sol y limitado, en parte, por los cerros mencionados y por el acueducto que lleva el agua a la Villa de Guadalupe. En la lontananza están los volcanes Ixtacihuatl y Popocatepetl, la cordillera del Ajusco y la cañada de la Magdalena hacia la derecha; delante de los volcanes están los cerros de Chimalhuacán, la Caldera, y de Santa Marta. En el cielo está pintado un cumulus llevado por el aire hacia los volcanes; en una región más 38 Repetición del cuadro de 1877. Tomada de María Elena Altamirano, op.cit., p. 267. baja flotan algunos nimbus que parecen desbaratarse, y en las más altas se hallan cirrus que coronan el grupo principal de las nubes.39 El espacio que representa, dibuja la planicie lacustre cubierta por una ligera capa vegetal de color ocre, a la derecha un tenue asomo del lago de Texcoco y en primer plano algunos arbustos, propios del matorral crassicaule característico originalmente en el cerro de Santa Isabel .40 La capa vegetal parece acariciar la tierra, el signo humano solo se mira en la línea que dibuja la calzada de Guadalupe. La fuerza del horizonte montañoso se diluye en una veladura que aleja y dulcifica su presencia emblemática. Todo deja paso a la metáfora que logra con dos discretos elementos, el águila que ya está cerca del nopal, aludiendo al signo que los mexicas esperaron para fundar Mexico- Tenochtitlán. El águila que no se ha posado deja abierta la posibilidad de una nueva fundación esta vez en la seguridad de un paisaje perfecto y propio. Toma un mito histórico que representa la fundación pero alude a la fuerza de la naturaleza y del paisaje. Con estas características, el atino compositivo más importante de esta pintura está en la síntesis profunda del paisaje mexicano haciendo que este lugar, en términos simbólicos, pueda estar en cualquier parte de México y ser una indiscutible posibilidad de identidad para todos los mexicanos. En l889 partió a la Exposición Universal de París, como jefe de la delegación mexicana. Allí obtuvo una primera medalla por los 68 cuadros que presentó, se le condecoró como caballero de la Legión de Honor. En este mismo año, viajó a la exposición de Chicago en la feria mundial donde permaneció varios meses y donde obtuvo otra medalla de primer lugar. Mis cuadros, escribió a su familia, “han gustado, todos los elogian y les llama bastante la atención la Naturaleza de México”.41 Parece que tenía que obtener tantos reconocimientos en el extranjero, y esperar tiempos más tranquilos políticamente hablando, para que le fuera otorgada finalmente la cátedra de paisaje a través de la cual creó escuela y formó a los pintores paisajistas de México. En junio de 1900, José María Velasco entregó en la Academia de San Carlos los programas de las materias que enseñaba: dibujo, pintura de paisaje y perspectiva. Buscó 39 Manuel Romero de Terreros, Catálogos de las exposiciones de la antigua Academia de San Carlos de México (1850-1898), México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1963, p. 483. 40 Identificación de la vegetación de la M. en C. María del Carmen Mesa Aguilar, curadora del Herbario de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. 41 María Elena Altamirano, op.cit., p. 250 siempre en sus lecciones, la práctica del dibujo en el campo o del natural para que los alumnos no memorizaran soluciones preestablecidas si no que a través de los estudios directos, interpretaran la naturaleza, sus colores y su singular luz. Fig.120. José María Velasco, Valle de México desde el Tepeyac, 1907. Óleo sobre tela, 46 x 60 cm. Colección particular. Velasco sin moverse mucho del lugar donde vivía, mirando desde los altos hacia el valle, montó su caballete contempló hora tras hora, día tras día, año tras año el valle, logrando retratar el tiempo. Mientras algunos de los elementos geológicos, topográficos, edafológicos de la naturaleza permanecen aparentemente inmóviles en sus paisajes, el movimiento incesante de la atmósfera, el viento, la luz, las nubes son atrapadas en instantes. La presencia del movimiento en el espacio inmutable nos asoma al inefable misterio de la naturaleza. Pintó recurrentemente el valle de México hasta lograr arrancarle algunos de sus secretos para poder imprimirlos magistralmente en su pintura. Fig.121. José María Velasco, Valle de México tomado en las lomas de Tacubaya, 1884. Óleo sobre tela, 43 x 59 cm, Museo Nacional de Arte.42 Su recurrente incidencia en la representación del valle de México, le trajo algunas críticas o al menos fue un buen pretexto para señalar sus inclinaciones políticas. “Pero si nos fuese lícito hacerle una indicación, le diríamos que no es sólo el valle de México, por decantado que sea, lo único que nuestro país ofrece a la ambición del paisajista y a la gloria del arte. Hay algo mas nuevo, más original… hay los paisajes majestuosamente alpestres de nuestras sierras de zonas frías y hay los aspectos suaves y paradisiacos de la magnífica y exuberante vegetación de los trópicos. Hay que copiar después de las llanuras estériles o palustres y de las colinas amarillentas del valle de México, las llanuras aterciopeladas y brillantes de la tierra cliente, sus ondulantes campos de caña esmaltados de flores, sus blandos ríos corriendo entre bosques de banano o cayendo espumantes entre enmarañados 42 María Elena Altamirano, op.cit., p. 274. cortinajes de línea gigantescas… En verdad que el valle de México es encantador, pero bueno es no abusar de sus encantos para no caer en la monotonía”. 43 Fig.122. José María Velasco, Camino a Chalco con los volcanes. Oleo sobre tela, 1891. Óleo sobre tela, 89 x 126 cm. Colección particular.44 No puedo dejar de mencionar algunos de los cuadros que pintó sobre otros paisajes de México, que de igual manera, aunque no con la misma intensidad, dejaron huella en la impronta sobre el imaginario paisajístico mexicano. Entre estas, realizó un viaje a Oaxaca en 1887. Acudió invitado por el obispo de Antequera, con objeto de hacer un cuadro de la catedral y aprovechó para realizar otras pinturas entre ellas me parece especialmente bella la que titula Cardón. Se trata de un candelabro, Myrtillocactus geometrizans, 45 propio de las regiones secas de Oaxaca. Me gusta pensar que en ella, el hombre, incluso tapado por la sombra, sirve únicamente para mostrar la dimensión de la colosal planta. Como expuse cuando traté el Atlas pintoresco, la 43 Ibidem., p. 349. 44 Ibidem. 45 Identificado por la M. en C. María del Carmen Meza Aguilar, curadora del herbario de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. vegetación xerófila, en especial las cactáceas son otro de los elementos del paisaje con los que se identifica al paisaje mexicano. Fig.123. José María Velasco, Cardón, 1887. Óleo sobre papel, 62.3 x 46.3 cm. Museo Nacional de Arte. 46 En cuanto a los ecosistemas tropicales, tuvo predilección por la pintura de plátanos particularmente de uno que se encontraba plantado en el jardín de un amigo. Fig.124. José María Velasco, Plátano, 1866. Óleo sobre tela, 45 x 32 cm. Colección Particular. 47 46 Tomada de María Elena Altamirano, op.cit. p. 282. 47 Ibidem., p. 204. Pero destacan aún más las pinturas en primer plano de los follajes tropicales que logró en las pinturas que realizó sobre el Ferrocarril Mexicano en la zona de Veracruz. Fig.125. José María Velasco, Fragmento de Puente curvo del Ferrocarril Mexicano en la cañada de Metlac, 1881. Óleo sobre tela, 121 x 153 cm. Museo Nacional de Arte.48 48 Ibidem., p. 258. Los paisajes en las pinturas de José María Velasco ¿Qué mexicano podrá permanecer insensible en presencia de ese panorama, regazo maternal, seno de amores, origen de rica historia y foco de esperanza? Felipe López49 Crónica de la luz y las epifanías Octavio Paz Fig. 126. José María Velasco, Atardecer en el lago (detalle de la firma), 1911.50 Podemos acercarnos a los paisajes pintados por José María Velasco al menos de dos maneras, la primera a través de la teoría estética limitándonos a reflexionar sobre la representación de sus paisajes en el arte, haciendo a un lado el impacto directo de la naturaleza. En esta forma, filtrada a través de la conciencia artística transformamos al paisaje en un producto. La otra posibilidad que he intentado aquí, consiste en reflexionar sobre la experiencia del paisaje de Velasco como un fenómeno cultural de interpretación sobre la naturaleza. La obra de Velasco es una interpretación sobre la naturaleza en términos de paisaje sentimental. Me parece muy atinado el artículo de Georges Roque sobre el uso de la panorámica en la obra de Velasco, en el que además de atender a los significados totalizadores y culturales del concepto de panorama, demuestra con ejemplos que “la obra de Velasco no tiene mucho que ver con el paisaje real, con el espacio geográfico del 49 Felipe López López, en El Federalista, 10 de enero de 1876. 50 Fragmento tomado de la imagen en Xavier Moyssén, José María Velasco, Fondo Editorial de la Plástica Mexicana, 1991, p. 125. paisaje. Se trata de una composición hecha a partir de estudios preliminares parciales hábilmente pegados como en un collage”.51 En este sentido, que las vistas pintadas por Velasco son paisajes idealizados que están de acercarse a la naturaleza en términos visuales de precisión para lograr un dominio, sino que son un motivo de contemplación estética en la que la los mexicanos pudieron mirarse y fundar su identidad vinculada a paisajes perfectos imaginados por una cultura que busca los términos de su nacionalidad. Fig. 127. José María Velasco, Hacienda de Chimalpa, 1892. Óleo sobre tela, 45 x 60 cm. Museo Nacional de Arte. Como afirma Zimmer,52 la cultura, no se encuentra más allá de la naturaleza, sino que tiene su fundamento dentro del ámbito natural. La contemplación de los paisajes civilizados de Velasco nos muestra la unidad indispensable entre naturaleza y cultura, en la que representa la olvidada superioridad de la 51 Georges Roque, “La pragmática de las obras”, en Arte y Espacio, XIX Coloquio Internacional de Historia del Arte, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1997, p. 42-43. 52 Jörg Zimmer, La dimensión estética del paisaje, Madrid, Biblioteca Nueva, 2008. naturaleza entera en la cual el humano solamente se inscribe. La idealización de los paisajes de Velasco, son una propuesta estética de la reconciliación entre la naturaleza, ya adoptada como mexicana y la naciente cultura mexicana. Si bien el siglo XIX apostó por una relación con la naturaleza meramente funcional a través del empleo del método científico, la obra de Velasco desafía esta posibilidad para impedir el abandono de la contemplación del mundo al facilitar otro acceso a la naturaleza a través de la aproximación estética. Sus paisajes son un complemento crítico a la mirada científica, se acercan a una naturaleza coherente, pero sobre todo −significan− la presencia de un sujeto que reflexiona sobre el paisaje como naturaleza bella. Logran el descubrimiento estético de un paisaje que implica un autodescubrimiento de un sujeto autónomo, en este caso, la nación mexicana liberada. Para Velasco, la riqueza de la nación, más allá del momento histórico, está en su territorio, en el grandioso paisaje que alberga la vida de los mexicanos. En sus lienzos no recurre a la presentación de asuntos religiosos o políticos, problemas en su momento sin final, su propuesta de reconciliación social está también en la serenidad del paisaje. Sus paisajes, hacen una propuesta que resultó irrebatible. Con su ofrecimiento, el paisaje mexicano se hizo fundamental para la conformación de la conciencia del ser mexicano. El mundo agitado en que creció, en especial la guerra de intervención estadounidense que vivió siendo niño, sin duda hizo mella en su visión sobre el territorio. Me parece que su obra muestra primordialmente una nostalgia infinita por el territorio perdido que se convierte en sus pinturas en una celebración exhaustiva sobre el territorio apropiado. Sus paisajes poseen a la vez una existencia física que en sí misma se suma a la existencia humana y una presencia sensible que concierne a lo visible pero también a lo invisible, a lo material pero también a lo espiritual. Fig. 128. José María Velasco. El Popocatepetl y el Iztaccihuatl desde el lago de Chalco, 1882. Óleo sobre tela, 45 x 63 cm. Colección particular. Sus obras inician con estudios de elementos paisajísticos, plantas, rocas, arquitectura, pasando más adelante a la representación de paisajes en los que se incluyen escenas históricas o costumbristas que dan un sentido de relato a la composición. Con el paso del tiempo, observamos un aspecto singular, la progresiva desaparición de las representaciones humanas en las que tanto insistía la escuela paisajística europea. Las inserciones pastoriles o pintorescas o de connotación histórica propias de la tradición romántica dejan cada vez más hablar por sí mismo al paisaje y a la obra humana que lo ha moldeado. Sus vistas de gran formato, aún hoy, despiertan un sentimiento de asombro que al ser identificados como propios se traducen en orgullo por un territorio apropiado. Velasco logró sin duda darle al territorio mexicano una dignidad sin precedente. Con dignidad me refiero a esa fascinación mágica que otorga un ascendiente que reconoce una autoridad. Algunos de estos paisajes, como comenté, fueron firmados con la alusión explicita a México y a lo mexicano. Sin duda una de las aportaciones más relevantes de Velasco fue el punto de vista desde donde reproduce el paisaje. La mirada humana se centra para lograr una anchurosa visión desvelada por medir el horizonte y se sitúa ante el paisaje desde un punto de vista aéreo – uno de las formas utilizadas por Landesio−. Sus cuadros, al decir de Castañón, nos presentan “La sed abrasadora de geometría, la construcción de los grandes espacios como una necesidad física, el apetito de una monumentalidad sin monumentos, la representación casi imposible de la luz y el arcoíris de la transparencia son una de las más finas y firmes contribuciones seminales de Velasco”. 53 La occidentalización del pensamiento mexicano, consecuencia de la impuesta cultura europea fue la cuna ideológica del nacimiento de la idea del paisaje mexicano en términos visuales, pero sus particularidades están ligadas al papel que jugó en la construcción de la nación. La pintura de paisaje siguió los lineamientos de la escuela europea, especialmente la italiana, pero la elección de los sitios y de sus elementos nos deja ver los valores específicos que la mirada mexicana le otorgó a estos. . El ojo, la vista, fue en la pintura de paisaje mexicana, el instrumento de percepción que distinguió el modelado de un territorio que se pensaba y sentía como propio. Estos paisajes se convirtieron en una prueba objetiva de la grandeza de México. Fig. 129. José María Velasco. Pirú, 1860. Óleo sobre tela, 43 x 30 cm. Colección particular. 53 Adolfo Castañón, José María Velasco: el arquitecto del aire. http://www.letraslibres.com/revista/artes-y- medios/jose-maria-velasco-el-arquitecto-del-aire. Noviembre 2010. Arte y Paisaje La imagen transmite ideas, pensamientos que no tienen que pasar por el tamiz de la palabra, pasan directamente a la mente y al sentimiento humano. Cuando una imagen es arte, esta transmisión puede alcanzar un nivel poético y este es el caso de los paisajes de Velasco. Como dice Baudelaire en Salón de 1859, “Si ese conjunto de árboles, de montañas, de aguas y casas, que llamamos un paisaje, es bello, no es por sí mismo, sino por mí, por mi gracia propia, por la idea o el sentimiento que le dedico. Es decir bastante, pienso, que todo paisajista que no sable traducir un sentimiento mediante un conjunto de materia vegetal o mineral, no es un artista.” 54 Me parece que son varios los factores que contribuyeron a que las vistas del valle de México de Velasco se cristalizaran en muchos sentidos como paisajes nacionales prototípicos. En primer lugar como describí, la majestuosidad y la calidad de las pinturas que representan las vistas de este extraordinario lugar, muchas de ellas dibujadas sobre lienzos de gran formato y en segundo, los mecanismos de difusión de que estas pinturas fueron objeto, por las exposiciones nacionales en las que se presentaron, por su exhibición en ferias internacionales y por la propagación de los premios que merecieron. El público que las pudo ver era limitado, sin embargo no debemos olvidar la capacidad de la pintura de transmitir una idea, a través de la imagen era la posibilidad más eficiente. Para mirar una pintura y despertar sentimientos y empatías, no se requiere de una preparación previa como sería la necesaria para leer. Según los datos históricos presentados por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística en sus estadísticas históricas de internet, en 1895 había en el país 8 millones 500 mil personas de 10 años de edad y más que no sabían leer ni escribir, las cuales representaban el 82% de la población total. Seguramente pocas de estas pudieron ver los cuadros de Velasco pero de este universo, los que lo hicieron, se acercaron sin barreras a la capacidad del arte de transmitir sentimientos e ideas. El reconocimiento de José María Velasco tuvo un importante impulso después de su fallecimiento en 1912, que lo hizo objeto de algunos textos. Manuel G. Revilla, escribió en 1911 un ensayo dedicado a Velasco y se reconoce como su primer biógrafo a Luis Islas 54 Baudelaire, Salón de 1859. P. 273 García quien escribió el texto titulado Velasco pintor cristiano en 1932.55 Sorprende sin embargo que en la primera página de este pequeño libro aclara que el ensayo está escrito como un homenaje al pintor olvidado y al descubridor del auténtico paisaje mexicano. Veinte años después de su muerte su obra estaba esparcida y no era conocida siquiera en los círculos artísticos. Tendría que llegar una nueva etapa para que en 1942 se presentara en el Palacio de Bellas Artes la magnífica Exposición Velasco organizada por la Dirección General de Educación Extraescolar y Estética y se produjo un catálogo de las 246 obras expuestas. Se hizo un gran esfuerzo para reunirlas ya que estaban dispersas entre las Galerías de Pintura del Palacio de Bellas Artes, el Instituto de Geología de la Universidad Nacional de México y entre varios de sus descendientes y familiares entre otros. Esta exposición que tuvo un gran éxito fue organizada por Carlos Pellicer, Víctor M. Reyes, Juan Pacheco y Fernando Gamboa. Se ofrecieron en la inauguración dos conferencias, una a cargo de Diego Rivera y la otra de Antonio Castro Leal, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Fue todo un acontecimiento y marcó el inicio del reconocimiento del artista. Un año después Juan de la Encina56 escribió el libro El paisajista José María Velasco, aprovechando la publicación del catálogo y el interés que se había despertado sobre el tema. En este texto incluye a Velasco en el grupo de Amado Nervo, José Vasconcelos, Daniel Cosió Villegas, Enrique González Rojo, Genaro Estrada, Manuel Toussaint, Jaime Torres Bodet y Artemio del Valle Arizpe y basado en los datos biográficos de Luis Islas describió su obra como perteneciente al movimiento paisajista del siglo XIX en Europa sin negar la “mexicanidad del excelente paisajista.” Se suceden entonces varios textos y exposiciones que desde diferentes ángulos tratan la obra de Velasco donde se acepta plenamente su denominación como el paisajista de México. José María Velasco es también piedra angular en la construcción de la idea del paisaje mexicano que está presente en el imaginario de México más allá de cualquier evento. 55 Luis Islas García, Velasco pintor cristiano, México, Ediciones Proa, 1932, 56 p. 56 Ricardo Gutiérrez Abascal (Juan de la Encina), op. cit. Fig. 130. José María Velasco. Ahuehuete de la noche triste, 1885. Óleo sobre tela, 106 x 76 cm. Museo Nacional de Historia. INAH. "La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega" Leonardo Da Vinci Como afirma Adorno en su Teoría estética57, “la autenticidad de las obras de arte auténticas, o sea, las que con su completa transformación en una segunda naturaleza dan fe de su adhesión al ideal de reconciliación de la naturaleza, siempre han sentido la propensión irreflenable a salir de sí mismas, como si necesitasen tomar aire. La obra de arte cobra vida propia, habla por sí misma, más allá de lo que el autor hubiera pensado decir, sin duda una experiencia conocida al enfrentarse a los paisajes de Velasco. Hoy, el reconocimiento de las cualidades artísticas de Velasco son indiscutibles, 57 Theodor Adorno. Teoría estética, Barcelona, Orbis, 1983. pero me gustaría hacer énfasis en la capacidad de sus paisajes de evocar un sentimiento poético. Un ensayo de finales de la década de los setenta de Octavio Paz titulado En lo alto de un valle frío destaca la capacidad poética de sus pinturas describiendo que el espectador de su obra “se siente en lo alto de un valle frio y respira un aire delgado, aire solo para las águilas, en un misterioso equilibrio entre cielo y tierra. Cielos azules, límpidos, nubes blancas a un tiempo sólidas y aéreas”. En sus monumentales vistas del valle de México, Paz halló el equilibrio entre la contemplación poética y la noción realista de la representación del espacio natural. La evocativa mirada de la belleza física y espiritual del pintor sobre el paisaje despertó en el poeta la sensación que su obra captura las eternidades de un instante. Dice, refiriéndose a los paisajes de Velasco, Todo está suspendido en un momento de pausa. Todo es grandioso, sereno y luminoso. [...] el pirú, surtidor verde de sombra, el testuz obstinado de la sierra contra la nube encinta de quimeras, la rigurosa luz que parte y distribuye el cuerpo vivo del espacio: geometría y sacrificio.58 Los paisajes de Velasco logran eso que busca la poesía, acercarnos al misterio, al fondo oculto de la naturaleza y consigue que los mexicanos se vinculen sentimentalmente con un territorio en un espíritu amoroso. Los paisajes de José María Velasco han pasado a la historia y permanecen entre las obras pictóricas más apreciadas por los mexicanos. Su producción paisajística se caracteriza por la representación de vistas panorámicas que son trazadas con precisión y que por su grandeza invitan al espectador a apropiarse de su contenido. Los paisajes de Velasco personifican un territorio que no es ajeno, un territorio que es mexicano. La 58 Fragmento del poema Conversar de Octavio Paz. El águila y el viento: homenaje a Octavio Paz. Madrid, Paraninfo. 128p. mayoría de las imágenes son del centro de México pero su proyección y difusión en ferias internacionales y los premios nacionales de las que fueron objeto, les otorgó desde el principio una categorización de paisajes mexicanos. En estas pinturas se despliega un terreno que es ya nacional y en cuyos detalles se mide la riqueza natural y el progreso anhelado en la época. El campo y la ciudad conviven armónicamente, la naturaleza y el ser humano se encuentran y conviven. Sus trabajos, especialmente las vistas panorámicas, tuvieron una gran aceptación en el gusto finisecular, lo que se prueba a través de las múltiples copias que realizó de sus pinturas más famosas y por los múltiples reconocimientos recibidos. La obra de Velasco se produce en un tiempo de grandes tensiones, tirantez entre la ciencia y el arte, hay también resistencia entre posturas políticas conservadoras y liberales, entre las corrientes artísticas del realismo del impresionismo, y su propuesta logra tener una aceptación generalizada. El amplio beneplácito de estas imágenes surge de la materialización de la idea de un magnífico paisaje, en la que todos encuentran eco. Fig. 131. José María Jara. Fundación de la Ciudad de México, 1889. Óleo sobre tela, 141 x 195 cm. Museo Nacional de Arte. La participación de Velasco como maestro en la Academia de San Carlos hizo que algunos de los pintores que formó se interesaran en representar paisajes mexicanos. Entre ellos José María Jara quien a su vez enseñó pintura de paisaje en Morelia. El tema del paisaje fue en la segunda parte del siglo XIX y hasta la revolución mexicana, un tema protagónico aunque la forma de representarlo cambió de acuerdo a las propuestas y estilos. Sería importante hacer un estudio detallado de este fenómeno, aquí únicamente quiero ilustrar algunas de las obras que demuestran esta afirmación. Felipe Santiago Gutiérrez, pintor mexicano particularmente del género de desnudos y contemporáneo a Velasco, coloca sus composiciones en el paisaje como es el caso de su famoso cuadro La cazadora de los Andes. Fig. 132. Felipe Santiago Gutiérrez. La Cazadora de los Andes. 1891. Óleo sobre tela, 130 x 198.5 cm. Museo Nacional de Arte. Sin duda los más importantes seguidores del gusto por el paisaje, Gerardo Murillo, el Dr. Atl y Joaquín Clausell. El manejo del paisaje en estos autores se torna más sintético de acuerdo a las tendencias artísticas y conceptuales del momento. La obra de Atl con vistas del paisaje local con formas simbólicas y contrastados colores destacan por su valor simbólico y por la posibilidad de aprehender su propuesta expresiva y afectiva. Clausell seguidor del impresionismo es otro de los pintores cuyo interés en el paisaje le hizo producir una obra con destacada sensibilidad y comprensión de la naturaleza del paisaje mexicano a través de las propuestas de este estilo artístico. Fig. 133. Gerardo Murillo. Paisaje con el Iztaccihuatl, 1932. Técnica mixta / madera, 88 x 154 cm. Museo Nacional de Arte. Fig. 134. Joaquín Clausell. Paisaje con bosque y río. 1910-1920. Óleo sobre lienzo, 57.5 x 96.8 cm. Museo Nacional de Arte. Un parteaguas en esta línea se encuentra en el gran parte del arte postrevolucionario cuando el paisaje es albergue de los seres humanos con denuncias sociales y el sentido de su representación cambia radicalmente. Para cerrar, la llegada de Eugenio Landesio para instaurar la cátedra de pintura de paisaje en la Academia de San Carlos coincide con un momento en que la mirada estaba puesta en el paisaje, este llegó para ser tema central de la producción artística por largo tiempo. La obra de Velasco fue el detonador de este fenómeno y su propuesta fue el vínculo con el territorio nacional. La aceptación y difusión de su obra produjo que las imágenes que pintó se integraran de manera definitiva al acervo de ideas sobre el paisaje mexicano. La intención en sus pinturas no es testimonial, es una interpretación del entorno que entrega a los mexicanos como un espacio para la apreciación estética y para el goce emocional. Con esta interpretación comunica y propone un vínculo de belleza con el territorio, un vínculo que lo convierte en paisaje mitificado. CAPÍTULO 111. ACERCAMIENTO AL PAISAJE MEXICANO EN LA POESÍA Si (como el griego afirma en el Crátilo) El nombre es el arquetipo de la cosa, En las letras de rosa está la rosa Y todo el Nilo en la palabra Nilo. Jorge Luis Borges1 Algunos antecedentes del paisaje mexicano en la poesía El paisaje visto desde la literatura del siglo XIX es un tema complejo y muy poco estudiado, por esta razón he decidido abordar esta parte como un acercamiento a sus implicaciones y con el objetivo de dejar abierta una cuestión que merecería por sí misma un trabajo profundo y completo. Quiero intentar esta aproximación porque en la literatura están las primeras huellas del pensamiento paisajístico en México y un asomo al tema nos dejará vislumbrar las bases del surgimiento de esta idea. Es importante aclarar que para esta parte no he realizado una revisión exhaustiva de la literatura decimonónica mexicana por la dificultad que representa pero para alcanzar los objetivos que me propongo en este argumento partí de dos textos que me han guiado para la revisión específica de los autores y obras más significativas y cercanas al tema del paisaje. El primero es un ensayo de Alfonso Reyes, escrito y publicado en 1911 que se intitula: El paisaje en la poesía mexicana del siglo XIX.2 El segundo, el libro de Montserrat Galí Boadella, Historias del bello sexo3 que discute los términos de la introducción del romanticismo en México en la primera mitad del siglo XIX en la visión propuesta por la historia cultural. El ensayo de Reyes fue escrito para el Ateneo de la Juventud y quedó inconcluso. Su punto de partida es la pregunta de cómo los poetas mexicanos han entendido y han interpretado la naturaleza y cómo han ido modificando la descripción de nuestro paisaje, que aclara, “es lo más nuestro que tenemos”. No puedo dejar de comentar que en este texto escribió por primera vez, describiendo la entrada a la llanura central de México, la célebre 1 1899-1986. Poesia completa, Barcelona, Random House Mondadori, Lumen, 2011, 646 p. 2 Alfonso Reyes. “El paisaje en la poesía mexicana del siglo XIX”, p. 195-245. Escrito y publicado en 1911, en Obras completas. Tomo I. Letras mexicanas, México, Fondo de Cultura Económica, 1989. 3 Montserrat Galí Boadella, Historias del bello sexo. La introducción del Romanticismo en México, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2002, 548 p. (Estudios de fuentes del arte en México, 72). frase “–Caminante: has llegado a la región más transparente del aire-”, que después incluiría como epígrafe en su ensayo Visión del Anáhuac. En el texto propone que una vez que el cielo fatigado de la memoria nacional se borra, queda la naturaleza hecha símbolo y sello y concreción de la unidad mexicana y encuentra que la originalidad del paisaje mexicano en las manifestaciones de la poesía nacional es “junto con el raro aspecto de la vegetación indígena, la extremada nitidez del aire, el brillo inusitado de los colores, la despejada atmósfera en que se destacan, vigorosos, todos los elementos de nuestro paisaje”, que ejemplifica con una frase de fray Manuel de Navarrete,4 … una luz resplandeciente Que hace brillar la cara de los cielos Así, aborda las características de la obra de los primeros poetas emigrados de España como respuesta al espectáculo de la naturaleza mexicana. Inicia por Cristóbal de Cabrera5 que considera el primer vagido de la poesía clásica en el nuevo mundo en la que paulatinamente acuerda la insinuación cariñosa del campo novohispano. Menciona a Eugenio de Salazar y Alarcón6 que desarrolló en la Descripción de la laguna de México, sus impresiones de la naturaleza mexicana, con un estilo propio de las églogas españolas. Aborda brevemente a Juan de la Cueva,7 que en la epístola a Laurencio Sánchez de 4 Nació en Zamora Michoacán en 1768 y murió en Tlalpujagua, Michoacán en 1809. Perteneció al grupo de la Arcadia mexicana formado por escritores neoclásicos, en el que descolló por su sólida formación humanística. Autor de una obra poética en la que aborda los temas pastoril y elegíaco. Sus poemas fueron publicados póstumamente en dos volúmenes titulados Entretenimientos poéticos (México, Imprenta de Valdés, 1823 y Paris, Librería de Lecointe, 1835), prólogo de Porfirio Martínez Peñalosa, México, Porrúa, 1991, 2 v. 5 Nació en Burgos en 1513, vivió en México en 1531 donde acompañó a Juan de Zumárraga y Vasco de Quiroga hasta 1545. Murió en Italia en 1598. Viajero y poeta esencialmente religioso que publicó en el primer libro hecho en América, el Manual de adultos de Zumárraga. 6 (Madrid, 1530-Valladolid, 1602) En 1581 es nombrado fiscal de la Audiencia de México, lugar donde permaneció por casi veinte años. Fue rector de la Universidad Real y Pontificia de México. Compuso un manuscrito titulado Silva que no llegó a imprimirse, en donde describe su visión de la vida, refiere las tierras que recorre y las personas que conoce. 7. Nacido en Sevilla en 1543 y fallecido en Granada en 1612. Vivió en México entre 1574 y 1577. Poeta de sonetos, églogas, elegías, sextinas, madrigales y odas. Juan de la Cueva, El infamador; Los siete infantes de Lara y el Ejemplar poético, edición, notas e introducción de Francisco A. de Icaza, Madrid, Espasa-Calpe, 1953, I, 169, [2] p. (Clásicos castellanos, 60). Obregón, menciona cosas propias de la Nueva España, y a Francisco de Terrazas,8 autor del poema épico al honor de Hernán Cortés. A todos ellos los considera poco expresivos y destaca como pintor poético a Bernardo de Balbuena9 a quien califica como el primer poeta genuinamente americano que logra pintar el paisaje mexicano en la literatura anterior al siglo XIX. Incluyo un fragmento de elogio a México en Grandeza mexicana en la que elogia el cielo mexicano: México hermosura peregrina, y altísimos ingenios de gran vuelo, por fuerza de astros o virtud divina; al fin, si es la beldad parte del cielo, México puede ser cielo del mundo, pues cría la mahor que goza el suelo, En los poemas de estos autores a los que tuve acceso, encuentro que a través de una forma española de escritura se tratan los modos de vida política o social más que la propia originalidad de la tierra mexicana. La naturaleza es un efugio abordado a través de figuras clásicas, en un lenguaje que pocas veces describe las particularidades de un lugar y más bien se construye a partir de conceptos generales. Me explico, se habla del cielo, o de las montañas o de los bosques, hábitat de los dioses, pero no se describe ninguno en particular y por esto no se puede leer la afiliación emocional que como hemos comentado es indispensable para la construcción de un paisaje. Es muy común, que aparezcan en los textos metáforas que aluden a plantas que tienen connotaciones simbólicas en el mundo europeo y que por supuesto no son propias de las tierras mexicanas, entre otras, el laurel, el roble, el olivo, así como a la existencia de dioses clásicos griegos habitando este territorio. A manera de ejemplo otro fragmento de Grandeza mexicana: 8. Poeta mexicano criollo (1525-1600) que escribió el poema épico, Nuevo mundo y Conquista. Se considera seguidor de Petrarca. Poesías, edición, prólogo y notas de Antonio Castro Leal, México, Porrúa Hermanos, 1941, xxvi, 114 p. (Biblioteca Mexicana, 3). 9 Nació en Valdepeñas, Ciudad Real en 1562 y murió en San Juan de Puerto Rico en 1627. Viajó a México en 1584. Escribe La grandeza mexicana y Compendio apologético en alabanza de la poesía, [por] Bernardo de Balbuena, estudio preliminar de Luis Adolfo Domínguez, [1ª ed.], México, Editorial Porrúa, xl, 155 p. (Colección “Sepan cuantos”, 200), poesía de lugares de México donde elogia la capital del virreinato. Aquí do el mundo en maridaje altivo a la yedra y laurel teje y enrama la casta palma y el amable olivo, No será fácil encontrar la palabra paisaje en estos textos, ya que a juzgar por lo que hemos visto sobre su definición en los diccionarios castellanos es posterior, su búsqueda en la poesía novohispana inaugural sería una importante tarea para determinar sus acepciones iniciales o para acercarse a los puntos de partida de esta idea. Otro asunto como vimos es que estas descripciones de la naturaleza, recalco, no están arraigadas sino en leves momentos al paisaje mexicano como lugar. Reyes encuentra en Balbuena el antecedente poético de Rafael Landivar,10 autor de la obra de inspiración clásica que califica como la más hermosa poesía descriptiva del continente, Rusticatio Mexicana,11 traducido como Por los campos de México. Este poema, escrito en latín, describe bellamente a la naturaleza, en la mayor parte, en los términos que vimos en los poetas anteriores pero inicia ya un acercamiento a la naturaleza mexicana. Como vemos en la traducción al castellano de la descripción sobre el Cenzontle, pájaro emblemático de México: Ludit et insignis raro discrimine uocum alituum Princeps , quo non uocalior alter, Centzontlus, prisco uolucris non cognitus orbi, qui uoces hominum simu lat, uolucrumque, canumque, et modulos etiam sociantis carmina plectro. (Juega asimismo el príncipe de las aves, singular por la rara variedad de sonidos, a quien ninguna otra supera en sonoridad, el centzontle, desconocido en el viejo mundo, que simula voces humanas, los sonidos de las aves, el ladrido de los perros e incluso la melodía de quien acompaña un canto pulsando las cuerdas.) Fig. 135. Portada de Rústica Mexicana 10 Nacido en Guatemala en 1731y fallecido en Italia en 1793. Jesuita ordenado en la Nueva España, fue desterrado con la orden en 1767. Poeta de honda inspiración virgiliana 11 Rafael Landívar, Rusticatio Mexicana, Bononiae, Ex Tip. S. Thomae Aquinatis, 1782, xxviii, 209 p., il. Aclara al pie, “Centzontle, término corrupto proveniente del antiguo Centzontlatolis, que significa innumerables voces”. 12 Cabe aquí hacer un comentario que me parece trascendente. La poesía escrita en castellano sobre la naturaleza mexicana no tiene los nombres, las palabras que se refieren a sus plantas y animales. Los poetas no las conocen y recurren a términos exógenos, para referirse a ellos. El habla española sobre un territorio ajeno se percibe como un espacio lejano en el que los nombres no existen sino en las lenguas nativas que los poetas desconocieron. Como puede apreciarse en la descripción sobre en centzontle, Landivar no solamente recurre a los nombres indígenas, sino que se interesa por describir sus raíces lingüísticas, es esta una característica que lo distingue como parte de una nueva mirada al paisaje. Por otro lado, se refiere a sitios específicos, que hemos visto siguieron siendo señalados durante el siglo XIX como es el volcán Jorullo: Tum iuga Xoruli uisam, Vulcania regna; et uitreos celso latices de colle ruentes, coccineumque dein, Tyriumque, Indumque, uenenum: oppida mox fibri telis, ferroque fodinas aggrediar; luteisque, astringam sacchara formis: hinc fusum regione pecus, fontesque sequutus et uolucres, et lustra canam, ludosque docebo. 13 (Contemplaré la cima del Jorullo, reino de Vulcano y los manantiales cristalinos que se despeñan de la alta colina luego me encaminaré con flechas a las ciudades del castor y con la barreta a las minas; concentraré la miel de caña en moldes de barro, después celebraré el rebaño esparcido por la región y siguiendo las fuentes, también celebraré las aves, las guaridas de las fieras y enseñaré los juegos). 12 Rafael Landívar, Rusticatio Mexicana: Por los campos de México, prólogo, vers. y notas de Octaviano Valdés, 2ª ed., México, Jus, 1965, 218-222. 13 Ibidem., p. 11-17. En el apéndice, invita a una actitud sobre la naturaleza mexicana: “Aprende a valorar tus fértiles tierras, a explorar animosamente y a investigar contemplando ampliamente las riquezas del campo, los excelentes dones del cielo. Sea otro el que siga las campiñas doradas por la luz del sol, con los ojos incautos, como los animales, y dilapide, indolente, todo el tiempo en juegos. Pero, tú, que posees gran agudeza de entendimiento, despójate de las antiguas ideas y vístete ahora con las nuevas y, resuelta a develar sagazmente los misterios de la naturaleza, ejercita en la búsqueda todas las energías de tu ingenio y con gustoso esfuerzo descubre tus riquezas”. 14 Destacan en este escrito las cualidades de la naturaleza que se vincula con los mexicanos, poseedores de las cualidades y posibilidades todas, que representa un mundo nuevo que si se conoce podrá ser moldeado por los mexicanos para crear un paisaje significativo, una actitud totalmente diferente a la que vimos en los poetas que lo antecedieron. Al entrar al siglo XIX, trata a Manuel de Navarrete15 que publicaba en el Diario de México y a Juan José Martínez de Lejarza y Aldai16 quien además de poeta fue un destacado botánico que clasificó varias especies de plantas mexicanas. En este tenor, en la mirada y el uso de los nombres nativos, Juan Francisco de Castañiza Larrea, obispo de la Nueva Vizcaya y rector del Colegio de San Idelfonso escribió en 1790 una Oda sáfico- adónica17 que tiene los tintes de la Rusticatio Mexicana. 14 Ibidem., p. 94-112. 15 Nace en Zamora, Michoacán en 1768 y fallece en Tlalpujagua, Michoacán en 1809. Participó en la fundación del periódico el Diario de México en 1805 y fue elegido mayoral de la Arcadia Mexicana, academia poética fundada por el Diario 16 Nace en Valladolid en 1785 y fallece allí en 1824. Botánico poeta de la independencia, y destacado orquidiólogo. Juan José Martínez de Lejarza, Poesías, [Lugar de publicación no identificado: editor no identificado, 19--], 136 p. [1 ejemplar UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas]. 17 Juan Francisco de Castañiza Larrea y González de Agüero. (México 1756, Durango- México, 1825). Esta Oda fue publicada por Felipe de Zúñiga y Ontiveros con el título Obras de eloquencia y poesía premiadas por la Real Universidad de México en el certamen literario que se celebró el 28 de diciembre de 1790, 5 Fig. 136. Portada de las Obras de elocuencia y poesía Esta Oda inicia así: ¿Ves como inclinan su robusta frente los altos montes que al Anáhuac ciñen. Ves como humillan sus erguidas copas Cedros y Pinos? Ya de Tezcoco las salobres aguas, y las que en Chalco dulce lago forman, al oir de Carlos resonar los vivas Su curso paran Más adelante: El Floripundio, el Coatzontecoxochitl, El Jolloxóchitl y la flor del Cuervo Respiran luego que sus sienes tocas, Nuevos olores. Sobre este párrafo, aclara a pie de página, “El Coatzontecoxóchitl o flor de cabeza viperina es tan singular por su hermosura y su fragancia, que Hernández dice de él que es una flor hermosísima que apenas puede describirse con las palabras o imitarse con el pincel, estimada por los príncipes Indios como un milagro de la naturaleza. El Jolloxóchitl o flor del corazón, abierta, tiene la figura de una estrella y cerrada, semeja un corazón. Despide un olor tan suave tan grande, que una sola basta para llenar de fragancia una casa. La flor del Cuervo, en Mexicano Cacaloxóchitl, sobre ser muy olorosa y bella, sirve para hacer deliciosas conservas. No se usó del nombre Mexicano por evitar la repetida terminación xóchitl”. Las descripciones y las aclaraciones, que siguen en el poema continúan en este tono y aunque se presentan como una oda a Carlos III, es este motivo un mero pretexto para páginas y 20 estrofas. http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/obras-de-eloquencia-y-poesia-premiadas- por-la-real-universidad-de-mexico-en-el-certamen-literario-que-celebro-de-1790-con-motivo-de-la- exaltacion-al-trono-de-carlos-iiii-sic-rey-de-espana-y-de-las-indias--0/html/c4c53359-6a49-4d46-bbce- 895322eba31a_172.htm. cantar a la grandeza de México desde el dulce sentimiento criollo donde la tierra mexicana actúa como un espejo de identidad, como un paisaje mexicano. El ensayo de Reyes, continúa con la mención de otros poetas del siglo XIX, a los que mide en términos de destreza poética como poco valiosos, destacando que sus paisajes se vuelven mas bien escenas, donde destacan los diálogos, armas o cabalgaduras y no la naturaleza, entre ellos, José Joaquín Pesado18, Manuel Carpio19, José María Esteva20 y Ramón Alcaráz.21 Es interesante mencionar que Manuel Carpio, además de ser uno de los poetas más leídos en el siglo XIX, fue maestro de anatomía en la academia de San Carlos y que José María Velasco fue uno de sus alumnos. Con esta estrofa de su poema México, no podemos dejar de pensar en los paisajes de Velasco: El Popocatépetl y el Orizaba el suelo oprimen con su mole inmensa, y están envueltas entre nube densa sus cúspides de hielos y de lava. Para Carpio22, la patria mexicana es la que ilumina el paisaje de México en el que busca refugio y reflejo, en el siguiente fragmento encuentro claramente esta idea, que fue uno de los puntos de partida de esta tesis: 18 . Nace en Palmar de Bravo, Puebla, México; 9 de febrero de 1801 — fallece enMéxico, D.F. México; 3 de marzo de 1861. Poesías originales y traducidas de D. José Joaquín Pesado, 2ª ed. corregida y notablemente aumentada, México, En la imprenta de I. Cumplido, 1849, vi, 366 p., retrato 19 Nace en Cosamaloapan de Carpio 1 de marzo de 1791 – Fallece en México D.F. el 11 de febrero de 1860. Poesías, México, Murguía, 1849, 202 p. 20. Nace en Veracruz, 1818-1904. Poesías de D. José María Esteva, Veracruz, Imprenta del Comercio, 1850, 292 p., retrato 21 . Nace en Chucándiro, Michoacán, 3 de junio de 1823 – Fallece en Ciudad de México, 8 de abril de 1886. Poesías, México. Imprenta de Ignacio Cumplido, 1860, 2 v. 22 Manuel Carpio. Fragmento de México en 1847. Publicado en 1849. Manuel Carpio. Poesía. Edición facsimilar. Presentación y apéndices de Fernando Tola. México, UNAM, 1998 Hoy con rayos tranquilos iluminas risueños campos, dulces soledades, lindos arroyos, fértiles colinas, nuevos pueblos y espléndidas ciudades: Está México rica y afamada, esa París gloriosa con su ciencia, y esa soberbia Londres tan hinchada con sus grandes escuadras y opulencia. Sobre Alcaráz, quiero abordar un poema que intitula A la vista del Valle de México23, del que copio dos fragmentos: De la verde colina A la elevada cima trepar quiero…, ¡oh cielos! ¡cuán divina, Cuán grandiosa y con cuanta Magestad aparece ante mis ojos La vista de ese valle dilatado Del valle celebrado Donde México asienta su grandeza Alzando su cabeza Coronada de nieves Hasta tocar los cielos diamantinos, Rozando apenas con sus plantas leves Las aguas de los lagos cristalinos ____ ¡Cuán dulce es respirar el aire puro De este cuadro magnífico gozando! 23 Ramón Alcaraz, Poesías. A la vista del Valle de México, México, Imprenta de Ignacio Cumplido, 1860, p. 96-98. Sólo aquí en la montaña, Sin que rompa el silencio de la tarde Mas que la voz del mugidor torrente. ¡cómo el alma se siente Libre y feliz, al contemplar serena De la Creación las grandes maravillas! ¡Cómo se eleva el noble pensamiento; Y cómo la ardorosa fantasía, Más ligera que el viento, Recorre presurosa ¡Oh México! Tu historia portentosa. En este poema, publicado en 1860, destacan claramente las cualidades del valle de México que vimos fielmente retratadas en las pinturas de Velasco de manufactura posterior, lo que confirma que la primicia en la admiración del paisaje mexicano en la poesía es la base de la valoración posterior en la pintura. La mirada al paisaje mexicano estaba impregnada de la manera en que había entrado al imaginario que cantó la poesía. El paisaje del valle de México en este poema produce sentimientos sublimes y nobles y es el contenedor de la historia de su pueblo. Poesía y Romanticismo Antes de avanzar con otros autores quiero abordar un asunto importante. Hoy nos resulta insólito pensar que la poesía es una razón que influye en la mentalidad y en las formas de ver de un pueblo, ya que sus repercusiones lastimosamente en nuestros días son muy pocas. No así en el siglo XIX en el que la poesía romántica tuvo un papel protagónico en la vida cotidiana burguesa desde donde se desparramó a todas las esferas de la sociedad. Sobre la secuela de la poesía en el inicio del México independiente, comentaré las propuestas del segundo de los textos que mencioné al principio, el de Montserrat Galí Boadella. Para la autora, el romanticismo que señala como parte de la visión burguesa del mundo, especialmente el de la primera mitad del siglo XIX, fue un vehículo de transmisión de mentalidad y de la sensibilidad. Centra su estudio entre 1821 y 1855. Encuentra que la poesía romántica de este periodo se expandió con relativa rapidez en México porque existe en el pueblo mexicano una natural inclinación por los temas emotivos y poéticos. Destaca que entre los temas abordados más recurrentes está el amor a la naturaleza que se expresa en la relación secreta entre las bellezas naturales y las del espíritu. Como demuestra, las revistas mexicanas de la primera mitad del siglo XIX fueron el terreno privilegiado para la difusión del romanticismo y la mayor parte de ellas estaban dirigidas a las mujeres. Destacan de la ciudad de México, El Iris y el Águila Mejicana, de Puebla, La Abeja Poblana y El Baratillo y de Veracruz El Mercurio y El Oriente. A partir de los años treinta las publicaciones sufren un cambio por la mejora de la calidad de las impresiones, y la inclusión de ilustraciones. El cambio en los contenidos también deja ver una mentalidad más alejada de la sociedad colonial y por lo tanto una cercanía mayor con la búsqueda de lo propio. La serie de estas revistas inicia con El Mosaico Mexicano publicada por la imprenta de Ignacio Cumplido. La década de oro de las revistas mexicanas es la de los cuarentas. Se publican El Presente Amistoso, Semanario de las Señoritas Mejicanas, El Apuntador, el Panorama de las Señoritas, El Católico y El espectador de México, y el muy destacada El Museo Mexicano. Dada la variedad de temas que se trataban en estas revistas,24 cabe mencionar que también se publicaron algunos artículos sobre lugares de México con ilustraciones que se refieren a paisajes mexicanos que ya hemos visto en este trabajo, lo que nos indica que se copiaban o se utilizaban las placas litográficas de imágenes que se imprimían para otros trabajos entre ellos los de La Naturaleza y los de las Comisiones Científicas. 24 Valga como ejemplo de los temas tratados, el título de esta: Biblioteca Mexicana Popular y Económica; Ciencias, Literatura, amenidades. revista religiosa, política, económica, dramática, bibliográfica, judicial, médica, de Bellas Artes, conocimientos útiles, de viajes, descubrimientos, costumbres, biografías, música, baile, dibujo, bordado, jardinería, equitación, modas, amenidades, noticias, etc., México, 1852, tipografía de Vicente García Torres. Fig. 137. Ignacio Cumplido. Ilustración en El Museo Mexicano. Las peñas cargadas. El museo mexicano o miscelánea pintoresca de amenidades curiosas e instructivas. México. 1843, Tomo II. Litografiada por Masse y Decaen. Fig. 138. Ignacio Cumplido. La ilustración mexicana. Caverna de Cacahuamilpa. México. 1853 Tomo IV. Aunque las revistas como vimos en estos ejemplos, contribuyeron a difundir imágenes del territorio, su principal aportación está en que los textos, sobre todo de tintes románticos y poéticos que favorecieron notablemente la construcción del imaginario del paisaje de México a través de un vínculo emocional con el mismo. Otro de los temas que trata Galí es la tradición oral como medio de difusión de la poesía en la época y uno de sus vehículos, la tertulia. Las reuniones en tertulias fueron una costumbre de la sociedad burguesa mexicana que se inició, como demuestra la autora, al inicio de la vida independiente como una transformación de las reuniones cortesanas. En estos círculos se formaban certámenes poéticos, que consistían en declamaciones de poemas o en improvisaciones sobre una glosa. La afición a la poesía era mucha y se recitaban o leían en voz alta poemas de autores conocidos y se escuchaban también los intentos de los asistentes. Afirma la autora: “la cultura oral en el siglo XIX era mucha, más viva de lo que podamos hoy en día imaginar”25, la conversación se regía a partir de un complejo código y era un arte no solamente practicado, sino considerado como un valor indispensable de cultivar. Desde luego que acceder hoy a los temas que se trataban en estas conversaciones es una tarea muy compleja pero bastará para este trabajo con decir que los temas en las revistas y la poesía se transmitían, acrecentaban y se suscribieron en el imaginario social. El estilo más recurrente en la poesía en esta época fue el romántico perteneciente a la entonces llamada escuela moderna, que buscaba la inspiración a partir de las impresiones y la contemplación, forma que contrastó con la descripción que considerada antigua, quedaría para el costumbrismo y el realismo y que distinguiría ambas corrientes de manera esencial. Paisajes mexicanos en Heredia, Altamirano y Othón. José Ma. Heredia es a quien Reyes, sin disputa, considera el más grande de los poetas románticos de este tiempo. Este autor nacido en Cuba, vivió dos periodos en México donde fue redactor de El Iris, La Miscelánea y El Conservador. Dice del autor que traza los contornos del paisaje para levantarse luego a otras contemplaciones. Su capacidad descriptiva plasma su percepción fina de la naturaleza y en ellas presenta como una de sus grandes características el sentido espiritual del paisaje físico. Sus poemas fueron prolíficamente impresos en diarios y revistas especialmente de los años veinte y entre los más destacados copio dos fragmentos de los que dedicó al paisaje mexicano: 25 Montserrat Galí Boadella, op cit, p. 135 En la tarde: su ligera brisa las alas en silencio ya plegaba, y entre la hierba y los árboles dormía, mientras el ancho sol su disco hundía detrás de Ixtaccihual. La nieve eterna, cual disuelta en mar de oro, semejaba temblar en torno de él; un arco inmenso que del empíreo en el cenit finaba. Como espléndido pórtico del cielo, de luz vestido y centellante gloria, de sus últimos rayos recibía los calores riquísimos. Su brillo Desfalleciendo fue; la blanca luna Y de Venus la estrella solitaria En el cielo desierto se veían ¡Crepúsculo feliz! Hora más bella Que la alma noche o el brillante día, ¡Cuánto es dulce tu paz al alma mía! Al paso que la luna declinaba, Y al ocaso fulgente descendía, Con lentitud la sombra se extendía Del Popocatepetl, y semejaba Fantasma colosal. El arco oscuro A mí llegó, cubrióme, y su grandeza Fue mayor y mayor, hasta que al cabo En sombra universal veló la tierra.26 Heredia visitó Cholula en 1821 y se inspiró para escribir estos versos que titula El teocalli de Cholula, después de que su padre había sido asesinado. El poema se construye en la contemplación de un paisaje aéreo, el paisaje de aire y de luz que después veremos en 26 José Ma. Heredia. Fragmentos de El Teocalli de Cholula. la pintura, desde la cima de la pirámide, contempla la variada iluminación del espacio y de las montañas en un espectáculo que ni es por completo el del cielo ni es por completo el de la tierra.. A lo largo del poema destaca el paisaje de la atmósfera iluminada a la altura de las montañas, con solo las cimas y el marco del cielo que las rodea y el rasgo más importante, el que todo este paisaje majestuoso y el movimiento misterioso de la atmósfera se vincula con el poeta para llenar de paz su alma. A esta altura del desarrollo del texto puedo afirmar que no es casualidad que Heredia haya dedicado Al Popocatépetl uno de sus versos: Tú que de nieve eterna coronado alzas sobre Anahuac la enorme frente, tú de la indiana gente temido en otro tiempo y venerado, Gran Popocatepetl, oye benigno el saludo humildoso que trémulo mi labio te dirige. Escucha al joven, que de verte ansioso y de admirar tu gloria, abandonara el seno de Managua delicioso. Los poetas románticos reconocen que la poesía es la manera de dar forma a las vagas tristezas, las reminiscencias dolorosas, sus tópicos incluyen los desengaños del mundo, anhelos de trascendencia, soledad, llantos por el futuro trágico que se vislumbra. Los tópicos más abundantes son la mujer y el amor, pero como hemos visto, no son los únicos. Los textos de Rousseau influyeron en el sentir romántico y crearon un ambiente propicio para el cantar a la naturaleza en su vertiente bucólica. Vemos un ejemplo27 en el texto que apareció el Calendario de Cumplido en 1852: “No hay ideas ni sentimientos que con más blanda dulzura conmuevan las fibras todas del corazón y al mismo tiempo den más noble elevación del espíritu y más digno 27 Citado por Montserrat Gali, op, cit. p. 300 vuelo a la imaginación que los que inspira la contemplación de la naturaleza… Cada paisaje es una página brillante del gran libro de la naturaleza abierto a nuestros ojos…“28 La literatura mexicana de principios del siglo deja claro un vínculo anímico con las bellezas de la naturaleza a través del cual estas se convierten en paisajes, que se reconocen no solamente como objeto mirado sino como fuente del disfrute propio del romanticismo, especialmente con tintes del sentimiento russoniano. Concuerdo con Galí en que las sensaciones del romanticismo no se limitan al cuerpo y a los sentidos, son sentimientos en un constante fluir, un ir y venir entre el ser humano y el mundo en un anhelo por la totalidad. Muy interesante es además que las mujeres eran las lectoras mas dedicadas de periódicos y revistas, además de que presidieron las más importantes tertulias de la época, asuntos que las convierte en las difusoras del sentimiento romántico sobre el paisaje y artífices de imaginario en la sociedad mexicana. Ignacio Manuel Altamirano comentó que la pintura de José María Velasco hace imagen lo que los poetas ya habían dicho, aunque lo hace refiriéndose a su propia poesía; Como concluye Galí, vemos que esta afirmación es verdadera en la poesía de la primera parte del siglo donde la poética paisajística mexicana estaba ya en el ideario como un tópico sentimental recurrente. Otro de los virajes ya en los años cincuenta algunos autores, como Félix María Escalante está en la producción de poemas en los que al entusiasmo por la naturaleza se une lo que podríamos llamar un sentimiento de amor a la tierra como forma de patriotismo, que sin duda como hemos visto, se vio impulsado por la guerra del 47. Continuó esta inclinación y entrando a la segunda parte del siglo, cuando se aborda el paisaje en los escritores mexicanos, es frecuente la mención de Ignacio Manuel Altamirano cuyas descripciones de la naturaleza mexicana son un tópico de sus novelas, ensayos y poemas. Sus metáforas a mi juicio resultan ya entintadas del positivismo, que utilizando un lenguaje en gran medida romántico, pierden en muchos sentidos las posibilidades profundamente poéticas. Sus poesías surgen de los sentidos despiertos y su valor está en las bellas descripciones y en su capacidad de abordar el relato con un tono eminentemente nacionalista. Incluyo de sus poemas Los naranjos, escrito en 1867 en el 28 “Paisages”. Calendario de Cumplido, 1852. P.p.59-64 que dibuja el paisaje que le vio nacer, mencionando aves, plantas y amores. Copio algunos fragmentos: Perdiéronse las neblinas en los picos de la sierra, y el sol derrama en la tierra su torrente abrasador. Y se derriten las perlas del argentado rocío, en las adelfas del río y en los naranjos en flor. Del mamey el duro tronco picotea el carpintero, y en el frondoso manguero canta su amor el turpial; y buscan miel las abejas en las piñas olorosas, y pueblan las mariposas el florido cafetal. En los verdes tamarindos se requiebran las palomas, y en el nardo los aromas a beber las brisas van. ¿Tu corazón, por ventura, esa sed de amor no siente, que así se muestra inclemente a mi dulce y tierno afán? En la ribera del río todo se agosta y desmaya; las adelfas de la playa se adormecen de calor. Voy el reposo a brindarte de trébol en esta alfombra, a la perfumada sombra de los naranjos en flor. Posiblemente al difusión de los paisajes mexicanos descritos por Altamirano que lograron mayor influencia en la mentalidad social está en sus novelas, como El Zarco o Navidad en las montañas, todas llenas de contratiempos y de historias de amores imposibles, repletas de descripciones de los paisajes en los que se desarrollan, con los que los que se enlazan siendo un espejo de sus emociones. Finalmente, sobre esta etapa no quiero dejar de incluir a Manuel José Othón a quien Octavio Paz propuso en relación con José María Velasco en los siguientes términos: “El equilibrio, la sobriedad arquitectónica los ritmos austeros recuerdan la precisión de ciertos poemas mexicanos. Si Velasco hubiera sido poeta, su forma predilecta habría sido el soneto. Sus paisajes poseen el mismo rigor, la misma arquitectura desolada y nítida, la misma monotonía de los sonetos de Othón. La línea horizontal que los divide tiene la calidad de un final de estrofa. Y hasta se atreve con sobrias rimas, ecos, correspondencias. El cielo frío y azul, inmenso, rima con el agua parada de los charcos, reducido infinito; las nieves de los volcanes, nubes inmóviles, son algo más que un recuerdo, una alusión y un eco de las otras nubes que se mueven, silenciosa e invisiblemente, en la profundidad del cielo: son una verdadera metáfora. Como Othón, logra recrear el paisaje de México sin ninguna concesión, sin ningún adjetivo. No necesita vestir la desnudez de lo que pinta con atavíos más o menos regionales para expresar que ese paisaje frío y altanero, mas desolado que triste, solo pertenece a México. La ausencia de la figura humana –más indiferencia que desprecio- tiene estrecha relación con el famoso soneto Una estepa del Nazas. Aunque no hay semejanza entre el paisaje de Othón y de Velasco –uno canta al desierto del norte y el otro pinta el valle de México- si existe cierta identidad en la actitud espiritual de ambos artistas:”29 29 Octavio Paz, “Pinturas de José María Velasco”, en Obras completas tomo 7 “Los privilegios de la vista II / Arte de México”, edición del autor, México, FCE, 2003. “Pinturas de José María Velasco” se publicó en la revista Hoy, núm. 290, en México, el 12 de septiembre de 1942. Incluyo aquí dos poemas de Othón y cierro esta parte dejando hablar a un gran poeta y dejando sobre todo que nos haga sentir lo que yo no puedo explicar. Fig. 139. Eugenio Landesio. Popocatépetl sacado desde el cerro de Tlamaca, 1869. José María Velasco litógrafo. Litografía, 9 x 12 cm. Colección particular. NOSTALGICA O! ubi campi? En estos días tristes y nublados en que pesa la niebla sobre mi alma cual una losa sepulcral, ¡ay! Cómo mis ojos se dilatan tras esos limitados horizontes que cierran las montañas queriendo penetrar otros espacios, cual en un mar sin límites ni playas. ¡Pobre pájaro muerto por el frío! ¿para qué abandonaste tus campañas, tu cielo azul, tus fértiles praderas y viniste a morir entre la escarcha?... ¡Oh, mi naturaleza azul y verde! ¿dónde están tus profundas lontananzas en que otros días engolfé mi vista, anhelante de sombras y de ráfagas? ¿Dónde están tus arroyos bullidores, tus negras y espantosas hondonadas que poblaron mi espíritu de ensueños o a los hondos abismos lo arrojaban?... He de morir. Mas ¡ay! que no mi vida se apague entre estas brumas. La tenaza del odio, de la envidia el corvo diente y el venenoso aliento de las almas por la corte oprimidas, aquí sólo podrán me dar, al fin de la jornada, la desesperación más que la muerte, ¡y yo quiero la muerte triste y pálida! Y allá en tus verdes bosques, madre mía, bajo tu cielo azul, madre adorada, podré morir al golpe de un peñasco descuajado de la áspera montaña; o derrumbarme desde la alta cima donde crecen los pinos y las águilas viendo de frente al sol labran el nido y el corvo pico entre las grietas clavan, hasta el fondo terrible del barranco donde me arrastren con furor las aguas. Quiero morir allá: que me triture el cráneo un golpe de tus fuertes ramas que, por el ronco viento retorcidas, formen, al distenderse, ruda maza; o bien, quiero sentir sobre mi pecho de tus fieras los dientes y las garras madre naturaleza de los campos, de cielo azul y espléndidas montañas. Y si quieres que muera poco a poco, tienes pantanos de agua estancadas... ¡Infiltrame en las venas el mortífero hálito pestilente de tus aguas! Fig. 140. José Ma. Velasco. Volcanes del Valle de México, Óleo sobre papel, 18 x 45 cm. Museo José María Velasco, Toluca. NOCHE RÚSTICA DE WALPURGIS I. Invitación al poeta Coge la lira de oro y abandona el tabardo, descálzate la espuela, deja las armas que para esta vela no has menester ni daga, ni tizona. Si tu voz melancólica no entona ya sus himnos de amor, conmigo vuela a esta región que asombra y que consuela; pero antes ciñe la triunfal corona. Tú, que de Pan comprendes el lenguaje, ven de un drama admirable a ser testigo. Ya el campo eleva su canción salvaje; Venus se prende el luminoso broche . . . Sube al agrio peñón, y oirás conmigo lo que dicen las cosas en la noche. II. Intempesta nox Media noche. Se inundan las montañas en la luz de la luna transparente que vaga por los valles tristemente y cobija, a lo lejos, las cabañas. Lanzas de plata en el maizal las cañas semejan al temblar, nieve el torrente, y se cuaja el vapor trágicamente del barranco en las lóbregas entrañas Noche profunda, noche de la selva, de quimeras poblada y de rumores, sumérgenos en ti: que nos envuelva el rey de tus fantásticos imperios en la clámide azul de sus vapores y en el sagrado horror de sus misterios. CONSIDERACIONES FINALES El imperio se rompe, quedan montes y ríos. Su Tung-p’o1 Inicio las consideraciones finales con un verso de un gran poeta chino que leí hace tiempo en un libro de Octavio Paz. Esta línea, en pocas palabras logra expresar el significado del paisaje y me asombra cuan cerca está de lo que he revisado y encontrado en este trabajo. El siglo XIX mexicano fue un periodo de fuertes y constantes rompimientos, cruentas batallas, y terribles desacuerdos internos y a los montes y los ríos recurrieron los mexicanos, para trazar con ellos un vínculo que moldeó la idea del paisaje mexicano, un paisaje que fue consuelo, espacio de convergencia, motivo de unidad y forma de gozo e inspiración. El propósito de esta tesis, como explique en la introducción, es discernir qué tipo de imaginario colectivo se fue construyendo sobre el paisaje en el transcurrir del siglo XIX, momento que al coincidir con la construcción de la nación, formó ligada a ella, la idea del paisaje mexicano. Al haber finalizado este texto estoy mucho más consciente de lo ambicioso de la búsqueda y de la imposibilidad de abarcar en su totalidad la complejidad del tema, pero todo me destinaba a escribir sobre el paisaje y a hacer el intento. Como comenté en la introducción, en México no se han publicado estudios integrados o compilados sobre el paisaje y las investigaciones del tema se encuentran dispersas en textos especializados que lo abordan con lentes parcializados por los objetivos concentrados de cada disciplina. Por un lado la historia, por otro el arte y muy lejos de ellos, la ciencia. Pero el paisaje es un fenómeno cultural complejo que para dejarse apresar requiere de una visión orgánica que se acerque a él, me atrevo a decirlo, de una manera empática. Este fue un afán constante en la tesis, no caer en el señuelo y no de tratar solamente un punto de vista, el racional-cuantitativo, el estético o el poético, sino abarcarlos todos con la seguridad de que aunque se sacrifica la profundidad, se garantiza el objetivo, el vislumbre del paisaje. La sensación después de este intento es la de haber abierto una caja de contenido infinito. Así, el primer resultado de este trabajo es el asombro ante todas las posibilidades que quedan abiertas, de temas y de enfoques y de la perentoria necesidad de abordarlos. 1 Su Tung-p’o. (1036-1101). Primavera cautiva, China, La tesis se estructuró en tres capítulos y a lo largo del desarrollo de cada uno fui encontrando las huellas que construyeron el imaginario del paisaje mexicano cuyos matices comentaré a continuación. Empezaré por las conclusiones a las que llego en una visión de todo el texto para pasar después puntualmente a destacar los que se refieren a cada capítulo. De los primeros, fue muy interesante percatarse de que en las fuentes del siglo XIX y en los escritos de los diferentes personajes se reseñaban los mismos lugares y acontecimientos. Antonio García Cubas y José María Velasco coincidieron en la Comisión Científica de Pachuca y ambos abordaron, cada uno con sus propios instrumentos, sus impresiones de varios lugares como la cascada de Necaxa. Algunos dibujos de Velasco se imprimieron en los mapas de García Cubas quien coincidió con Altamirano en las Veladas Literarias que presidieron. Velasco y Altamirano tuvieron una relación poco amistosa, pero no por esto inexistente. A juzgar por los múltiples escritos en los que Altamirano habla sobre la obra de Velasco, el interés en su obra era grande, aunque sus textos están llenos de descalificaciones que se explican debido a que ambos tuvieron posturas políticas opuestas, nunca dejó de prestar atención a su pintura. Velasco pintó el valle de México desde la casa de poeta Manuel Payno y también participó con los editores científicos de la revista La Naturaleza, donde también publicó García Cubas quien a su vez expuso su mapa de México en la Academia de San Carlos. Así podría seguir describiendo coincidencias, no es el caso, sirvan estos ejemplos para insistir que en espacio cultural que moldeó la aparición de la idea del paisaje mexicano, confluían las ciencias y las artes, se encontraban de una forma que dista enormemente de nuestra costumbre actual de definir disciplinas sin puntos de toque. Considero que el paisaje mexicano se funda dentro de dos formas de pensamiento, la visión racional cuantitativa propia del mundo científico en la que la realidad y las pruebas objetivas son indispensables en la búsqueda de su objetivo de analizar y comprender a la naturaleza y el escenario romántico que encontraba en ella consuelo a través de su contemplación sensible. Estas dos mentalidades lograron converger en la idea del paisaje mexicano. Dentro de los acontecimientos que aparecen como un hecho trascendental en todos los capítulos esta la huella anímica que dejaron las guerras de intervención, especialmente la del 47 cuyos efectos se vieron magnificados por las conflagraciones posteriores. Este ambiente permeó de manera definitiva en todos los ámbitos relacionados con la conceptualización del paisaje, porque los mapas eran indispensables, su belleza requería ser retratada y la poesía tendría que lamentar su desaparición. Fig. 141. Adolphe Jean Baptiste Bayot, copia de Carlos Nebel, US tropos marching on Monterrey during the Mexican-Américan War. 1851. Litografía.2 Abordé los capítulos ordenándolos en la manera que me pareció más lógica y esperando que en esta secuencia fuera encontrando coincidencias de evolución temporal, lo que no sucedió. Al llegar a este punto puedo afirmar que el aprecio por la naturaleza mexicana se muestra primero en la literatura que abordo en el último capítulo, especialmente en la poesía criolla novohispana y toma un tinte definitivo en el auge del romanticismo de la primera mitad del siglo XIX. Este periodo que ha sido en múltiples ocasiones pintado gris por la historiografía, fue rico en la construcción de ideas, entre ellas la oda al paisaje que cura los lamentos de la violencia e incertidumbres reinantes. Creo que el predominio de la idea del paisaje como imagen visual, paradójicamente no nos ayuda a imaginarlo. 2 Publicado en The war between United States and México Illustrated, 1851. George Wilkins Kendall & Carl Nebel. Appleton; Philadelphia. A lo largo del texto inserté mapas rodeados de vistas de paisajes, litografías, grabados, dibujos y pinturas magistrales, que reconocemos sin duda como paisajes mexicanos con las que pudimos percatarnos de la importancia de la imagen en la formación de la idea del paisaje mexicano. Las consecuencias del predominio de la vista sobre el resto de los sentidos -y la consecuente parcialidad en la cognición- que ha sido una constante para definir el paisaje y el imaginario del paisaje mexicano que ha prevalecido, se centra en la vista. En el siglo XIX, la poesía y el vínculo con el paisaje balanceaban un equilibrio que vimos desvanecerse en la segunda mitad, que apostó por el paisaje como imagen. Pero, ¿Qué consecuencias trae el predominio de la vista en la idea del paisaje?, la voluntad de poder en la visión es muy fuerte. Existe una tendencia muy sólida de la vista a captar y a fijar, a cosificar y a totalizar: una tendencia a dominar, asegurar y controlar que con el tiempo, dado que se ha promovido ampliamente, ha asumido cierta hegemonía indiscutible sobre nuestra cultura. “El dominio del ojo y la eliminación del resto de los sentidos tiende a empujarnos hacia el distanciamiento, el aislamiento y la exterioridad Sin duda, el arte del ojo ha producido edificios imponentes, pero no ha facilitado el arraigo humano en el mundo.”3 La imagen de los paisajes mexicanos fue cada vez más difundida, pero su aprecio en términos visuales produjo un alejamiento. Se privilegió la valorización de paisajes emblemáticos, que como vimos estaban sobre todo en la zona centro del país y esto produjo una devaluación del resto. Sin embargo, esta atención puntual no ha garantizado la conservación, y en todo caso más bien ha acelerado el deterioro. Dice Heidegger de que el acontecimiento fundamental de la edad moderna es la conquista del mundo como imagen. Sentencia que la hegemonía de la vista en un primer momento sucitó visiones gloriosas, pero se fue volviendo cada vez mas nihilista en los tiempos modernos, asunto que en el estado del paisaje mexicano se identifica de manera plena. El territorio como un bien limitado repasamos las vicisitudes por las que pasó la construcción de un mapa de México, las complicaciones técnicas y sobre todo políticas y como un mapa pasa de ser una representación a ser un símbolo de unidad y mexicanidad. 3 Juhani Pallasmaa. Los ojos de la piel. La arquitectura y los sentidos. Gustavo Gili, Barcelona, España, 2006. 18 p. Los mapas fueron adquiriendo importancia simbólica y el logro de García Cubas estuvo en sintetizar representación y expresión a través del mapa como signo y el paisaje como símbolo. En el transcurrir del tiempo, el mapa pierde protagonismo y en el Atlas pintoresco toman su lugar los paisajes. La selección que hizo de vistas privilegia la valoración de ciertas características, al tiempo que devalúa otras al no incluirlas. La jerarquía, la magnitud, la extensión son valores buscados. Por otra parte, la posibilidad de explotación es símbolo de la riqueza del país. Aquí valores en los que seguimos creyendo y que en cierta medida devalúan lo que no contiene estas características, todo eso en lo que la mayor parte de los mexicanos vive. Es de destacar que se preocupó porque el imaginario sobre el paisaje mexicano se nutriera de los paisajes más representativos y con una riqueza simbólica mayor, aunque no siempre real. La búsqueda del origen de las imágenes en los mapas fue una prueba irrefutable por un lado de que la noción de paisaje difundido en las litografías tiene su origen en los viajeros extranjeros y por otro de que el conocimiento del territorio era muy vago. Los viajeros extranjeros buscaban lo exótico, lo diferente y esto fue lo que eligieron y dibujaron a partir de su propio imaginario sobre las tierras americanas. Se muestran algunas interesantes confusiones debidas a que los grabados fueron hechos en Europa a partir de croquis y por dibujantes que los trazaron sin haber conocido estos lugares. Este capítulo prueba como muchas de estas vistas fueron incluidas en los mapas creados por Antonio García Cubas, que no conocía gran parte del territorio mexicano y a través de la difusión de su trabajo las imágenes se implantaron en el imaginario sobre el paisaje de México. La selección de los paisajes se puede atribuir a la pretensión de poseer un territorio magnífico, fuerte y bello para la nación, idea que se vinculó en múltiples ocasiones a la concordancia de las mismas características en el pueblo que los habita. La realización del territorio como belleza paisajística segunda parte de la tesis demuestra como el paisaje aparece en la pintura novohispana como un escenario que relaciona la jerarquía de las castas y los grados de intervención en los que el paisaje en muchos casos idealizado se convierte toma una suerte alegórica o simbólica. El foco central del paisaje esta en la pintura de José María Velasco que logra encontrar un punto de convergencia entre las dos corrientes de pensamiento, la científica y la romántica. La occidentalización del pensamiento mexicano, consecuencia de la impuesta cultura europea fue la cuna ideológica del nacimiento de la idea del paisaje mexicano en términos visuales, pero sus particularidades están ligadas al papel que jugó en la construcción de la nación. La pintura de paisaje siguió los lineamientos de la escuela europea, especialmente la italiana, pero la elección de los sitios y de sus elementos nos deja ver los valores específicos que la mirada mexicana le otorgó a estos. Estos paisajes se convirtieron en una prueba objetiva de la grandeza de México por su belleza y su capacidad de difundir una idea que a través de imágenes que no requiere de una formación específica para recordarlos y otorgarles valor. El acercamiento al paisaje mexicano en la literatura, la última parte del texto fue como dije al principio una parte indispensable, aunque como advertí se trata únicamente de un asomo a un tema que ahora intuyo apasionante. El canto al paisaje y el vínculo sentimental con el mismo están presentes en el pensamiento mexicano muy pronto, antes incluso que en la pintura. La importancia de la poesía creó y difundió una idea del paisaje mexicano con tonos de la temática romántica que garantizó un vínculo afectivo que hoy está extinguido. La idea que permeó en todos los ámbitos de que un gran pueblo nace de un gran paisaje se intensificó en el sentimiento poético. El canto a un gran paisaje se vincula con la grandeza de los mexicanos. Siento que el rescate del vínculo poético, propuesto desde los ámbitos de la literatura, la pintura y en especial de la arquitectura de paisaje son la posibilidad de dar un viraje en nuestra relación con la naturaleza. Detrás de este trabajo hay una duda que aún queda irresuelta en su totalidad pero nos hemos acercado a algunas razones, por qué los paisajes emblemáticos de México han perdido el esplendor y la belleza, por qué han sufrido un deterioro tan atroz. Presenté en el 8° Congreso nacional de arquitectura de paisaje en 2013 una ponencia que titulé, “Una mirada a la vitalidad de los paisajes que construyeron el imaginario de México”, en la que me di a la tarea de mostrar fotografías actuales de los paisajes que se imprimieron en el Atlas Pintoresco de García Cubas, específicamente en las cartas orográfica e hidrológica. La tragedia es absoluta, el progreso y la cosificación de la naturaleza han destruido los paisajes que fueron la cuna del pensamiento sobre México y la explicación de la razón a la que me referí por la que en ellos crecía un gran pueblo. Creo que los vínculos sensibles con la naturaleza han desaparecido, la naturaleza como fuente inspiradora ha sido sustituida por su capacidad productiva y por la inclinación humana de ver en ella la posibilidad sin límites de encontrar el anhelado progreso en su explotación. Para terminar, me gusta el párrafo final del Breve tratado del paisaje de Alain Rogué, “Una teoría, nos lo enseñó Popper, siempre debe ser refutable. Nunca es más que una herramienta perfectible, que debe cuestionarse sin descanso, cuyas piezas hay que cambiar si fallan y forjar otras más eficaces, golpe a golpe.4” En esto pongo mi atención. 4 Alain Roger, Breve tratado del paisaje, traducción de Maysi Veuthey a Court traité du paysage, edición de Javier Maderuelo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2007, 211 p., ils. (Colección Paisaje y Teoría, 2). EFEMÉRIDES 1731 Rafael Landivar nace en Guatemala. 1756 Nace en México Juan Francisco de Castañiza Larrea y González de Agüero. 1768 Manuel de Navarrete nace en Zamora, Michoacán. 1769 14 de septiembre. Nació en Berlín, Alemania Alejandro von Humboldt, explorador, naturalista y geógrafo prusiano. 1782 Rafael Landivar, S. J., publica Rusticatio Mexicana. 1785 Juan José Martínez de Lejarza y Alday nace en Valladolid, Michoacán. 1790 Juan Francisco de Castañiza Larrea, obispo de la Nueva Vizcaya y rector del Colegio de San Idelfonso escribió en 1790 una Oda sáfico-adónica. 1791 1 de marzo. Manuel Carpio nace en Cosamaloapan de Carpio. 1793 Landivar fallece en Italia. 1800– 1803 30 de abril – 4 de enero. Gobierno del virrey Berenguer de Marquina. 1801 9 de febrero. José Joaquín Pesado nace en Palmar de Bravo, Puebla, Pue. 1802 El Consulado de Veracruz envía cuestionarios a las intendencias de la Nueva España para captar datos e informes geográficos, demográficos, administrativos y económicos. 1803 Alexander Von Humboldt, científico, naturalista y explorador alemán, llega al puerto de Acapulco. 31 de diciembre. Nace en Santiago de Cuba el poeta José María Heredia. 1803– 1808 4 de enero – 16 de septiembre. Gobierno del virrey José de Iturrigaray. 1804 Humboldt realiza diversas exploraciones y, posteriormente, presenta al virrey José de Iturrigaray las Tablas geográficas políticas del Reino de la Nueva España. 23 de diciembre. Nace en Edimburgo, Escocia Frances Erskine Inglis: Madame Calderón de la Barca. 1804– 1827 Humboldt en París recopila, ordena y publica el material recogido en su expedición en treinta volúmenes que llevan por título Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente que contiene datos sobre el clima, la flora y la fauna de la zona, así como determinar longitudes y latitudes, medidas del campo magnético terrestre y unas completas estadísticas de las condiciones sociales y económicas que se daban en la Nueva España. 1805 1 de octubre. Se publica El Diario de México, primer periódico mexicano. Manuel de Navarrete publicaba en él. 1806 21 de marzo. Nace en el pueblo de San Pablo Guelatao, Oaxaca, Benito Juárez García. 1808 15 de septiembre. La Junta de México es disuelta por un golpe de Estado. José de Iturrigaray es destituido como virrey de Nueva España. Se inicia el proceso de Independencia. 1809 El poeta fray Manuel de Navarrete muere en Tlalpujagua, Michoacán. 1809– 1810 19 de julio – 8 de mayo. Gobierno del virrey interino Francisco Javier de Lizana y Beaumont, arzobispo de México. 1810 8 de mayo – 14 de septiembre. Gobierno del virrey Pedro Catani. 21 de junio. Nació en México, Manuel Payno. 16 de septiembre. En Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla convoca al pueblo a iniciar la guerra de Independencia. 9 de noviembre. Decreto sobre la libertad política de la imprenta. 5 de diciembre. Decreto que ordena la devolución de tierras a los pueblos indígenas. 1810– 1813 14 de septiembre – 4 de marzo. Gobierno del virrey Francisco Javier Venegas. 1811 Creación del periódico semanario El Mentor Mexicano, que enfatiza la ilustración popular en las ciencias económicas, literatura y arte. Humboldt publica su Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España, documento monumental que trata sobre geografía, recursos naturales, economía y población. 17 de enero. Batalla de Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, donde las fuerzas del ejército insurgente comandadas por Miguel Hidalgo y Costilla son derrotadas por el Ejército del Centro al mando del realista Félix María Calleja. 21 de marzo. Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Ignacio Aldama y Mariano Abasolo son condenados a muerte. 13 de octubre. Decreto de José María Morelos y Pavón contra la insubordinación, la guerra de castas y la rapiña. 1813 6 de noviembre. El Congreso de Chilpancingo expidió el Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional. 1813– 1816 4 de marzo – 20 de septiembre. Gobierno del virrey Félix María Calleja del Rey. 1814 22 de octubre. El Congreso Constituyente promulga el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana mejor conocido como la Constitución de Apatzingán. 1816– 1821 20 de septiembre – 5 de julio. Gobierno del virrey Juan Ruiz de Apodaca, Conde del Venadito. El periquillo sarniento es publicado por el escritor José Joaquín Fernández de Lizardi. 1817 11 de noviembre. Es fusilado Francisco Javier Mina. 1818 10 de febrero. Nace en la Ciudad de México el poeta y político Guillermo Prieto. José María Esteva nace en Veracruz, 1818. 1820 El Censor. Periódico político y literario, Madrid, imprenta del Censor, por D. León Amarita. 1820– 1821 La Abeja Poblana, Puebla. “Primer periódico que se publica en esta ciudad de la Puebla de Los Ángeles en uso de los derechos que ha declarado la Constitución política de nuestra monarquía española jurada en 3 de junio de 1820”, imprenta Liberal de Troncoso Hermanos (cambiará varias veces el pie de imprenta). 1821 10 de enero. El virrey Juan Ruiz de Apodaca nombra a Agustín de Iturbide general de las fuerzas. 21 de febrero. Nace en Xalapa, Veracruz el once veces presidente de México Antonio López de Santa Anna. 24 de febrero. El Plan de Iguala mediante el cual se declaraba la Independencia de México, es proclamado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero. 15 de julio – 21 de julio. Gobierno del virrey Francisco Novella Azabal Pérez y Sicardo. 24 de agosto. Firma de los Tratados de Córdoba entre Juan de O´Donojú, último virrey, y el general Agustín de Iturbide y Aramburu, primer jefe del Ejército Trigarante. 21 de septiembre. Se decretó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. 27 de septiembre. Se consuma el movimiento de Independencia. 28 de septiembre. Juan O'Donojú —último virrey designado— firmó el acta de independencia de México. 2 de noviembre. Se decreta la creación de la bandera mexicana. 15 de diciembre. Decreto de la Junta Provisional Gubernativa. Reglamento de Libertad de Imprenta. 1821– 1822 28 de septiembre 18 de mayo. Agustín de Iturbide presidente de la Regencia. 1822 24 de febrero. Es instalado el Primer Congreso Constituyente Mexicano. 19 de mayo – 1823, 19 de marzo. Gobierno de Agustín de Iturbide, coronado emperador de México bajo el título de Agustín I. 20 de diciembre. Se produce la primera emisión oficial del papel moneda (billete) en las denominaciones de 1, 2 y 3 pesos. 26 de diciembre. La Asamblea de Guatemala aprueba el Tratado de Límites entre las Provincias Unidas del Centro de América y México. En Guatemala se celebra una asamblea de todas las provincias de la antigua capitanía, donde Centroamérica decide formar parte del Imperio Mexicano. Se establece el Museo de Historia Natural en la Universidad Pontificia y Nacional de México. 1823 23 de enero. Vicente Guerrero y Nicolás Bravo se rebelan contra el gobierno de Agustín I. 3 de junio. Ramón Alcaraz nace en Chucándiro, Michoacán. 1 de noviembre. En el Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, se divide al país en provincias. Formalidad jurídica mediante la cual los representantes legales de los gobiernos de los estados independientes, libres y soberanos, formados a partir de la disolución de facto del Primer Imperio Mexicano, reconocieron su intención de constituirse en un ente jurídico el 31 de enero de 1824, con patrimonio propio y capacidad legal ante otras naciones. 1823– 1824 31 de marzo – 10 de octubre. Pedro Celestino Negrete, liberal, jefe de la Junta de Regencia: Gobierno de Guadalupe Victoria, liberal. Gobiernos de Nicolás Bravo, Miguel Domínguez y José Mariano Michelena, conservadores, y Vicente Guerrero, liberal. 1823– 1826 Águila Mejicana, México, imprenta de Ontiveros, más tarde impreso por T.W. Lorrain y finalmente en la imprenta del Águila, dirigida por José Jimeno, calle Medinas núm. 6. 1824 8 de enero. Nace en la ciudad de San Luis Potosí Francisco González Bocanegra, creador de la letra del Himno Nacional Mexicano. 19 de julio de 1824. Agustín de Iturbide es fusilado en Padilla, Tamaulipas. El poeta Juan José Martínez de Lejarza y Alday muere en Valladolid. El archivista general, México, periódico editado por Mariano Ontiveros, redactor M. Prissette. 4 de octubre. Se promulga la primera Constitución de México, se establece la República Federal y como primer presidente funge el general Guadalupe Victoria. Mediante la Constitución se dan por creados los Estados Unidos Mexicanos y el país queda dividido en 19 entidades, cuatro territorios y Distrito Federal, llamado entonces Departamento Central. 1824– 1827 El Oriente, diario de Jalapa, Jalapa. “Este periódico se publica en Jalapa todos los días. Se recibe la suscripción en esta imprenta y casa de D. Juan Priani, al precio de 12 reales mensuales dentro de la villa y 14 fuera, franca de porte”. 1824– 1858 Primera República Federal de México. 1824– 1829 10 de octubre – 1 de abril. Presidencia de Guadalupe Victoria, liberal, 1825 Los españoles se rinden en San Juan de Ulúa a las tropas mexicanas. Se constituye la Corte Suprema de Justicia, integrándose los Tres Poderes de la Unión. Fallece en Durango, Dgo., México Juan Francisco de Castañiza Larrea y González de Agüero. 1825– 1827 El Mercurio. Veracruz, editores: Ramón Ceruti y Joaquín María del Castillo. “Imprenta de Papaloapan, a cargo de Guillermo F. Hanf. Se distribuye en el resto de la República en la administración principal de correos”. 1826 Gran Bretaña y México firman el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación. El Iris. Periódico crítico-literario, México, editores: Claudio Linati, Florencio Galli y José María Heredia. Minerva, periódico literario, Toluca, editado por José María Heredia. 1827 El Baratillo o Miscelánea de Chucherías, periódico de Puebla, imprenta del ciudadano Pedro de la Rosa. 1828 Expulsión masiva de españoles de todo el país. 1829 1 de abril – 17 de diciembre. Presidencia de Vicente Guerrero. 15 de septiembre. Abolición definitiva de la esclavitud en México. 18 – 23 de diciembre. Presidencia provisional de José María Bocanegra, liberal 23 – 31 de diciembre. Supremo Poder Ejecutivo de Pedro Vélez, Lucas Alamán y Luis de Quintanar (triunvirato 1 liberal y 2 conservadores). 1830– 1832 1 de enero – 13 de agosto. Presidencia de Anastasio Bustamante, conservador, impulsa la industrialización. 1830 15 de septiembre. Nace en Oaxaca, Porfirio Díaz. 16 de octubre. Se establece el Banco de Avío para fomento de la industria nacional, por iniciativa de Lucas Alamán. 1831 Lucas Alamán es designado ministro de Relaciones Interiores y Exteriores. 14 de febrero. Es fusilado en Cuilápam, Oaxaca el general Vicente Guerrero. 29 de septiembre. Nace en la Ciudad de México, Miguel Miramón. 1831– 1890 Calendario de Galván, México, se vende en la Librería núm. 7 del Portal de Mercaderes. (Impresores varios, según la época). 1832 24 de julio. Antonio García Cubas, geógrafo, historiador y escritor, nace en la Ciudad de México. 14 de agosto – 26 de diciembre. Presidencia de Melchor Múzquiz, liberal. 1832– 1833 26 de diciembre – 1 de abril Presidencia de Manuel Gómez Pedraza, liberal. 1833 Se funda la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. 1 de abril – 16 de mayo. Presidencia interina de Valentín Gómez Farías, liberal. 16 de mayo – 3 de junio. El general Antonio López de Santa Anna asume por primera vez la presidencia de la República Mexicana. Presidente de la República de 1833 a 1855, con interrupciones. Dominó la política mexicana durante un cuarto de siglo, liberal-conservador. La Constitución de 1824 es reformada. La educación queda fuera del control del clero, se suprime la Pontificia y Nacional Universidad de México y se crea la Dirección de Instrucción Pública para el Distrito y Territorios Federales. 3 de junio – 18 de junio. Presidencia de Valentín Gómez Farías, liberal. 18 de junio – 5 de julio. Presidencia de Antonio López de Santa Anna, liberal-conservador. 5 de julio – 27 de octubre. Presidencia de Valentín Gómez Farías, liberal. 27 de octubre – 15 de diciembre. Presidencia de Antonio López de Santa Anna, liberal-conservador. 1833– 1834 16 de diciembre – 24 de abril. Presidencia de Valentín Gómez Farías, liberal. 1834– 1835 24 de abril – 27 de enero. Presidencia de Antonio López de Santa Anna, liberal-conservador. 1834 13 de noviembre. Ignacio Homobono Altamirano Basilio nace en Tixtla (hoy municipio del estado de Guerrero, pero en aquella fecha municipio del Estado de México e incluido, durante la República centralista, en el territorio de la prefectura de Chilapa). 1834– 1838 El Instructor o Repertorio de Historia, Bellas Letras y Artes. Periódico de Londres. 1835– 1836 28 de enero – 27 de febrero. Presidencia interina de Miguel Barragán, liberal. 23 de febrero. Inicio de la Batalla de El Álamo en San Antonio, Texas. 1836– 1837 2 de marzo – 27 de abril. Presidencia interina de José Justo Corro, conservador. 1836– 1839 19 de abril – 20 de marzo. Presidencia de Anastasio Bustamante, conservador. Otorga la concesión para la construcción del ferrocarril ciudad de México-Veracruz. 1836– 1845 2 de marzo – 29 de diciembre. Texas se convierte en república independiente. 1836– 1842 El Mosaico Mexicano o Colección de Amenidades Curiosas e Instructivas, México, 1836-1837 (Primera época), imprenta de Ignacio Cumplido; Segunda época: México, 1840-1842 1836 En la ciudad de México se funda la Academia de Letrán para la formación literaria. 27 de diciembre. España reconoce la independencia de México. 29 de diciembre. Al promulgarse la Constitución de 1836, el país queda divido en 24 departamentos. 30 de diciembre. Decreto que expide las Siete Leyes Constitucionales de la República Mexicana. 1837 17 de enero. Creación del Banco Nacional de Amortización de la Moneda de Cobre, con objeto de amortizar la devaluada moneda de cobre. 1838 4 de diciembre. El desembarco de los franceses en Veracruz señala el inicio de la llamada Guerra de los Pasteles entre México y Francia. 1838– 1851 El Zurriago Literario, México, 1838-1840 (Primera época), director: José Gómez, conde De la Cortina; Segunda época: El Zurriago, México, 1851. 1839 Anastasio Bustamante es presidente de la República. Asimismo, son presidentes interinos Antonio López de Santa Anna y el general Nicolás Bravo. 9 de marzo. Con la firma de un tratado de paz, concluye la guerra entre Francia y México. 20 de marzo – 10 de julio. Presidencia de Antonio López de Santa Anna. 7 de mayo. Fallece en Toluca, México, el poeta cubano José María Heredia. 10 – 19 de julio. Presidencia de Nicolás Bravo, conservador. 1839– 1841 19 de julio – 22 de septiembre. Presidencia de Anastasio Bustamante, conservador que con el pronunciamiento militar del general Paredes, cuyas fuerzas se unieron con las de Santa Anna, se le derrocó y expulsó del país. 1840 7 de junio. Nace en el castillo de Laeken cerca de Bruselas, Bélgica, Carlota Amalia, emperatriz consorte de México, que fallece el 19 de enero de 1927. 6 de julio. Nace en Temascalcingo, Estado de México, José María Velasco, (José María Tranquilino Francisco de Jesús Velasco Gómez Obregón). Sus padres fueron Ma. Antonia Gómez Obregón y Felipe Velasco. El Museo Popular. El amigo de la juventud. Periódico de Ciencias, Literatura y Artes. Méjico, impreso por J. Ojeda en las Escalerillas núm. 2. 1840– 1841 La Hesperia. México, editada por Luis G. Sousa. 1841 Quiebra y liquidación del Banco de Avío establecido el 16 de octubre de 1830 para fomento de la industria nacional. Son presidentes de la República Anastasio Bustamante, el empresario Francisco Javier Echeverría (interino) y Antonio López de Santa Anna. Surge el periódico El Siglo Díez y Nueve, de corte político (ideología liberal), literario y de avisos. 22 de septiembre – 10 de octubre. Presidencia interina de Francisco Javier Echeverría, conservador. El apuntador. Semanario de teatro y costumbres, Literatura y Variedades, México, dirigida por Casimiro del Collado y José María Lafragua, imprenta de Vicente García Torres, calle del Espíritu Santo núm. 2. La Esperanza. Periódico político y literario de México, México, imprenta de Torres, calle del Espíritu Santo. 1841– 1842 10 de octubre – 26 de octubre. Presidencia de Antonio López de Santa Anna, liberal conservador. Semanario de las Señoritas Mexicanas. Educación científica moral y literaria, México, imprenta de Vicente García Torres, calle de la Palma núm. 4. 1842 Se implanta la obligación para que los gobernadores establezcan escuelas para niños y niñas por cada 10 mil habitantes, así como escuelas para adultos. Panorama de las Señoritas. Periódico Pintoresco, Científico y Literario, México, imprenta de Vicente García Torres. 1842– 1843 26 de octubre – 4 de marzo. Presidencia de Nicolás Bravo, conservador. La Colmena, Londres, Ackerman y Cía. Redactado por D. Ángel de Villalobos, Catedrático de Literatura española del Consejo del Rey. 4 de marzo – 4 de octubre. Presidencia de Antonio López de Santa Anna, liberal conservador. 1843– 1844 4 de octubre – 4 de junio. Presidencia de Valentín Canalizo, presidente interino conservador. La Junta Nacional Legislativa promulga una ley llamada Bases de organización política del país. 1843– 1846 El Museo Mexicano o Miscelánea pintoresca de amenidades curiosas e instructivas, México, lo imprime y publica Ignacio Cumplido, calle de los Rebeldes núm. 2. 1844 La abeja. Periódico político y literario, México, imprenta de Vicente García Torres. 4 de junio – 12 de septiembre, Presidencia de Antonio López de Santa Anna, liberal conservador. Se crea el periódico El Monitor Constitucional, diario de política con ideología liberal. Fundación de la Escuela de Tenedores de Libros en la ciudad de México. Texas se anexa a Estados Unidos de América. 12 – 21 de septiembre. Presidencia interina de José Joaquín de Herrera, liberal. 21 de septiembre – 6 de diciembre. Presidencia de Valentín Canalizo, conservador. 1844– 1845 7 de diciembre – 30 de diciembre. Presidencia de José Joaquín de Herrera, liberal. El Monitor Constitucional, México. Después de 1845 cambia el nombre a El Monitor Republicano, imprenta de Vicente García Torres. Surge la Revista Científica y Literaria de México. 1845– 1846 30 de diciembre – 2 de enero. Presidencia de Gabriel Valencia, liberal. 1845– 1847 El Católico. Periódico Político-Cristiano, Científico y Literario, México, impreso por R. Rafael, calle de Cadena núm. 13. 22 de agosto. Establecimiento de la Segunda República Federal. 1946 El Patricio. Periódico político industrial y literario, Puebla. 4 de enero – 28 de julio. Presidencia de Mariano Paredes y Arrillaga, conservador. 5 de agosto – 23 de diciembre. Presidencia de Mariano Salas, conservador 1846– 1848 Guerra entre los Estados Unidos de América y México. 1846– 1847 24 de diciembre – 21 de marzo. Presidencia de Valentín Gómez Farías, liberal. 1847 28 de enero. Parte de San Luis Potosí el presidente Antonio López de Santa Anna, liderando el ejército mexicano. 22 de febrero. Batalla de Buena Vista en Puerto de la Angostura, Coahuila entre tropas estadounidenses y mexicanas. 28 de febrero. Batalla de Sacramento en Chihuahua entre tropas estadounidenses y mexicanas. 21 de marzo – 2 de abril. Presidencia de Antonio López de Santa Anna, liberal conservador. 2 de abril – 20 de mayo. Presidencia interina de Pedro María Anaya, liberal. 20 de mayo – 15 de septiembre. Presidencia de Antonio López de Santa Anna, liberal conservador. 20 de agosto. Defensa del convento de Churubusco por Pedro María Anaya, en el marco de la Intervención Estadounidense. 13 de septiembre. En la batalla y defensa del Castillo de Chapultepec se enfrentan los estadounidenses contra los cadetes del Colegio Militar. Difusión del Acta Constitutiva mediante la que se regresa al régimen federal y a la Constitución de 1824. El país queda dividido en 24 estados, dos territorios y un Distrito Federal. Inicia la Guerra de Castas en Yucatán. 26 de septiembre – 13 de noviembre. Presidencia de Manuel de la Peña y Peña, liberal. 1847– 1848 13 de noviembre – 8 de enero Presidencia de Pedro María Anaya, liberal. 8 de enero – 3 de junio. Presidencia de Manuel de la Peña y Peña, liberal. 2 de febrero. Firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, puso fin a la guerra entre Estados Unidos y México. El país pierde la mitad de su territorio y por nueva división político administrativa se forma con 20 estados, tres territorios y el Distrito Federal. 1848– 1851 3 de junio – 15 de enero. Presidencia de José Joaquín de Herrera, liberal. 1848 15 de diciembre. La República de Yucatán se reincorpora a México. 1849 mayo. Después de ganar la beca otorgada para la circunscripción de la prefectura de Chilapa, Altamirano viaja a Toluca. Es aceptado como alumno en el Instituto Literario. El Álbum Mexicano. Periódico de literatura, Artes y Bellas Artes, México, editado e impreso por Ignacio Cumplido, calle de los Rebeldes núm. 2. Felipe Velasco y su familia se establece al sur de la ciudad de México, en el Salto del Agua. José María ingresa al colegio Lancasteriano de Sta. Catarina Mártir en la ciudad de México. 1850 Comienza el servicio ferroviario del país con la línea Veracruz-El Molino. Ingresa Antonio García Cubas a la Dirección General de Colonización e Industria de la Secretaria de Hacienda del Gobierno de la República Mexicana. José María Velasco ingresa a la Escuela de la Divina Providencia en la ciudad de México, donde Vicente Villaverde es su primer maestro de dibujo. El Daguerrotipo. Revista Enciclopédica y Universal, México, director: René Masson; redactor: Alfredo Bablot, imprenta de Navarro, calle de Chiquis núm. 6. 1851 García Cubas inicia estudios de geografía, geodesia y triangulación en el Colegio de Minería. Ignacio Cumplido, empresario editor, funda la revista semanal La Ilustración Mexicana, con temas de arte y literatura. 5 de noviembre. Mariano Arista inaugura el servicio público del telégrafo. 1851– 1852 El Presente Amistoso dedicado a las Señoritas Mexicanas, México, imprenta de Juan R. Navarro. El Espectador de México, México, revista semanal publicada por los redactores de El Universal, imprenta de Rafael y Vila. 1851– 1853 15 de enero – 6 de enero. Presidencia de Mariano Arista, liberal. 1851– 1854 La Ilustración Mexicana. México, publicada por Ignacio Cumplido, litografías de la casa Decaen. 1852 Francisco Zarco, periodista, Vicente Riva Palacio, escritor, y José Tomás de Cuéllar, novelista y dramaturgo, fundan el Liceo Hidalgo en la ciudad de México. José María Tornel y Mendívil, maestro, publica Breve reseña de los acontecimientos más notables de la nación mexicana, desde el año de 1821 hasta nuestros días, 1852. Lucas Alamán termina su Historia de Méjico. Biblioteca Mexicana Popular y Económica; Ciencias, Literatura, Amenidades. Revista Religiosa, política, económica, dramática, bibliográfica, judicial, médica, de Bellas Artes, conocimientos útiles, de viajes, descubrimientos, costumbres, biografías, música, baile, dibujo, bordado, jardinería, equitación, modas, amenidades, noticias, etc., México, tipografía de Vicente García Torres, editor, en el ex convento del Espíritu Santo. 1853 Velasco hace su primer dibujo a lápiz, el cual obsequia al general Ignacio Sierra y Rosso. La Camelia. Semanario de literatura, variedades, teatros, modas, etc. Dedicado a las señoritas mejicanas, México, imprenta de Juan R. Navarro, calle Chiquis núm. 6, litografías de la casa Decaen. 6 de enero – 8 de febrero. Presidencia interina de Juan Bautista Ceballos, liberal. 8 de febrero – 20 de abril. Presidencia interina de Manuel María Lombardini (1802-1853), militar y político mexicano, presidente interino, conservador. 1853– 1855 20 de abril – 1855, 9 de agosto. Presidencia de Antonio López de Santa Anna (Perdió la guerra contra USA en la cual México perdió sus territorios del norte). 13 de diciembre. Antonio López de Santa Anna firma el tratado de La Mesilla, por el cual México vende a Estados Unidos el territorio comprendido entre el río Gila y la actual frontera de Sonora. 16 de diciembre. Antonio López de Santa Anna se hace llamar Su Alteza Serenísima. El presidente Santa Anna nombra a Joaquín Velázquez de León, ingeniero, como primer secretario de Fomento. 1855 José María Velasco ingresa a la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de México como alumno supernumerario. Poco después ingresó a la clase de paisaje impartida por el pintor italiano Eugenio Landesio. Antonio García Cubas asiste a la Academia de las Nobles Artes de San Carlos junto con José María Velasco y Luis Coto. Landesio llega a México y firma un contrato para impartir los cursos de perspectiva, pintura de paisaje y principios de ornitología. Director de la Academia de San Carlos: Bernardo Couto. Planta de maestros: Pintura de figura: Pelegrín Clavé. Pintura de paisaje: Eugenio Landesio. Escultura: Manuel Vilar. Huecograbado: Juan Santiago Bagally. Grabado en lámina: Jorge Periam. Arquitectura: Javier Cavallari. 15 de agosto – 12 de septiembre. Presidencia interina de Martín Carrera (1806-1871), militar y político liberal. 12 de septiembre – 3 de octubre. Presidencia interina de Rómulo Díaz de la Vega (1804-1877), militar conservador. 16 de septiembre. Designado orador por la Junta Patriótica local, Altamirano pronuncia su primer discurso cívico público en Cuautla (entonces en el Estado de México y hoy en Morelos). 4 de octubre – 11 de diciembre. Presidencia de Juan Álvarez Benítez (1790-1867), militar y político liberal. 1855– 1858 15 de septiembre – 21 de enero. Presidencia de Ignacio Comonfort, liberal. 1856 Altamirano cursa sus estudios superiores de derecho en el Colegio de San Juan de Letrán. El Congreso Constituyente da inicio formal a sus sesiones. García Cubas es miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y presenta una recopilación cartográfica (29 cartas y 2 cartas generales) apoyada por ella. 25 de junio. Promulgación de la Ley Lerdo, ideada por el político Miguel Lerdo de Tejada, la cual declara la desamortización de los bienes raíces de la Iglesia a nivel nacional. 1857 5 de febrero. Es promulgada la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, en la cual se establece que el país queda integrado por 24 estados y un territorio. 14 de septiembre. El Decreto de Comonfort trata nuevamente de imponer el uso del sistema métrico decimal, sin resultados positivos. 17 de diciembre. Félix María Zuloaga, general de división, promulga el Plan de Tacubaya que desconoce la nueva Constitución. 1858 Inicia la Guerra de Reforma o de los Tres Años. Joaquín García Icazbalceta, historiador mexicano inicia la publicación Colección de documentos para la historia de México. José María Velasco ingresa, como alumno regular, a la carrera de pintura de paisaje con el maestro Eugenio Landesio. Exposición XI de la Academia: Dibujo de Mujer Hincada, Dibujo de Cristo Muerto, Dibujo de mano, Dibujo de pie, Dibujo de cabeza. 11 de enero. Altamirano obtiene el grado de bachiller en Derecho. 21 de enero – 24 de diciembre. Presidencia de Félix María Zuloaga (1813-1898), militar y político conservador, presidente interino. 14 de junio. Nace en San Luis Potosí, San Luis Potosí el poeta Manuel José Othón. 1858– 1867 Las diferentes corrientes políticas y la intervención francesa ocasionaron la existencia de dos gobiernos, por lo que existía un gobierno Conservador y un gobierno Liberal. 1858– 1867 19 de enero – 15 de mayo. Presidencia de Benito Juárez García (1806-1872. Benito Juárez establece su gobierno en Veracruz durante la Guerra de los Tres Años 1858– 1859 24 de diciembre – 21 de enero. Presidencia de Manuel Robles Pezuela, 1859 Velasco hace su primer autorretrato (dibujo). 21 de enero – 2 de febrero. Presidencia de José Mariano Salas (1797-1867), conservador. 24 de enero – 1 de febrero. Presidencia de Félix Zuloaga, conservador. Son promulgadas las Leyes de Reforma que establecen la nacionalización de los bienes de la Iglesia, dan al matrimonio la naturaleza de contrato civil, establecen el registro civil, la secularización de los cementerios y libertad de cultos. Diciembre. Llega a México Madame Calderón de la Barca, autora de La vida en México durante una residencia de dos años en ese país. 1859– 1860 2 de febrero – 1860, 12 de agosto. Presidencia de Miguel Miramón (1831-1867), militar y político conservador. Fue el presidente más joven de México, tenía 27 años al asumir la Presidencia. 12 de abril. Altamirano acude a recoger los cuerpos balaceados de sus amigos Juan Díaz Covarrubias, y Manuel Mateos. 6 de mayo. Alejandro von Humboldt, explorador, naturalista y geógrafo prusiano, falleció en Berlín, Alemania. 7 de septiembre. Por decreto, el general Vicente Jiménez, gobernador interino del estado de Guerrero, autoriza a Ignacio M. Altamirano a ejercer la abogacía en el territorio del estado. A solicitud de la Junta Patriótica de Tixtla, pronuncia el discurso cívico del 16 de septiembre. Velasco gana la Beca de Paisaje con el cuadro Patio del Exconvento de San Agustin. Primer autorretrato al óleo de Velasco. Dibuja Baño de los Pescaditos. Exconvento de San Agustín. Pirú. Pinta Cedro de Chimalistac. 1860 11 de febrero. Manuel Carpio fallece en México D.F. 13 – 15 de agosto. Presidencia interina de José Ignacio Pavón, conservador. 15 de agosto – 24 de diciembre. Presidencia interina de Miguel Miramón, conservador. 1860– 1862 28 de diciembre – 28 de diciembre. Presidencia de Félix Zuloaga, conservador. 1861 García Cubas publica la Carta General de la República Mexicana acompañada de la Memoria correspondiente, gracias al apoyo que le brindó don Ignacio Ramírez. Velasco pinta Patio del Exconvento de San Agustín. Templo de San Bernardo. Puente Rústico en el río San Ángel. 11 de enero. Concluye la Guerra de Reforma. 3 de marzo. José Joaquín Pesado fallece en México. 15 de abril. Benito Juárez decreta la Ley de Instrucción Pública. 3 de junio. Muere fusilado Melchor Ocampo, político liberal. 11 de junio. Se declara presidente constitucional de la República a Benito Juárez. 22 de julio. En la Cámara de Diputados, erigida en Gran Jurado, Altamirano pronuncia un terrible alegato contra Manuel Payno, acusado de traición por su participación en el golpe de Estado de Ignacio Comonfort el 11 de diciembre de 1857 y forma parte de los 51 diputados que piden su renuncia a Benito Juárez.. 28 de noviembre. En la Convención de Londres, entre España, Francia e Inglaterra, se hacen reclamaciones a México por la suspensión de pagos decretada por el presidente Benito Juárez, éste ordenó la reanudación de pagos para evitar el pretexto de la intervención. El gobierno juarista suspende los pagos de la deuda externa, lo que causa la protesta de Francia, Inglaterra y España. Llegan las primeras tropas españolas intervencionistas a Veracruz bajo el mando del general español Juan Prim y Prats. 1862 Exposición XII de la Academia, Velasco presenta: Patio del Exconvento de San Agustín. Premio: Medalla de Plata y diploma. Puente Rústico. Premio: Medalla de Plata y Diploma. Baño de Pescaditos, Patio del Exconvento de San Agustín, Pirú. Exhibe también: Dibujo de un roble copiado de Landesio, Vista de Vallenfreda, San Pablo Primer Ermitaño y San Juan de Patmos. Exposición de fin de curso de Velasco: Cabrío de San Ángel. Premio: Medalla de Plata y diploma. Cedro de Chimalistac. Pinta el cuadro Cañada de la Magdalena. 7 de enero. Desembarcan en el puerto de Veracruz dos mil hombres enviados para reforzar las tropas francesas de intervención, que presionan al gobierno mexicano para el pago de la deuda externa. 5 de mayo. Las fuerzas republicanas al mando de Ignacio Zaragoza vencen a los invasores franceses en la Batalla de Puebla. 1863 García Cubas publica la nueva versión de la Carta General de la República Mexicana (escala 1:2,000,000). Velasco pinta el cuadro Pirúes. Dibujo a la acuarela de una cacería. Boceto al óleo de una cacería. Pinta Rocas de tepetate del Olivar del conde. Una vertiente en el río del Olivar del Conde. Una vertiente en el río del Olivo del Conde. Pinta La Caza. Dos Autorretratos (Dibujo y óleo). El Cabrío de San Ángel. La Alameda. El Ejército Francés toma la capital y Juárez la abandona. Santiago Rebull renuncia a la dirección de San Carlos sustituyéndolo José Fernando Ramírez. San Carlos cambia su nombre a Academia Imperial de Bellas Artes con la llegada de Maximiliano. 26 de febrero. Decreto por el que se extinguen en toda la República las comunidades de religiosas. 10 de julio. Decretos de la Junta de Notables por los que establece la monarquía moderada como forma de gobierno y se nombra a Maximiliano de Habsburgo emperador de México. 13 de noviembre. Muere asesinado Ignacio Comonfort, quien fuera presidente de México. 1863– 1855 Calendarios de Ignacio Cumplido, México, México, Imprenta de Ignacio Cumplido. 1864 Se funda el Banco de Londres, México y Sudamérica, primer banco de emisión. García Cubas participa como ayudante de topógrafo en los trabajos de la Comisión Científica de Pachuca, adscrita a la Commission Scientifique du Mexique auspiciada por Maximiliano de Habsburgo. Exposición de Fin de Curso de Velasco: La Caza. Premio: Medalla de Plata y Diploma. 1864– 1867 27 de febrero – Napoleón III decreta formar a través del ministro de Instrucción Pública, Víctor Duruy, la Commission Scientifique du Mexique, la cual fomenta las ciencias, el cultivo de las letras y las artes. 9 de abril. Firma de los Tratados de Miramar, con los que Maximiliano de Habsburgo aceptó ser emperador de México. 10 de abril – 1867, 15 de mayo. Gobierno de Fernando Maximiliano de Habsburgo (1832-1867), archiduque austriaco y emperador de México Maximiliano I. 29 de mayo. Maximiliano y Carlota desembarcan en el puerto de Veracruz. 1865 Abre sus puertas la Academia Imperial de Ciencias y Literatura en la ciudad de México, para “impulsar el progreso de la inteligencia en los ramos más nobles del saber humano y designó a José Fernando Ramírez presidente”. Velasco inicia estudios en Ciencias Naturales en la Academia de Medicina: Botánica, Física y Zoología. Se decreta la Ley sobre la División Territorial del Imperio de México, por la que el país queda organizado en 50 departamentos. García Cubas se titula de ingeniero gracias a los trabajos que realizo al lado del director de la Comisión del Valle de México, Ramón Almaraz. Edita un Curso sobre Dibujo Topográfico y Geográfico, un Tratado Elemental de Geografía Universal, así como un Compendio de Geografía Universal. Excursión de Velasco a la hacienda de Tetla para dibujar. Excursión a Teoloyucan, Coyotepec y Tepotzotlán, para dibujar y hacer bocetos al óleo. Excursión a Huauchinango. Exposición XIII de la Academia, presenta: Xochitzin. Premio: Medalla de Plata y diploma. Puente Rústico. La caza. El cabrio de San Ángel. Plaza de San Jacinto. Cinco Dibujos de figura. Dos copias de Marko: La vuelta del tabor y El Bautismo de Jesucristo. Pinta Peñascos de La Peña Encantada. Ladera de las montañas de Tepotzotlán, aunque está fechada 1864. Decreto sobre la desamortización de los bienes eclesiásticos. Decreto sobre libertad de cultos de Maximiliano. Decreto Imperial sobre la secularización de los bienes del clero mexicano. 9 de marzo - 10 de abril. Estatuto Provisional del Imperio Mexicano. 5 de septiembre. Ley de Colonización. Maximiliano. 3 de octubre. Ley Marcial de Maximiliano 1. Ante la imposibilidad de un acuerdo, Maximiliano dicta medidas crueles contra los juaristas, como esta, que autoriza el juicio sumario y la muerte inmediata para quienes sirvan a la causa republicana. 30 de octubre. Altamirano apoya a Porfirio Díaz, quien, después de su evasión de la cárcel en Puebla, llega a La Providencia con el propósito de conformar nuevamente una fuerza militar. 1 de noviembre. Decreto sobre la libertad del trabajo en la clase de jornaleros. Ley para dirimir las diferencias sobre tierras y aguas de los pueblos. Decreto de Garantías individuales de los habitantes del imperio que les garantiza la libertad, la seguridad, la propiedad, la igualdad y el ejercicio de su culto. 1866 Velasco pinta La Alameda de México. Eugenio Landesio publica su libro: Cimientos del artista, dibujante y pintor. 8 de julio. La emperatriz Carlota Amalia sale hacia Francia para exigir al emperador Napoleón III los cumplimientos de los Tratados de Miramar. 18 de octubre. El general Porfirio Díaz derrota a los franceses en la “Batalla de la Carbonera”. 1867 1 de febrero. Batalla de San Jacinto en Zacatecas entre tropas liberales e imperialistas. Las fuerzas republicanas al mando de Mariano Escobedo, Jerónimo Treviño, Pedro Martínez y Francisco O. Arce, enfrentan y derrotan a las imperialistas de Miguel Miramón. Por este triunfo Juárez obtiene reconocimiento nacional e internacional. 11 de marzo. Sale de México el último contingente de tropas francesas. 1867– 1872 15 de mayo – 18 de julio. Presidencia del liberal Benito Juárez García que murió siendo presidente. 19 de junio. Muere fusilado en el Cerro de las Campanas el emperador Maximiliano con los generales Miramón y Mejía. Concluye el Imperio. Triunfa la República. San Carlos se convierte en Escuela Nacional de Bellas Artes. Gabino Barreda apoya al Positivismo como doctrina filosófica para el desarrollo de la Educación Pública. 15 de julio. Juárez restablece los poderes federales en la ciudad de México. El triunfo de Juárez, significa la victoria del estado laico frente a la iglesia, del poder civil sobre el militar, del liberalismo contra el conservadurismo, del derecho frente a la rebelión y de la independencia sobre la invasión extranjera. 24 de agosto. Un grupo de periodistas de la capital se reúne en casa de Altamirano, para conformar una planilla electoral. A la cabeza figura Porfirio Díaz como candidato presidencial. 1 de septiembre. Altamirano funda en compañía de Ignacio Ramírez, Pantaleón Tovar y José T. de Cuéllar el periódico El Correo de México, opuesto a la reelección de Benito Juárez y favorable a la candidatura presidencial de Porfirio Díaz. 16 de septiembre. Altamirano pronuncia el discurso cívico oficial en la Alameda de la ciudad de México. 2 de diciembre. A través del Ministerio de Justicia, el presidente Benito Juárez expide la Ley Orgánica de la Instrucción Pública, donde se declara gratuita la educación primaria. 4 de diciembre. Con motivo del regreso del poeta Guillermo Prieto a la ciudad de México, Altamirano organiza en su casa una exitosa Velada Literaria. En ella reúne a un nutrido grupo de literatos y poetas, pertenecientes a todas las tendencias políticas. Cansados de las violencias de las luchas civiles y de la guerra, estos hombres quieren entregarse nuevamente a los placeres de la paz y al cultivo de las bellas letras. Cunde la moda de organizar veladas. 31 de diciembre. Manifiesto “República y Patria Mexicana”, por el que piden al presidente Benito Juárez se reconozcan los derechos de propiedad a los pueblos indígenas. 1868 Velasco copia el Códice Sánchez Solís. Practica profesionalmente la fotografía. Colabora con las láminas litografiadas de Flora del Valle de México. Es nombrado socio de Número de la Sociedad Mexicana de Historia Natural. Con capital norteamericano, se funda la primera compañía de petróleo en Papantla, Veracruz. Compañía Explotadora del Golfo Mexicano. Exposición de fin de cursos de Velasco: Ahuehuete y Castillo de Chapultepec. Premio: Medalla de Plata y diploma. José María Velasco termina sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Al ser retirado Landesio de su clase de perspectiva, esta última es impartida por José Ma. Velasco. El doctor Gabino Barreda, inaugura la Escuela Nacional Preparatoria. Entre sus maestros están: José María Marroquí, José María Vigil, Leopoldo Río de la Loza, Ignacio Ramírez El Nigromante, Ignacio Manuel Altamirano, Manuel Orozco y Berra, Manuel Payno, Amado Nervo, Justo Sierra. Velasco fue nombrado profesor de Perspectiva. enero – junio. Altamirano publica quincenalmente una sección de crónica teatral en el periódico El Siglo XIX. Pinturas de Velasco al temple de tema histórico en la casa de Felipe Sánchez Solís. Vista de Amealco. Litografías de Cacahuamilpa: Salón de los órganos. Salón de los Monumentos. Litografías del Popocatépetl: Cráter, vista del volcán desde el cerro de Tlamaca. Autorretrato en miniatura al óleo. A finales de abril, al volverse las veladas actos sociales más que literarios, Altamirano e Ignacio Ramírez, sus principales animadores, deciden interrumpirlas. abril – octubre. Altamirano colabora en El Monitor Republicano donde cubre a partir del mes de julio una sección quincenal de crónica teatral. 14 de junio. Nace el abogado, poeta, dramaturgo y político mexicano Manuel José Othón en San Luis Potosí, San Luis Potosí. 30 de junio – 4 de agosto. Altamirano publica por entregas en el periódico La Iberia sus Revistas Literarias. 1869 Da principio la Guerra de Castas en Chiapas, levantamiento tzotzil, ocurrido en la región alta de Chiapas. Velasco publica en La Naturaleza una investigación sobre el Cereus Serpentinus. También publica otro artículo: “Ipomaea Triflora”. Realiza la litografía del volcán del Seboruco, para el artículo de A. Caravantes sobre la erupción de dicho volcán en La Naturaleza. Litografía de un Antiguo volcán”, de M. H. Saussure para La Naturaleza. XIV Exposición de Velasco en la Escuela Nacional de Bellas Artes: Ahuehuetes y Castillo de Chapultepec, Alameda de México. 2 de enero al 18 de diciembre. Publicación del primer número de la revista literaria El Renacimiento, fundada por Ignacio Manuel Altamirano y Gonzalo A. Esteva. Un intento por restaurar el ambiente cultural de México y conciliar todas las tendencias en pugna durante la Guerra de Intervención. 19 de septiembre. Invitado a participar en el viaje inaugural del ferrocarril de la ciudad de México a Puebla, Altamirano escribe una magnífica crónica de este evento que será publicada en El Renacimiento. 1869– 1914 La Sociedad Mexicana de Historia Natural publica el periódico La Naturaleza, publicación que constituye un valioso documento para el estudio de la ciencia. 1870 Se publica Clemencia, considerada la primera novela mexicana moderna, escrita por Ignacio Manuel Altamirano. enero – noviembre, Altamirano colabora semanalmente en El Siglo XIX su novela Julia con el título de Una noche de julio. Posteriormente esta novela será incluida en la recopilación de textos narrativos que Altamirano reunirá en 1880 con el título de Cuentos de invierno. 1871 A petición de Francisco Sosa, que prepara su Álbum de Navidad, Altamirano escribe su novela Navidad en las montañas. Manuel Payno publica Tardes nubladas. XV Exposición de Velasco en la Escuela Nacional de Bellas Artes: Los Grandes ahuehuetes y el Castillo de Chapultepec. Uno de los Grandes Ahuehuetes. A invitación de Manuel Payno, fundador y director de El Federalista, Altamirano colabora en este periódico con una sección miscelánea, cultural y política, titulada “Bosquejos”. Con el título de “Rimas”, se publica en el folletín de El Federalista una recopilación de los poemas de Altamirano. En este mismo año las “Rimas” se publicarán también en El Domingo. Las descripciones del paisaje patrio le sirven de instrumento en su búsqueda de una lírica genuinamente mexicana. 9 de noviembre. Porfirio Díaz, perdedor en las elecciones proclama el Plan de la Noria, contra “la reelección indefinida”. 1 de diciembre. Discurso de protesta de Benito Juárez como presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos. Accede a su última reelección para cerrar el paso a los militares y mantener el civilismo. 1872 Velasco sustituye a Landesio en forma interina para la Clase de Paisaje, meses después, Landesio retoma su clase y pinta Ahuehuetes de Chapultepec. 1872– 1882 5 de enero - 1882. Altamirano es electo primer secretario de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, ocupará esta función hasta su elección al puesto de vicepresidente de la misma, en 1881. En su calidad de primer secretario de la sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, Altamirano forma parte de la comisión encargada de reorganizar la publicación del Boletín de esta sociedad científica. Seguirá ocupándose activamente de este órgano de difusión científica hasta 1882. 18 de julio. Cuando Díaz está a punto de ser completamente derrotado, muere en el ejercicio del poder, el presidente Benito Juárez García. 1872– 1876 19 de julio – 20 de noviembre. Presidencia interina de Sebastián Lerdo de Tejada. 1873 Durante el gobierno de Lerdo de Tejada se da la rebelión de los cristeros en los estados de Guanajuato y Jalisco como protesta a las disposiciones de la Reforma. Hace Velasco una excursión para cumbres de Maltrata con Landesio, que renuncia a la Escuela Nacional de Bellas Artes. Pinta Fresnos, sauces y chopos. Pórfdidos del cerro de los Gachupines. Cantera del cerro de los Gachupines o Atzacoalco. Rocas del cerro de Atzacoalco. Rocas del Tepeyac. Valle de México desde el cerro de Atzacoalco. Cumbres de Maltratra. Tizapán y Cordillera de la Cañada de la Magdalena. Vista del Valle de México desde el río de los Morales. Valle de México desde el cerro de Atzacoalco y elabora lámina para el artículo “Troquilideos del Valle de México” de Manuel Villado en La Naturaleza. 1 de enero. Entra en operación el servicio comercial del Ferrocarril Mexicano, el cual cubre la ruta México-Veracruz. 1874 Por intereses políticos y favoritismo a Salvador Murillo, Ignacio M. Altamirano critica injustamente la escuela pictórica de Landesio y la creatividad de Velasco. Salvador Murillo es nombrado profesor de la Cátedra de Paisaje. Velasco pinta Peñascos del cerro de Atzacoalco. Barranca del agua Santa. Arroyo de Tlaxcala. Vista de la ciudad de Tlaxcala. Cascada de Barrio Nuevo. Cascada de Rincón grande. Cascada de Tuxpango. Realiza excursiones a Tlaxcala y a Veracruz. García Cubas publica el Atlas metódico para la enseñanza de la Geografía de la República Mexicana. enero – junio. Altamirano publica en El Artista un breve artículo titulado “La pintura histórica en México”. 1 de febrero. Aparece el periódico El Ahuizote, opositor del gobierno de Lerdo de Tejada. 14 de diciembre. Sobre leyes de Reforma. Decreto del Congreso. 1875 XVII Exposición de Velasco en la Escuela Nacional de Bellas Artes: Valle de México desde el cerro de Santa Isabel. Primer Premio, Medalla de Oro. Pinta Bosque de Pacho. El Volcán de Orizaba. Cascada de Barrio Nuevo. Vista de la ciudad de Tlaxcala. Valle de México desde el cerro de Santa Isabel. Autoretrato al óleo. Realiza excursión a Veracruz. mayo – junio. Altamirano colabora de modo episódico en la revista La Universidad Libre creada por los estudiantes huelguistas. El escritor aprovecha esta circunstancia para desarrollar sus ideas sobre la noción de libertad de enseñanza. 11 de septiembre. Fundación de la Academia Mexicana de la Lengua en la ciudad de México. 1876 García Cubas publica The Republic of Mexico, para desmentir los rumores negativos sobre el futuro del país y ofrecer a los extranjeros un panorama más exacto de sus recursos naturales y de su situación económica, con la esperanza de promover la inversión externa. Velasco pinta Bosque de Pacho. Cascada de Rincón Grande. Cascada de Tuxpango. Volcán de Orizaba. Peñasco del cerro de Atzacoalco. Valle de México desde las lomas de Tacubaya. Macetón del Baño de los Pescaditos. Plátano. Realiza varias láminas para el artículo Ensayo ornitológico de la familia Troquilidae, o sea colibríes o chupamirtos en México, escrito por Rafael Montes de Oca en La Naturaleza. 10 de enero. Se proclama el Plan de Tuxtepec de Porfirio Díaz, luego reformado en Palo Blanco. 11 de octubre. Sublevación del general Porfirio Díaz contra el presidente Sebastián Lerdo de Tejada, a quien luego sucede en su cargo. 30 de octubre. Sebastián Lerdo de Tejada abandona la capital. 1876– 1877 31 de octubre – 15 de marzo. Presidencia de José María Iglesias (1823-1891), jurista y político liberal. 26 de noviembre – 6 de diciembre. Presidencia de Porfirio Díaz, liberal, asume la presidencia de manera provisional. 1876– 1877 6 de diciembre – 17 de febrero. Juan N. Méndez. (1820-1894), militar y político liberal, presidente interino. 1877 Velasco empieza a colaborar en el Museo Nacional. Hizo una serie de dibujos de temas prehispánicos. Porfirio Díaz impulsa los trabajos del Museo Nacional y reorganiza y amplía sus instalaciones y se empezaron a publicar los Anales, órgano de difusión del Museo. Porfirio Díaz nombra a Ramón S. Lascurain director de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En la ciudad de México se aprueba el decreto de creación de la Comisión Geográfica Exploradora que tendría por objeto primordial hacer las cartas generales de la República en fracciones, para construir la Carta General, y también, las cartas particulares de cada estado o territorio. 1878, 4 de junio. 1877– 1880 17 de febrero – 30 de noviembre. Presidencia de Porfirio Díaz, liberal, único contendiente. 26 de octubre. México protesta ante Estados Unidos por la invasión de tropas durante el gobierno del General Porfirio Díaz. 28 de diciembre. Altamirano es nombrado profesor de Historia de la Filosofía en la Escuela Nacional Preparatoria. 1878 Velasco pinta y litografía. Pirámide del Sol. Participa con láminas litografiadas y coloreadas, para ilustrar la tesis sobre leguminosas medicinales autóctonas del Dr. Fernando Altamirano Carbajal. Velasco sobre la Hemostasis y los procedimientos quirúrgicos en las amputaciones. 1879 Velasco publica en La Naturaleza una extensa memoria sobre las costumbres y metamorfosis de la especie de ajolote. Recibe un premio por esta publicación. 15 de enero. Altamirano recibe una patente masónica como miembro del Supremo Consejo del grado 33 del Rito Escocés, antiguo y aceptado del Valle de México perteneciente al Soberano Gran Oriente de la República Mexicana. Al parecer sus actividades masónicas habían cobrado ya una fuerte relevancia desde el año de 1877. 1880 Velasco recibe de manos de Porfirio Díaz el nombre de dibujante del Museo Nacional. Manuel José Othón publicó sus primeros poemas bajo el nombre de Poesías. enero. Al acabar su periodo como magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Altamirano funda el diario político La República que dirigirá hasta el fin de diciembre de 1881. Se encarga de la sección editorial titulada “Correo”, y publica en él un gran número de artículos políticos así como algunos textos de carácter cultural, histórico y costumbrista: “La Semana Santa en mi pueblo”, “El señor del Sacromonte o La fiesta de Guadalupe”. enero – febrero. Altamirano publica en La Libertad una reseña crítica de la exposición plástica anual celebrada por la Academia de San Carlos. Estos comentarios serían publicados posteriormente en folleto. Publica en la Tipografía Literaria de Filomeno Mata la tercera y más completa edición de su recopilación de poemas titulada Rimas. 1880– 1884 1 de diciembre – 30 de noviembre. Presidencia de Manuel González. 1881 Manuel José Othón se titula de abogado en el Instituto Científico y Literario (posteriormente la Universidad Autónoma de San Luis Potosí). 18 de julio. Altamirano es nombrado profesor de literatura y elocuencia en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, cargo al que renunciará en junio de 1882. 27 de septiembre. Altamirano se desliga de su asociación con Filomeno Mata y queda solo al frente del periódico La República. 1882 Se crean los bancos Mercantil Agrícola e Hipotecario, Mercantil Mexicano y el Banco Hipotecario Mexicano. Velasco pinta Montañas del Poniente de México. Montaña del Ajusco. Murales: Vista de la cordillera de Ajusco. Los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Valle de México desde el cerro de Sta. Isabel . Vista de la cordillera del Ajusco. Los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Montaña del Ajusco. Montaña del Monte Alto. Vista Chapultepec. Chapultepec desde la calzada de la Reforma. 6 de febrero. Madame Calderón de la Barca fallece en Madrid, España. 27 de septiembre. Tratado de Límites entre México y Guatemala. 1883 García Cubas publica una visión ampliada, con numerosos datos económicos y cifras demográficas de The Republic of Mexico. Manuel José Othón publica un segundo tomo de sus poemas con el titulo de Nuevas Poesías. Altamirano publica en el Primer almanaque histórico, artístico y monumental de la República Mexicana, editado en Nueva York por Manuel Caballero, su “Revista histórica y política” que propone una revisión de la historia nacional de México desde 1821 hasta 1882. En esta misma publicación Altamirano incluye su “Revista literaria y bibliográfica” que reseña una buena parte de las actividades de las sociedades literarias y científicas del país entre 1867 y 1882. Entre los jóvenes literatos de talento que menciona Altamirano figura Manuel Gutiérrez Nájera. 1884 Comienzan a operar el Partido Militar y el de los Políticos Científicos. Gonzalo A. Esteva, periodista, funda El Nacional. La Sociedad Antonio Alzate es fundada en la ciudad de México. Porfirio Díaz decreta la enseñanza obligatoria de la economía política en establecimientos de instrucción profesional. García Cubas publicó el Atlas Geográfico y Estadístico de los Estados Unidos Mexicanos. El presidente Manuel González nombra a Velasco representante de México en la Exposición de Nueva Orleáns. Velasco se traslada con su familia a la casa N° 5 de la Plaza Principal de la Villa de Guadalupe. Exposición de Nueva Orleáns, Velasco expone: Barrancas de Metlac. Valle de México desde el cerro de Santa Isabel. Pinta Rosa. Geranios. Vista del Valle de México desde el cerro Santa Isabel. Valle de México desde las lomas de Tacubaya. 2 de abril. Abre sus puertas la Biblioteca Nacional de México en la Iglesia de San Agustín. 10 de abril. Inauguración del Ferrocarril Central Mexicano que corre entre la capital del país y Ciudad Juárez, Chihuahua. 1884– 1911 1 de diciembre – 25 de mayo. Presidencia de Porfirio Díaz, liberal. 1885 Velasco pinta Baño de Nezahualcóytl. Valle de México desde las lomas de Tacubaya. Ahuehuete de la Noche Triste. Valle de México desde el cerro del Tenayo. 1886 En una sesión del Liceo Hidalgo Altamirano da lectura de los 13 primeros capítulos de novela EL Zarco. Velasco realiza dibujos para el libro medicina doméstica. Manuel Payno es enviado a París en una misión diplomática. 8 de abril. Ramón Alcaraz fallece en la Ciudad de México. 1887 Velasco realiza excursión a Oaqxaca y pinta Catedral de Oaxaca. Vista de la ciudad y Valle de Oaxaca. Vista de la ciudad y Valle Grande de Oaxaca. Mitla. Cardón. Vista de Guelatao. Vista de la Carbonera. Vista de la fábrica de hilados La Carolina. Vista de los volcanes. Popocatépetl e Iztaccíhuatl. 1888 García Cubas publicó el Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, volumen I y II. Velasco pinta Vista de la ciudad y Valle de Oaxaca. Ciudad y Valle de Oaxaca. Ahuehuete de Chapultepec. Cascada de Barrio Nuevo. 1888– 1891 Manuel Payno escribió en España Los bandidos de Río Frío. 1889 Velasco es nombrado jefe de Grupo de Bellas Artes, por el Ministerio de Fomento. Parte con su hijo Francisco a la Exposición Internacional de París. Visita: Francia, Italia, Suiza, Austria, Alemania e Inglaterra. Se crea la revista de corte feminista Violetas del Anáhuac. Velasco pinta Bahía de La Habana. Mar Atlántico. Presenta 68 óleos y 19 dibujos de varios autores en la Exposición Internacional de París. Recibe Diploma y Medalla de Plata. Recibe la Condecoración de Caballero de la Legión de Honor, por sus pinturas presentadas allí. Vicente Riva Palacio integra el último volumen de México a través de los siglos. García Cubas publica el Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, volumen III. 7 de junio. Altamirano es designado cónsul general de México en España con residencia en Barcelona. 1890 García Cubas publica el Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, volumen IV. Porfirio Díaz le extiende a Velasco el nombramiento de dibujante – fotógrafo del Museo Nacional. Velasco participa en la expedición científica a las Ruinas de Cempoala en Veracruz, dirigida por Francisco del Paso y Troncoso, director del Museo Nacional. 28 de febrero. La permuta propuesta por Manuel Payno y Altamirano para intercambiar sus cargos consulares respectivos, el primero en París y el segundo en Barcelona, es aceptada por el secretario de Relaciones Exteriores. 1891 Velasco pinta Vista de México desde las lomas de Tacubaya. Vista de Guelatao. Popocatépetl e Iztaccíhuatl desde la fábrica La Carolina. Cañada de Metlac. García Cubas publica el Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, volumen V. Velasco es nombrado Socio Honorario de la Junta de Exposiciones de Aguascalientes. Participa en la Exposición con dos de los grandes cuadros del Valle de México. Gana Medalla de Oro. XXII Exposición de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Expone: Valle de México desde el río de los Morales. Volcán de Orizaba desde la hacienda de San Miguelito. Vista de Mitla. Manuel Payno publica en Barcelona la 1ª edición de su obra Los bandidos de Río Frío. Velasco hace 30 dibujos de Cempoala a partir de fotografías, así como un dibujo de los Chorros de Actopan y otro del Río del Agostadero. Algunos de estos dibujos son publicados en el libro de Jesús Galindo y Villa Las Ruinas de Cempoala, publicado en 1912. Pinta: Camino a Chalco con los volcanes. 2 de enero. Por decreto se establece la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. febrero. Sale de las prensas la 5° edición de La Navidad en las montañas, edición parisina en español de 3000 ejemplares que costeó Altamirano. También planea una edición de esta obra en francés. agosto. Con la representación oficial de México, Altamirano asiste la Congreso Internacional de Ciencias Geográficas en Berna, Suiza. 10 de septiembre. Altamirano es distinguido por el gobierno francés con la condecoración de las palmas de Oficial de la Instrucción Pública. Es invitado a formar parte de la Sociedad L’ Alouette, en la cual participan periodistas y literatos franceses, hombres políticos de diversas nacionalidades y diplomáticos de países de lengua hispana. 1892 El presidente Díaz asiste a la inauguración del tramo Puebla-Oaxaca del Ferrocarril del Sur. Exposición Histórica Americana en Madrid, Velasco expone 14 de sus dibujos de Cempoala, que le valen una medalla de Oro. Pinta: Lumen in coelo. Hacienda de Chimalpa. 31 de mayo. Altamirano entrega una colaboración, episódica pero ruidosa, en El Partido Liberal, apoyando la reelección de Porfirio Díaz. 1893 El Ministerio de Fomento nombra a Velasco jefe del grupo de Bellas Artes, que iba a representar a México en la Exposición Internacional de Chicago. Allí expone 14 obras, entre ellas: Valle de México desde el cerro de Atzacoalco. El Valle de Oaxaca. Valle de México desde el cerro de Santa Isabel. Hacienda de Chimalpa. Recibió Medalla y Diploma al Mérito. 13 de febrero. Altamirano fallece en la Villa Gabarino, San Remo, Italia. 8 de julio. Tratado de Límites entre México y Honduras Británica Fundación del periódico El Demócrata en la ciudad de México. 1894 Velasco pinta Lumen in coelo. Pórfidos del Tepeyac. Cantera del cerro de Atzacoalco. Autorretrato a lápiz. Puestas de sol desde el cerro de Atzacoalco. Valle de México desde el cerro del Tepeyac. Vista de la montaña del Ajusco y pueblo de San Ángel. Valle de México tomado rumbo de la Villa de Guadalupe. La Revista Azul es publicada por los poetas Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufóo. García Cubas publica su libro sobre la Geografía e Historia del Distrito Federal. 4 de noviembre. Manuel Payno fallece en el barrio de San Ángel, Distrito Federal. 1895 Velasco expone en la Sala Dos del Museo Nacional catorce de sus dibujos de Cempoala. Pinta: Valle de México desde el lago de Chalco. Valle de México desde el Molino del Rey. 1 de abril. México y Guatemala firman el convenio final de límites entre ambos países. Procedente de Estados Unidos de América, llega el kinetoscopio, aparato de reproducción de imágenes. 1896 Llega al país el cinematógrafo que desplaza al kinetoscopio. 1897 Exposición Universal de Nashville, en E.U.A., Velasco envía: Los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl. Salvador Toscano, cineasta, abre la primer sala de cine donde empieza a fotografiar escenas de la vida cotidiana de México. 1898 Los educadores Enrique C. Rébsamen, de origen suizo, y Emilio Fuentes y Betancourt, cubano, comienzan a editar la revista México Intelectual. XXIII Exposición de Velasco en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Presenta: Vista del Ajusco desde San Ángel. Valle de México desde el Molino del Rey. Cañada de Metlac. Lumen in coelo. Vista de Cuernavaca, Puesta de sol. Pinta Vista de la Cascada de Juanacatlán. Puente de la Barranca del Muerto. Los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl a la puesta del sol. El Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Valle de México desde el Molino del Rey. Lumen in coelo. 1899 29 de abril. Decreto de la ley para la nacionalización de los ferrocarriles. García Cubas realiza la cuarta y última edición de la Carta General de la República Mexicana. 1900 Manuel José Othón obtuvo el cargo de diputado federal y se integró al Congreso de la Unión. Exposición de Bellas Artes del Círculo Católico de Puebla. Velasco recibe Diploma y Medalla de Oro. 1901 Velasco es invitado a la inauguración de la Capilla en el cerro de las Campanas, donde fueron fusilados Maximiliano, Mejía y Miramón. Escribe la Lista de Cuadros Originales de Paisajes. Recibe la Condecoración de la Cruz de Caballero de la orden de Francisco José. Dibuja el Tablero de la Cruz de Palenque. Pinta Cerro de las Campanas. Valle de México desde el Castillo de Chapultepec. Valle de México desde el Tepeyac. 1902 Se publica el libro Poemas rústicos del poeta mexicano Manuel José Othón. 1904 José María Esteva fallece en Veracruz, Ver. 1905 Othón publica su obra El Desierto. Velasco realiza expedición a Tepoztlán, Morelos. Pinta Valle de México tomando desde el Tepeyac. Árboles del Pirú del Tepeyac. Instituto Geológico de México 10 lienzos en los que representó la flora y la fauna terrestre y marina. Entre las actividades de Velasco para el Museo Nacional, destacan: Restauración del retrato del Obispo de Zumárraga. Doce acuarelas de diversas especies de hongos. Dibujo de roca fósil. Dos dibujos a lápiz de una cabeza zapoteca. Dibujo de pluma del plano del lago de Pátzcuaro. Acuarela de la orquídea Laelia Autumnalis. Acuarela de la flor de maíz de Tajas. 1906 Se publica la obra más conocida del poeta Manuel José Othón, titulado Idilio Salvaje. Velasco hace diversos dibujos para el Museo Nacional: Acuarela de la Crónica de Michoacán. Dibujos de pluma de diversos objetos arqueológicos. Porfirio Díaz inaugura el Instituto Geológico de México. Se efectúa el Décimo Congreso Geológico Internacional. 28 noviembre. Muere el poeta, dramaturgo y político mexicano Manuel José Othón en San Luis Potosí, San Luis Potosí. 1907 Se publica otra obra de Manuel José Othón bajo el titulo Noche rústica en Walpurgis. 1908 Velasco termina de escribir su libro El arte de la pintura, orientado a la enseñanza de la pintura de paisajes. 1910 Velasco deja el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, después de 30 años, y se convierte en dibujante naturalista del Museo Nacional de Historia Natural. 1912 13 de febrero. Muere Antonio García Cubas en la Ciudad de México. 26 de agosto. Muere en la Villa de Guadalupe Hidalgo, Ciudad de México el pintor paisajista José María Velasco. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA “Carta al virrey Iturrigaray. 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Espinosa López, Revista Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, México, UNAM, 1986, v. 14, n. 56, p. 125-140. “Vida secreta de dos cuadros: El descubrimiento del pulque y El Senado de Tlaxcala”, por Alfonso Sánchez Aretche, en Memoria, n. 7, 1998. México, Museo Nacional de Arte.
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